La usurpación de 70 hectáreas de una escuela agrotécnica que involucra a los Etchevehere

La usurpación de 70 hectáreas de una escuela agrotécnica que involucra a los Etchevehere
4 noviembre, 2020 por Redacción La tinta

¿Qué pasa cuando la que usurpa es una familia poderosa? Absolutamente nada, por ello, es necesario visibilizar el atropello que sufrió una entidad educativa del paraje El Quebracho de la zona rural de Santa Elena (Entre Ríos) por parte de los Etchevehere. Conclusión dialogó con el docente Fabián Casals, quien brindó contundentes detalles.

Por Alejandro Maidana para Conclusión

Nuestro país abraza índices demoledores en torno a la deshumanizante concentración de la tierra en muy pocas y privilegiadas manos. Un número que debería interpelar en profundidad a toda aquella o aquel que se precie de bien nacido, pero lamentablemente, lejos de suceder, se funde en un espíritu reaccionario que entiende por tomas de tierra un sentimiento antojadizo que debe ser disciplinado.

Escuchamos de manera altisonante los gritos en defensa de la propiedad privada, pero sin el mínimo interés de proyectar un análisis de estos extensos procesos que indefectiblemente iban a conducir a este tipo de sucesos. Concentra la tierra y cosecharás insurrecciones, una ecuación tan lógica como carente de políticas que puedan allanar un horizonte menos desigual.

Tenemos en Argentina un deleznable vicio enquistado, que tiene como costumbre agitar los derechos constitucionales de aquellos que ya gozan de los mismos, pero sin antes esconder bajo la alfombra de la exclusión a aquellos artículos que bregan por los derechos de todos y que de manera sistemática se violan y desechan. La Constitución no es para todos, la tierra tampoco, por ello, la necesidad imperiosa de complejizar este tipo de debates no puede caer en saco roto.

Es menester acercar algunos números que reflejan con frialdad la problemática que debemos enfrentar y que dejan en carne viva discursos maquillados que lejos están de afrontar con el coraje necesario a esos poderes fácticos, que siguen oficiando de titiriteros de una marioneta de la que la enorme mayoría formamos parte.

Datos, no relato

—El 60% de las tierras de la provincia de Santa Fe se encuentra en manos del 0,06% de la población.

—El 1% de los propietarios concentran más del 40% de las tierras en Argentina.

—La soja ocupa una superficie de 12.734.371,7 hectáreas en 124.827 parcelas y representa el 88% del total de la superficie implantada con oleaginosas.

—Solo bajo el gobierno de Macri, 90.000 familias tuvieron que dejar sus tierras y casas para migrar internamente y pasar a ocupar una de las tantas villas miserias de este país. Destacando que, de los 90 a esta parte, el modelo de producción actual atentó contra la vida en todas sus formas.

—El último censo agropecuario (2018) determinó que, desde el 2002 al 2018, desaparecieron 82.652 explotaciones agropecuarias. Si le sumamos las que quebraron durante la década del noventa, que fueron 103.000, nos arrojaría que, en los últimos 30 años, se esfumaron casi 200.000 chacras mixta. Esto significó la pérdida de más de 900.000 puestos de trabajo en el sector rural.

—Gracias a esto, el 93% de los habitantes de este país nos concentramos solo en un puñado de ciudades.

¿Sabemos a dónde van a parar esas familias? ¿Nos importan? ¿Comprendemos cómo nacen y se expanden los conflictos de tierra? ¿Nos manifestamos a favor del desarraigo? ¿Qué opinión tenemos de que el 40% de las tierras estén en manos de solo el 1% de la población? ¿Complejizamos el debate?

La usurpación de tierras que molesta, se reprime y desaloja, es la que proviene del pueblo pobre

El conflicto suscitado en el vientre de una familia patricia de Entre Ríos, los Etchevehere, trajo consigo distintas vertientes de opinión, en torno a la importancia o no del mensaje que se desprende del mismo. Los patrones de estancia y el poder fáctico de un país que abraza una deshumanizante cifra de desigualdad aparecerían en la escena mediática escuálidos de argumentos y tambaleantes, gracias a una astilla proveniente del mismo palo.

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(Imagen: Contacto Radio)

La decisión de Dolores Etchevehere de ingresar a la Estancia Casa Nueva encabezando el Proyecto Artigas significó una mojada de oreja imperdonable para una familia acostumbrada a no verse interpelada por nada ni nadie. Un cimbronazo mediático, que sirvió como ariete para introducir una vez más la discusión sobre qué tipo de modelo necesitamos, desnudando el accionar espurio, sistemático e histórico, por cierto, de este tipo de clanes familiares.

Entre dimes y diretes, pancartas y arengas referidas a la propiedad privada, república y libertad, asomaría con fuerza una de las tantas “agachadas” de los Etchevehere, una voz firme, pero, por sobre todo, digna, denunciaría con la fiereza necesaria la impune usurpación de 70 hectáreas pertenecientes a la Escuela de Educación Agrotécnica N° 151 del lugar. Hasta el pozo y el tanque de agua alambraron, con prepotencia infame.

Con la intención de conocer los detalles de una usurpación de la que poco se habla, y parece ser que poco interesa, Conclusión dialogó con Fabián Casals, docente de la escuela Agrotécnica damnificada. “Esto viene desde hace un tiempo atrás, lo que pasó fue que gracias a la pelea familiar quedaron al descubierto estos entramados, que han impulsado en su momento con el gobierno de turno de aquellos años. Así fue como se quedaron con 70 hectáreas de la escuela agrotécnica, que hoy se encuentra funcionando en lo que es el casco viejo de la Estancia el Quebracho, que pertenecía al Establecimiento Argentino Bovril».

