El fascismo muestra los dientes en Brasil

El fascismo muestra los dientes en Brasil
9 enero, 2023 por Gonzalo Fiore Viani

Grupos de seguidores del ex presidente ultraderechista, Jair Bolsonaro, tomaron sedes de gobierno durante varias horas. Hasta el momento, hay al menos 250 personas detenidas por sus responsabilidades en el intento de desestabilizar la democracia.

Por Redacción La tinta

El Palacio del Planalto, donde se encuentra la sede presidencial, y los edificios donde se ejercen los poderes Legislativo y Judicial, ayer, fueron el blanco de miles de personas que, bajo el trance de teorías conspirativas, ideas de ultraderecha, consignas golpistas y discursos fascistas –y con el ex mandatario Jair Bolsonaro como referencia en el liderazgo-, asaltaron los lugares durante al menos cuatro horas -al mejor estilo de los seguidores de Donald Trump en el Capitolio estadounidense-.

Desde la tarde y hasta entrada la noche, Brasil –y buena parte del mundo- vio con estupor cómo se repetían las imágenes de personas destruyendo todo a su paso en las oficinas estatales, mientras la policía de la ciudad de Brasilia, capital del país, dejaba las zonas liberadas para que los grupos de asaltantes avanzaran sin ningún problema.

Medios internacionales señalaron al secretario de Seguridad Pública, comisario Anderson Torres, como un posible cómplice de los grupos fascistas. El ex ministro de Justicia de Bolsonaro se encuentra en Florida, Estados Unidos, lugar que eligió el propio ex presidente para fugarse antes de la asunción de Luiz Inácio Lula da Silva, el 1 de enero pasado.

Ante este hecho, la titular del Partido de los Trabajadores (PT) y diputada federal, Gleisi Hoffmann, responsabilizó al gobernador del Distrito Federal, el bolsonarista Ibaneis Rocha, por los ataques a las instituciones gubernamentales.


“El gobierno del DF fue irresponsable ante la invasión de Brasilia y el Congreso Nacional. Es un crimen anunciado contra la democracia, contra la voluntad de las urnas y por otros intereses. Gobernador y su secretario de seguridad, bolsonarista, son responsables de lo que sucede”, manifestó la legisladora. Minutos después de estas palabras, Rocha realizó una publicación en las redes sociales en la que anunció la destitución de Anderson Torres.


A su vez, la Corte Suprema de Brasil apartó de su cargo a Rocha por 90 días. La decisión fue tomada por el magistrado Alexandre de Moraes, que también ordenó a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado actuar para liberar cualquier tipo de vía o edificio público ocupado por partidarios del ex presidente Bolsonaro en todo el país.

El domingo por la tarde, desde São Paulo, el presidente Lula decretó una intervención federal para hacer frente a la situación. El mandatario calificó a quienes encabezaron las invasiones a las sedes como “fascistas” y aseguró que los responsables serán castigados por la “fuerza de la ley”. Lula también responsabilizó a Bolsonaro por impulsar a estos grupos de ultraderecha, que ya habían desconocido el triunfo electoral del dirigente del PT y demandaron una “intervención militar” para que no asuma al máximo cargo de Brasil.

Por su parte, Bolsonaro se pronunció desde Estados Unidos y argumentó que lo sucedido en Brasilia no estaba en el marco de la democracia, aunque los comparó con las protestas realizadas “por la izquierda en 2013 y 2017”.

Según reportes locales, recién por la noche, la policía tomó el control de los recintos gubernamentales, cuando ya había más de 250 detenidos.

Desde Argentina, el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández rechazaron los intentos de desestabilización en Brasil de forma unánime. “Las imágenes de hoy en Brasilia replican con exactitud las imágenes del 06/01/2021 en el Capitolio de Washington. No es casual”, tuiteó la vicemandataria y agregó: “Los discursos del odio en medios de comunicación y redes sociales, la estigmatización del que no piensa igual, hasta querer inclusive suprimir su vida, y la violencia son el signo contemporáneo de las nuevas derechas. No basta con el imprescindible repudio o la necesaria condena”.

En la misma línea que Bolsonaro, el ex presidente argentino, Mauricio Macri –un aliado fiel al ex mandatario brasileño-, se pronunció al respecto criticando los ataques de los ultraderechistas, se solidarizó con Lula, pero hizo una comparación menos que afortunada: “El episodio alerta sobre la fragilidad mundial de las instituciones democráticas, que pueden ser atropelladas por una horda como en Brasil o como sucede ahora mismo en Argentina con la Corte Suprema de Justicia a través de mecanismos políticos antidemocráticos igualmente brutales”.

Los actos de violencia cometidos en Brasilia tuvieron el repudio de los principales presidentes y jefes de Estado del mundo, como también de organismos regionales como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la oficina de la ONU en Brasil.

Frente a lo sucedido en el país vecino, el politólogo Atilio Borón advirtió que, en Brasil, “hubo muchas señales de que la derecha radical, neofascista o neonazi no estaba dispuesta a permitir que se consumara en paz y ordenadamente la asunción de Lula como jefe de Estado”. Borón alertó que la oposición brasileña apuesta por un golpe militar y acusa públicamente de cobardes a los oficiales por no “rescatar al país” de las supuestas garras del comunismo y la ideología de género.

“La revuelta bolsonarista guarda una notable similitud con lo acaecido casi exactamente dos años antes en el Capitolio de Estados Unidos. La coincidencia no es casual, habida cuenta de la existencia de una muy activa y financiada internacional neofascista que tiene como su gurú a Steve Bannon, ex asesor del ex presidente Donald Trump”, recordó.

Por su parte, el analista internacional y colaborador de La tinta, Gonzalo Fiore Viani, apuntó en una serie de tuits que “las ‘insurrecciones’ orquestadas por los líderes, aprovechándose de las minorías ultra radicalizadas e intensas más la anuencia de un sector de fuerzas de seguridad, del poder judicial y el político, ya son un modus operandi de los populismos de derecha en todo el mundo”. Fiore Viani también apuntó que el presidente Lula “tiene que cortar esto de raíz”, ya que “con terroristas, no hay mucho para negociar”.

Los días por venir en Brasil serán definitorios para el futuro del país y del tercer gobierno de Lula. La sombra del fascismo no es algo lejano y, mucho menos, fácil de controlar. Les seguidores más radicales de Bolsonaro parecen dispuestes a convertir al gigante sudamericano en un campo de batalla, sobre todo, teniendo en cuenta que grandes sectores de las fuerzas policiales y castrenses les respaldan. Ante este panorama, el apoyo internacional manifestado hacia la administración de Lula es un primer muro de contención que, por ahora, resiste los embates de la ultraderecha.

*Por Redacción La tinta / Foto de portada: A/D.

Palabras claves: Brasil, Jair Bolsonaro, Luiz Inácio Lula da Silva

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