¿Cómo marcha el gobierno de Pedro Castillo?
El gobierno de Perú recibe duros golpes por parte de la oposición de ultraderecha, al mismo tiempo que intenta sostener el equilibrio interno.
Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta
Tras dos meses de gestión en Perú, el flamante gobierno de Pedro Castillo ya ha dado que hablar. En los últimos días, se han desatado internas complejas de entender para quien no siga día a día la política peruana. El mandatario, desde el vamos, ingresó como un presidente relativamente “débil”, debido a que los “dueños” de los votos son los hermanos Cerrón, principales dirigentes del partido Perú Libre, que llevó a Castillo a la Casa de Pizarro. La última crisis tiene como protagonista al ministro de Trabajo, Iber Maraví. Acusado por la oposición de haber integrado la guerrilla maoísta Sendero Luminoso, que actuó en Perú durante la década de 1980, sectores de la derecha le pidieron la renuncia. El presidente decidió no ceder y mantenerlo en el cargo, pero esto, a su vez, desató una serie de internas en el frágil gobierno del país.
El presidente del Concejo de Ministros -la figura equivalente al Jefe de Gabinete- de Castillo es Guido Bellido, un hombre de la izquierda y cercano a los Cerrón. Se trata de una figura polémica debido a sus declaraciones homófobas contra la comunidad LGBTIQ+, al mismo tiempo que ha defendido públicamente a miembros de Sendero Luminoso y al accionar de la guerrilla. Bellido, sin embargo, le solicitó la renuncia a Maraví, pero en una clara desautorización implícita, Castillo decidió mantener a su amigo en el cargo. Dentro del gobierno conviven distintos sectores, algunos más cercanos a los Cerrón y a Perú Libre, y otros a Castillo y al sindicato de profesores. Mientras que Maraví es parte del círculo íntimo del actual mandatario, proveniente del sindicato, Bellido es parte de Perú Libre y responde directamente a Vladimir Cerrón. Más allá de haber mantenido a Maraví en el cargo para demostrarle poder a Cerrón, seguramente el ministro no podrá sobrevivir a la moción de censura que planea la oposición para removerlo del cargo.
El primer renunciado fue Héctor Béjar, breve ministro de Relaciones Exteriores, quien dejó su cargo el pasado 17 de agosto. El ex guerrillero e histórica figura de la izquierda marxista peruana abandonó el gobierno tras el estallido de un escándalo luego de que se reflotaran declaraciones suyas hechas en febrero pasado. En ese momento, Béjar había afirmado que el “terrorismo” en el país había sido iniciado por la Marina de Guerra. Esto derivó en un escándalo que terminó con la dimisión del veterano dirigente, que estuvo apenas 19 días en la gestión. “El terrorismo en Perú lo inició la Marina y eso se puede demostrar históricamente –había declarado Béjar-. Estoy convencido, aunque no puedo demostrarlo, que Sendero Luminoso ha sido, en gran parte, producto de los servicios de la CIA y la Inteligencia norteamericana. No puedo demostrarlo, pero estoy convencido de eso”.
Vladimir Cerrón había afirmado en agosto que iba a ser “difícil encontrar un Canciller de la talla de Béjar”. Los analistas daban por descontado que el profesor universitario, sociólogo y escritor, no iba a superar la censura del Congreso que el 26 de agosto aprobó el gabinete del presidente. Los cuestionamientos de la oposición habían comenzado antes de las declaraciones de Béjar, debido a su pasado en la guerrilla y su defensa acérrima de los gobiernos venezolano y cubano. El actual canciller es Oscar Maúrtua, un experimentado diplomático. Maúrtua ya estuvo en el cargo, entre julio de 2005 y agosto de 2006, durante el gobierno de Alejandro Toledo, y fue embajador de los gobiernos de Alberto Fujimori y Alan García. Es decir, se trata de un guiño de Castillo hacia el establishment político del país.
Una de las críticas que se le han hecho a Castillo desde los sectores progresistas es la falta de mujeres en el Poder Ejecutivo. De los 18 ministerios, apenas dos están encabezados por mujeres. Por supuesto, las críticas se profundizaron tras las declaraciones homofóbicas de Bellido. El mismo presidente hizo un “mea culpa” recientemente, donde admitió que “al inicio del gobierno, consideramos un número mayor de varones en el gabinete, pero me voy a corregir y, en el marco de las próximas gestiones, tenemos que incluir a las damas”. La ministra de la Mujer, Anahí Durand, había asegurado anteriormente que había que “corregir” la cuestión de la paridad de género en el gabinete. Castillo, a quien se acusa de ser ultraconservador, afirmó que se va a “potenciar la voz de las mujeres” y que se las va a empoderar, así “en las próximas gestiones, habrá más alcaldesas, las mujeres asumirán más cargos públicos”.
Es altamente probable que, en los próximos días y semanas, se produzcan nuevos cambios en el gabinete presidencial. Estos, seguramente, seguirán reconfigurando el equilibrio de poder hacia adentro del gobierno. El oficialismo dista mucho de ser homogéneo; es, más bien, una coalición extremadamente compleja, donde cada pieza que encaja no lo hace de manera necesariamente armoniosa o permanente. Como es una regla en el marco de la anárquica política peruana, lo que hoy se sostiene, mañana puede no hacerlo más.
Por ahora, parece haber dos cabezas en el gobierno de Perú, la de Pedro Castillo y la de Vladimir Cerrón. Ambos pugnan por espacios de poder dentro del Ejecutivo y, hasta el momento, el profesor ha demostrado que tiene capacidad para ganar la pulseada. No la tiene para nada fácil: no solo se enfrenta a la oposición partidaria de la derecha y las élites tradicionales del país, sino también dentro de su propio partido.
*Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta / Foto de portada: AP