¿Jugamos? Tardes de club de juegos y diversión compartida
No todo es TEG y Juego de la Oca: hay un universo de propuestas lúdicas para descubrir. Todos los miércoles y viernes, el club de juegos de mesa de “Aquí hay dragones” abre la ronda para encontrarse, divertirse y aprender con otrxs. Clásicos y nuevos, extranjeros y nacionales, cooperativos y competitivos, ¿a qué querés jugar?
Por Julieta Pollo para La tinta
Entre las estanterías con cajas, arabescos y dibujos de los más variados, hay dos mesas rodeadas de jugadorxs. El espacio es cálido y relajado como el comedor de una casa. Mirando desde la vereda a través de la vidriera, se percibe entusiasmo y se oyen risas de quienes están reunidxs en torno al tablero.
Si bien antes de la pandemia hubo algunos encuentros, el club de juegos de Aquí hay dragones comenzó en 2021. Al principio, se reunían en una pizzería; después, se mudaron a un bar para, finalmente, habitar el mismo local donde funciona el almacén de juegos de mesa. Cuando entramos, nos recibe Edu Rubin, gestor de este espacio lúdico, “una persona que disfruta mucho los juegos de mesa y que la gente encuentre juegos que le gustan”, sintetiza.
En una de las mesas, hay movimiento, terminaron una partida y cambian de juego. Lo acomodan sobre la mesa y entre todxs comienzan a descifrar la mecánica de juego. Preguntan, proponen, comparten estrategias. Exploran los elementos, reparten las cartas y piezas. Comienza el juego.
Edu explica que hay diferentes tipos de juegos, que se dividen en dos grandes grupos: cooperativos y competitivos. “Entre los competitivos, estamos viendo quién gana el juego y, en los cooperativos, estamos trabajando como un equipo. A su vez, los hay de diversos géneros o categorías: puede ser un juego party que se enseña en dos minutos, son partidas cortas y se puede jugar con cualquier persona; juegos de estrategia que pueden ser de colocación de trabajadores, construcción de mazo, construcción de motor, de sentido de palabras. También hay juegos de números, matemáticas o deducción; y juegos de misterio y acertijos que son aquellos que se pueden jugar una sola vez. Es como ir a un escape room: una vez que fuiste, no tiene gracia volver, pero es una buena experiencia. En un momento, hicimos los ‘Viernes de misterio’ y estuvo muy lindo, pero nos quedamos sin juegos que probar. Estamos tratando de conseguir más para lanzar otras ediciones”.
Entre sus preferidos, están los cooperativos porque, comenta, “son fáciles de enseñar y generan una mejor experiencia para quien está jugando por primera vez, porque no tiene que estar enfrentado al resto, sino que es parte de un grupo y puede contribuir lo que pueda”.
En el club, siempre se juega a algo distinto. Si bien hay favoritos que se repiten, todas las semanas se prueba algo nuevo. Mucha gente también trae sus propios juegos para compartirlos con el resto del club y tener una experiencia lúdica más numerosa que en su casa. Si bien los días de club son los miércoles y viernes de 17 a 21, “es muy normal que los martes o jueves venga gente que trae sus propios juegos de estrategia, que toman unas dos horas de duración, y se arman partidazos porque está tranquilo el lugar. Se coordina mucho por el grupo de WhatsApp del club de juegos: ‘¿Alguien va hoy?’. Y se arma. Usamos mucho el grupo para coordinar juntadas y para avisarnos cosas”.
Cultura local, producción nacional
Aquí hay dragones es una franquicia de un almacén de juegos homónimo ubicado en Mendoza. La variedad de propuestas es amplia, las hay para todas las edades y gustos, desde los clásicos hasta las figuritas difíciles de conseguir. También es un espacio donde encontrar producciones argentinas e incluso cordobesas, lo cual es muy valioso para estimular el circuito cultural local. Cuando le pregunto al respecto, Edu señala a un chico de azul, concentrado frente al tablero de Catán en una de las mesas. “El chico que está ahí jugando es cordobés y, junto a su familia, tiene una editorial de juegos. Hoy trajo algunos de los juegos que hacen para venderlos acá. Le encargué ‘Final de obra’ y tenemos un par más de esa editorial. Está bueno porque se genera circulación y también porque los prueba la gente… Apenas sabemos que alguien está produciendo juegos, lo invitamos a testear acá”, cuenta.
Joaquín, el chico de azul, es de Villa María y junto a su familia crearon Colorido Juegos, una editorial de juegos que nació en plena pandemia. Dos de sus propuestas ya están participando en los Premios Alfonso X, torneo que, desde 2016, distingue anualmente al mejor juego de mesa argentino. La votación es realizada por un grupo de juradxs y también por clubs de juegos de todo el país. Sobre el emprendimiento, Joaquín cuenta: “Empezamos en 2020 haciendo un juego en madera y después nos pusimos a buscar diseñadores, imprentas, a crear otros juegos… fue un desafío. Colorido es una iniciativa familiar que llevamos adelante con mi papá, mi mamá y mi hermana, que es licenciada en Psicopedagogía y aporta desde su campo a la realización de los juegos”.
Abrir el juego
En cuanto a la variedad de juegos de mesa que existen y los poquitos que podemos nombrar quienes desconocemos este maravilloso mundillo, Edu destaca que lo importante del club es que conforma una gran ludoteca, abierta a la experiencia de juego: “También pasa que me preguntan mucho por juegos clásicos y se puede recomendar otros del estilo y hasta mejores… Por ejemplo, el TEG es un juego simple que lleva muchas horas y lo cierto es que hay muchos otros mejores, pero hay que animarse a dar el paso de invertir en un juego grande, lo cual no es fácil. No es simple encontrar juegos complejos que sean económicos… Por eso, lo que yo recomiendo es que vengan, prueben cuatro géneros de juego distintos y recién ahí, cuando los han experimentado y saben cuál les gustó más, puedan comprarlo”.
