Accesibilidad, esparcimiento y derecho al disfrute

Accesibilidad, esparcimiento y derecho al disfrute
9 marzo, 2023 por Inés Domínguez Cuaglia

¿Cómo es hoy habitar espacios públicos, de turismo, cultura o esparcimiento para las personas con movilidad reducida? Urge poner en agenda el derecho a la accesibilidad y, desde La tinta, nos pusimos en contacto con la Red de Turismo Accesible y con personas que viven cotidianamente lo complejo que se hace acceder a espacios como museos, ir al río o el mar, o simplemente tomar un colectivo para trasladarse al trabajo. Las vacaciones, el disfrute, el goce y el roce son derechos.

Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta

Fue noticia a mediados de febrero: en Villa Cura Brochero, se inauguró la primera playa accesible de la provincia de Córdoba. Se trata del balneario El Pocito, cuyas instalaciones cuentan con sillas de traslado para superficies irregulares y rampas para facilitar el acceso al río. Este lugar provee información turística traducida al sistema braille y tiene asistencia de guardavidas y de profesionales de kinesiología, psicología y educación. La idea es que sea un espacio que garantice el disfrute de la naturaleza y la recreación de forma segura para todes. Está ubicado en avenida Ejército Argentino, esquina Pechuan Marín.

Este primer balneario accesible significa un gran avance en términos de accesibilidad e inclusión, que implica una construcción colectiva social y cultural, anclada en la igualdad, aceptación y respeto. Además, permite que se generen diseños universales en los espacios públicos y privados que disminuyan los obstáculos que enfrentan cotidianamente las personas con discapacidad.

Desde la Red de Turismo Accesible (RTA), Alejandro Piccione, director y cofundador de la misma, apunta justamente a la necesidad imperiosa de un diseño universal.

“Cuando hablamos de diseño universal, hablamos de ampliar para que todas las personas puedan disfrutar los destinos. Ese es el concepto del turismo accesible. El diseño universal lo que hace es tratar de derribar las barreras para que sea más fácil la llegada, permanencia, disfrute y regreso”, explica en comunicación con La tinta.

Piccione nos cuenta que, si bien, en la actualidad, no existe en nuestro país un destino 100% accesible, sí hay lugares que han ido adaptando sus propuestas turísticas, acercándose cada vez más a las necesidades de las personas con discapacidad. Tal es el caso de Puerto Madryn o San Martín de los Andes.

“No solo se trata de rampas para un acceso más fácil a los lugares, en el caso de personas con movilidad reducida o usuarias de sillas de ruedas -dice Piccione-. Se trata de facilitar el acceso a la información turística con señalética en braille y otras de lectura fácil, que se empiece a utilizar la tecnología mediante aplicaciones por las que las personas reciban la información más rápido, que los restaurantes estén preparados, que haya baterías de sanitarios con el nuevo concepto de módulo familiar, en el que cualquier persona con movilidad reducida o no pueda hacer uso. El transporte es un tema crucial. ¿A cuántos destinos turísticos o espacios de esparcimiento podemos llegar todas las personas sin vivir una odisea porque el colectivo no tiene rampa o no anda como corresponde?


Desde la RTA, puntualizan en la importancia de personal capacitado. “En relación a los recursos humanos, la capacitación es fundamental, en todo sentido. Que sepan lengua de señas argentina (LSA), que sean empáticos, que entiendan cuáles son las necesidades de las personas y que se pongan a disposición. Que pregunten y que ayuden. El recurso humano siempre es lo que va a salvar la falta de accesibilidad”, afirma Piccione, convencido, y nos dice que, desde la Red, impulsan cursos de capacitación y que también brindan asesorías para el sector de prestadores de servicios turísticos. El director de la RTA, además, es el creador del primer complejo de cabañas accesibles de Córdoba y de la Champa Bike, una silla de trekking.


“Es una obligación de los Estados promover la accesibilidad y la inclusión de las personas con discapacidad en los espacios públicos, porque la ley así lo dice”, concluye.

Flor Santillán es activista por los derechos de las personas con discapacidad, militante, feminista, comunicadora y creadora de contenido en redes sociales. Flor vive gran parte del año en Villa Carlos Paz y lo primero que nos relata es que, desde esta ciudad, no hay transporte público para subir con su silla de ruedas para ir a ninguna otra localidad, “siendo que todes sabemos lo importante que es la villa para el turismo nacional. Esta realidad es la de un montón de personas”. Por eso, Flor insiste en que es importante que las preguntas acerca de la accesibilidad estén en agenda para que los avances sean reales.

“El turismo está asociado al goce, al disfrute, al placer. Pero pareciera el derecho de unos pocos, de unas pocas. En ese sentido, para hablar de turismo accesible, hay que pensar que ‘les lisiades’ -como me gusta decir a mí- tenemos ese mismo derecho que el resto de las personas a disfrutar, a conocer, experimentar y explorar”, remarca.

