Abrir la escuela, pero minimizar los riesgos

Abrir la escuela, pero minimizar los riesgos
25 febrero, 2021 por Redacción La tinta

La vuelta a la presencialidad escolar sigue en el centro del debate público y privado. En esta última semana de febrero, en Córdoba, ya son 21 instituciones educativas que han tenido que aplicar protocolo por casos sospechosos de COVID-19. Lxs científicxs Rodrigo Quiroga y Sol Minoldo profundizan en el tema, haciendo foco en cómo minimizar los riesgos y apuntando a que abrir de manera segura y sustentable es la clave. 

Por Redacción La tinta

“Es cierto que abrir las escuelas no implica un riesgo importante para la salud de lxs niñxs, pero nadie argumenta que sea por ese motivo que deban cerrarse. El problema es el riesgo de aumento de la transmisión viral comunitaria generado por las escuelas”, afirma Rodrigo Quiroga en su perfil de Twitter, red en la que el doctor en química comparte habitualmente reflexiones y data dura. La semana pasada, y ante la inminente apertura de las instituciones educativas, el bioinformático junto a la socióloga Sol Minoldo publicaron información relevante en relación a la situación y señalaron que lo importante, si es que las escuelas deben abrirse, es hacerlo de manera segura y sustentable.

“Es verdad que lxs niñxs no son súper-contagiadores, pero se infectan y contagian similarmente a lxs adultxs.  Sí es más probable que sean asintomáticxs, por lo tanto, se los testea menos. Este hecho distorsiona muchos de los resultados. Sobre si contagian menos, la evidencia también lo desmiente. Adicionalmente, está muy bien documentado que cerrar escuelas es una de las medidas que tiene un mayor efecto en la disminución de la circulación viral, junto con prohibir reuniones de más de 10 personas y prohibir eventos públicos masivos. Por supuesto que cerrar escuelas tiene impacto económico y productivo, pero aumentar la transmisión comunitaria tiene impactos mucho mayores si obliga a otro tipo de restricciones debido a la saturación de la capacidad del sistema de salud”, expresan lxs investigadorxs en el hilo de la red social del pajarito.


¿Cómo minimizar riesgos en la escuela? Para Minoldo y Quiroga, las claves son: ventilar las aulas, usar barbijos y evitar aglomeraciones entre diferentes clases/aulas (organizando ingreso, egreso y recreos). 


En relación a la ventilación adecuada, lxs científicxs aseguran que muchas veces se requiere el uso de ventiladores colocados con precisión y, además, promueven la instalación de sensores de CO2 como medida indirecta de la ventilación del aula. “Estamos recomendando que se utilicen los sensores de dióxido para detectar situaciones donde la ventilación esté complicada para identificar qué ventilación necesitamos para un aula en invierno, para que no haya que ventilar de más, lo cual la enfriará mucho. Ese tipo de cuestiones son fundamentales y venimos recomendando -tanto a la provincia de Buenos Aires como Nación y como a Córdoba- que se compren los sensores, no sólo para la pandemia, sino que quedarían para justamente educar a lxs niñxs de la importancia de la ventilación de los ambientes, contribuyendo a disminuir la incidencia de enfermedades respiratorias de todo tipo. Creo que también es una herramienta pedagógica muy importante en general para inculcar que la pandemia no terminó y que hay que persistir con la cultura del cuidado”, dice Quiroga en diálogo con La tinta.

Al preguntarle específicamente acerca de la situación de nuestra provincia, Quiroga afirma que -como Buenos Aires-, en Córdoba, se ha sostenido el mensaje de Nación: la vuelta tiene que ser obligatoria. Además, hace foco en que hay muchas familias que realmente tienen miedo y que están preocupadas, porque no quieren enviar lxs niñxs a la escuela y considera que de ninguna manera se debería permitir que esxs niñxs resulten excluidxs del sistema educativo. 

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(Imagen: La tinta)

“Se está teniendo poco -o nada- en cuenta a lxs niñxs con comorbilidades que les puedan realmente poner en riesgo y menos aún a quienes tienen convivientes de grupo de riesgo y, por ahí, quisieran realmente no correr riesgo hasta que esas personas estén vacunadas. En teoría, con un certificado médico, estarían exceptuados de la presencialidad y podrían seguir conectados de modo virtual, pero eso implicaría pensar otras formas de continuidad y trayectoria pedagógica, y no está tan claro”, explica Rodrigo.

En la dicotomía de escuelas abiertas o cerradas, pendulan otras opciones que no son tenidas en cuenta y la obligatoriedad de la vuelta es uno de los puntos que cuestionan. Para Quiroga, se está hablando poco y es importante centrar la posibilidad de que la continuidad pedagógica sea por la virtualidad y que la presencialidad sea opcional y no obligatoria. 


“Nadie debería estar poniendo en la balanza el derecho a la salud contra el derecho a la educación y teniendo que elegir obligatoriamente uno de esos. Por esto, nos parece muy importante también que la presencialidad sea opcional”, afirma el docente.


Hace unos días, un grupo de investigadorxs de diferentes disciplinas y distintas instituciones científicas publicaron “Pronunciamiento Educativo”, un documento en el que proponen y recomiendan requisitos mínimos necesarios para habilitar la presencialidad escolar. Respecto de este documento, lxs propixs Quiroga y Minoldo dieron una nota para Nexciencia, la revista de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, donde exponen los tres factores que, según ellxs, jugarán en contra en los próximos meses: la estacionalidad (empiezan los primeros fríos), todas las actividades de riesgo habilitadas (bares, restaurantes, gimnasios, iglesias) y la disminución de cuidados en general (mal o no uso del barbijo y no cumplimiento de la distancia), presentando un panorama altamente riesgoso, que podría llevar rápidamente a tener que tomar medidas restrictivas fuertes.

“Puede que las aperturas no sean sostenibles en el tiempo. En Europa, les llevó cuatro o cinco meses, desde el cambio de estación y el inicio del calendario escolar, llegar hasta el desastre en el que están hoy. En Argentina, con la cantidad de casos actuales, el piso está mucho arriba, o sea que ese desastre está mucho más cerca. Si estas pesimistas predicciones se cumplieran, los propios gobiernos van a tener que dar marcha atrás y cerrar las escuelas, o, si no, las propias familias van a tener temor y no van a mandar a los chicos a las aulas. Yo pienso que, en estas condiciones, la decisión no va a ser sostenible y que va a haber un costo sanitario alto”, concluyeron en la misma nota.

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Nexciencia.

Palabras claves: covid-19, educación, pandemia

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