El frigorífico se privatizaría en 1991, para ese entonces, arrastraba una deuda de 100 millones de dólares. Esta sería la primera privatización de la era menemista, algo que lejos estaría de resultar beneficioso. “Una vez que cierra en 1993 el frigorífico, esas tierras pasan a formar parte del patrimonio del Estado, es allí que a través de algunas organizaciones de docentes, comienza el impulso de una escuela agrotécnica que finalmente termina por concretarse. Destacando que la misma contaba con más de 70 hectáreas, lamentablemente en estos momentos solo cuenta con algunas hectáreas productivas que se están trabajando. En ese momento, se encontraba como gobernador Jorge Pedro Busti, quién comentó que a la familia Etchevehere se le vendió una parte de esas 70 hectáreas, pero que estos se quedaron con todas, que no son otras que la de la escuela”.

Como la historia lo indica hace siglos, los ricos no piden permiso y atropellan derechos, libertades y sueños. “Lo hicieron a través de un manejo patotero, son estas cosas las que hacen rebelarme, ya que a la educación hay que cuidarla y no atacarla de esa forma. Destacando que aparte de las tierras, se quedaron con el pozo y tanque de agua que abastecían del vital elemento tanto a la comunidad educativa como a la producción vegetal y a los animales. Los Etchevehere prometieron que iban a encargarse de realizar una perforación que nos devolviera el agua, pero eso nunca sucedió, lo único que pudimos lograr después de muchos reclamos fue una extensión del caño que ya se encontraba sin uso. Pero claro, el manejo del agua seguía siendo patrimonio de ellos, incluso la misma llegaba con agrótoxicos y musgos producto que el tanque se encontraba al descubierto y sin tratamiento alguno”.

De un momento para otro, el establecimiento escolar pasaría a ser una de las tantas escuelas fumigadas del territorio entrerriano, provincia que ostenta el índice de cáncer más alto en la población infantil. “Recuerdo que una mañana me encontraba dando clases en una de las aulas linderas al alambrado que ellos corrieron, cuando comenzaron a fumigar con agrotóxicos que hizo que el lugar se torne irrespirable. Salimos con docentes y alumnos a pedirles por favor que dejen de contaminar el suelo y el aire, pero hicieron de cuenta que nadie les estaba hablando, son dueños de una impunidad siniestra. Estas son las situaciones que empujaron a que me autoconvoque como docente, en representación de la escuela pública, considero que de no salir a protestar y a denunciar estos arreglos a oscuras, entre gallos y medianoche, vamos  a ser cómplices de los poderosos que pisotean derechos”.

Los tiempos de la posverdad parecen continuar, la utilización de rancios eslóganes que para nada se asemejan a la realidad colectiva e individual, siguen pululando desprejuiciadamente. “Cuando este tipo de personas habla de propiedad privada y de usurpaciones, nos tenemos que remontar a quienes fueron los primeros apropiadores de las tierras de este país tan rico, aquellos desplazamientos de las distintas etnias, de aquellos que venían heredando de sus abuelos pequeñas chacras que servían para producir lo que ellos mismos consumían, hay mucha tela para cortar con este tema. La soja es la que a través de sus grandes plantaciones ha desplazado a los colonos, para de esa forma quedarse con sus tierras como con terrenos fiscales. Este modelo no genera trabajo, lo hemos visto con la familia Etchevehere, que han mantenido en situación de esclavitud a las personas, gente con más de tres décadas de sacrificio y sin aportes, cobrando lo que disponía esta familia. No podemos quedarnos callados, no debemos silenciar estos atropellos, en lo particular, no milito en ningún partido político, pero considero que debo educar tanto adentro de las aulas como afuera”.

Un reclamo, una discusión que trasciende claramente nombres y proyectos, para situarse sobre los ejes de un paradigma que debe mutar de manera inmediata. “Yo aplaudo a la señora Dolores y apoyo el Proyecto Artigas, pero qué garantía teníamos que esas hectáreas iban a volver a la escuela, ya que los valores de estas familias son muy distintos a lo que nosotros pregonamos. Esta disputa familiar se politizó tanto que acá la grieta que venimos teniendo se profundizó aún más, están aquellos que avalan este modelo de exclusión y que no abraza a las personas que están por fuera del mismo, y por el otro lado los trabajadores que tenemos en claro qué lugar debemos ocupar. Lo que pone muy triste es que haya colegas que apoyen este modelo no perteneciendo a esa clase social, es como si te invitasen a una fiesta para que contemples a la misma desde afuera. Los otros días charlaba con una amiga que me decía ¿pero eso no es resentimiento?, no lo es, es profundizar a través de la crítica una realidad que complejiza nuestra vida”.

Para concluir, Fabián Casals comentó que el senador departamental, Amilcar Genre Bert, presentó un proyecto en senaduría para que se investiguen estos movimientos fraudulentos por parte de los privados y el Estado. “Esperemos que esto pueda prosperar, ya que esta gente ostenta tanto poder que está en condiciones de trabar todo lo que intente avanzar en contra de sus intereses, ellos siguen avanzando por su huella, todo lo cooptan. En más de una oportunidad me han preguntado si no tenía miedo, ya que esta gente aparte de sembrar soja, siembra miedo, y mi respuesta es siempre la misma, no tengo miedo, la época del miedo fue en los 70. Yo lo tengo muy claro, de no hablar, me transformo en cómplice, incluso supo decirme una colega ‘no metan a la escuela en la discusión, ya que Luis Miguel todos los años nos da una vaquilla para la peña que realizamos’. Debemos dar una consciente batalla cultural para torcer esta incómoda realidad”.

*Por Alejandro Maidana para Conclusión / Imagen de portada: Conclusión.

Palabras claves: Entre Ríos, lucha por la tierra, Luis Miguel Etchevehere

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