La docencia se para de manos ante el ajuste nacional y provincial
Inéditos en su magnitud, los recortes presupuestarios unifican al colectivo docente en una lucha que por fuerza se da en las calles.
Si el ciclo escolar 2023 terminó arañando el almanaque y cruzado por el espanto de los primeros días del tsunami anarcocapitalistalibertario, el que arranca por estos días nace atravesado por el horror de un recorte impiadoso y celebrado por parte de la sociedad. Listar la cantidad de programas educativos nacionales mochados por la motosierra vendepatria excede el centimetraje de este artículo, dar cuenta del estado de situación provincial llevaría demasiado tiempo de lectura; apenas intentaremos arrimarle a la trama de una película in progress, con el “no hay plata” como guion y de final tan incierto como el mismo destino nacional.
Feos, k, sucios y malos (que es lo mismo)
Si algo logró el gobierno nacional en estos apenas ¡dos meses! de “gestión” fue unificar en el espanto. Así, febrero culmina con todos los gobernadores menos uno de punta, y el pueblo organizado (gremios, organizaciones sociales, empresariado no prebendario) obligado a darle continuidad al contundente paro general del 24 de enero. Los mandobles oficiales a todo derecho habido y por haber (dizque “casta” según Javier) son efectivos para sembrar un caos funcional al plan libertario: rifar lo que conocemos como nación y liquidar la soberanía monetaria para alcanzar el mentado equilibrio fiscal, con la gente afuera. Para Milei y sus secuaces sobran unos 25 millones de argentinos.
En este punto cabe dar cuenta de que se llega a esta coyuntura tras años de degradación y descomposición social y política, que el poder real fogoneó sin pausa ni pudor a través de los medios hegemónicos de comunicación y las cloacas sociales. En lo educativo, lo mismo: hace al menos tres décadas que el maestro dejó de ser un actor social respetado, la educación un valor social y la escuela pública una “segunda casa”. Los “chistes” de Nik demonizando al sindicalista Roberto Baradel son apenas el botón de muestra de una política comunicacional pensada para forjar un sentido común.
Sandra don´t cry
Ocho distritos iniciaron este lunes 26 el ciclo lectivo con contratiempos: el paro nacional de CTERA marcó la apertura de un plan de lucha por convocatoria a paritarias y el restablecimiento del Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID), de los primeros recursos educativos nacionales que Milei mochó. Ni Menem ni Macri se habían atrevido a tanto.
Antes hubo señales. Presidencia degradó el Ministerio de Educación, y los ministros de todo el país sesionaron en verano para alertar del recorte en la transferencia de fondos nacionales a las provincias. Medio que del todo no la veían, algunos distritos aún confían en que la plata llegará.
Nación tomó nota, para redoblar el recorte. Allí radica su fuerza, en cierto consenso social; lo que antes era mal visto, impronunciable, hoy es motosierra con aplausos de fondo.
El reclamo por la suspensión de las paritarias nacionales y el no envío de las partidas para el Fonid, comedores escolares y Fondo Compensador de Desigualdades Salariales, entre otros, marcaron la jornada de lucha en Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Mendoza, San Luis y Santa Fe. El conflicto es nacional, la foto se replicará en los restantes distritos, que inician actividad en los próximos días.
Mientras tanto, y tras idas y vueltas mediáticas (a esta altura, un clásico de la gestión) el gobierno nacional convocó este martes a una mesa para discutir salarios, donde se sentarán gremios y ministerios. La pérdida del poder adquisitivo real de diciembre a esta parte supera el 30%, en los pasillos mentan que la súper ministra Sandra Petovello llora y amaga con renunciar, miles los educadores por debajo de la línea de indigencia venden dólares, un envase de garrafa o lo que tengan a mano, para poder morfar.
