Ucrania: frontera caliente

Ucrania: frontera caliente
7 febrero, 2022 por Gonzalo Fiore Viani

La tensión alrededor del territorio ucraniano continúa y las grandes potencias, como Rusia y Estados Unidos, disputan sus propios intereses al borde de una posible guerra.

Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta

Recién durante las próximas semanas, tendremos una respuesta a este interrogante. La posibilidad de una gran conflagración en Europa ha puesto en alerta a toda la comunidad internacional. Allí se juegan muchas cuestiones: el futuro de la OTAN, el devaluado rol de los Estados Unidos como “policía del mundo”, el balance del mundo multipolar entre Estados Unidos, Rusia, China, etc.

La élite política rusa se siente confiada, ya que la economía del país se encuentra estable y la oposición es prácticamente inexistente. Además, el peso de Moscú sobre la Unión Europea (UE) es mayor, debido al aumento de los precios del gas y los problemas de desabastecimiento en el bloque. Además, el Kremlin está seguro de que un sector importante de los ucranianos, descontentos con el giro occidental de su gobierno, apoyaría una incursión.

Un fracaso de la Casa Blanca en la región significaría un debilitamiento de Estados Unidos como actor internacional, lo cual podría ser no solo una victoria para Moscú, sino también para Beijing, que ve la situación desde la distancia, pero con mucha atención. Tras el “retiro” de su país durante los tiempos de Donald Trump, Joe Biden afirmó, en numerosas ocasiones, la vocación de Estados Unidos de ser el “líder de las democracias del mundo occidental”. Actualmente, la imagen del presidente se encuentra por los suelos, con comicios de medio término en puerta, la mayor inflación de los últimos 40 años y una debilidad patente. La administración Biden buscó cierta estabilidad en la relación con Rusia, quizás para ocuparse de lleno de sus problemas domésticos y en la relación con Beijing.

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Uno de los objetivos rusos es un cambio de régimen en Ucrania por la vía “legal” o incluso a través de una reforma constitucional. No sería descabellado pensar que el Kremlin podría intentar anexar la ciudad portuaria de Odessa y Kyiv. Con Bielorrusia asegurado dentro de la influencia rusa, Moscú también necesita tener la certeza de que Ucrania no seguirá reforzando sus vínculos con Occidente. Vladimir Putin busca crear una barrera contra la influencia de Washington y Bruselas, reeditando alianzas con los países que históricamente estuvieron bajo la órbita del Imperio Ruso, primero, y de la Unión Soviética, después. El abanico de opciones para Rusia es grande, pero es muy difícil pensar en cómo el Kremlin podría lograr un cambio de régimen en Ucrania, a estas alturas, sin enfrascarse en un conflicto a largo plazo y de difícil resolución.


La actual no es una problemática reciente, sino que viene de larga data. Tanto rusos como ucranianos tienen raíces comunes en lo que fue el proto Estado de la Rus de Kiev, durante la Edad Media. Entre el siglo XVII y mitad del XIX, Ucrania estuvo bajo la órbita de Moscú, en los tiempos del Imperio Ruso. Luego de un breve período de independencia, Ucrania fue una de las 15 repúblicas que constituyeron la antigua URSS, en su formación en 1922. Esto duró hasta 1991, es decir, hasta la misma disolución de la Unión Soviética. Durante el período soviético, el Kremlin le entregó a Ucrania la península de Crimea, bajo el mandato de Nikita Jruschov, en 1954. En aquel momento, no era más que una decisión simbólica, ya que todo estaba bajo la mano de hierro del Comité Central del Partido Comunista. Tras el final de la URSS, esta situación cambió y Rusia siempre quiso recuperar el lugar, sede de su base marítima más importante. Esto finalmente sucedió en 2014, cuando se produjo la anexión de la región por parte del gobierno de Putin.


Actualmente, hay dos conflictos desarrollándose en Ucrania. Por un lado, la anexión de Crimea en 2014 por parte de Rusia; por otro, el conflicto entre rebeldes pro-rusos y fuerzas nacionalistas ucranianas, que estalló casi en paralelo. La toma de decisiones de Putin y su timing dependerá, en gran medida, de la capacidad de Ucrania para retomar la región del Donbass, donde existen actualmente dos repúblicas separatistas autoproclamadas. Esto sucede en el Este, donde, el 7 de abril de 2014, los rebeldes declararon la República Popular de Donetsk (RPD). La RPD solo es reconocida por Osetia del Sur y por la República Popular de Lugansk, otro Estado autoproclamado pocos días después, el 28 de abril de ese año, en territorio ucraniano.

De acuerdo con las autoridades de Kiev, tanto Donetsk como Lugansk están “ocupados” por Rusia, a quien considera que se encuentra detrás de los movimientos rebeldes separatistas. En aquel momento, las protestas en Kiev, organizadas por militantes ucranianos pro-europeos, derivaron en la caída del entonces presidente de raigambre pro-rusa, Víctor Yanukóvich. El actual mandatario, Volodomir Zelenski, se encuentra más cercano a Occidente. Por ello, hace tiempo que Putin teme que se produzca una mayor avanzada de la OTAN a través del país. De acuerdo con Kiev, el Kremlin apoya a los rebeldes pro-rusos, algo que Putin ha negado categóricamente. El gobierno de Zelensky está decidido a combatir a los rebeldes. En los últimos años, ha llevado adelante una significativa modernización del ejército con un fuerte foco en la contrainsurgencia. Esto se dio en paralelo con el acercamiento a la OTAN, los Estados Unidos y la Unión Europea.

Las tensiones entre Rusia, Ucrania, Estados Unidos y el resto de los países de la OTAN son cada vez mayores. El Kremlin puso en el terreno a cerca de 130.000 soldados, tanques, vehículos bélicos, hospitales de campaña, etc. Todavía no está claro si es, simplemente, un show off de Putin o si, efectivamente, el conflicto bélico estallará. Es probable pensar que se haya tratado, al menos en un principio, en una maniobra de escalamiento para luego desescalar. Pero ha llegado tan lejos que ahora parece cada vez más difícil que cualquiera de las partes pueda dar marcha atrás, especialmente la rusa. En esa línea, en una conferencia de prensa reciente en la Casa Blanca, Biden afirmó que Putin “va a entrar en acción, tiene que hacer algo”. El principal problema con el que se enfrenta Moscú es que una demostración de fuerza de este estilo no puede hacerse dos veces. Todo tipo de medidas de presión que pueda poner en funcionamiento deben ser ejecutadas ahora. Caso contrario, la credibilidad de Putin podría sufrir un duro golpe.

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*Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta / Foto de portada: El Orden Mundial.

Palabras claves: OTAN, Rusia, Ucrania

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