¿Qué onda la Paridad de Género en las elecciones?

¿Qué onda la Paridad de Género en las elecciones?
9 septiembre, 2021 por Verónika Ferrucci

En 1991, Argentina fue pionera en tener una Ley de Cupo Femenino. Se votó casi por unanimidad, pero el costo fue alto. ¿O pensaban que la lucha feminista es fácil? Claro que no. Pero se avanzó y, en 2017, se sancionó la Ley de Paridad de Género. Si bien en las cámaras legislativas hay cada vez más mujeres cis, estamos un poco lejos de la idea de paridad. Sobre todo si pensamos por fuera del binarismo de género. Son las segundas elecciones que aplica la ley de paridad y quedan muchos desafíos hacia adelante.

Por Verónika Ferrucci para La tinta

En 1989, el porcentaje de participación femenina en el Congreso era del 5%. Datos, no opiniones. Cuando se comienza a impulsar la idea del cupo femenino, ¿adivinen qué pasó? Los señores diputados y senadores comenzaron a trabar la discusión, les estaban interpelando y tocando sus históricos lugares de poder. Inamovibles, vitalicios, en una joven democracia que pretendían diagramar con restos caudillescos. Desde los debates por el voto femenino, arrastramos argumentaciones biologicistas, domésticas, del mundo de lo privado, de la incompatibilidad de la política con la maternidad. Con tonos siempre descalificadores, la discusión parlamentaria de los 90 no fue la excepción y diremos que sigue teniendo bastante vigencia. 

Javier Milei, quien se presenta como candidato en estas elecciones, en una entrevista con la periodista María O’donell, expresó “que los cupos femeninos son violentos y que es falso que las mujeres ganen menos porque Gary Becker demostró en 1958 que no hay discriminación salarial y porque, si fueran más baratas, los empresarios contratarían más mujeres”. De mínima, debería traernos algún ejemplo más actual. Es difícil no darle entidad a este montaje reaccionario y misógino que expresa esta figura política, a la vez que resulta grave que pueda manifestarse tan antidemocráticamente en todos los sentidos.

Al proyecto de Ley de Cupo Femenino lo presentó la senadora radical Margarita Malharro. Como en ese entonces el peronismo tenía mayoría, decidió convocar a las mujeres del bloque opositor y armaron un trabajo en conjunto. Algo así como lo que vimos con “Las sororas” para la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Coaliciones que trabajaron transversalmente para ampliar derechos, algo que también pasó con las leyes de Matrimonio Igualitario e Identidad de Género.

Conversamos con Virginia Tomassini, doctora en Ciencia Política, docente e investigadora del Centro de Conocimiento, Formación e Investigación en Estudios Sociales” (CConFInES) del Instituto Académico Pedagógico de Ciencias Sociales (IAPCS) de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM). “Con la entrada en vigencia de la Ley de Cupo Femenino en 1993, se produjo un incremento en la cantidad de legisladoras nacionales, a diferencia de otros países donde la cuota fue de difícil aplicación. La Ley N° 24.012 de Cupo Femenino establece la cuota mínima del 30% y reforma la Ley Electoral vigente en ese momento. En un primer momento, solo aplicó para la Cámara de Diputadxs. Fue una ley hito y fruto de la lucha de las mujeres de la política, particularmente a final de los 80 y del feminismo, que en nuestro país tiene larga data y potencia”.

El impacto en las primeras elecciones en que se aplicó por primera vez fue el incremento del 5 al 13,6% de participación femenina -recuerden que aún estamos hablando en términos de mujeres cis-. A los 4 años, comenzó a regir en la Cámara de Senadores. Para 2005, la cantidad de mujeres en ambas cámaras legislativas era del 42%. 

“Inicialmente, se ensayaron tentativas para impulsar la introducción de cuotas en las cartas orgánicas partidarias, cuestión pendiente al día de hoy. Hay un camino iniciado por parte de las mujeres políticas de obligar a los partidos y organizaciones políticas partidarias a incluir la paridad de género. La provincia de Córdoba fue pionera en estipular la paridad, es decir, el 50% de representación femenina en la reforma de la Unicameral”, detalla Tomassini, quien coordina el Centro de Estudios Latinoamericanos del Centro de UNVM.

Luego de 8 proyectos presentados, en 2017, se aprobó la Ley Nacional N° 27.412 de Paridad de Género en Ámbitos de Representación Política. Establece que las listas electorales deben estar armadas garantizando el 50% de representación femenina en todas las instancias, de manera intercalada, tanto para cargos titulares y suplentes. Rige para las Cámaras del Congreso, para el Parlamento del Mercosur, para las elecciones primarias e internas de los partidos. 