Celestes y morados, todos igual de cagados
En Córdoba la marcha se hizo sentir, y la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba estimó un acatamiento del 70%, porcentaje inusualmente alto para un paro nacional. “Es un paro importante, es un punto de quiebre en todo el país. El Gobierno Nacional ha tomado la decisión de desentenderse de la responsabilidad que tiene con el cumplimiento que lo obligan a cumplir con los fondos nacionales que van directo a los docentes”, evaluó el sucesor de Juan Monserrat en la secretaría general, Roberto Cristalli.
“La educación no se vende, se defiende” fue de las consignas más repetidas, en una movilización en la que algunos pusieron el foco en la debacle nacional, otros sumaron el panorama provincial. Una docente de media dialogó con La tinta y sintetizó posiciones: “Elegí una profesión que no me dio casa, auto, bienestar con una tele con cable, una computadora nueva. Yo no hago paro porque me sobre: me falta de todo, lo que no quiero perder es seguir teniendo ganas para luchar por mi dignidad”. La conducción provincial es celeste y alineada a CTERA, para la flamante dirigencia en Capital ya es tiempo de dejar atrás la burocracia sindical, al 20% de inflación mensual pobres son absolutamente todos.
En el interín, las asambleas escolares discutieron una propuesta de aumento salarial que pretende pagar la mitad de la inflación mensual. El rechazo está más cantado que la pegajosa “Leña para el carbón” en el ya lejano verano de 2019, cuando éramos felices y no lo sabíamos.
Acá tampoco hay plata
Sin mucha prensa, en la última sesión legislativa la docente Luciana Echevarría trazó un panorama del estado actual de las maestras y maestros en el vasto territorio provincial. La desinversión es clara: a la histórica falencia en el destino de fondos para el mantenimiento y construcción de nuevas aulas se suman medidas concretas que ayudan a pulverizar el salario docente. La resolución 7 del Ministerio de Economía establece el ítem de profesionalidad docente, que entraña el 10% del salario y lo cobrás solo si nunca faltás de manera no justificada por el directivo de turno, y si faltás cinco veces de manera justificada.
Disciplinar para evitar a la gente en la calle es el fin de este presentismo dibujado bajo el concepto de “profesionalidad docente”, porque un docente profesional no falta, agacha la cabeza y trabaja pese a que su salario básico sea menos de medio salario mínimo, vital y móvil.
Eso no es todo: en diciembre, sobre el filo de la sidra y el pan dulce para quienes pudieron comprarlos, se aprobó el aumento de dos puntos porcentuales del aporte del salario a la caja de jubilaciones. Y en enero la provincia liquidó sueldos sin respetar la cláusula gatillo que había firmado y homologado en el Ministerio de Trabajo, que no arbitra sino juega de un lado del mostrador.
La tormenta es perfecta. En el verano de la devaluación atroz y un 45% de inflación bimestral, la maestra de 85.000 pesos de básico aportó más a la caja, dejó de cobrar el Fonid y percibió miserables puntos porcentuales de aumento, es de cínicos o ilusos pretender que no luche para evitar la extinción.
Por no hablar de los docentes de jornada extendida, o la baja masiva de comisiones con el consiguiente perjuicio para los respectivos suplentes, o los miles de educadores cuyas horas “a término” fenecen este 29 de febrero y se quedan, en este contexto, sin trabajo. Y decenas de contratos caídos, por caso en la Dirección General de Educación Superior, donde 42 Coordinadores Institucionales de Políticas Estudiantiles históricamente precarizados por Nación y Provincia vía monotributo esperan desde diciembre una audiencia con el Ministro y el Director General. Lo que piden es que la Provincia sostenga la línea de trabajo en tanto política pública, como se haría con la quinta hora.
A marzo
Al igual que otros años, pero esta vez más, marzo será duro y de lucha. El 8M y el 24M serán nuevos hitos en la lucha contra el ajuste como sentido de época. A esas dos fechas emblemáticas se agregaría otro paro general. La miseria se profundizará, de la envergadura de la respuesta popular dependerá si la restauración conservadora avanza. La libertad, está visto, es otra cosa.
*Por Adrián Camerano para La tinta / Imagen de portada: Fernando Bordón para La tinta.