“El boom de la Bici”: fanzine y ciclomecánica
Una bici con rueditas, rosa, con canasto. La bici grande, de la adolescencia. Una bici de regalo. La bici de madera, sin pedales, esa con la que hija conquistó el equilibrio. Una bici como recurso, entre tantas crisis. La bici como resistencia y como conciencia. ¿Qué hay detrás del boom de la bici?
Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta
El Boom de la Bici. Así se llama el fanzine que acaba de sacar Diego Galíndez junto con el Taller Suipacha. Es una recopilación de todas las ilustraciones -de dos años a esta parte- realizadas por el artista para cada evento del taller y, con la compra de la publicación, contribuís al sostenimiento del espacio.
Galíndez es cordobés, pinta y dibuja desde siempre. Estudió en la UNC. Pero, sobre todo, tiene horas, días y años de laburo sobre el papel, sobre la pintura, la materialidad y las posibilidades de la imagen como recurso para decir. Creció entre tintas de serigrafía y de imprenta. Entonces, le es natural conjugar los lenguajes del arte y de la gráfica.
Suipacha es una calle del tradicional barrio Pueyrredón de esta ciudad. Mas no solo eso: Suipacha es un taller popular de ciclomecánica, espacio que se construye y transforma desde lo comunitario. Un lugar para compartir y aprender con otres, donde podés ir y arreglar tu bici en compañía, donde un cumpa te puede enseñar lo que sabe de mecánica y juntes ir encontrando la solución. Suipacha es un laboratorio, no por la pulcritud, sino por la experimentación y el espíritu de encontrar respuestas explorando las posibilidades. Casi como el taller de un artista, que siempre será un laboratorio.
Al cruce con el arte
Suipacha tiene siete años de rodar con la lógica de la autogestión y de la circulación libre de saberes. Algunes de sus participantes cuentan que se piensan en tres ejes: “La bici, el conocimiento libre y la reapropiación del espacio público para invitar al juego”.
Es en este punto que encuentro el cruce con las artes. Primero, porque es difícil pensar las artes separadas del disfrute y de lo lúdico, y, segundo, porque como espacio este taller siempre generó actividades comunitarias, íntimamente relacionadas con lo artístico: muraleadas, cine al aire libre, bicicleteadas con postas, carnavales y un gran etcétera.
Quizás por casualidad, o por vecino, o por algo de todo lo que ahí adentro sucedía, llega Galíndez al taller. Con su bici para arreglar, sin mucho conocimiento en la materia y a la expectativa de aprender. Quienes arreglan su bici aquí dejan una colaboración para que el espacio siga rodando. El artista me cuenta que encontró como forma de colaborar lo que sabe hacer: dibujar. Entonces, empezó a dibujar a algunos vecinos de barrio, también inventó sus personajes inspirado en participantes del taller.
Galíndez ya tenía ilustraciones con esta temática de alguna otra época porque, como cuenta, la bicicleta le trae gratos recuerdos de la infancia y la adolescencia. Recuerda también que su mamá siempre dice que, de adolescente, compraba y vendía bicis entre sus amigos. Le pregunto sobre el dibujo en sí mismo y dice: “La estética de mis dibujos surgió de modo natural, sin forzarla, apareció en la acción de dibujar. Se asemeja al cómic, la ilustración”.
Sobre la serie de dibujos que compilaron para El boom de la bici, dice que, además de retratar personajes del taller y del barrio, le interesó ilustrar jugando con las formas y objetos que componen la bici, no por su funcionalidad, sino por su sentido poético en la imagen misma.
Además, fue adaptando los dibujos a la información necesaria para los flyers de las actividades y eventos de autogestión de Suipacha, como la rifa mensual o la cadena.
“El librito lo hicimos con los recursos que contábamos, por ello, tiene la estética de un fanzine. La tapa está serigrafiada y cosida a máquina, es artesanal. En cuanto a su tamaño, queríamos que vaya dentro de un frisbee que también está impreso por mí, en serigrafía”, dicen.
También, el año pasado, el artista dictó un taller de dibujo de bicis junto con Cecilia Candia y realizó una serie de intervenciones en la vía pública en las que imprimía serigrafías en su bicicleta.
La bici: excusa, medio y apuesta
Desde siempre, la bici nos conecta con otros lugares, con otras personas, con lo bonito del juego en la infancia, con recuerdos, con regalos esperados, con desafíos. Con poner el cuerpo todo a rodar, aprovechar el envión, descansar y recuperar fuerzas para las subidas. Con sensaciones que pueden ser inexplicables, pero bien parecidas a la libertad, si es que podemos explicar la libertad.
En Suipacha, la bici es la excusa para encontrarse, para compartir, para crear con otres, para hacerlo en diversidad. Para resistir en comunidad, aun en este contexto hostil. Suipacha se construyó con muchas manos y dándole una segunda oportunidad a las cosas, que es también uno de sus objetivos.
“Un dibujo tiene la gracia de quien llega sin pedir permiso, para algunos es una serendipia pronta a ser destino. Un verdadero dibujo puede provocar risa con su desparpajo. Sería un error sentarlo en el banquillo de los acusados porque tiene la frescura de quien no sabe lo que va a decir. Los ciclistas son poemas rítmicos que iluminan el trajín de un barrio con anécdotas visuales”, dice la artista Cecilia Candia en el fanzine.
No podemos negar que estamos atravesades por la realidad de miles de jóvenes con empleos informales en aumento, a raíz del crecimiento de las apps de pedidos y envíos a domicilio. Hoy, muches, ante la crisis desatada por la pandemia, volvieron a la bici para no usar el transporte público o por la inexistencia del mismo en algunas ciudades.
Es que, sin dudas, en lo colectivo están las respuestas y la salida. La bici es una apuesta ante la necesidad impostergable de descongestionar las ciudades. Todas estas realidades, de una manera u otra, confluyen en El Boom de la Bici.
*Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta.