En 2019, por primera vez, se aplicó la Ley de Paridad en elecciones nacionales y se obtuvo paridad en la Cámara de Diputadxs. Si bien esta ley es un avance en relación a la anterior, hay deudas pendientes. Virginia menciona como ejemplo que existen muchos municipios que no tienen modificadas sus cartas orgánicas, ni siquiera con el 30% de cuota. “Por otro lado, ese porcentaje mínimo que se ha logrado se ha transformado en una especie de techo de cristal. Si vemos los índices del Programa Atenea ONUMujeres, se ha incrementado la participación femenina en los poderes legislativos, pero en senadores aún no hay reemplazo de género por género y, a su vez, las mujeres no encabezan las listas. En la Unicameral de Córdoba, por ejemplo, si bien hay paridad, las mujeres en los departamentos no encabezan listas y eso hace que la representación no sea 50 y 50. Lo mismo sucede a nivel nacional”, expresa la especialista. 

Según datos de Ojo Paritario, un espacio plural conformado por diversos colectivos feministas que impulsan y promueven el fortalecimiento de una democracia paritaria, expresaron que “a nivel nacional, las mujeres ocupamos el 38% de las bancas de la Cámara de Diputados y el 40% del Senado. Somos minoría en las presidencias de los bloques y estamos segregadas en las comisiones que deciden sobre temas económicos o institucionales, como las de Presupuesto o Asuntos Constitucionales. 20 de las 24 provincias están gobernadas por varones y, en las legislaturas provinciales, las mujeres ocupan en promedio un tercio de las bancas de diputados y un cuarto en los senados”. Y en la actualidad, tres provincias todavía no adhirieron a la ley nacional y, por lo tanto, no tienen el requisito del 50% y 50% en las listas provinciales: Tierra del Fuego, Tucumán y Corrientes. Mujeres en el Poder es una plataforma para chequear datos vinculados a la presencia de mujeres en puestos de poder en el país. 

La paridad permite que lleguen más mujeres, pero, warning, eso no garantiza una agenda feminista per se, ya saben, sobran los ejemplos. Tampoco está garantizada la agenda y la presencia de personas trans travestis y no binarias. En estas elecciones, hay 8 candidaturas trans para el Congreso y casi 30 en listas para diversos cargos. Con la reglamentación del nuevo documento de identidad que acredita a quienes se autoperciben fuera del género asignado al nacer, se crea una incompatibilidad que necesita ser resuelta.

Hacia una paridad de género transfeminista

“La idea de democracia paritaria es más profunda que las cuotas e implica avanzar hacia otros tipos de representación sustantiva no solamente nominal; que las mujeres, además de encabezar las listas y garantizar el 50%, tengan poder en la toma de decisiones. Como dice la especialista Flavia Freidenberg, ́’más mujeres en política, no implica más mujeres con poder en la toma de decisiones’. Hemos logrado índices de paridad aceptables y existe un crecimiento notable en el Poder Legislativo y Judicial, pero los índices más deficitarios los tenemos dentro de los Ejecutivos (intendencias, gobernaciones, ministerios). Es necesario que puedan presidir las comisiones dentro de los cuerpos legislativos y lograr gabinetes paritarios”, plantea Tomassini. 

Estamos en un momento donde es necesario discutir esas otras formas de paridad basadas en el género, por fuera de los términos binarios y pensando en la inclusión formal y real de las disidencias, que hace muchos años están militando y construyendo política en los territorios, pero que no llegan a las listas ni a los cargos. Para la docente e investigadora, en este contexto, necesitamos una reforma del sistema electoral de manera integral, lo cual producirá impactos dentro del sistema de partidos y hacia el interior de los mismos. “Si bien existen muchas críticas al cupo y a las políticas de discriminación positiva, no son más que excusas del patriarcado. Las estadísticas son claras: antes de estas normativas, la participación femenina rondaba en el 5%. Se refuta fácilmente el discurso de que no hace falta y la meritocracia”, concluye.

Nos queda camino por recorrer, pero está bueno pensarnos en la genealogía de lo que hemos construido en la potencia de los feminismos. 

*Por Verónika Ferrucci para La tinta / Imagen de portada: La tinta.

Palabras claves: argentina, elecciones, feminismo

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