La celebración de las cuerpas: una invitación a desobedecer

La celebración de las cuerpas: una invitación a desobedecer
19 noviembre, 2021 por Inés Domínguez Cuaglia

Un club nocturno. Una experiencia sensorial para dar lugar a todos los deseos. Una fiesta del encuentro, del roce, del piel con piel, de lo no dicho. Un espacio de resistencia del cuerpo, concebido como máquina deseante. Un ejercicio político, desde el goce como trinchera.

Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta

Me lo contó una amiga: “Ahí pasan cosas, Ine”. Pero la vida en esa época me pasaba por otros lugares. Lo supe por les amigues de teatro, se arma alta fiesta. Escuche comentarios en la 102.3 una siesta de fines de 2018. Una noche, pasé con el auto por la Ovidio Lagos, sobre la vereda estaban todes, mucha gente, variadas edades, toda la diversidad del arcoiris deseante.

El boca en boca, las experiencias vividas corrían y llegaban. Yo quiero, pero no sé si me animo.

Pasó una cuarentena estricta y un largo año de pandemia, los aprendizajes personales y todo un despertar a las ganas, los deseos y el disfrute. Intentar nuevas formas de encuentro, de vincularse con otres. 

La propuesta de febrero nos abrió las puertas a miles de exploraciones que siguieron. Así llegamos, con toda la timidez de quien se aventura a algo nuevo y que no sabe bien cómo será. ¿Qué onda, nos van a tocar? Contame bien amiga, vos que fuiste varias veces, porfa, ¿qué va a pasar? ¿Pero es una obra de teatro o es una joda? ¿Hay que participar sí o sí? Ine, disfrutá, animate, es un espacio cuidado. Nadie hará nada que no quieras. Esa frase solo me trajo recuerdos de algún noviecito de la secundaria y nada de tranquilidad. Pero allá fuimos, les exploradores. 

“Me pasaron diez millones de cosas y no lo puedo creer”. Volvimos exaltades, hablando sin parar porque la manija nunca nos ha costado y siempre nos ha encontrado. Con las cuerpas encendidas. Vamos a hablar de esto, vamos a volver mil veces, todos los findes de ser posible. ¡Deberíamos venir de a 10! Invitemos gente. 

Aunque las palabras nunca me costaron y al equipo explorador siempre le sobran, esa fue sin dudas una experiencia que no dio tanto lugar a la palabra, pero sí mucho espacio a transitar desde lo sensoperceptivo, con toda la cuerpa toda.

Romper las reglas. Ir de la enfermedad al goce como punto de partida

La experiencia de febrero marcó un antes y un después. Abrió puertas y fue reencuentro. 

Pero, ¿cómo nace todo esto? ¿Quiénes lo crearon, cómo se les ocurrió? 

“Una feria bastarda, un burdel clandestino”, fue el regreso pandemial de “Entrepiernas, el club”. 

Se trata de una experiencia teatral de diseño abierto, que migra de lo tradicional, se corre del escenario y de la concepción de público como espectador pasivo. Les asistentes son arte y parte de todo lo que acontece, modifica y transcurre. Allí todes son socies y cuenta con tres socies fundadores, creadores, productores y diseñadores de la experiencia: Fede Tapia, Martín Gaetan y Mery Palacios. 

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(Imagen: Entrepiernas)

Todo nace en 2017 con la intención de romper reglas y habitar de otra manera situaciones de enfermedad. “Cuando empezó Entrepiernas, fue más bien una necesidad de poder habitar un lugar que no tenga todas las reglas que tenía el teatro en Córdoba. Estábamos un poco cansados de cierto circuito teatral, de cierta forma de concebir el espectáculo, de cierta poética muy aristotélica, muy condicionada”, explica Martín Gaetan.

El equipo Entrepiernas recuerda que, por esa época, Fede Tapia atravesaba un momento difícil en relación a su salud, entonces esto era una búsqueda, una respuesta a eso, animarse a vivir esa época desde el goce. Mery Palacios trae a la mesa un recuerdo que los marcó como equipo, una situación compartida y una frase dicha por Antara, la reina de las drag, que aún les moviliza. “Entonces yo lo invité a que venga a la fiesta, a loquear un rato para sacudir los demonios”. 


El club comenzó por una explosión de necesidades, una búsqueda de lo lúdico, del encuentro desde nuevos lugares, de salida de las tradiciones teatrales cordobesas, desde el goce y los placeres, en un escenario donde la muerte estaba muy cerca. 


