“Fruto de Dragón” y las múltiples formas de recorrer poéticamente los lugares

“Fruto de Dragón” y las múltiples formas de recorrer poéticamente los lugares
30 marzo, 2023 por Soledad Sgarella

¿Cómo nos relacionamos con los espacios que transitamos? El proyecto editorial de Sierras Chicas tiene un nombre exótico y varios libros en su haber con un eje de sentido común: “El viaje como movimiento, no solo geográfico, sino como deriva también del pensamiento, del lenguaje y de la percepción”. Libros que hacen pasear, artística y políticamente, por rutas tan cercanas como el Mercado Norte y tan lejanas como la Siberia Oriental.

Por Soledad Sgarella para La tinta

Cortázar escribe en un fragmento de Los autonautas de la cosmopista, haciendo referencia a un amigo: «Vos me enseñaste que los viajes tenían que ser poemas y que para eso hacía falta un dragón». Con esa frase, nos responde Agustina Merro, editora del proyecto radicado en Mendiolaza, cuando le preguntamos sobre el pintoresco nombre que tiene Fruto de Dragón. También conocido como pitaya, hace referencia a “un fruto real con un nombre fantástico” -originario de América Central y muy consumido en Asia- y fue elegido como homenaje al libro que le dio origen (El pájaro detrás del pájaro), donde el fruto aparece varias veces mencionado. “Me gusta esa combinación tan extraña que genera preguntas.  Los frutos ruedan, los dragones vuelan: hay viaje” , afirma Agustina.

Con la excusa del lanzamiento de BAM. Un viaje a través de la nada, su último libro, preguntamos más sobre la identidad de la editorial cordobesa.

—¿Por qué eligen y trabajan sobre viajes, territorios y ciudades? ¿Qué potencias hay ahí hoy? 

—Narrar los espacios es hacer foco en el hecho de que no existe territorio sin disputa. Ocupar espacios y atravesar fronteras supone tensiones y conflictos que, además de geográficos, son lingüísticos, culturales, económicos y políticos.

Elegimos publicar libros ilustrados sobre viajes y ciudades porque nos interesa la pregunta acerca de  cómo nos relacionamos con los espacios que habitamos o por los que transitamos.  El relato de una inmigrante sin papeles en Madrid o el de dos caminantes nocturnos en la Dublín de comienzos de siglo XX, las escenas que dibuja Nacha cuando redescubre su barrio en Córdoba luego de vivir varios años en Alemania, la obsesión de Liliana por una mezquita en Irán o las cartas que escribe Laura, conmovida por el desierto de Atacama, muestran, en diversos lenguajes, diferentes experiencias de lugar: como viajerx, habitante, inmigrante, turista, paseante; desde una narrativa más poética o más periodística, en un lenguaje fragmentario, ensayístico, visual o epistolar. Pero todas muestran un vínculo particular e íntimo con el territorio, que puede abrazar, asfixiar, nos puede amparar o cuestionar, convocarnos u oprimirnos. O, incluso, enamorarnos.  Dice Paul Preciado que “enamorarse de una ciudad es sentir que los límites materiales de tu cuerpo y sus calles se desdibujan, que el mapa se vuelve anatomía”.  

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(Imagen: Jero Mullins)

Me interesa el viaje como movimiento no solo geográfico, sino como deriva también del pensamiento, del lenguaje y de la percepción. Qué nos pasa cuando viajamos, en qué medida mutamos, nos transformamos, mudamos de piel. El viaje implica siempre entrar en contacto con otrxs y ahí hay mucho por contar. Si para los relatos de viaje de la antigüedad era muy importante la objetividad y la precisión en las descripciones, ya que se trataba de brindar información sobre territorios desconocidos, creo que, en la actualidad, los relatos de viaje se vuelven interesantes en la medida en que parten de la dimensión subjetiva del viajerx, cuando nos cuentan no solo qué vio y conoció, sino qué le pasó con eso que vio, sintió y conoció, con esxs otrxs a quienes encontró. 

¿Cómo surgió el proyecto?

