Lidia Pérez: “Cuando una persona sale de la cárcel, el Estado está ausente”

Lidia Pérez: “Cuando una persona sale de la cárcel, el Estado está ausente”
23 agosto, 2022 por Redacción La tinta

Lidia Pérez, prosecretaria de la Mutual de Liberados, Liberadas y Familiares «Mario Cafiero», se refirió al trabajo que realizan agrupando cooperativas de personas liberadas de la cárcel para facilitar su reinserción laboral.

Por La Columna Vertebral

La Asociación Mutual “Mario Cafiero” es la primera gestionada y constituida por personas liberadas en el país. Son alrededor de setenta cooperativas que producen distintos bienes y servicios a la comunidad. Fue posible por el esfuerzo y la perseverancia de quienes transitaron el encierro punitivo. Organizaron el trabajo de la nada, lo sostuvieron en el tiempo y generaron valor.

—La Mutual Mario Cafiero tiene como objetivo acompañar a todos aquellos que han pasado por un proceso de encierro, que han estado privados de su libertad por diferentes motivos y que, al salir, no pueden ser incorporados o no quieren ser incorporados por los antecedentes penales en ningún lado, y se han armado en cooperativas. Hoy, tenemos 230 cooperativas a nivel nacional, conformadas directamente por compañeros y compañeras privadas de su libertad, que han estado, que han pasado por el encierro. Pero también tenemos cooperativas en los penales. Esta mutual lo que agrupa es para llevar tanto desde microcréditos, turismo social, acompañamiento médico a todas estas cooperativas integradas por liberados y liberadas. Su objeto social es muy grande y creemos que la inclusión social y laboral para no volver a reincidir en el delito es el trabajo y la educación. Desde ese lado es donde nosotros venimos con mucho esfuerzo trabajando y acompañando, entendiendo que la seguridad no se da por poner más patrulleros y por poner más policía en la calle, sino con educación y con trabajo para los sectores que son los que históricamente habitan la cárcel, que son las poblaciones más vulneradas.

—Contame más o menos cuánta gente participa de esta cooperativa y de qué manera se insertaron, y si no hubo problemas con los penales luego.

—Depende de la cooperativa y depende el rubro. Algunas cooperativas textiles ya muy grandes tienen entre 50 y 60 personas. Después, tenemos cooperativas de panificado que por ahí tienen también 20 y 30 personas, pero después tenemos cooperativas chicas que están 10 o 8 personas o 6 personas trabajando. Después, tenemos otras que ya están hasta incluso exportando o haciendo obras. Muchas cooperativas que hacen obras son las que están construyendo en los barrios las calles, los pavimentos, las escuelas; todo depende de la cooperativa. Sí tanto que hablan del programa “Más trabajo, menos reincidencia” tiene que ver con los municipios, con que el municipio pueda contratar a la cooperativa, con que le brinde servicio, pero también algunas cooperativas trabajan en forma independiente. Son alrededor de 230 cooperativas. Entre estas cooperativas, tenemos, por ejemplo, de producción de dulce, de queso.

—Es impresionante la cantidad que estás diciendo de cooperativas porque implica también que tenemos que multiplicar cada una de esas cooperativas por una cantidad de personas. ¿Esto ocurre en todo el país?

—Sí, sí. La mayoría está concentrada en la provincia de Buenos Aires, que es donde nosotros empezamos con el programa “Más trabajo, menos reincidencia”, donde, por primera vez, los liberados y liberadas, los que hemos pasado por el encierro, fuimos escuchados, porque, si no, las políticas públicas nunca nos llegaban. Cuando uno sale, se encuentra de estar privado de su libertad, la cantidad de años que hayas trabajado, que hayas estado detenido; te encontrás con que el Estado tiene que brindarte alguna ayuda y muchas veces no teníamos ni la SUBE cargada, como decíamos nosotros.


“La cárcel es un lugar violento, pero también hay mucha solidaridad. Es más democrática que la sociedad”.


—Es decir, vos estuviste detenida, has tenido esta experiencia y sabés qué es lo que significa, que significó para vos esta posibilidad de incorporarte a un proyecto.

—Exacto. Yo estuve detenida. Hace más de 16 años que salí y estoy en libertad. Ya no tengo antecedentes y tuve la suerte, como yo digo, soy una de las privilegiadas que pudo tener un trabajo estable teniendo antecedentes y, desde ese lado, empecé mi militancia. Pero la realidad es que la persona, cuando sale, el Estado está ausente y entonces, al otro día, vos tenés que comer; medianamente, la cárcel te daba comida. Bueno, al otro día, tenés que comer y la herramienta que siempre han encontrado es agarrar el delito nuevamente y nuevamente te lleva adentro. Nosotros lo que hicimos fue con el Potenciar Trabajo, que es el programa “Más trabajo, menos reincidencia” que recibe el liberado ya cuando estaba saliendo; esa pequeña porción de dinero, por lo menos, te llena la panza y automáticamente incorporarte a una cooperativa.

—¿Cómo es la vida en la cárcel? En el sentido de que hay siempre una imagen que es la vida antisolidaria, que te violan, que te pegan, quién es el líder.

—Una vida muy de novela.

—Me gustaría saber si es tan terrible así como te lo pintan o si tenés posibilidades de tender lazos, afectos, etcétera.

