«Los Zánganos hacemos apicultura de monte, familiar y cooperativa»

«Los Zánganos hacemos apicultura de monte, familiar y cooperativa»
28 abril, 2023 por Soledad Sgarella

Un grupo de apicultores, cerca de Chancaní, hace la alquimia perfecta para los amantes de la miel: sus alacenas están completas de mieles transparentes, doradas, rojizas, orgánicas, por el origen y «por el cuidado que tienen con las colmenas», como dicen. Los Zánganos gestionan su propia sala comunitaria de extracción y comercializan sus maravillas a precio justo. Los colores de las mieles, sus procedencias, sus propiedades y cómo un equipo de trabajadores (junto al INTA y a la Comuna) revaloriza sus producciones, abraza el monte agreste en el que nacieron, viven y producen, y refleja, en cada frasco, la biodiversidad de su territorio.

Por Soledad Sgarella para La tinta

Los reflejos que dan los frascos cuando los atraviesa el sol son una imagen diseñada especialmente para el otoño. Llega esta época de hibernar un poco. Imposible no querer unas tostadas con manteca y miel. ¿Pero qué miel? ¿Cuántas veces hemos leído de mieles adulteradas? ¿Cuánto habrá de verdad en esos frascos que se venden? ¿Es cierto que, si son puras, se cristalizan? ¿Por qué hay de distintos colores?

Muchas preguntas para un producto tan familiar, ¿no? Los Zánganos nos responden todo. El grupo de apicultores (dos apicultoras y nueve apicultores) que viven en los parajes rurales de Santa Rosa, La Cañada y El Quemado, cerca del pueblo de Chancaní, en el oeste de Córdoba, hacen mieles confiables. Su proyecto, dicen, les arraiga en ese monte agreste en el que nacieron, viven y producen, y sus productos apícolas reflejan la biodiversidad del territorio: las colmenas lo habitan entre algarrobos, quebrachos, breas, mistoles, chañares, jarillas, garabatos, talas y tintitacos, y son producidas -según sus palabras- por abejas fuertes adaptadas a los extremos climáticos, bajo manejo responsable y sostenido por la gestión comunitaria.

Hace varios años, con otras familias y junto con el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) y la Comuna, empezaron a trabajar en proyectos de valorización del monte, con una justificación tan cristalina como una de las variedades de miel: “Nosotros vivimos con el monte. Así también vivieron nuestros padres y nuestros abuelos, con el monte. Nuestras familias han vivido toda la vida acá, pero la apicultura no es algo que aprendimos de nuestros padres, no. Los apicultores eran empresarios que venían de afuera, traían las colmenas para aprovechar las floraciones del monte, se llevaban las alzas llenas de miel y casi que no quedaba nada para nadie. Y nosotros veíamos que el monte florece mucho y que, para los que tenemos campos chicos, era una posibilidad, porque las abejas recorren los montes de un lado al otro; pero, claro, empezar es caro. Un compañero, que empezó primero y que ahora le va muy bien con las colmenas, nos decía que nos animáramos a empezar y ahí fuimos planeando que, si varios nos metíamos en esto, también íbamos a tener que tener un lugar para extraer las mieles de todos. Porque lo pensamos todo junto: qué vamos a producir, cómo lo vamos a hacer y cómo lo vamos a ofrecer, porque pensar así nos va organizando lo que hay que hacer”, dice con claridad.

zanganos-miel-apicultura-cooperativa

Fabián, uno de sus trabajadores, relata en diálogo con La tinta: “A veces, uno afloja o tiene ganas de aflojar, porque es difícil la vida en el campo y hay que lidiar con la seca; es una lucha diaria y, cuando querés vender lo producido, la paga no alcanza para nada. Porque estamos lejos de las ciudades, porque los caminos son malos, porque los intermediarios te tiran abajo todo… Entonces, ¿cómo revertimos eso para poder seguir viviendo y produciendo en el monte, que es lo que sabemos hacer, si nadie valora lo que hacemos? Creemos que tenemos que revalorizarlo nosotros y que los demás también lo puedan empezar a ver”.

Cuentan que, entonces, empezaron a cambiar algunas formas para poder llegar a los consumidores de manera directa y que, vía el Facebook de las Familias Productoras del Monte, comenzaron a explicar lo que hacen, quiénes son, cómo producen y así fueron llegando a muchas personas que “hoy disfrutan un dulce de leche o un queso de cabra, un arrope de la fruta de acá, que es la algarroba, el mistol, el chañar, el piquillín, la tuna; los yuyos remedio, los huevos del campo. Todos alimentos de verdad, sin nada de química… Porque, en nuestra zona, es todo monte, fíjate que acá están la Reserva de Chancaní y el Parque Nacional de Pinas, que son todo monte. Y empezamos a pensar que teníamos que tener un almacén en el pueblo, donde vender estas producciones del monte. Que se vean, que se sepa. Y lo logramos, por el trabajo mano a mano con los compañeros de las instituciones que nombramos antes, con unos proyectos grandes, y ahora tenemos nuestro almacén del monte en Chancaní, Almamonte, donde están todos nuestros productos, directos, sin intermediarios”.

zanganos-miel-apicultura-cooperativa

Los Zánganos hacen hincapié en que se animaron a todo, pero porque lo colectivo prevalece. Se animaron a proyectos grandes, en grupo. Así fue que pudieron comprar las primeras colmenas y los primeros núcleos, construir la sala comunitaria y recibirse de auxiliares en apicultura. “Fuimos trabajando fuerte todas las semanas, aprendiendo y compartiendo un montón de cosas en la práctica. Y, de ese compartir, surgió la posibilidad de presentarnos como un grupo apícola, con apoyo del INTA, al Programa Cambio Rural -del Ministerio de Agricultura de la Nación- y es otro empujón, que nos reúne, nos organiza y nos entusiasma. Y nos gusta celebrarlo y, por eso, también hacemos el Festival de la Miel del Monte”, agregan.

