Expropiación en Parque Las Rosas: “Esta tierra es nuestra tierra”

Expropiación en Parque Las Rosas: “Esta tierra es nuestra tierra”

Hace cinco años, un grupo de vecines ocuparon tierras donde antes había un basural y construyeron una comunidad al suroeste de la ciudad de Córdoba. Con el coraje que empuja la necesidad -y tras años de resistencia- de hacer frente al frío intenso, al calor agobiante, a los maltratos policiales y a causas judiciales todavía en curso, consiguieron la expropiación de sus tierras.

Por Nadya Scherbovsky y Anabella Antonelli para La tinta

“Cuando tenga la tierra, sembraré las palabras
Que mi padre Martín Fierro, puso al viento
Cuando tenga la tierra, la tendrán los que luchan
Los maestros, los hacheros, los obreros…”.
Mercedes Sosa

No es difícil suponer qué lleva a un grupo de vecines a ocupar y limpiar un basural para construir, con muchas dificultades y sin recursos, sus viviendas. Miles de habitantes de las grandes ciudades habitan en los bordes de todo, buscando esperanzas para sobrevivir al despojo que se actualiza una y otra vez. ¿Dónde van las personas que no tienen casa, que no llegan a pagar un alquiler y que no pueden edificar arriba o en el fondo de una casa familiar? La crisis habitacional golpea las puertas de los despachos de funcionarios hace décadas, pero la sordera y la criminalización son las respuestas a mano.

La distribución y el acceso a la tierra es un punto nodal de la desposesión en nuestro continente. A la apropiación de la tierra en pocas manos y su privatización, se suma el abandono por parte del Estado, en términos de políticas públicas, y un mercado que no genera acceso a viviendas para las grandes mayorías. Así, el territorio es, al mismo tiempo, el espacio básico para la vida y un campo de conflictividad social, como vimos desde el comienzo de la pandemia, cuando un nuevo ciclo de tomas y luchas por la tierra protagonizó el escenario local.

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(Imagen: Encuentro de Organizaciones)

Pese a las respuestas represivas de los gobiernos, a la falta de soluciones reales, al ninguneo constante de la problemática, ayer, en Córdoba, se celebró. Donde antes se alzaba un basural, la comunidad inventó un barrio. A partir del análisis realizado por la Dirección de Regularización Dominial y Fiscal dependiente del Ministerio de Promoción del Empleo y de la Economía Familiar, la Legislatura de la Provincia de Córdoba sancionó la ley que regula la situación dominial del asentamiento “Parque Las Rosas”, promoviendo la realización de obras de infraestructura básica, loteo y escrituración a favor de les beneficiaries, contribuyendo así al mejoramiento de la calidad de vida de 82 familias

En criollo: les vecines organizades lograron la expropiación de las tierras por las que luchan hace cinco años. “Yo no entiendo mucho, pero sí entiendo que la expropiación es cuando tomás algo que está tirado y estos terrenos estaban tirados”, simplifica un vecino.

“La expropiación llega un poco en el marco de la Ley de Regularización Dominial para la Integración Socio Urbana (N° 27.453). A través de esa ley, se empieza a trabajar en un proyecto de obra temprana del Ministerio de Desarrollo Social de Nación, la construcción de un espacio comunitario y el diseño del barrio, de las calles, de las veredas. Ahí entra el tema de que la expropiación era necesaria para seguir con este proyecto”, cuenta Sandra González, vecina del barrio, y agrega: “Necesitábamos que la tierra sea expropiada y eso implica muchísimo esfuerzo y trabajo de parte del Encuentro de Organizaciones y de las vecinas y vecinos que hemos asumido el rol de buscar lo que el Estado no nos venía dando, el derecho a la vivienda, algo que no se respetó hasta hoy”.

“Cuando tenga la tierra
Sucederá en el mundo el corazón de mi mundo
Desde atrás de todo el olvido, secaré con mis lágrimas
Todo el horror de la lástima y por fin te veré…”.

“Los primeros días fueron increíbles. Una mezcla de tensión constante con la policía y otra mezcla de solidaridad vecinal como nunca viví en Parque las Rosas”, relata Clara Dalmasso, integrante, en 2015, de la Escuelita de Parque Las Rosas, desde donde acompañaron la ocupación de tierras. “De pronto, todo el mundo se hablaba entre sí, compartían mates, la gente nos traía agua caliente, pan casero, guisos, carpas, colchones. Sentíamos un apoyo y legitimidad total en el barrio. Todes tenían un familiar o conocide que necesitaba tierra”, recuerda.

“¿Cómo fue la resistencia?”, le preguntamos a Sandra. Ella reflexiona sobre esa palabra, explica que muchas veces se la usa para nombrar algo abstracto, pero que acá es distinto. “La resistencia para las vecinas fue poner el cuerpo y el de nuestros hijos y nuestras hijas, porque la vida es muy difícil en una toma, es muy intenso el frío; en verano, no hay prácticamente sombras, no hay árboles, entonces, resistir es mucho más que una resistencia intangible. Ponés todo para poder conseguir la tierra”, afirma.