Lo pensaron desde dos ejes: por un lado, el cuerpo enfermo, medicalizado, intervenido y, por otro, una búsqueda artística relacionada con el mundo drag queen. “La búsqueda de un cuerpo que quiere montarse y realmente ser ese cuerpo que se monta. Trabajamos con esa idea de ficción. En realidad, la ficción es el cuerpo ese, porque el cuerpo más real es el que se monta, el que se produce y el que produce otras cosas, otro cuerpo que está en la fantasía que no es fantasía. Porque un drag queen es toda una obra de arte en sí misma y ese drag es más real que la persona cuando no lo es”, expresa Martín.

Les socies fundadores invitan a reflexionar sobre las cuerpas y el erotismo. Lo hacen desde un ejercicio político de resistencia con el cuerpo como territorio en todo esto. “Parece que el erotismo, la sensualidad, la sexualidad están solamente otorgadas para los cuerpos legitimados o hegemónicos. Todo pasa por ahí y hay una forma de vender la sensualidad y la sexualidad en los medios que tiene que ver con un cliché”, afirma Fede Tapia y agrega: “¡Nosotros pensamos que no tiene que ser así! El cuerpo gordo coge, el cuerpo disca coge y el cuerpo con cáncer coge, el cuerpo con VIH coge. Los cuerpos que no están dentro de la hegemonía también desean, cogen, sienten”. En este sentido, cuentan que el drag queen y toda su estética fue un punto de partida, pero en realidad desde la “primera elenca” buscaron que no fuera exclusiva de actores y actrices ni de gente con un recorrido académico o de oficio de actriz o actor. “Buscábamos cuerpos no representados. El cuerpo como es. Las cuerpas reales”, dice Tapia. 


“Era una gran celebración y el erotismo cruzaba porque justamente era mostrar estos cuerpos no legitimados como máquinas deseantes”.


Empezaron los ensayos que con el tiempo tuvieron público y muchas veces se transformaron en noches temáticas. Surge un mecanismo de autogestión y de funcionamiento colectivo. Hasta que se estrena a mediados de 2018 el club como tal. “Fuimos armando esa jungla que se nos fue de las manos porque empezamos a crear una especie de celebración de los cuerpos. Esto llamó mucho la atención en el entorno y la gente empezó a venir y venir, y fue masivo”, recuerda Martín y explica que no lo difundieron como un espectáculo, no le dieron una clasificación. Dicen que les costaba mucho nombrarlo porque “la misma gente que venía nos decía: ‘No sé como llamar esto porque no es una fiesta, no es una performance, no es una obra de teatro, no es y no es’. Y bueno, llámenlo así: es algo que no es”, afirma Gaetan. Eso es lo más complejo que tiene Entrepiernas, ya que todo el tiempo cambia sus estructuras y les socies se encargan de modificarlas también. 

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(Imagen: Entrepiernas)

Este club tiene mucho de ritual, de fiesta, de celebración, de encuentro. “Tiene mucho de eso que es innombrable que tienen los rituales, salvando las diferencias. Mucho de la experiencia del momento que se produce, se asimila, se vivencia y desapareció. De esos condimentos. Por suerte, los seguimos tocando, los sigue tocando el diablo en ese punto. Y ahí está lo innombrable que hay en esto. Y el día que le podamos dar un nombre definido a todo esto será el día que haya muerto. Porque ya sería un producto”, sentencia Gaetan.

Migrar del teatro tradicional como postura política

Cuenta la equipa Entrepiernas que, desde la pandemia y a fuerza de tener que salir de diversas situaciones críticas como enfermedades, pérdidas y el malestar económico, comenzaron a autodenominarse colectiva de trabajo de las artes escénicas y a producirse en variados formatos. Esta es una forma de resistencia política fiel al estilo del club. Me cuentan que les es muy importante esa forma particular que tienen de gestionarse y organizarse, ya que eso permite desde 2018 su existencia y sin subsidios. “Hay una mirada sobre el hecho espectacular que hace que no encajemos en la premisa que se plantea para acceder a los subsidios. Y no estoy de acuerdo en pertenecer a ese circuito porque me parece que no nos representa y es un lugar del que migramos por una cuestión política que tiene la concepción del armado y montaje de este espectáculo. Sumamente político”, dice Gaetan y detalla que desde sus comienzos no estaban de acuerdo en centralizar el escenario justamente por el interés de migrar de las prácticas teatrales convencionales. “El escenario siempre es el dispositivo para que el otro mire desde la oscuridad. Dijimos: derroquemos eso, hagamos un chiste, pongamos un escenario, pero en realidad va a estar pasando todo en el entre y eso es lo contundente, lo sustancioso”, explican les socies.