El proyecto surge de la confluencia de esta curiosidad lectora y el interés por la edición como práctica artística. Mi pasión por las ciudades y la literatura es de larga data. Trabajé como editora varios años, en proyectos de diferentes escalas en los que aprendí mucho y fui, en esos años, alimentando las ganas de crear un proyecto propio. Paralelamente, investigaba y leía relatos en los que los lugares eran protagonistas, narrados desde una mirada subjetiva, atravesados por los afectos, las emociones, los recuerdos, el cuerpo… Veía en esos relatos una forma de relacionarse con los espacios como si estos fueran sujetos y no meros escenarios donde se desarrollaban las acciones. Y eso me parecía una línea de lectura muy interesante y original para explorar. 

Cuando, en 2019, una amiga (Melina Alzogaray) me convocó para ayudarla con un libro de crónicas de su viaje por el sudeste asiático, pensé que era el envión que necesitaba para dar inicio al proyecto. Así nació El pájaro detrás del pájaro, en septiembre de 2020, justo en un momento en que la pandemia nos imposibilitaba viajar… Este libro tiene una frescura muy especial, ya que la autora escribía y enviaba sus crónicas vía WhatsApp, y en la edición decidimos mantener esa estructura, además de los dibujos, que fueron hechos al compás del viaje sobre las páginas de un libro tailandés comprado en una librería de usados. El pájaro ya lleva dos reimpresiones en dos años, lo cual nos pone muy contentas. 

Como editora,  me interesa acompañar la publicación de los libros con acciones de promoción de la lectura.  Con Marianela Jiménez, otra autora del catálogo, hicimos durante dos años un podcast llamadoFábulas urbanas, en el que nos adentramos en esos libros que nos llevan de viaje por diferentes ciudades. También con ella ofrecimos el taller de lectura Viajeras crónicas, en el que compartimos textos de narradoras contemporáneas que se desplazan por diferentes motivos. Ahora, en abril, nos vamos de gira por librerías del litoral argentino con este taller. En el caso del libro de Nacha Vollenweider, Un paseo por La Segunda, sobre el Mercado Norte de Córdoba, montamos una muestra de las ilustraciones dentro del mercado e hicimos paseos por el barrio guiados por la autora. 

En cuanto al equipo de trabajo, cada libro supone una nueva sinergia, porque trabajamos junto con autorxs, traductorxs e ilustradorxs cada propuesta específica. El diseño editorial está a cargo de Ivana Myszkoroski y, en la comunicación, me acompaña Natalia Riveros. También quiero mencionar el trabajo cuidado y atento de Gráfica Solsona en la impresión de los libros. Y a las librerías que recomiendan nuestros libros, aliadas fundamentales para llegar a lxs lectorxs.

¿De qué se trata el próximo libro y por qué estaría bueno leerlo?

El nuevo libro, que llega a las librerías la primera semana de abril, se llama BAM. Un viaje a través de la nada, y narra un viaje de tres holandeses (un periodista, un artista plástico y un fotógrafo) a bordo del tren que recorre más de 4.000 kilómetros desde el lago Baikal hasta el río Amur, a través de la Siberia Oriental. Vale la pena leerlo porque nos acerca un destino muy lejano y desconocido para nosotrxs, y porque, al tratarse de una traducción del holandés (a cargo de Micaela van Muylem), hay un doble juego de extranjería en la lectura: descubrimos Siberia a partir de la mirada de un periodista de los Países Bajos. Las fotografías son maravillosas y muy elocuentes. 

Luego, entre abril y mayo, saldrán en la colección Paseos (formato breve y pequeño): un texto de Virginia Woolf que se llama Merodeo callejero, traducido por Julieta Canedo, con collages de Bárbara Brailovsky, y Un paseo en tranvía eléctrico por Lisboa, de la mano de Marianela Jiménez. En la colección Bitácoras (narrativa de autorxs contemporánexs), en junio, saldrá un libro de relatos de Ana Llurba sobre las ciudades en las que vivió, ilustrados por Pilar Maharbiz. 

*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: Jero Mullins.

Palabras claves: editorial, literatura, Sierras Chicas

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