Con respecto a clubs de juegos en Córdoba -otro aspecto poco difundido-, Edu comenta que hay varios, entre ellos: “Doctable, que está hace más de una década, y Casa Hipa, una casa cultural que propone noches de juegos de mesa”.
“Acá siempre hay gente jugando”
Sobre las personas que se acercan al club de juegos, Edu dice que “hay gente que pasa por la calle, se acerca y se queda fascinada desde el momento uno porque estaba buscando esto. Saben que les gustan los juegos de mesa o algún ambiente geek, y pasan a probar. También viene mucha gente invitada por otros que ya vienen o grupitos de cuatro o cinco personas que pasan por la calle y se prenden a jugar. Acá siempre hay gente jugando”. El espacio es gratuito -“y siempre va a ser gratuito mientras esté abierto y se pueda”, puntualiza- y no es necesario tener experiencia previa: hay varixs que no jugaban desde su infancia y volvieron a hacerlo de grandes en el mismo club.
El único requisito excluyente para participar es el respeto y la no discriminación: “No es tolerado ningún comportamiento discriminatorio o fuera de tono, evitamos problemas de ego y cuestiones competitivas porque el objetivo es divertirse y la premisa es que sea un lugar donde puedas estar cómodo. No tiene mucha cabida la actitud de unos contra otros o de ‘yo soy mejor’ ni las jugadas destructivas, salvo que dos personas quieran competir de ese modo. Incluso, con la repetición, se va un poco eso… La primera vez que jugás, podés estar ansioso por ganar, pero la cuarta vez ya experimentás cosas nuevas, te divertís, te permitís otras cosas”. Si bien no es un espacio especialmente destinado a infancias, Edu cuenta que hay una niña de once años que asiste con su papá y juega con lxs adultxs del club. En Casa Hipa, acota, sí hay un espacio lúdico destinado a infancias.
Cuando le pregunto qué es lo que más disfruta del espacio que lleva adelante, el gestor cultural responde: “Creo que disfrutás mucho cuando vas aprendiendo a jugar. Hay un paso de la comprensión de cómo se juega a la comprensión de cómo se juega bien, que se disfruta muchísimo y es lo que te llama a volver a jugar otros juegos o a probar distintas estrategias. Sentir que dominás algo es genial y la pasás bárbaro. Otra cosa que valoro mucho es el espacio en sí, a mí me hubiera encantado que existiera cuando era más chico. Es un lugar donde venir, probar juegos, comemos, nos reímos, pedimos pizza, hacemos juegos grandes… Eso es: la posibilidad de estar y compartir”.
Además de los encuentros dos veces por semana, el club también organiza torneos, como el de Catán, que este año reunió a 70 personas: “Gracias a la gente del Centro de Estudiantes del FaMAF, lo hicimos ahí, donde entraron todas esas personas. Salió muy lindo y pudimos mandar ocho personas al nacional de Catán”. En el club, también se prueban juegos argentinos que están ternados para ganar premios nacionales. “Estamos suscriptos a esos premios: mandan toda la tanda, en el club se juegan, se opina sobre los juegos y se vota. Yo cargo los votos en la página y se suman a una gran votación nacional. Esto sirve para conocer juegos argentinos y también para tener, además de la experiencia de juego, la experiencia de crítica”, explica Edu.
Jugar a todo
En Aquí hay dragones, la invitación a jugar está sobre la mesa, invita a la ronda como un fuego. Tanto Edu como otrxs integrantxs del club están dispuestxs a explicar con paciencia y amabilidad los juegos, y, por supuesto, a ponerse a jugar.
Victoria tiene el pelo celeste y participa del club de juegos desde octubre de 2021. Mientras enseña a dos tinteras cómo jugar Kitsune -un juego de cartas de partida rápida de la editorial mendocina Neptuno-, recuerda que hace casi un año iba pasando por el local anterior, que estaba ubicado en Bv. Illia, y decidió entrar. Edu estaba ahí y la invitó a jugar. “Más que jugar a la escoba en mi casa o al Carrera de Mente o La Oca cuando era más chica, nunca había estado en un club de juegos. Yo era muy mala jugando, pero aprendí que básicamente es venir, jugar, reírse, charlar, probar juegos y mecánicas distintas, ir descubriendo qué te gusta más. Acá hay muchísimos juegos y de gran variedad, y el arte de algunos que es precioso. Hay algo para todo el mundo: para debatir, para construir, para previa, con pistas o con mímica… Me encanta, es probar de todo”, remarca.
La chica trabaja en la Facultad de Ciencias Químicas y tiene 39 años, “una de las más grandes”, según dice, porque la mayoría tiene entre 20 y 35 años. Sus juegos favoritos son los de construcción de mazo, aquellos donde “vas teniendo recursos y vas comprando cartas que te permiten hacer otras acciones. También me gustan mucho los juegos de cartas que tienen cierta estrategia. Yo no soy buena para los juegos de rapidez, por ejemplo, pero me prendo a jugar y nadie se embola de que no seas buena. Es súper tranquilo, cero purista, nadie se embola, todos venimos por el espíritu de jugar. Nunca es el mismo grupo. Hay gente que viene seguido, pero también…”. La frase se corta cuando alguien pregunta quién se suma a cenar. Van a pedir pizza, un clásico del club.
Club de juegos “Aquí hay dragones”. Almacén de juegos abierto de lunes a sábado de 10 a 20 h. Club de juegos abierto miércoles y viernes de 17 a 21 h. Independencia 1145. Entrada sin cargo.
*Por Julieta Pollo para La tinta. Fotografías: Ana Medero para La tinta.