¿Alguien por acá con problemas para dormir bien?

¿Alguien por acá con problemas para dormir bien?
18 marzo, 2022 por Redacción La tinta

El mal dormir parece, desde la pandemia, un relato con mucha más presencia. ¿Un síntoma epocal, un padecimiento del mundo en que vivimos? ¿Somos una generación de insomnes? Hoy es el Día Mundial del Sueño y aprovechamos para hacernos algunas preguntas sobre las alteraciones en el sueño, que, por este tiempo, nos afectan el cuerpo y el buen descanso.

Por Redacción La tinta

Pero a veces los sueños son oscuros y salvajes y aterradores
y despierto y tengo miedo, aunque no sé por qué.
Pero no tengo más sueño
y las horas pasan muy lento.
Así que trepo a la cama donde la luz de la luna
brilla en tu cara
y sé que pronto será de mañana.
Todos necesitan un lugar seguro.

Mary Oliver, La historia de todo perro.

El 18 de marzo de 2008 fue declarado Día Mundial del Sueño por la Asociación Mundial de Medicina del Sueño. ¿El objetivo? “Promover la importancia de dormir bien, ya que de la calidad del sueño depende la salud”, explicaron desde dicha institución. Los días de tienen, en general, la intención y la persistencia de recordarnos algo que no deberíamos olvidarnos el resto de los días del año, pero que, al menos, nos permite poner más hondura en algunos temas epocales. Según la organización, al momento de declarar la efeméride, vivíamos tiempos donde la somnolencia y el insomnio amenazaban la salud y la calidad de vida. No tenían por ese entonces el dato de que vendría una pandemia y un mundo en crisis, en el cual se profundizaron los malestares en el sueño. 

“No me puedo dormir, me acuesto y los ojos hacia la nada durante horas. Vivo como una zombie”. 

Se duerme poco o se duerme poco y mal, o se tiene insomnio. Hay estudios y especialistas que indican que el mal dormir provoca variadas afectaciones en el cuerpo y la salud. Cuando ponés en el buscador alteraciones en el sueño, aparecen datos como: “Según datos de la OMS, en el mundo el 40% tiene problemas para dormir”. Y muchísimas notas sobre la importancia de las rutinas para el buen descanso, la cantidad de horas que deberíamos dormir, lo que no tendríamos que hacer previo a acostarnos, qué alimentos o bebidas no ingerir, o cómo debería ser el ambiente para empezar a entrar en el tiempo del descanso. No es que desconocemos esos beneficios, pero la vida quizá se nos volvió un poco más desordenada y las condiciones objetivas, laborales, psíquicas y afectivas no siempre nos permiten seguir tan fácilmente buenos consejos. No es mera rebeldía

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Abundan los tips y secretos para el buen dormir, para dormir rápido, profundo y sostenido. Apps y playlists con meditaciones y música con las mismas intenciones. Tecitos con plantas bondadosas que ofrecen magias para el descanso y la noche, sahumitos, gotas, rutinas, medicaciones. 

“Me levanto cansada, duermo pocas horas, el laburo, la casa, la crianza, la gestión afectiva de la familia, las deudas, no puedo con todo”. 

La cotidianeidad cambió, volvimos a las calles, a las escuelas, la presencialidad full. No más home office, pero sí muy 24/7 como una forma en que se rige la vida en las pantallas, en los procesos de producción y acumulación, en el trabajo y la precarización, en la conectividad. Hacer una pausa, descansar, dormir bien no solo puede ser un privilegio del que muchos no disfrutan, sino también una imposibilidad estructural del mundo actual. En el libro 24/7: Capitalismo tardío y el fin del sueño, Jonathan Crary explica que el tiempo del sueño es demasiado costoso para la economía mundial que tiene como ideal y meta producir todos los días 24/7. “Lo implacable es su temporalidad imposible, pone al descubierto la discrepancia entre el mundo de la vida humana y la evocación de un universo con un botón de encendido para el cual no existe botón de apagado”.

