La primera casa, los artificios de la memoria 

La primera casa, los artificios de la memoria 
11 noviembre, 2020 por Gilda

Por Manuel Allasino para La tinta

La primera casa es una novela de Santiago Loza, publicada en el 2019. El protagonista de la historia es Gonzalo, un adolescente que tiene una vida miserable y monótona, una existencia gris y vacía a la que ni siquiera la temprana muerte de sus padres provoca alguna alteración. Vive junto a su tía y hermana en un pueblito de provincia, y está cursando los últimos años de la secundaria. Su cuerpo se ha convertido en un campo de batalla, una entidad mutante que varía más allá de su voluntad.

Santiago Loza, con una prosa delicada y sensible, despliega a través de las páginas los artificios de la memoria como un hilo que oscila entre la cercanía y la distancia para rescatar lo doliente de las primeras cosas. 

santiago-loza-libro“Gonzalo trató de retener el sosiego del sueño, pero de inmediato lo perdió: su hermana estaba gritando. Se levantó de un salto de la cama y corrió hasta la sala. La tía Delia llevaba a Diana abrazada envuelta en una manta, la conducía hacia el baño. Diana caminaba con dificultad, como un zombi. No levantó la vista cuando él preguntó qué pasaba; Delia le clavó la mirada y le ordenó que volviera al cuarto, que no se metiera en cosas de mujeres, que las dejara solas y se quedara encerrado hasta que lo llamen, que todavía no era hora del desayuno y que tampoco estaba en edad de andar en calzoncillos por la casa. Gonzalo volvió a la cama. Se tapó y trató de recuperar lo soñado, pero fue imposible, el sueño se había esfumado de su mente. Se quedó quieto. Recién comenzaba el otoño y hacía un poco de frío. Pensó en tocarse, pero el grito de su hermana lo había perturbado y por más que se tocaba no le pasaba gran cosa.  Estaba preso de un estado parecido al susto. Como si arriba de su cuerpo hubiera caído un peso de forma gelatinosa y fría, y esa cosa envolviera su espíritu.  Pensó: no voy a poder con este día. ¿Por qué grita Diana? ¿Cuál es el secreto doloroso que guardan las mujeres? Y habrían seguido las preguntas internas de no ser porque Delia entró y abrió la persiana, y la luz penetró de golpe en el cuarto, molesta y blanca, excesiva. Y la tía insistió con el tema del slip. Que ya era un hombrecito y que no era bueno mostrar los atributos delante de dos mujeres como ellas. No tenían por qué ver en ayunas las protuberancias masculinas. Gonzalo se puso un pantalón de pana un poco avejentado. Fue a la cocina, se sentó a la mesa y tocó el mantel de hule. Fue el primer contacto del día que su cuerpo tuvo con otra cosa que no fuera él. Hasta ese momento, solo había estado dentro de sí; estaban las telas de las sábanas y de la ropa, pero eran como una segunda piel, un intermedio”.

Gonzalo, en la feroz cotidianeidad de la escuela, encontró refugio en su único amigo, Damián. Con él puede hablar de todo, sentirse contenido y, con el tiempo, descubrirá un deseo que todavía no puede nombrar.

La primera casa, segunda novela de Santiago Loza, es un relato sobre un adolescente en proceso de cambio. El cineasta, dramaturgo y escritor cordobés relata la fatídica transición de Gonzalo hacia la adolescencia, bajo una intemperie emocional alimentada por el destierro de sus pares y la severa tutela de su tía. Todo ocurre en los años ochenta en un pueblo de provincia, donde el protagonista empieza a construir su identidad sexual a partir de la atracción por un amigo, el único que no lo excluye. 

