Flama: arte, diseño y autonomía del goce

Flama: arte, diseño y autonomía del goce
10 septiembre, 2021 por Inés Domínguez Cuaglia

Flama es un emprendimiento que, desde el conurbano bonaerense, conjuga arte y diseño en cerámica al servicio de los placeres. Con una mirada que deposita la confianza en el autoconocimiento, sus creadoras nos cuentan acerca de los procesos de pensamiento, posicionamiento, investigación y producción de las Flamas.

Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta

“Nos deslizamos hacia un saber que nos pertenece,
nuestra matriz palpitante nos lo recuerda,
en los sueños y en los orgasmos.
Ella nos renace y despierta”.
Pabla Pérez San Martín 

Esta podría ser una charla de amigas como las que suelo tener los domingos en la hora depresiva, como le decimos a ese horario en el que se registra que mañana será lunes otra vez, con un vermut en cada mano. Podría ser un ratito de confesiones, de preguntas que nos hacemos, solas o con alguien más. Podría ser esa misma búsqueda que de a poco nos vamos permitiendo, para que nuestras vidas vengan con más placer y más autonomía sobre nuestras cuerpas. Porque si algo hemos aprendido de un tiempo a esta parte es que todo o casi todo está en nuestras manos, y si hablamos de placeres, literal entonces. Porque la intimidad y el placer son políticos. Goce y placer en autonomía es salud. Pero esto es bastante nuevo; si bien, en los últimos años, tenemos algo de espacio ganado, en nuestra historia patriarcal, la sexualidad de las feminidades siempre fue tabú, reservada para el ámbito de lo privado y lo reproductivo.

“Nadie nos enseña a conocernos, sobre todo a nosotras, las mujeres, que llegamos a conocer nuestra vulva después de que lo hizo nuestra pareja o el/la doctor/a. Conocer y comprender nuestro cuerpo y su funcionamiento es indispensable, aunque solo es una parte del rompecabezas que es el mantenimiento de nuestra salud”dice Pabla Pérez San Martín en su libro Manual introductorio a la ginecología natural. Y esto me recuerda a la ausencia de ESI en mi paso por la escuela y a cómo entre amigas fuimos construyendo un discurso que nos habilite el conocimiento de nuestras cuerpas, nuestros ciclos y, claro, nuestro placer. 

Hoy vamos a hablar de dildos

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(Modelx: @beltran_h. Ph: @lxbeba)

Una pantalla y unos muchos kilómetros nos separan. De un lado, Marian y Clari; del otro, yo. Vamos a hablar de dildos. Sí, amigue, pongamos sobre la mesa o, mejor, sobre la mesa de luz, el baño o el sillón, el tema. Que sea prioridad el placer y que la compra de objetos destinados a la autonomía del goce sean parte de la canasta básica, como dijo una de mis compañeras. 

Marian y Clari son las hacedoras de Flama. Desde el conurbano bonaerense, crean objetos de cerámica destinados al placer. Y son un fuego que conjuga investigación de las necesidades ergonómicas para su uso, una técnica impecable para asegurar resistencia y un diseño amoroso. 

Las creadoras de Flama son socias desde hace 10 años, se conocen desde que estudiaban escultura y cerámica en la Universidad Nacional de Artes. Tienen un taller juntas donde hacen docencia y una línea de vajilla, pero buscan con Flama romper con el estereotipo que asocia la cerámica únicamente a la vajilla emparentada al rol de la mujer dentro de la casa y las tareas de cuidado. 

“Queremos crear cerámica para el placer, queremos reivindicar el placer que nos negaron, romper con los tabúes. Reivindicar las infinitas posibilidades del placer para todes, la multiplicidad de cuerpas y deseos”, dicen, y esto se nota en el acto cuando entrás a sus redes sociales. Producen su propio material fotográfico con una clara apuesta a la diversidad, a todos los colores del arcoíris humano deseante. Me comparten que, para posicionarse en redes, tuvieron que aprender a gambetearle al baneo: “En redes, el problema es el placer, ni hablar de cuerpas diversas”, dice Marian.