Lo que pasa en el afuera afecta lo que nos pasa en el adentro y quizá todavía no terminamos de calibrar lo que estamos viviendo con la pandemia. En este último tiempo, especialistas indican que hay una variedad y variabilidad de consultas sintomáticas; la ansiedad y las alteraciones y trastornos en el sueño se han incrementado. 

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Carolina Ferrieres es psicoanalista, integrante de la Escuela de Orientación Lacaniana y adherente del CIEC (Centro de Investigación y Estudios Clínicos), y lo primero que nos dice cuando le consultamos el motivo de la nota es un punto de partida muy concreto: dormir es una de las funciones elementales del cuerpo, como comer, por lo tanto, cuando eso está alterado, trae malestares, preocupaciones y efectos. No es lo mismo no dormir una noche a tener insomnio crónico. Siempre es importante la pregunta «¿qué me está pasando que no puedo dormir?». Considera que hay que evaluar en cada caso, ya que es difícil anticipar cuestiones generales; en algunos casos, puede ser pasajero, temporal, y en otros, puede requerir una consulta. 

“Podemos ubicar un ideal ligado al dormir que viene relacionado con el higienismo: “Hay que dormir 8 horas para estar descansados y poder funcionar bien durante el día”. Frente a este ideal, nos encontramos con innumerables variaciones que, muchas veces y no siempre, son vividas como un problema. Desde quienes padecen por dormir mucho y aun así sentirse cansados hasta quienes quieren dormir, pero no lo consiguen, pasando por quienes se duermen, pero se despiertan muchas veces, el abanico es amplio. También en relación al dormir, podemos ubicar la cuestión de los sueños. Ya Freud hace más de un siglo escribía que soñar era lo que permitía seguir durmiendo, es decir que el sueño, soñar, tendría esa función, que una persona pueda dormir. Entonces podemos deducir que no va de suyo que un cuerpo pueda dormir, porque el que duerme o despierta es el cuerpo”, detalla. 

Muchas veces, quienes padecen alguna alteración en el sueño lo viven como momentos de angustia, preocupación o situaciones de incomodidad. Algunas veces las rumiaciones que no nos dejan dormir se ponen muy densas. Durante el primer tiempo del aislamiento por la pandemia, se leía y escuchaba como síntoma generalizado los problemas asociados al mal o poco descanso nocturno. Somos sujetos de época y, por lo tanto, los síntomas tienen algo de eso.

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“Perdón por mi mal humor, pero estoy con insomnio”. 

“Actualmente, no solo a partir de la pandemia, antes también, escuchamos que el insomnio, el desvelo, se vuelve un síntoma cada vez más común. Creo que es interesante introducir, más que tips o recetas que funcionarían para todos por igual, algunas preguntas. Sobre todo, porque el insomnio puede ser un síntoma de época, pero no afecta a todos de la misma manera y las personas cuentan una por una. Podemos pensar en la relación que cada quien tiene con su propio cuerpo y lo que a cada quien le pasa a la hora de querer dormir. ¿Qué es lo que impide que el cuerpo se duerma? ¿Qué es lo que no puede parar? ¿El cuerpo? ¿Los pensamientos?. Cuando el insomnio se vuelve un signo de que algo no anda bien, cuando alguien siente que desvelarse genera un malestar que se traslada a la vida cotidiana, cuando eso que pasa es vivido con angustia; es interesante darle valor a eso que insiste y es rebelde a los consejos y recetas”, explica la psicoanalista. 

(…)
En las noches de verano, algo
le impide dormir.
Se sienta en el porche
mira pasar a los chicos de la cuadra
sabe que envejece, y su hija también
pero todo es tan
tranquilizador…
Destapa su cerveza
y espera
a que la noche
se termine de evaporar.

Zyrus de Eloisa Oliva.

“Desde el psicoanálisis, sabemos que las palabras tienen efectos en el cuerpo. La posibilidad de hablar con un analista, de escucharse a partir de lo que se va produciendo en cada encuentro puede ser una vía para saber sobre lo que insiste y localizar lo que se vuelve insoportable para cada quien”.

Tomen awita y duerman bien. Que este mundo hostil no nos quite el sueño será siempre nuestra pequeña venganza improductiva.

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: A/D.

Palabras claves: salud

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