“Antes, sólo Diana se reía conmigo. Pero es distinto hacer reír a un ser triste como Diana que a Damián. Provocar la risa en mi hermana es un acto de caridad. En cambio, hacer reír a Damián me halaga. Él no tiene necesidad de risa, podría reírse con los otros, con los chistes groseros, pero prefiere reírse de lo que yo le cuento. Con Damián descubro que tengo un agudo poder de observación. La soledad me vuelve retraído y ese desplazamiento hacia un fondo me convierte en espía: durante las horas de clase puedo detectar los detalles que a los brutos se les escapan. Hablando con Damián, dejamos en evidencia la torpeza del resto y nuestra superioridad. Estamos apartados, pero somos más que ellos. Tenemos un poder dual que los otros ignoran. Con él también hablo de películas. Me gusta contar las tramas. Lo hago con Diana, que no tiene paciencia para verlas. Mi hermana prefiere que se las cuente, dice que las disfruta  más en mi relato. Que si las mira, se distrae y no puede encontrar el punto de interés. Con mis relatos se concentra y ahorra tiempo.  Damián es especial, se desprendió del resto para rescatarme de la total soledad. Con él descubrí que se puede confiar.  Damián y Diana, los dos nombres con D. Esas presencias son necesarias para subsistir. No podría sin ellos. Hubiese sucumbido mucho antes. Ellos están ahí para sostenerme. Me dan un presente, una entidad. Con ellos puedo ser y eso no los asusta. Y al escucharme, me recuerdan que soy parte del mundo, que tengo la posibilidad, el derecho, de ser parte de lo vivo. A Damián le hablé de mis padres, de la muerte, de Diana, de nuestra orfandad. De la tía que nos cuida. De mis ganas de irme de esta ciudad. De irme lejos, para siempre. Incluso parece entusiasmarse con el plan y yo espero que, de tanto hablar de la huida, él se sume. Que nos vayamos juntos, escapar como un dúo inseparable, hacer un viaje largo, corriendo peligros y aventuras: de a dos, el temor se amortigua. Quiero tener con él un viaje de película, con risas en la madrugada, en la ruta, libres. Faltan menos de dos años para que termine el infierno escolar. Mi cuerpo está poseído por fuerzas desconocidas. En el banco de al lado, durante las clases, Damián es el custodio de mi devenir. Lo miro de reojo, la luz entra por la gran ventana de la mañana y le atraviesa el pelo claro y finito, generando un aura. Un extraño resplandor que lo hace más extraordinario todavía”.

La primera casa  de Santiago Loza es una novela que se concentra en las mutaciones de Gonzalo, un chico huérfano que sueña con huir de un pueblito que lo sofoca y asfixia, y del que sólo puede evadirse yendo al cine. Hay una liberación, pero es parcial, porque, cuando algo está golpeado o lastimado, quedan profundas secuelas. 

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Sobre el autor

Santiago Loza (1971, Córdoba). Dramaturgo, cineasta, escritor. Dirigió los largometrajes Extraño, Rosa patria, La Paz, Breve historia del planeta verde, entre otros. Sus películas participaron en festivales nacionales e internacionales como el de Cannes, Locarno, Berlín, San Sebastián y Londres. Recibió importantes premios: el Tiger Award del Festival de Roterdam; mejor película, mejor director y premio especial del jurado en diferentes ediciones del BAFICI; premio especial de la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes, premio Tedy mejor película queer en el Festival de Berlín.

Como dramaturgo, escribió Nada del amor me produce envidia, Matar cansa, Pudor de animales en invierno, Todo verde, La mujer puerca, Todas las canciones de amor, entre otras. Sus obras han sido representadas en los circuitos alternativos, comerciales y oficiales en la Argentina y en el exterior. Fue distinguido como dramaturgo en los premios Teatro XXI, Trinidad Guevara y Konex Letras.

Fue creador de la serie televisiva Doce casas, ganadora del Martín Fierro mejor unitario 2014. Y también publicó los libros Textos reunidos, Obra dispersa, Yo te vi caer, Empiecen sin mí y la novela El hombre que duerme a mi lado. 

*Por Manuel Allasino para La tinta.

Palabras claves: literatura, Novelas para leer, Santiago Loza

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