Israel, Palestina y la punta del iceberg
Otro oscuro capítulo se suma al tomo de la historia de la desaparición de palestinos en Medio Oriente. De un lado del muro, Israel; del otro, Hamas. Y en el medio, las víctimas que sólo entienden de destrucción, muerte y dolor.
Por Diego Haddad para La tinta
Comenzó mucho antes de la lucha por Sheik Jarrah y el avasallamiento en la Mezquita de Al-Aqsa. Incluso, antes de los muros de la ocupación y el encierro de Gaza. Para comprender el presente, es necesario revisar más de medio siglo de limpieza étnica.
Este 15 de mayo se conmemoró un nuevo aniversario de la Nakba palestina, la Catástrofe, donde tras la instauración del Estado de Israel, en 1948, más de 750.000 palestinos, cristianos y musulmanes fueron obligados a huir de sus hogares en 400 aldeas y pueblos, dentro de los 25.000 kilómetros cuadrados ocupados por Israel después de su conquista militar.
Desde hace 73 años hasta hoy, Israel desplegó un proceso sistemático de ocupación ilegal militarizado, como es el control de los acuíferos, los asentamientos ilegales de colonos judíos en tierras de cultivo, la prohibición de movimiento de personas y productos a través de controles en las carreteras, la confiscación de tierras y la destrucción de hogares palestinos. Por estas horas, los misiles que parten desde y hacia la Franja de Gaza constituyen sólo la punta de un iceberg de un conflicto que, lejos de derretirse, continúa más firme que nunca.
Ramadán y Sheik Jarrah: otro ejemplo a flor de piel
La historia de este mes violento comenzó en las primeras 13 noches del Ramadán, donde la Puerta de Damasco -entrada principal al barrio musulmán de la Ciudad Vieja- permaneció vallada por las fuerzas militares israelíes. El ejército impedía a las familias sentarse en el lugar sagrado y, luego de varias noches de enfrentamientos, se retiró el vallado del lugar sin muchas explicaciones al respecto. Aquella pequeña victoria de un cúmulo de palestinos reavivó el sentimiento de lucha contra la injusticia de la ocupación.
Ese espíritu se contagió a Sheik Jarrah, barrio árabe de Jerusalén Este, donde cuatro familias palestinas enfrentan el desalojo de sus viviendas para dejarlas en manos de una asociación ultranacionalista judía, que asegura que las familias palestinas ocuparon ilegalmente el territorio de propiedad judía antes de que se declare el Estado de Israel.
La expulsión de los más de 40 palestinos del barrio, que residen allí en condición de refugiados a causa del desplazamiento obligado que generó la Nakba, elevó la voz de los palestinos, que encuentran en aquella causa otro ejemplo de limpieza étnica y discriminación sistémica. El posible desalojo se convirtió en el objeto de las reivindicaciones en la Explanada de las Mezquitas en el último sábado de Ramadán, con una oración nocturna en apoyo a las familias de Sheikh Jarrah.
En un intento por disminuir la tensión sobre el caso, la justicia israelí retrasó un mes la decisión final sobre el desalojo. Sin embargo, con el asalto del ejército hebreo con granadas de humo y gases lacrimógenos dentro de Mezquita Al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado para el Islam, la decisión quedó en segundo plano.
Hamas entra en escena, Gaza duele
El Movimiento de Resistencia Hamas entró de lleno a la disputa luego de los dos asaltos policiales a la Explanada de las Mezquitas y el desalojo de familias de Sheikh Jarrah, dando un ultimátum a Israel para retirar sus tropas de Al-Aqsa. El movimiento, que controla la Franja de Gaza (en disputa con la Autoridad Nacional Palestina, que administra algunas ciudades de Cisjordania), aprovechó y se autoproclamó como protector del sentimiento palestino, aunque lejos esté de dicha afirmación.
Horas más tarde, llegaron los misiles con destino Jerusalén: los primeros fueron siete. Rápidamente, aviones israelíes comenzaron una operación inmediata contra la Franja y en el primer bombardeo fallecieron nueve personas, entre ellas, tres niños. Al día de hoy, más de 2.000 cohetes se lanzaron con destino a Israel, donde más de la mitad fueron interceptados por el sistema antimisiles “Cúpula de Hierro” y otros 500 no llegaron a alcanzar territorio israelí por fallas en el lanzamiento. Hasta el momento, Israel comunicó el fallecimiento de 10 personas y más de 200 heridos.
Mientras tanto, en la Franja, la escalada ya cobró la vida de al menos 181 personas en Gaza, entre ellos, 52 niños. Es que más de un 40 por ciento de los casi dos millones de habitantes de la Franja son niños: tienen menos de 14 años. Incluso, nacieron cuando Hamas ya gobernaba el enclave, considerado por organizaciones internacionales como el sitio más densamente poblado del mundo.
El miedo forma parte de sus vidas y el brutal bloqueo que Israel aplica sobre Gaza desde 2007 les trunca el futuro. Desde entonces, el enclave palestino está sujeto a un firme bloqueo terrestre, aéreo y marítimo por parte de Israel y Egipto, lo que limita la entrada al territorio de bienes y productos esenciales, como medicamentos. El agua potable y la electricidad escasean, según la ONU, en representación de una clara violación del derecho internacional.
Cisjordania: apartheid y conflictos internos
El desalojo, la destrucción de hogares, el asesinato indiscriminado de manifestantes palestinos en manos de soldados hebreos son solo algunas de las vivencias en Israel y los territorios palestinos. El apartheid conecta todas estas formas de colonización, privación de derechos, opresión, dominación y supremacía, donde todos los palestinos que viven bajo el dominio israelí son tratados como inferiores en derechos y estatus a los judíos que viven en la misma área.
Así lo afirmó hace apenas semanas la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) en su informe Un umbral cruzado: las autoridades israelíes y los crímenes de apartheid y persecución. HRW presentó la realidad actual en la cual una única autoridad, el gobierno de Tel Aviv, favorece metódicamente a los israelíes judíos mientras que reprime a los palestinos, con aún mayor severidad en el territorio ocupado.
Apartheid es un término jurídico ahora usado de manera común. La discriminación y opresión institucional, o apartheid, constituye un principio fundamental del derecho internacional y tanto la Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid de 1973, y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) definen al mismo como un crimen contra la humanidad.
HRW descubrió que los diferentes elementos de estos crímenes -como la clara intención de mantener la dominación de un grupo racial sobre otro- están presentes en el territorio ocupado, parte de una política única del gobierno israelí. Además, el informe llegó semanas después de que la Corte Penal Internacional (CPI) anunció el comienzo de la investigación sobre presuntos crímenes cometidos por Israel y también de Hamas en los territorios ocupados.
Desde hace años, las disputas entre los gobiernos de Israel y Palestina dejaron de ser una cuestión política. Desde Gaza hasta Cisjordania, no se trata de bandos, sino de derechos humanos.
*Por Diego Haddad para La tinta / Foto de portada: Mohammed Al Thalathini