Este Club es algo que no es, es celebración, es la fiesta, es resistencia, es el ritual, todo atravesado por lo erótico. Es un poco teatro, un poco performance, un poco escenario, pero mucho recoveco, pasillo, esquina, sótano. Noche y brillantina. Aquí las palabras sobran, pero a estas alturas, ya sé que la pregunta será la misma que yo me hice entonces: ¿qué pasa ahí, de qué se trata este club?


A mis oídos había llegado que este era el club del chape y en consonancia con una frase que me dijo un niñe cercane: “Cuando yo sea adulte, me voy a besar con todos, con todos. Con nenas, con nenes, ¡con todos!”. Yo también quiero ser adulta.  

El club del beso

Previo a la pandemia, quien entraba al club lo hacía bajo un pacto tácito: “Aquí se besa”. Todos los clubes tienen reglas, esta era una. 

La voz se empezó a correr: ahí pasan cosas, ahí se chapa, ahí se puede expresarse en libertad y con muchos cuidados. “De golpe, hablaban de Entrepiernas los taxistas; se lo comentaban a la gente de teatro, ‘Che, ¿pero no fueron a ver este espectáculo? A la gente que iba a la universidad, el taxista les decía ‘Tienen que ir a Entrepiernas’. De golpe, se sabía en círculos de la filosofía en Buenos Aires, por ejemplo. Venía gente del fútbol. Empezó a ser ‘la movida de Entrepiernas’, empezó a pasar con el público que era una movida, una jungla, toda gente diversa. Un público variado que sigue experimentando la sexualidad, más allá de las identidades, las formas o las edades”, recuerdan les socies fundadores.

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(Imagen: Entrepiernas)

Antes de la era COVID y en los inicios del club, cuentan que la experiencia del beso era un momento en el que desde la elenca se proponía besar: algunes más, otres menos, la gente se besaba. “Después se fue instituyendo solo y lo instalamos como una regla del club. Estás entrando a un lugar que tiene sus reglas, un universo que tiene sus reglas, si vas a ver fútbol, vas a ver fútbol, vos entrás acá y acá se besa. Te lo avisamos y es una regla del club. Y la gente venía a eso, a chapar”, afirma Fede Tapia. 

Este club es un universo con sus propias reglas. Entrepiernas es una ficción-realidad política, que propone el soberano ejercicio del goce como derecho de todes.

Con la pandemia, nacieron nuevas formas de encuentro y toda una experiencia sanitizante. El beso significa riesgo de contagio. Este novedoso contexto dio apertura a nuevas maneras de expresión de los deseos, otras formas de contacto, nuevos horizontes eróticos. “Hoy hablamos de otros dispositivos de contacto que no sean el beso. Cómo hacer para encontrar y tener contacto y no riesgo de contagio. Nos abrimos a esa pregunta y a que el público se pregunte: ¿qué pasa si ahora lo más cercano que puedo hacer es dar un abrazo?”, dice Mery Palacios.

Es una propuesta a correrse de la concepción del cuerpo con funciones lógicas establecidas y, en este sentido, Martín Gaetan hace referencia a una desobediencia en la organización del cuerpo. “Una desobediencia a que cada cosa tenga que responder a algo: la boca al beso, a poder decir, por ejemplo. Todo el cuerpo está organizado en función de algo. Desobedecer a eso. El cuerpo sigue siendo un territorio de cooptación y lucha. Entonces, una desorganización del cuerpo me parece que es totalmente necesaria después de una pandemia mundial”.

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(Imagen: Entrepiernas)

Hoy, Entrepiernas se propone habitar la intimidad desde experiencias eróticas sin explicitación, generando nuevas formas en esta celebración, otras posibilidades de subjetivación. 

Estamos pensando el cuerpo, el deseo, el goce. En este proceso, Entrepiernas es un antes y un después en la forma de mirar y encontrarse con otres fuera del contexto del club, en la manera de pensar esa mirada, abandonar los binarismos y habitar nuevos modelos vinculares.

Para participar de esta experiencia, ¡pedí la clave! https://www.instagram.com/entrepi69/  

“Cura con un beso las angustias de mi aliento
Y acuchilla mi alma con tu piel de talismán
Bésame y derrumba lo antiguos monumentos
¡Bésame! Desata el carnaval
Llévame, llévame en un beso…”.

Paté de Fuá

*Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta / Imagen de portada: Entrepiernas.

Palabras claves: Entrepiernas, Teatro

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