Punta y Hacha: una década de apostar a lo cultural

Punta y Hacha: una década de apostar a lo cultural
7 septiembre, 2021 por Soledad Sgarella

Atahualpa, los colores de la wiphala, la chakana o cruz andina siempre en vidriera. Los motivos precolombinos y el folclore -para llevar en el pecho- son los sellos de este proyecto familiar que se sostiene con lógicas respetuosas y colectivas hace más de diez años. En pleno Güemes, la casa de remeras Punta y Hacha se convirtió en un clasicazo. Diseño de indumentaria al servicio de la revalorización de la cultura.

Por Soledad Sgarella para La tinta

La indumentaria transmite identidad. Sabemos que la ropa es un “objeto social” y que es -muchas veces- signo de quiénes somos, de cuáles son nuestros gustos y de con quiénes nos sentimos identificadxs. La vestimenta muestra, dice, exhibe y en ella se entrelazan aspectos públicos y privados, convenciones sociales y convenciones culturales.

Vas caminando por la Belgrano y la vidriera de Punta y Hacha, con sus remeras y sus diseños folclóricos y precolombinos, son ya un clásico del paseo por el típico barrio céntrico. “Remeras bien nuestras”, dicen en sus redes y el orgullo se les escapa por las palabras. 

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(Imagen: La tinta)

Mandy, Juan, Laura y Fernando relatan que el proyecto comenzó allá en el 2005, buscando (como muchas otras familias) la vuelta para salir de la crisis que perseguía a casi todo el país desde el estallido de 2001. “Con un poco de ayuda, conseguimos dinero para comprar dos máquinas de coser y, en la cocina del departamento en el que vivíamos, pusimos las máquinas y nos miramos los cuatro, como diciendo: ¿y ahora qué hacemos con esto?”. Y ahí, cuentan, Mandy sacó a relucir todo su conocimiento y descifró cómo armar una remera, y con el coletazo de los noventa y el trágico comienzo de siglo haciéndose sentir, el proyecto familiar de lxs Fallone Yañez arrancó. 

Después de varios años de trabajar para otras fábricas de remeras, y apelando a los capitales culturales con los que contaban, dieron forma a un proyecto propio. “Laura, gran asistente de peñas y amante del folclore, tuvo la idea de hacer remeras con diseños folclóricos. La primera apuesta fue de cuatro modelos, haciendo su primera aparición en público en la Peña de un gran amigo de la familia, Mariano Luque”, historizan.


“La temática de nuestros diseños son siempre una apuesta por nuestras raíces musicales y folclóricas que no es lo más común de encontrar en las vidrieras de Córdoba. Apostamos a que el que se acerque a nuestra marca encuentre su lenguaje, sus imágenes autóctonas y su identidad musical. No es casual que los modelos dedicados a Atahualpa Yupanqui y a la bandera de nuestros pueblos originarios (wiphala) sean los más queridos por nuestro público nacional e internacional”, aseguran lxs Punta y Hacha.


Como explica la socióloga de la UBA, María Eugenia Correa, el diseño interviene e interpreta a la cultura, y traduce sus necesidades en bienes que se incorporan a la vida cotidiana. “El diseño permite articular así producción, mercado y cotidianidad al interior de una cultura contemporánea en la que predominan las formas visuales, adaptándose a cada sujeto, configurando identificaciones y estilos de vida a partir de las producciones simbólicas que construye, interviniendo así en la construcción simbólica de la vida cotidiana”, dice Correa.

Si bien los diseños de Punta y Hacha van decidiéndose colectivamente, es la mano de otro miembro de la familia quien concreta esas ideas en imágenes. Cristian Brossard (compañero de Laura), encargado por muchos años de la identidad gráfica del Festival de Folclore de Cosquín y el Certamen del Pre Cosquín, es quien plasma en formas y colores el espíritu de Punta y Hacha, y lo traduce a un formato que funcione en una estampa o en un bordado, “y hace real las locuras que van surgiendo mientras preparamos los cortes de tela o en los mates después de la comida”.

Cuando les pregunto por el nombre, la respuesta refleja las lógicas que lxs Fallone Yañez buscan sostener. En el truco, juego tradicional de estos pagos, punta y hacha es una ronda extra en la que cada participante juega contra quien tenga directamente en frente. “Así también nace el nombre que buscaba ser reflejo del mano a mano entre el productor y el cliente, un directo de fábrica, pero con una onda más folclórica, y Punta y Hacha nos pareció el resumen de todo eso que andaba dando vueltas”. Las dinámicas de trabajo hacia adentro son horizontales y colectivas, y generalmente se dividen el trabajo por cada personalidad o la facilidad de cada unx frente a las tareas. Mandy, Juan, Laura y Fernando dicen que se piensan sin jefes, que toman las decisiones de manera compartida y aseguran que es lo que mejor les ha resultado desde siempre, seguir manejando el mismo nivel de participación de todxs como lo hace cualquier familia que encara algo juntxs.

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(Imagen: Juan Fallone)

“De esta forma, vamos transitando los casi 10 años de la marca que con tanto esfuerzo y dedicación construimos día a día, a veces sabiendo que la apuesta cultural es una constante en nuestras vidas. Dos de nosotros estudiamos música desde chicos y aún seguimos en esa apuesta, y sabemos lo duro que debemos trabajar para sostenernos”, concluyen.

*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: La tinta.

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