Volver a la escuela: ¿en qué condiciones?

Volver a la escuela: ¿en qué condiciones?
22 febrero, 2021 por Redacción La tinta

En la semana que pasó, en Córdoba -al igual que en otras provincias-, lxs docentes fueron convocadxs para informarse sobre los protocolos sanitarios y organizacionales que improvisadamente pretenden garantizar el derecho a la presencialidad de la educación y la salud. 

Por Redacción La tinta

Las presiones para la vuelta a la escuela fueron continuas y persistentes, y, en algunos casos, la agenda mediática estuvo plegada con enunciaciones descalificadoras sobre la escuela virtual del primer año pandémico. Desde el momento en que comenzó a hablarse del regreso de la presencialidad, se han suscitado muchos debates. Nos interesa pensar en aquellas realidades situadas, a días de volver, que dan cuenta de a qué escuela estamos regresando. 

Alumnxs, familias y docentes transitan días de incertidumbre y confusión. La vuelta está en marcha, la prioridad de la escuela no se discute: ¿pero cualquier escuela da lo mismo? La falta de planificación, inversión y presupuesto para mejoras y ampliaciones edilicias son condiciones estructurales actuales y por las que, hace años, comunidades educativas hacen reclamos. ¿Cuántas escuelas conocen? “Volvemos al mismo edificio en las mismas condiciones que nos fuimos, pero ahora es peor. Ahora tenemos que centrar gran parte de la tarea pedagógica en una labora sanitaria, mientras que, en la escuela donde trabajo, nos dijeron que no han llegado los insumos necesarios para garantizar las condiciones de bioseguridad”, nos cuenta una compañera docente sobre su primera reunión de personal.  

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(Imagen: La tinta)

El año pasado, dedicamos muchas notas y reflexiones en pensar y complejizar la escuela de la virtualidad, sus posibilidades y limitaciones, pero, sobre todo, las desigualdades de acceso a la conectividad, heredada del vaciamiento de las políticas educativas que puso en marcha la gestión de Macri. Ahora que volvemos a la escuela en el territorio, a las aulas y a los vínculos presenciales, nos preguntamos: ¿Qué clima escolar, pedagógico y afectivo se puede construir en medio de la incertidumbre y la confusión que tiñen el regreso a clases?

Un protocolo imposible 

“El protocolo nos pone en una situación de control policial y de uso del mismo con una retórica sanitarista que pone en primer lugar la vida, pero en función del riesgo que cada quien corre ante una equivocación, ante unas ganas de jugar en el recreo y sacarte el barbijo. Me preocupa cómo trabajaremos los impactos en las subjetividades infantiles si luego se contagia la familia por algún descuido de un niñx”, reflexiona una docente luego de conocer el protocolo exigido. 

Tanto para escuelas de gestión privada como pública, el protocolo que se ha creado desde el Ministerio de Educación de la Provincia obliga a una organización casi imposible de sostener. Se espera la provisión de elementos de saneamiento y de bioseguridad que, esta semana, tal como fue denunciado por docentes de todos los niveles, estuvieron en falta: alcohol en gel, barbijos, agua potable, jabón, etc. La ventilación es inexistente en una gran mayoría de las aulas o pseudo aulas que vienen implementando hace años.

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(Imagen: La tinta)

Y lo principal -y caballito de batalla del protocolo- es la subdivisión de cada curso en grupos burbujas, cada uno de los cuales tendrá una semana de clases presenciales y una de educación remota. Cada burbuja no podrá superar los 15 estudiantes, pero las aulas no están en condiciones para esto.

“No hay que ser ni ingeniero ni arquitecto para darse cuenta que, en las escuelas municipales, las dimensiones de las aulas no posibilitan la distancia ni la ventilación adecuada para 14 niñxs. Cumpliendo los protocolos, entrarían sólo 6 o 7 alumnos. Sin embargo, no podemos hacer nada. La provincia y el municipio están siendo irresponsables y nos están descuidando a todxs”, dice una maestra con preocupación.

Una de las principales preocupaciones que surgen en esta incipiente vuelta es la generalidad del protocolo y la arbitrariedad a que cada escuela piense y adapte su implementación, de acuerdo a las posibilidades locales. Esto nos deja de cara a un contexto desigual. 