En general, estos derechos están vulnerados para las personas con discapacidad. Para llegar a un lugar de veraneo, a una fiesta o a un teatro, nos trasladamos, viajamos. Lo cierto es que, como explica Flor, “en la mayoría de los casos, los transportes son sumamente inaccesibles. Me refiero a la imposibilidad de subir a un colectivo, a los protocolos un tanto irracionales y ridículos que muchas veces hay en los aeropuertos en las aerolíneas privadas, que inventan reglamentaciones que muchas veces te dejan abajo de un avión. O, por ejemplo, hay un pase que supuestamente te habilita a tener un pasaje en colectivo sin costo económico, pero, en realidad, el costo termina siendo muy alto, porque nunca conseguís, porque nunca hay, porque nunca te dan explicaciones”. También nos recuerda que el turismo accesible es ley en la Argentina, pero dista mucho en su cumplimiento. “Faltan sillas anfibias para entrar al mar o a los ríos, no hay, están rotas o son pocas”, remarca.

“Pareciera que tenemos que andar pidiendo permiso para poder habitar ciertos espacios que deberían ser espacios habilitados para todos y para todas. Los hoteles no cumplen con reglamentaciones internacionales que rigen Argentina. No tienen habitaciones accesibles para sillas de ruedas o los que tienen son de las grandes cadenas donde el presupuesto se te triplica”, reflexiona Santillán.

Es necesario aunar esfuerzos, visibilizar esta realidad de alta precariedad y que lo accesible deje de ser un eslogan. Que de verdad la pregunta tenga respuestas contundentes, incluso, en términos económicos. Espacios accesibles: ¿accesibles cómo, accesibles para quiénes? “La accesibilidad es un derecho, no un capricho. Dentro de ese derecho a la accesibilidad, también está el turismo. El turismo debería ser un derecho al que todos y todas podamos acceder y disfrutar, y, sin embargo, hoy no sucede”, asegura Flor con contundencia.

Rosaria Perazolo se presenta como lisiada, artista y activista, y empieza la charla con La tinta con total franqueza: “Hablar de accesibilidad es, básicamente, hablar de lo que tenemos o no permiso de acceder. Más allá de una rampa o no. Es pensar dónde está permitido que haya personas con discapacidad y dónde no”.

Hay un imaginario social y cultural que lleva a pensar que las personas con discapacidad solo están en espacios de salud o educativos, entonces se pretende que solo esos espacios sean accesibles, aunque, en realidad, tampoco lo son del todo. “Eso hace que segregues a la comunidad de gente que necesita accesibilidad o que tiene algún tipo de discapacidad motriz a que solo se pueda mover en los espacios que les da permiso la arquitectura. Así de reduccionista suena y así de reduccionista es”, dice Rosaria.

Si el ocio, el disfrute, el goce y el roce no son accesibles, nunca vamos a ver personas con discapacidad en esos espacios. “No nos van a ver ni en la noche ni en el disfrute o en el coqueteo. Ni en el esparcimiento, el entretenimiento o en la cultura. Ni en el verano, porque el derecho al verano, por más subjetivo que puede sonar, también está asociado con el disfrute”. En este sentido, reflexiona sobre las vacaciones, el trabajo y el disfrute: “Las vacaciones significan no trabajar y, como se sabe, las personas con discapacidad no son fuerza laboral. No porque no tengan fuerza física, sino porque no tenemos acceso al trabajo. Entonces, pareciera que no tendríamos que disfrutar de las vacaciones. No hay vacaciones que necesitemos porque no trabajamos en realidad. Pero el espacio de recreación, el acceso al verano, a la playa, al esparcimiento, es vital, más allá de las condiciones físicas o laborales que tengas”.

Es vital poner en tensión esta situación y por qué es necesaria la accesibilidad en todos los espacios, cuestionarse lo simbólico que implica que algunas personas puedan habitar cómodamente espacios y otras no. “Si las personas con discapacidad no se sienten en derecho de acceder a un lugar, no se sienten bienvenidas, no se sienten identificadas. Por eso, es necesario y urgente cuestionar la arquitectura y quiénes construyen los espacios. La arquitectura es coyuntural y se va adaptando a las necesidades sociopolíticas que exige la sociedad”, sintetiza Rosaria.

Mientras tanto, las personas con discapacidad aprenden a sobrevivir en espacios llenos de obstáculos y estrategias para, como agrega Rosaria, “seguir existiendo, seguir entrando y seguir participando de los lugares que fueron creados para personas que no son como nosotras”.

*Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta / Foto de portada: La Voz.

Palabras claves: discapacidad, Red de Turismo Accesible, Turismo

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