Las Flama me cuentan que la idea comenzó un poco en chiste hace diez años. Pero que la materializaron en el inolvidable 2020 pandémico. “Hace diez años, cuando empezamos, fue decir: ‘Bueno, queremos emprender algo, ¿qué hacemos?’. Y la primera idea que se nos vino fue esta. Lo que pasa es que fue diez años atrás, éramos otras personas, era otro el momento también y, bueno, quedó más como un chiste”, dice Clari. “Finalmente, hicimos tazas, vajilla, fue como un chiste en ese momento, fue una joda y quedó, fue así”, agrega Marian. “El año pasado, estábamos en plena pandemia, con todo lo que eso implicó en nuestra vida cotidiana y laboral. Muy alienadas en el taller, con la necesidad de hacer algunas cosas que no veníamos haciendo años anteriores. La pandemia nos obligó a hacer cosas extras que no eran tan placenteras y, en medio de esas jornadas de estar tipo produciendo muchas horas, recordamos esa idea primera. Nos miramos y dijimos: ‘Bueno, ¿y si lo hacemos? ¡Lo re podemos hacer!’. Y ese mismo día, ya estábamos diseñando, pensando nombre, armando un Instagram, buscando de todo”, cuentan. 

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(Modelxs: Marian y Claris, hacedoras de Flama. Ph: @lxbeba)

Autonomía y disfrute: que nada nos consuele

Recuerdo la cuarentena estricta y un boom de sexólogues y sex shops invitando a explorarnos, autosatisfacernos, descubrir nuevos placeres, en soledad, dado el aislamiento o en compañía, si tuviste la suerte o la desgracia de quedar encuarentenade con alguien más. La invitación era: «Ahora que están encerrades, cojan, tengan orgasmos, compren juguetes, aprovechen el tiempo». Las imágenes de vulvas, los instructivos de cómo masturbarse, fueron una constante por aquellos días en las redes sociales. Por primera vez, se puso en un espacio público algo que, por años, fue del espacio privado, un tabú, un secreto, algo dicho en voz baja: sí, las feminidades nos masturbamos, muy a pesar de los bordes impuestos por el patriarcado. “Yo me acuerdo, en la secundaria, mis compañeros hablaban de hacerse la paja y entre mis compañeras era como, por favor, ¡eso no! Y todas lo hacíamos o la gran mayoría. Después, hablando de grandes, nos dimos cuenta, claro, ¡cómo ibas a decir eso! Era un tabú terrible. Yo creo que eso cambió mucho y por suerte. No digo que se haya instalado completamente, pero hay circulación. Con el riesgo de que se vuelva otro mandato como: ‘Bueno, ahora tenés que coger, tenés que tener sexo, tenés que conocerte’. Pero también hay otras posibilidades de lo erótico que no tienen que ver con el sexo, al menos, está habilitada la charla, la posibilidad de decir desde otros lugares”, reflexiona Marian. 

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(Modelx: @nosoyvalentinabrishantina. Ph: @lxbeba)

En esto siempre pienso, gracias feminismo, porque, desde 2015 a esta parte, se me hace prácticamente imposible no mirarlo todo con perspectiva feminista. Conversamos mucho sobre cómo estamos atravesadas hoy por el feminismo, qué batallas ganamos, qué se puso en agenda y cómo no es casual que nuestro goce sea un tema que ocupe un lugar importante en nuestros debates. “Yo creo que por eso decimos, bueno, hace 10 años, no era el mismo momento. Creo que hubo ahí todo un atravesamiento social y político post 2015, post Ni una menos. Cambió un montón todo, hasta nuestras vidas cotidianas, ¿no? Más allá de visibilizar la violencia, yo creo que también se visibilizaron otras cosas. Posibilidades, deseos… no es casual que, después de eso, haya habido una explosión de sexólogues. Si bien hay mucho discurso paqui en esas páginas de sexología, que a veces nosotras vemos, es un camino también”, explica Marian y Clari suma: “Yo me acuerdo que, en la secundaria, hubo un momento, ya casi terminando, que con mis amigas nos empezamos a regalar. En ese momento, se les decía consoladores y también haber podido cambiar ese término, haber podido cambiar esa palabra, ‘algo que consuela’, ante la falta de un pito real, mirá, te consuela esto y, de pronto, no, no es un consolador, no viene a suplir la falta de nada”. «Es un cambio de paradigma, del feminismo, del transfeminismo, viene a dar vuelta todo», agrega Marian en la charla.