El ministro de Educación provincial, Walter Grahovac, se limitó a pedir paciencia y colaboración a la comunidad educativa, mientras expresó que: “La mayoría de las escuelas están en condiciones y las que no lo están aún, lo estarán para el regreso masivo a las aulas el 1° de marzo”. 

“En mi escuela, tenemos aulas en el subsuelo, que no tienen ventanas. Años reclamando por estas nefastas condiciones, donde nadie puede pensar procesos de enseñanza aprendizaje tan emancipadores, aun con toda la convicción política de hacerlo. Al cole, vienen desde muchos barrios, estamos en el centro y no tenemos posibilidad alguna de pensar un trabajo territorial. Quienes no puedan llegar siguen afuera, como el año pasado por falta de conectividad”, nos cuenta una profesora ante los dichos del Ministro. 


Los relatos docentes sobre las condiciones de la vuelta son contundentes y trazan una geografía que nos permite pensar una realidad situada, más allá de los deseos bienintencionados de la escuela en el centro de la vida y los esfuerzos de una transición en la vida de pandemia. 


Por su parte, desde el gremio docente UEPC, presentaron un comunicado en sus redes, donde plantean que escuela que no cumpla el protocolo, se cierra. “Ante el retorno a la presencialidad y debido a las reiteradas situaciones que se presentan en nuestras escuelas en las que no existen condiciones sanitarias mínimas -baños en mal estado, mala ventilación, sumando la falta de provisión de alcohol y elementos de limpieza, entre otras-, desde nuestra orgánica provincial -cuerpo de delegadas y delegados, delegaciones departamentales-, estamos recibiendo cada uno de los registros de estas carencias”, expresaron y plantearon que se realizarán las correspondientes denuncias ante el COE, y que están realizando un relevamiento para monitorear las falencias existentes. 

Ruibal, Secretario de Coordinación Gremial de la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba, manifestó, días atrás, que “la cifra de instituciones en condiciones de iniciar el trabajo presencial es casi nula”.

La gestión del cuidado en la vuelta a clases

Durante el 2020, las escuelas y el personal docente desplegaron amplias estrategias para sostener la virtualidad, acompañar con módulos alimentarios, estar cerca de las familias, en una nueva realidad de la escuela en las casas. Sin embargo, la crisis de los cuidados quedó más que nunca evidenciada, fueron las mujeres quienes más sintieron y llevaron las cargas que implicó el nuevo orden doméstico por la cuarentena. 


Con la vuelta a la presencialidad, no sorprende que la complejidad en la gestión del cuidado seguirá presente. Basta imaginar los malabarismos que deberán hacer muchas mujeres e identidades feminizadas para organizar y sostener cada hogar, con esquemas de horarios reducidos, ingresos escalonados, con los circuitos de transporte y con los propios trabajos fuera de la casa. 


En un entorno de sobrecargas y donde cada familia debe resolver como pueda, en el plano de lo individual y con recursos escasos, los cuidados siguen ausentes de las políticas públicas. 

Lo pedagógico no se puede protocolizar

¿Qué tiempos y posibilidades quedan para pensar lo pedagógico y la reconfiguración del vínculo pedagógico y afectivo entre docentes y alumnxs? Es mucho el trabajo por desandar para repensarnos en este mundo actual y lo que significará para las existencias de niñxs y jóvenes el año que pasó en la virtualidad. De quienes sostuvieron y de quienes no, de quienes estuvieron intermitentes. Volver a enlazar procesos personales, comunitarios y cognitivos. 

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(Imagen: La tinta)

“A una semana de comenzar las clases, nos avisan que debemos pensar programas a-reales y no por materias, con horarios de 4 horas donde se pretende trabajar como en horario completo, es una locura”, expresa una docente con preocupación. En muchos casos, la carrera enciclopedista y la necesidad de checar contenidos dados sobrevuela en algunas culturas institucionales, que olvidan la función social significativa de la escuela y más en estos momentos. 

En el vamos viendo y la vuelta como sea, queda muy claro lo que está en juego: la continuidad pedagógica y una clara agudización de las desigualdades no solamente en la población estudiantil, sino también en una población docente conformada mayoritariamente por mujeres.

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: La tinta.

Palabras claves: covid-19, educación, Ministerio de Educación, pandemia

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