El capital erótico del cannabis

El capital erótico del cannabis
26 noviembre, 2021 por Redacción La tinta

Hay ciertos temas que aún necesitan salir de clóset: sexo, deseo, placer y marihuana. Y con eso, la posibilidad de explorar y habitar placeres y eróticas con la marihuana contra las lógicas capitalistas y productivistas de la actualidad. En esta nota, Noe Gall y Laly Rocha nos traen algunas preguntas y experiencias que fueron parte de los intercambios en el ciclo «Florcitas Cachondas», organizado por Monte Territorio de Cultivos. 

Por Redacción La tinta

Monte Territorio de cultivos Grow Shop es una tienda de cultivos que, desde abril de 2021, comenzó su recorrido en Villa Allende con la idea de fortalecer al movimiento y a la cultura cannábica en Sierras Chicas. “Con la convicción de que cultivar es un acto de libertad, salud y solidaridad. Por eso, promovemos el autocultivo como una herramienta de empoderamiento. Como una herramienta de lucha contra el narcotráfico y para el acceso al uso adulto y terapéutico de la planta”, nos cuenta Daniela de Monte Territorio. Militan en el activismo cannábico y feminista, y tienen plena conciencia de la importancia que tiene una buena gestión del cultivo para la obtención de productos de uso terapéutico y recreacional de calidad y seguros. Creen en el potencial que tiene la marihuana para hacer las vidas un poquito más libres y felices, si logramos ser conscientes en su uso. 

“Para poder promover usuarixs responsables, es importante el acceso a información de calidad y confiable acerca de nuestro vínculo con las plantas en distintos ámbitos de nuestras vidas. Por eso, siempre hemos tenido claro que queremos que Monte sea más que una tienda comercial. Queremos que esta propuesta verdaderamente sea un Territorio de Cultivos, y cultivos con S porque no solo se trata de vender, sino también de cranear/cultivar propuestas nuevas que convoquen a espacios donde poder compartir y brindar información de calidad y novedosa”, cuentan desde el espacio. Así nació Florcitas Cachondas, un espacio seguro para hablar sobre algo que a muchxs nos interpela en nuestras vidas, pero de lo que no hablamos o, por lo menos, no lo hacemos a viva voz: el deseo y los placeres (en sentidos amplios) y el cannabis. En el primer encuentro, participaron Laly Rocha, Noe Gall y Noa Drasty, con un tinte lúdico y fiestero, informativo y cuidado, abordaron el capital erótico de la marihuana. 

Una terraza, una experiencia sensorial y muchas preguntas

“420. ¿Es una categoría dentro del deseo? Las App de citas ya tienen esa marca dentro de las diferentes formas de presentarnos, ¿seducción? ¿Nuevos filtros? ¿Vos te drogás? Cachondeo y florcitas: ¿Cómo habitamos la sexualidad? ¿Qué te propone una flor en el encuentro? ¿Qué habilita el compartir un porro? ¿Te sensibiliza? ¿Te eriza? ¿Te excita? o ¿te aísla? Bajar la guardia, resolver tensiones, hablar la lengua del cuerpo. Prácticas sexuales y consumo: Dosis, modos de administración, usos de la planta; algunas contraindicaciones. Sistema endocannabinoides – Homeostasis del goce – No tenemos todas las verdades del cuerpo. ¿Qué te gusta que te hagan cuando estás loquitx, bb?”, fueron algunas de las puntas de conversación que lanzaron en medio de una noche calurosa bajo el cielo estrellado de Villa Allende. 

Noe Gall, activista lesbiana feminista prosexo, participó del espacio y, en diálogo con La tinta, comparte algunas de las ideas que circularon en relación a esta primera idea del capital erótico del cannabis. “Nos preguntamos sobre qué pasa en nuestros cuerpos en el encuentro con el consumo de flores. ¿Cómo habitamos la sexualidad, qué habilita fumar y qué efectos sensoriales se despiertan? Conversamos también sobre las dosis de consumo, las diversas experiencias que existen y las formas de autorregularse, autoconocerse y compartir información sobre qué sí y qué no antes de tener sexo. Las otras formas en que puede estar presente la marihuana en el sexo, con pócimas, aceites, etc. ¿Qué sabemos de los terpenos, sus aromas y sabores? ¿Cómo nos cachondean los aceites y ungüentos? ¿Preparás tus pócimas para el placer? El consumo de cannabis y el sexo como una forma de poder detener un poca la cabeza y conectarnos con lo sensorial más que con lo racional. Detener el pensamiento y conectarse con las sensaciones, sentir placeres y, en eso, encontrarse con le otre. Y como una condición ante el tiempo. Ese tiempo más ralentizado posibilita otras formas del encuentro frente al tiempo capitalista y productivista que siempre nos quiere haciendo y produciendo. Y entonces, ¿qué canales de placer posibilitan esta improductividad, esta forma de perder el tiempo, esa hermosa y revolucionaria pequeña porción de destiempo? Ahí radica su potencia, en las sensaciones y orgasmos que no pueden ser capitalizados ni monetizados en las lógicas del sistema que vivimos”. 

Pensar en la importancia de la visibilidad fue parte de las conversaciones. La pregunta: ¿qué costo tuvo sacarse la careta?, siempre es válida porque no todos los entornos son amigables y el prejuicio es persistente. Hay un clóset de la marihuana porque son muchos los estigmas que se dirimen entre lo público y lo privado. 

El placer de cultivar

“9 meses intensivos de atenciones, mimos, expectativas, charlas, abonos, previniendo, sacando hojitas, peinando, acomodando, protegiendo de la lluvia y temporales. Para después acabar en nuestro sistema nervioso”

Laly Rocha nos cuenta otra dimensión de lo erótico, la relación de les cultivadores con la planta, el proceso de cultivar y el vínculo con la planta como erótica. “Existe pasión y erotismo en el cultivo en general, la actividad de la jardinería se expresa de esa manera, en ese sentir. En los 9 meses que trabaja la tierra, la planta, cómo jugamos con sus aromas, estar pendiente de lo que le pasa, tratar de darle todas las condiciones necesarias para que crezca en el mejor de los ambientes, para que tenga todo y se desarrolle espléndida. Es parte de la magia a lo largo de meses en la relación con la planta, una comunicación con los sentidos, apreciar, ver, disfrutar. Dejarse estar en la quietud y la observación”.

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(Imagen: A/D)

Para esta cultivadora, el disfrute que nos permiten básicamente las flores y la naturaleza es ese descubrimiento, ese curiosear, meter las narices donde sale el polen, donde salen los aromas, las esencias. Un ritmo del vivir y ser de la naturaleza del que muchas veces estamos desconectados. Que ese nuevo revincularse con las plantas y las flores nos permita que nos modifique y nos genere sensaciones se convierte en un gesto necesario y anti sistémico. Que sea una erótica la que se construye en el cultivar es habitar nuevas formas. 

“Muchas veces solo se tiene en cuenta a quienes son consumidores de cannabis, les cultivadores tienen un amor y romanticismo con las plantas en general, pero tienen una niña mimada a la que le dedican su encanto y pasión para que en un momento puedan explorarse el uno al otro”, detalla Laly. 

Las preguntas siempre son más que las respuestas y certezas, la invitación es a trasladar a nuestros ámbitos estas interpelaciones, hablar, hacer visible las experiencias y búsquedas que cada quien tiene. Conocerse, informarse, darse tiempo, observar y aprender cómo en cada une la planta nos permite pensar y sentir de cierta forma.

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Raphaelle Martin.

Palabras claves: cannabis, sexualidad

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