Es interesante pensar en este cambio porque los discursos, justamente, se modifican desde las palabras. Claro está, las personas con vulva no necesitamos consuelo, el placer es nuestro.


“El consolar está asociado a esto de que hay alguien que está mal y lo vamos a consolar, o estás sola, bueno, tomá, consolate. ¿El mito de la sola y mal cogida? ¡Claro! Necesitás esto porque no tenés esto otro. O tomá, arreglate sola ya que no tenés a alguien que se encargue. Consolador viene de toda esa tradición del horror”, dicen Las Flamas y continúan: “Las palabras no son algo menor, cómo nombramos las cosas no es algo menor. Hay una disputa en el lenguaje y elegir qué palabras usamos para nombrar las cosas me parece que es una batalla que hay que dar. Inclusive, a nosotras nos pasaba pensando: ¿Qué son nuestros Flama? Nosotras les decimos Flamas, porque también, si vos decís ‘es un dildo’, el dildo está asociado a la penetración y no queríamos encasillarlo en ese rol”.

Una experiencia distinta

Si visitaste un sex shop, sabés que hay miles de opciones prometedoras de penetraciones y orgasmos inolvidables, muchos orgasmos, por cierto. Las Flamas proponen algo distinto al no ser mecánicas: “Un poco desaceleran en comparación a otros productos que quizás son como re mágicos del tipo: ‘Te succiona acá, te vibra acá’ y en dos segundos ya tenés un orgasmo. Con un Flama, no te va a pasar eso, es justamente una propuesta a esa búsqueda, esa conexión, ese darte tiempo para jugar con vos o con otra persona”, explica una de sus creadoras y continúa: «También pensamos en cómo generar algo que no sea solo para penetración. Sacar esto de que el sexo ES penetración. Desde nuestra palabra, queremos abrir a que se pueda usar para acariciar, para masajear, para estimular de distintas formas, no solo para penetrar”.

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(Modelx: @beltran_h. Ph: @lxbeba)

¿Cómo elegir tu Flama?

La invitación es a probar. La ventaja que tiene la cerámica en relación a otros materiales es que brinda una experiencia diferente. En este sentido, las creadoras de Flama dicen: “Hay personas a las que les gustará justamente lo rígido o a veces les gustara lo rígido y otras veces no. Hay personas que preferirán algo más blandito o elegir lo rígido para una estimulación solo externa, y no para penetración. Esta bueno esto de salirse de los usos obligatorios: ‘Tipo, si no lo vas a usar para penetración, entonces este juguete no va’. O sea, si lo querés usar para ponerle el anillo, ponele el anillo, ¡hacé lo que quieras! Es decir que la apuesta está en la multiplicidad y creatividad para darles uso». 

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(Modelx: @luzsalvadorok. Ph: @lxbeba)

En relación a los tamaños, cuentan: “Algo que pasa es que nos dicen: ‘Ay, no, voy a empezar con este chiquito’, como si tuvieras que usar uno muy grande para que esté válido y, en realidad, la idea es que vos uses el que a vos te guste, el que te parezca que te puede servir o que podés disfrutar. Hay también algo de los tamaños como ideas impuestas, mandatos, deberes, por ejemplo, que tiene que ser bien grande. Nosotras pensamos desde muy chiquitos a más grandes, que haya esa diversidad también ahí”.

Las Flamas implicaron todo un proceso de investigación, indagación de necesidades y gustos de les usuaries, asesoramiento con una sexóloga e innumerables pruebas de pastas, esmaltes, formas, moldes, temperaturas, etc. Son súper resistentes, bancan full inmersión y todo tipo de lubricantes y fluidos. También cambios de temperatura, lo que es una puerta más abierta al juego: podés calentarlas o enfriarlas, ponerles agua y hasta una balita vibradora adentro.

Las feminidades nos masturbamos por placer. “Masturbarte nunca te romperá el corazón”, me dijeron una vez. El placer es nuestro y puede ser infinito como nuestros deseos. Flama nos invita a animarnos a probar cosas nuevas, sumarnos experiencias sensoriales y disfrutar, si no, ¿pa’ qué?

*Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta. Foto de portada: Claris, Erica y Marian retratadxs por @herno90. займ онлайн срочно без отказа круглосуточно

Palabras claves: Cerámica, placer, sexualidad

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