—Desde mi trabajo, yo trabajo en el INADI, nosotros lo que vamos a hacer es dar talleres, hacemos recorridas institucionales y vamos a hacer talleres. Y desde haber estado presa, a mí lo que me sorprendió cuando yo llegué, y siempre lo digo, es la solidaridad de mis compañeras, de quienes estaban en el pabellón conmigo. Esto de brindarte un jabón para que tengas para bañarte, una toalla, entender que vos venías de dos o tres días de la comisaría con un maltrato y la violencia verbal, primero por ser mujer, porque inmediatamente vos estás procesada, pero lo primero que te condena es la moralidad de la policía y entonces sos la mala madre, la mala mujer, sos todo lo mal que puede ser. Venís soportando esa violencia durante tres días de estar tirada en una celda, en la comisaría, con la misma ropa y sin bañarte; llegar al penal y encontrar esa solidaridad, y encontrar que alguien te brinda un pedazo de colchón para que puedas dormir cálida o una toalla para que te puedas bañar. Eso es la cárcel. Hay una solidaridad, hay un respeto. Por supuesto que las jóvenes y los jóvenes que ingresan hoy, que vienen con un problema de adicción, que vienen con otro tipo de problema y que la violencia la traen incorporada, a veces suceden hechos violentos dentro de la cárcel, porque la misma institución es violencia, es demasiado violenta.

El personal penitenciario que vive todo el día ahí también es violento, entonces se producen hechos de violencia, pero es como cualquier otra sociedad, donde todos tratan de respetar y llevar armoniosamente la decisión dentro de un pabellón. Diría que es mucho más democrática que la sociedad, porque en un pabellón se reúnen todos y se vota qué se va a hacer en el pabellón, y se comparte el pan. La comida que hoy en la provincia de Buenos Aires se está comiendo y se está pagando muchísimo por las concesiones de las famosas viandas, de una licitación que viene del gobierno anterior y que lo que manda son huesos y gusanos, bueno, el paquete de arroz que lleva la familia se comparte entre la ranchada, entre tu rancho que son los que habitan con vos, y se pone a disposición para todos.

—Y los cigarrillos.

—El cigarrillo es un elemento deseado adentro porque casi todos fuman, pero se comparten entre todos.


“La seguridad no se da con más patrulleros, sino con educación y trabajo para los sectores que históricamente habitan la cárcel”.


—Me acuerdo una anécdota que era el bien preciado que era cuando a alguna compañera la familia le traía un pintalabios, el conservarse un poquito ahí adentro, el conservar la feminidad.

—Nosotros, en nuestra militancia, hemos trabajado muchísimo sobre estos protocolos que no tenían nada que ver con la seguridad, sino entender el respeto de los derechos que las personas privadas de la libertad siguen teniendo. Eso lo vivimos y lo trabajamos mucho con el INADI cuando a las mujeres trans no le dejaban entrar ropa femenina, maquillaje y esmaltes porque habitaba una cárcel de hombres, y ya teníamos la ley de la identidad. Uno de los trabajos que tenemos es eso. Estas no son embajadas, no es un país aparte, las compañeras trans tienen que tener su maquillaje porque es parte de su identidad.

—¿La mutual trata de que tengan también un lugar donde vivir? ¿Cómo se genera el nuevo vínculo con la familia?

—Generalmente, los vamos conociendo antes de que salgan porque nuestras visitas tienen que ver con eso, con tener el vínculo antes, con que tenga el teléfono de la mutual o alguna cooperativa, entonces vos ya tenés un conocimiento previo. La mutual ahora va a ingresar a dar talleres a las unidades penales para crear oficios, talleres de oficio, desde carpintería, herrería; los oficios que tienen que ver con las cooperativas que después los o las van a recibir. Pero lo primero que nos une es la reja, porque ambos conocemos la experiencia. Los primeros días que vienen, a veces no hacen nada, no es que se ponen a trabajar, a veces es solamente conversar y escuchar, prestarle la oreja. Pero empieza a vivir el ritmo de la mutual. La mutual tiene proyecto de construcción de vivienda y de construcción de lugares que sean el primer paso para la salida, pero recién hace un año y medio está la mutual, hace un año y medio que hemos podido organizarnos desde la mutual.

—¿Por qué el nombre de Mario Cafiero?

—Honrar la memoria de Mario Cafiero, que fue presidente del INAES y que fue quien nos acompañó a nosotros. Cuando nos escuchó una vez, escuchó cuál era la problemática, se sensibilizó y nos aconsejaba que nuestra salida era la cooperativa, y nos acompañó desde las resoluciones que sacaba el INAES para darnos el acompañamiento y después fue que nos motivó a que hiciéramos la mutual. Es un poco honrar la memoria del compañero. Mario ha venido varias veces a las unidades y a las barriadas donde vive la mayoría de nuestros compañeros y compañeras. Ahí nos fuimos conociendo y nos conoció, y se hizo un trabajo mutuo, porque, aparte, cuando hablaba Mario, todo el mundo se quedaba callado, porque nos podía entender y porque él nos puso el bichito de que trabajemos todos juntos en una cooperativa, y así empezaron las primeras cooperativas.

*Por La Columna Vertebral / Imagen de portada: La Columna Vertebral.

Palabras claves: cárceles

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