“Resistir fue transformar lo que había y pensar o soñar un barrio, resistir fue autogestionarnos para poder trazar una calle, fue poder hacer una red informal y precaria de energía eléctrica, y trabajar para que nuestras niñas y niños habiten un espacio que antes era un basural y que se llenaba de yuyos”, enumera Sandra con orgullo.


Jorge Rodríguez, más conocido como “el Petiso”, es uno de los vecinos que estuvo desde el comienzo en la ocupación. “Los primeros días fueron feos, la policía nos rompía todo, nos tiraba los ranchitos, no nos dejaban hacer nada, pero nosotros nos quedamos. Nos organizamos haciendo guardias, cada uno usó un pedazo de nylon, de trapo, cualquier cosa que teníamos y armamos una chocita para quedarnos”, cuenta. De a poco, armaron “la escuelita”, el primer lugar de material donde se quedaban y reunían para cuidar el espacio. “Para construir, fue difícil, estuvimos tres años sin poder hacer nada. Después, de a poco, fuimos construyendo y, ahora, está armada la toma”, relata.

Como en la mayoría de los procesos sociales, las mujeres fueron las más activas participando de instancias colectivas. “Los varones llegaban de laburar a la tardecita y ellas se iban de la toma a hacer tareas de la casa. De a poco, se fueron quedando ellas también en las guardias de noche. Siempre fueron las voces en lo colectivo, las caras visibles”, explica Clara. Lo que comenzó como una continuación de roles tradicionales de género, las mujeres cuidando lo común porque no trabajaban fuera de la casa, “de a poco, fue siendo un espacio de emancipación, de proyectos colectivos, de discusiones profundas y ya ninguna volvía a su casa siendo la misma. Muchas terminaron teniendo la casa para sí mismas y sus hijes, sin un varón, y otras llegaron huyendo de situaciones de violencia y fueron priorizadas por el resto, acompañadas”, relata Clara.

“Cuando tenga la tierra
Le pondré la luna en el bolsillo
Y saldré a pasear con los árboles y el silencio
Y los hombres y las mujeres conmigo…”.

La organización es un eje fundamental al momento de sostener y resistir una ocupación de tierras y la construcción de un barrio desde les propies vecines. “La toma estuvo siempre organizada en tareas, sobre cómo abordar el reparto de los terrenos, el respeto de espacios comunes, del trazado de las calles, etc. Por mucho tiempo, no se loteó y eso permitió que la defensa del espacio sea colectiva, todes defendíamos todo”, explica Clara. En el mismo sentido, para el Petiso, las organizaciones sociales ayudan en estos procesos, en tanto son escuelas de organización. 

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(Imagen: Encuentro de Organizaciones)

El Relevamiento Nacional de Barrios Populares y las políticas de integración socio-urbana, impulsados desde la lucha de los y las trabajadoras organizades en la Unión de trabajadoras y trabajadores de la Economía Popular (UTEP), “son cristalizaciones de esos procesos organizativos por la tierra”, expresa Clara.

“Todos hemos vivido el aprendizaje de organizarnos para vender empanadas y poder tener una red eléctrica; para poder pelear una ley de regularización dominial, para hoy poder trabajar en nuestro proyecto de espacio comunitario. Para nosotros, la organización ha sido un gran aprendizaje, enfrentamos muchísimas dificultades en este tiempo, judiciales, la estigmatización en algunos barrios vecinos, el hostigamiento policial en un principio, fueron dos años de la policía parada en la puerta de la casa de los vecinos y vecinas”, relata Sandra.

“Cuando tenga la tierra
Te lo juro semilla, que la vida…
Será un dulce racimo y en el mar de las uvas
Nuestro vino…”.

Paradójicamente, la integración y la represión avanzan juntas. A finales del año 2020, la fiscal María Eugenia Pérez Moreno pidió elevar a juicio la causa por usurpación contra vecines que participaron del proceso inicial de la ocupación de tierras en Parque Las Rosas. El disciplinamiento no cede ante el reconocimiento del derecho a una vivienda digna y el otorgamiento de las tierras a quienes las habitan. Es el mismo Estado provincial el que insiste en criminalizar y judicializar la ocupación que expropia.

“El sueño que nació, hace cinco años, de vivienda para 50 familias, hoy, es una realidad. Esta tierra, más allá de lo que pueda decir una ley o el Gobierno de la Provincia, es nuestra tierra. Acá hemos pensado cómo van a vivir nuestros hijos y cómo queremos que sea nuestro barrio, eso para nosotros es de lo más importante”, concluye Sandra.

*Por Nadya Scherbovsky y Anabella Antonelli para La tinta / Imagen de portada: Encuentro de Organizaciones.

Palabras claves: barrio Parque las Rosas, cordoba, lucha por la tierra

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