Además, debieron aprender a gestionar la sala apícola: “Hay un compañero que está a cargo y entre todos fuimos entendiendo las formas de trabajo, la organización, sintiendo que la sala es una gran oportunidad para todos. Hicimos las primeras extracciones de las colmenas de cada uno y la segunda temporada empezaron a llegar los apicultores de afuera, que querían extraer su miel en nuestra sala. Y así nos generamos otro trabajo, porque tres compañeros trabajamos juntos haciendo la extracción de esos apicultores de afuera. Entonces, mejoramos todos con la apicultura y nos inventamos un trabajo nuevo, en el medio del monte en el que queremos seguir estando”.

A contramano, a contraluz: los colores de la miel

“Los Zánganos hacemos apicultura de monte, familiar y cooperativa; tenemos nuestra propia sala de extracción, fraccionamos y envasamos nosotros, cuidando la miel, que es orgánica, por el origen y por el cuidado que tenemos con las colmenas. No mezclamos mieles, hacemos procesamiento en frío, sin excesivo filtrado ni manipulación, cuidando las vitaminas, minerales, enzimas y antioxidantes naturales”, detallan con el pecho henchido.

zanganos-miel-apicultura-cooperativa

Marcela Ledesma, técnica del INTA de la Estación Forestal Villa Dolores e integrante de las Familias Productoras del Monte Traslasierra, nos ofrece datos concretos: más del 90% de las mieles producidas en Argentina se exportan a países del hemisferio norte (Estados Unidos, Alemania, Japón principalmente). “Son mieles commodity, es decir, miel a granel, sin agregado de valor, envasadas en tambores de 300 kg. Los compradores tienen preferencia cultural por las mieles muy claras, por lo que los acopiadores y exportadores demandan esas mieles, castigan en el precio a las mieles más oscuras y, en ocasiones, ni siquiera las compran. Para lograr los estándares de color, las mieles de distintas regiones se mezclan y se homogeneizan, antes de iniciar su largo viaje por mar”.


La profesional hace hincapié en que las mieles que hacen con Los Zánganos tienen un recorrido completamente diferente. “La producción es artesanal y valorizamos las mieles varietales, porque desde la cooperativa están encima de sus colmenas, atentos al origen botánico, es decir, atentos a qué plantas visitan las abejas en cada época en busca de néctar y polen. Y se hace cosecha diferenciada”.


La técnica del INTA nos explica que, en el monte, hay una gran diversidad de especies melíferas y poleníferas, con distintos momentos de floración a lo largo del año y que dan diferentes resultados:

-La miel blanca temprana de primavera inaugura la temporada de producción: es la que surge en septiembre, en plena primavera seca, con la masiva floración de los algarrobales que acaparan la atención de las abejas. Es una miel muy clara, monofloral de algarrobo, muy dulce y suave, y que rápidamente cristaliza, es decir, se pone más sólida y más blanca, por el tipo de azúcares del néctar de los algarrobos.

-La miel dorada de media estación se cosecha más adelante y es una miel multifloral, con matices de sabores. Como explican quienes saben, a pesar de que continúa la época seca en el monte, otros árboles y arbustos de raíces profundas y extendidas empiezan a florecer, sobresaliendo las breas, los mistoles, las jarillas, el quebracho blanco, el tala, la tusca, el garabato, los piquillines, el palo amarillo y otras muchas plantas, dando una miel brillante, con muchos matices amarillos dorados y de consistencia más líquida por el tipo de azúcares de esas flores.

-La miel roja tardía es también una miel multifloral. “Ya en el verano, cuando las lluvias han sido importantes, se agrega la floración de una gran variedad de plantas herbáceas (que prosperan en la época más húmeda del monte árido), algunas epífitas como la liguilla y otras plantas, dando las últimas mieles que se cosechan, de consistencia líquida, pero un poco más densa, con una gran variedad de matices de sabores frutales, aromas muy ricos y mayor contenido de algunos minerales, sobre todo, hierro, fósforo y magnesio”.

Ledesma agrega que también hay otras floraciones muy importantes para la vida de las colmenas, como las flores del otoño (el suico, la santa maría, las siemprevivas, la altamisa, la chilca y otras) y del invierno (los moradillos, el peje, los espinillos, el chañar) que, aunque en poco volumen, son muy valiosas porque aportan a la sanidad y a la nutrición de las abejas en la época más crítica de la vida de las colmenas.


“Las tres varietales de miel, blancas, doradas y rojas, son orgánicas por origen, ricas en azúcares, ácidos orgánicos, proteínas, enzimas, antioxidantes, vitaminas y minerales, resultando alimentos muy nutritivos y saludables, que tenemos el lujito de conocer y disfrutar porque hay monte y apicultores del monte. ¡No hay que privarse de conocer los distintos colores, texturas, aromas y sabores de las mieles; todos podemos ser apisommelier del monte!”.


El monte es nuestro soporte, enfatizan Los Zánganos y Marcela, y desean en voz alta: “Ojalá más personas conozcan nuestras mieles y se enamoren del monte, como nosotros, y elijan estos productos, porque entonces seguiremos acá”.

*Por Soledad Sgarella para La tinta /  Imagen de portada: Familias Productoras del Monte de Traslasierra.

Palabras claves: Apicultura, cooperativismo, Traslasierra

Compartir: