Colectivo MAMBA, la negritud existe y resiste

Colectivo MAMBA, la negritud existe y resiste
27 mayo, 2022 por Inés Domínguez Cuaglia

Ante una tradición de arte blanco y elitista, viene MAMBA a descolonizar la escena poniendo la negritud en las salas. Moviliza e invita a preguntarnos: ¿dónde están lxs negrxs en las artes escénicas?, con la confianza puesta en lo colectivo como forma de ser y resistir.

Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta

En esta Córdoba blanca y universitaria de los museos y los teatros, de la gente que piensa y se piensa mucho. Intelectuales, doctorxs, políticxs destacadxs, artistas, poetas. 

En la Córdoba de la tonada cantadita, del negro culiau. Del negro de mierda no, negro de alma. 

En una Córdoba clerical que guarda bajo la alfombra lo que incomoda, lo distinto. 

Aquí nace MAMBA, un colectivo que trabaja para interpretar, mediante la producción artística, el proceso de reconocerse como personas negras a través de prácticas que buscan descolonizar y ennegrecer los cuerpos y las danzas.

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(Imagen: Damián Egidio)

“Deseo que mi cuerpo sea líquido para que entre en los lugares donde no se lo espera”susurra una voz en la última escena. Las luces se encienden, la caja negra descansa y lxs artistas saludan al público. Los aplausos y las palabras acontecen luego de 55 minutos de música, luces y cuerpos meneando, transpirando y pinchando fuerte ahí donde mi blanquitud y privilegios me incomodan.

“Somos MAMBA, un colectivo antirracista compuesto en su mayoría por personas negras y desde hace un tiempo venimos habitando un espacio de visibilidad en el campo del arte, específicamente en la danza y la performance. Nos parece importantísimo estar acá porque no acostumbramos a ver en estos lugares personas con nuestros tonos de piel. Creemos que pensar el racismo es pensar una línea de desigualdad que junto con otras se complejiza y que, para transformar la realidad, es una vía de trabajo”, dicen lxs performers después del aplauso final.

Hacer, pensar, problematizar, encontrarse y ser guarida con otrxs desde las artes

MAMBA se hace eco de lo colectivo como forma de abrazar las singularidades con un objetivo común: trabajar contra la ausencia de los cuerpos racializados en la escena. Desde el colectivo, explican que ese fue el motivo principal de su creación, donde lo reivindicativo de la negritud está desde el momento cero.

“Creemos que la importancia del trabajo en colectivo tiene que ver con estos desafíos, con la posibilidad de enriquecernos con perspectivas distintas que podemos ir encontrando en los compañeros y compañeras. Pero también la posibilidad de generar un espacio de seguridad donde uno pueda trabajar sabiendo que existe una pretensión de empatía con la persona que trabaja. Donde hay una labor específica de entendimiento, escucha y construcción que está puesta desde un primer momento en forma tácita. Lo que nos une es una búsqueda de descolonizar las artes escénicas y la cultura”, dice Rodri Cabrera Nieto en comunicación con La tinta.

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(Imagen: Matias Zanotto)

Hay algo en común que tienen el arte y el poder de lo colectivo: sus efectos modificadores en las personas y territorios. En este sentido, dicen que “hay cosas que se han visto transformadas en nosotros mismos, muchos dolores transformados gracias a disponer de otros cuerpos, otras cabezas para pensar y para hablar. Hoy lo transformador es que, si nos encontramos en una situación de racismo, tenemos un grupo de personas para charlar esto y accionar. Hay una transformación de las cosas”.


Nos enseñaron una historia que insiste con que Argentina es blanca y descendiente de europeos. Pero sabemos que hubo un genocidio que avanzó contra los cuerpos, la presencia, la memoria, el trabajo de personas racializadas. MAMBA desde allí entiende que disputar terreno en la danza, reivindicando las corporalidades negras y marrones, descolonizando una escena blanca y elitista, es disputar terreno en todos los ámbitos de la sociedad. “La pregunta es: ¿dónde están las personas negras? Si Argentina fue un territorio donde hubo trata esclavista, donde los primeros censos manifiestan que más del 50% de la población era afrodescendiente en Córdoba. Que hoy las personas negras no estén en los espacios donde nosotrxs habitamos, no estén en los espacios que se muestran en la televisión, en los espacios de representación política, en los espacios de poder, es gracias al éxito del proyecto de blanqueamiento. Creemos que cortar con eso es desnaturalizar la mirada. Empezar a preguntar dónde están las personas negras es el inicio de algo que puede ser transformador”, comparte el colectivo.


Que lxs negrxs tienen más fuerza para trabajos pesados, tienen swing, bailan mejor, que miren cómo mueven las caderas. Que lxs negrxs son más sexuales, que erotizan más. Que lxs negrxs son violentxs. Que tal es un negro de alma, dice el imaginario popular, el sentido común -¿de quién? ¿Para quiénes?-. Eso que llaman sentido común es racismo. Es que, como dice Grada Kilomba, los cuerpos negros son puestos en aquellos lugares donde el cuerpo blanco se niega a ubicarse.

Hablar de negritud, hablar de racialidad y vivirlo en el cuerpo

Desde MAMBA, expresan que, en la escena de la danza, existe una ausencia de cuerpos negros y marrones, y que cuando se intenta tematizar la negritud, se cae en la apropiación cultural o la fetichización de sus cuerpos. 

En medio de todo el proceso que vivieron, cada unx se vio inmersx en un trabajo profundo y muchas veces doloroso de asumir la propia negritud y, en esto, reconocerse como personas racializadas. Al mismo tiempo, consiguen que muchxs puedan verse representadxs en una escena en la que antes nunca hubieran estado. De esta manera, generan referencia, de repente, existe en la escena de la danza cordobesa algo que antes no estaba. Esto posibilita la presencia de otros colectivos, otros grupos que se pueden nombrar desde la negritud o la descendencia de pueblos originarios. En definitiva, se trata de nombrarse desde las prácticas artísticas con una perspectiva antirracista.

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(Imagen: Erica Wilipang Colli Wal)

“Pensar la visibilidad que está teniendo nuestro colectivo es importante porque el arte no está pensado para el negrerío, el pobrerío, las periferias. El arte es eso, la élite constante. Y nosotros venimos a intentar romper con eso”, afirma Mariano Villalva Pantera, performer de MAMBA.

Cuentan que, con la convocatoria, han visto nuevos públicos. Gente que resuena con el mensaje que intentan transmitir. Personas que, desde su lugar de espectadoras, entienden, sienten y sufren las mismas cosas que quienes actúan. 

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(Imagen: Jannier Hurtado Gómez)

“La acción de la blanquitud está en la desinformación cultural, en la periferia no existe esa posibilidad de acercarse a la cultura, al arte, a la danza, a otras formas de pensar, a otros deseos y otras conquistas”, explica Liandro Quiñones, performer y miembro del colectivo, mientras reflexionan en relación a la necesidad de descentralizar el arte y de cómo este colectivo busca ir de la periferia al centro para poner en cuestión todas las situaciones de desigualdad que se viven cotidianamente.

Enquilombar la escena cordobesa

El colectivo MAMBA presenta este fin de semana las dos últimas funciones de su obra Enquilombar, en coproducción con Espacio Ramona. 

La puesta activa un dispositivo coreográfico desde el proceso de lxs performers de reconocerse como personas negras y marrones. El foco está puesto en el atravesamiento de narrativas sobre los cuerpos racializados, apropiándose de las mismas y transformándolas en una acción colectiva. Es un proceso que versa de deseo, vitalidad y lucha, tal como lo explican desde el colectivo.

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(Imagen: Erica Wilipang Colli Wal)

Enquilombar, por y con: Liandro Quiñones, Mariano Villalva Pantera, Rodrigo Cabrera Nieto, Talma Salem, Edgar Tula, Juan García, Matías Zanotto, Mariana Saur Palmieri, Nico Venturelli, Ye Ibarra.

En Espacio Ramona, Perú 766. 28 y 29 de mayo. 19 horas.

*Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta / Imagen de portada: Juan García.

Palabras claves: Arte, Espacio Ramona, Teatro

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