Laura López Morales: el entorno en la poesía, en la vida, en el amor

Laura López Morales: el entorno en la poesía, en la vida, en el amor
16 marzo, 2022 por Soledad Sgarella

Mañana, la escritora de Villa Dolores presenta su cuarto libro “Un claro en el monte”. La poesía, la naturaleza, la fe, el dolor, la incertidumbre. “El entorno puede entrar en la vida y en la poesía cuando precisamente se lo necesita, no antes, no después”, dice. En esta nota, una conversación tan diáfana como este nuevo libro de Pan Comido Poesía, dando luz al instante, porque, como dice Laura, “el monte exhala nuestras angustias en la noche”.

Por Soledad Sgarella para La tinta

pájaros pequeñísimos
han tomado el árbol de la tarde
este cuerpo encendido bajo el último sol
es de esperar que se apague
que cante el árbol de la tarde
que sea abandonado
es de esperar
que sea contemplado como a un atardecer
así de íntimo el olvido

Hace rato quiero hacerle una nota a Laura. Preguntarle sobre sus palabras o sobre sus mundos, que es lo mismo (y no). Aunque su trabajo en la poesía viene de hace rato, yo me encontré con sus poemas una tarde del 2019 en Sinfonía de un sentimiento, un ciclo en Casa Ciudadana que organizaba otro querido poeta de Córdoba, Pablo Carrizo, donde la escritora de Villa Dolores leyó junto a Elena Annibali, Natalia Ferreyra y Sergio Gaiteri.

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(Imagen: Laura López Morales)

Después, con la pandemia, llegar a sus producciones fue ir encontrándola en las redes. Lo bueno de todo este lío virtual quizás. Hoy, un par de años después, estoy en los feriados de carnaval en Calmayo, sin wifi y con su nuevo libro entre las manos, disfrutando la materialidad del papel.

Un claro en el monte, se llama. Y yo, tan nacida y criada en departamento, me siento imbuida en un lugar que ni es mío ni lo será, pero que me ha tomado. Lo leo y me siento parte de una naturaleza que no soy y que, sin embargo, me retiene.


el monte es esta boca de espinas por la que va a volver
lo que tan a resguardo ha soltado
un corazón para este claro
no un blanco
un corazón.

Cuando le pregunto a Laura sobre cómo llega a este libro (que es su cuarto publicado y forma parte de la colección “El juego en el que andamos” de Pan Comido Poesía), me responde con algo que se me parece también a literatura: “Estoy en el patio de mi casa que es una continuación del monte, hay mucha quietud y silencio, no se escuchan pájaros, no hay viento, percibo esa quietud con cierta extrañeza, por lo que también mi cuerpo se aquieta; una corzuela aparece, huele el aire, camina entre los árboles, me mira, estamos frente a frente, pero de algún modo no percibe que estoy ahí, ¿o sí? No se siente amenazada, sigue en ese apacible caminar entre los árboles. Este momento me acompañó por mucho tiempo de manera persistente (aún lo hace), lo recordaba, lo soñaba, hasta volvía a ver al ciervo entre los árboles, aunque no estuviera ahí, ¿o sí? Pasado el tiempo, siento esta experiencia un tanto epifánica, como un momento fundante, el libro nació esa tarde, pero, además, fui descubriendo cómo ese encuentro operó en mí un darme cuenta, algo así como una ‘certeza agradecida’ de cuánto y cómo el entorno puede entrar en la vida y en la poesía cuando precisamente se lo necesita, no antes, no después”.

respiro apenas
el mínimo movimiento
espantaría al ciervo
salido del monte
la tensión es una en todo el cuerpo
miro al animal que no me ve
se pasea entre los árboles
sin dejar de estar alerta
atrás el monte es una boca de espinas
por la que va a volver
lo que están a resguardo ha soltado
qué puede el corazón entonces
el mío digo
qué puede
si lo amado llega
pero no me ve

Yo digo que Un claro en el monte es un título esperanzador y le pregunto a la escritora más sobre eso. Pero ella me cuenta que en estos poemas hay fe e incertidumbre, hay dolor y desamor, hay desconcierto. “Todo atravesado por un intento, sin dudas fallido, de captar esa respiración, ese pulso ininterrumpido, esa latencia constante como de otra voz que es la voz del monte”, dice, y me explicita el temido riesgo que como autora siente de explicar su libro.


“Un claro en el Monte es un libro que esencialmente habla de amor o, mejor dicho, lo indaga, indaga sobre esa palabra, vínculo, sentimiento, en sus distintas formas o en su única forma, no lo sé, pero la poesía sí lo sabe, la poesía siempre lo sabe y echa luz, atraviesa, da la posibilidad. También para que la extrañeza de las imágenes internas afloren y cobren vida en este bosque, lo escribo así, como intentando hablar o pensar sobre algo que no puedo y ciertamente no debería querer entender; cuando las condiciones de quietud y confianza están dadas, el ciervo aparece y te mira a los ojos, el amor muestra que siempre estuvo ahí”, dice López Morales.


toda la noche fue oír
la patada de un caballo sobre la tierra
con la insistencia
de abrir un hueco en medio de la frente
pero no creerlo fue peor
ver con estos ojos
al blanco animal
golpear enajenado
el mismo punto en la tierra
me dio esta tristeza
que vuelvo a enterrar todas las mañanas

Sentada en mi reposera, en la galería de la casa donde estoy pasando el fin de semana largo, escucho el arroyo, allá abajo. El horizonte de Calmayo me devuelve laderas de todos los verdes posibles, unos algarrobos viejísimos y enormes, espinillos, talas y acá al lado, entre los cardos, un moradillo que aún es arbusto. Por estos lares, los terribles incendios de los últimos años (esos que se llevaron más de 350 mil hectáreas) y el bestial desmonte aún no han llegado. Leo a Laura y no puedo evitar preguntarle cuánto tienen que ver estos años de hostilidad climática y de ecocidio con su libro.

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(Imagen: La tinta)

“En Un Claro en el Monte subyace, sin ser buscada, nuestra tragedia ambiental de cada día: la constante pulsión de vida de un bosque en buen estado, sucede tan al margen de lo humano, que ese alejamiento no hace otra cosa que domesticar, talar, introducir, delimitar; el miedo nos hace peligrosos, amenazantes”, dice la escritora y agrega: “Me preguntan aquí por la relación arte-naturaleza y, a su vez, me pregunto: ¿qué tan cerca estamos de alejarnos de un arte que verdaderamente interpele, qué tan roto está ese vínculo, al no levantar la mirada de las pantallas y quedarnos en un soliloquio indefinido, expresando solo una interioridad abstracta? ‘El mundo se ofrece a tu imaginación’, dice la poeta Mary Oliver, ‘anunciando una y otra vez tu lugar en la familia de las cosas’. Transformar el miedo en asombro, pero soy escéptica, no tenemos forma de no serlo, las alertas están dadas, demasiadas, contundentes amenazas sobre una trama muy frágil”.

López Morales estampa, con absoluta y diáfana gracia, contundentes imágenes que me conmueven. Porque quién no ha sentido alguna vez los pájaros del desasosiego sobrevolando nuestro corazón o la intensidad del aguacero que borra la maldad y lava todas las heridas de tu alma.

Poesía para abrir claros en los montes.

Jueves 17, 19:30 horas en el Centro Cultural Córdoba. Con la música de Raúl Venturini y «Voces de la Extinción»: un proyecto de registro sonoro del bosque nativo de Córdoba de Tica Hen y la Asociación Civil Los Manantiales, de Río Ceballos.

*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: La tinta.

Palabras claves: cordoba, poesía, Villa Dolores

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