Balcón de Punilla: un área natural “protegida” por sus vecinos

Balcón de Punilla: un área natural “protegida” por sus vecinos
21 septiembre, 2020 por Redacción La tinta

Por Marco E. D’Angelo para La tinta

La degradación ambiental ha adquirido un estatus global debido al avance desenfrenado de la frontera extractivista. El modelo de desarrollo económico hegemónico basado en la explotación de la naturaleza y de la sociedad no se puede sostener por más tiempo, pues ha alcanzado su límite físico. La producción natural global de los ciclos naturales de nuestro planeta resulta insuficiente para satisfacer la demanda creciente del mercado. Necesitamos más de un planeta Tierra para poder sostener el modelo económico imperante.

Dentro de la crisis ambiental global que amenaza al futuro de las sociedades humanas y de millones de especies vivientes, se manifiestan problemas ambientales cuyo nivel de complejidad y consecuencias se incrementan vertiginosamente con el tiempo. Muchos de estos problemas están asociados estrechamente al territorio donde ocurren y descargan sus efectos sobre las sociedades que lo habitan. 

El agua potable es esencial para la supervivencia de las sociedades humanas y de millones de especies vivientes. Sin embargo, los mecanismos reproductores del ciclo hidrológico se encuentran seriamente averiados por las actividades humanas en casi todos los espacios ocupados por las sociedades. Por caso, los recursos hidrológicos de la Provincia de Córdoba se encuentran severamente dañados. 


La pérdida del bosque nativo repercute en la reducción de la producción de agua potable al interior de una cuenca y en el aumento de la recurrencia e intensidad de desastres tales como crecidas, aludes, desaparición de cauces permanentes, incendios, degradación de ecosistemas, epidemias, etcétera. Por lo tanto, la pérdida del bosque nativo determina la disminución de la disponibilidad y calidad del agua potable dentro de un territorio. 


Los recursos hídricos de la Provincia de Córdoba se encuentran amenazados directamente por la expansión de la frontera extractivista, principalmente dentro de las zonas de captación de las cuencas hidrográficas. Si los recursos hídricos disminuyen dentro del territorio cordobés, además de los incalculables trastornos a la productividad ambiental y económica, a raíz de la invariabilidad de las leyes del mercado, el precio asignado al agua tendería indefectiblemente al alza. El agua se volvería, entonces, un “producto” más escaso, por consiguiente, más costoso. El aumento del costo, invariablemente, recaería sobre los consumidores a través del aumento de la factura del agua de todos los cordobeses.

A pesar de esta contundente realidad, las leyes invariables del mercado no prevén la redistribución de los recursos económicos hacia la protección integral del bosque nativo, productor insustituible del agua potable que se consume en la provincia (con la excepción del agua mineral importada de otros territorios). 

Todo lo contrario, mientras el servicio de agua de la ciudad de Córdoba se encuentra privatizado, el mercado presiona para que se reduzca la superficie de bosque nativo a través de la renta inmobiliaria, los megaproyectos viales, los emprendimientos mineros y los enredados negocios asociados con los incendios forestales. Sin embargo, otros actores sociales han decidido poner en valor al monte con renovado entusiasmo y sin intereses crematísticos de por medio. Un caso paradigmático tiene como protagonistas a una asamblea de vecinas y vecinos del área natural protegida “Balcón de Punilla”, localizada en el departamento Punilla, en el corazón de las Sierras de Córdoba.

Estas vecinas y vecinos habitan el territorio bajo un sistema agro-ecológico de convivencia con el monte nativo y basan su modo de vida en la práctica cotidiana de los principios del Buen Vivir. Se reúnen cada semana para debatir las tácticas y estrategias que llevarán a cabo comunitariamente para reconstituir el espacio de monte que habitan y protegen de los peligros del mercado que amenaza con devastar los últimos remanentes de monte nativo. El área que protegen tiene una superficie de 250 hectáreas. Buena parte del área natural está cubierta por bosque serrano autóctono en máximo estado de conservación.

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(Imagen: Natalia Roca)

El área natural protegida se superpone con un fraccionamiento parcelario efectuado a principios del siglo XX, durante una época anterior a la crisis ambiental global y a la reforma constitucional de 1994 que incorporó la cuestión ambiental en la carta magna argentina. La irracionalidad de la configuración geométrica del fraccionamiento parcelario no solo es ambiental. Cientos de parcelas se encuentran sobre barrancos o cursos de agua temporarios. Todas las fracciones son absurdamente diminutas y no tienen en cuenta la intrincada topografía ni la presencia de bosque nativo serrano protegido por las leyes nacionales y provinciales vigentes. 

Algunos empresarios inmobiliarios sin escrúpulos comercializan irresponsablemente estas fracciones prometiendo a inversionistas incautos el acceso a un bien raíz en las sierras con todos los servicios cuando, en realidad, el fraccionamiento no dispone de agua corriente y la perforación de un pozo de agua profundo dentro del área está catalogada como delito ambiental. Las vecinas y vecinos organizados en asamblea han venido denunciando públicamente por diversos canales estas prácticas espurias ante la mirada esquiva de los agentes del Estado. Algunos empresarios inmobiliarios intentan hacer negocios con un área natural cubierta de monte nativo sobre una zona de captación de la cuenca más importante de la provincia de Córdoba sin tener en cuenta el impacto ambiental, social y económico de estas prácticas. 

El área natural protegida Balcón de Punilla está situada dentro de la zona de captación de la cuenca del río Suquía. Representa cerca del 2% de la zona de máxima productividad hidrológica de la cuenca. El arroyo permanente “El Algarrobal” traza una diagonal noroeste-sudeste al sur del territorio atentamente custodiado por sus vecinas y vecinos. Numerosos manantiales que salen del área alimentan a este pintoresco arroyo que desemboca en el río San Francisco o Grande de Punilla. 

Todo lo que pase en la cuenca del arroyo El Algarrobal repercute invariablemente aguas abajo. Entonces, la preservación de los espacios de bosque serrano altamente conservado garantiza el equilibrio del perfil hidrográfico general de la cuenca. Por otro lado, la restitución del bosque nativo en espacios parcialmente degradados por incendios o desmontes mejora sustancialmente el rendimiento de la cuenca, sobre todo en épocas de estiaje. Ambas acciones han sido sistemáticamente emprendidas por las vecinas y vecinos auto-organizados.

El manejo sustentable del monte implica una tarea ardua y permanente. Por un lado, se realizan tareas de raleo de especies invasoras –sobre todo, aquellas que consumen mucha agua o que dañan la flora nativa-, reforestación con especies autóctonas, prevención de incendios y desmontes ilegales, o campañas de concientización a la población aledaña. Paralelamente, el colectivo de vecinas y vecinos resiste organizadamente ante las políticas que atentan contra el monte frente a los numerosos intentos de avance de los empresarios dedicados al extractivismo forestal e inmobiliario sobre los territorios protegidos.

La comercialización de fracciones emplazadas en el interior del monte nativo por parte de inmobiliarias localizadas fuera de la región resulta, por lo menos, irresponsable. Estas empresas publicitan la venta de lotes con todos los servicios cuando, en realidad, están ofertando fracciones que solamente existen en antiguos planos y que han sido dibujadas “con un dedo en la arena” hace más de 80 años. 

El 75% de las calles que figuran en estos planos de fábula pertenecen al reino de la ficción inmobiliaria. Un sendero de vacas se interna en el monte siguiendo el trazado de uno de estos bulevares imaginarios, pero, de repente, se topa con un barranco impracticable. Algunas arterias son materialmente imposibles, puesto que, en el plano, discurren sobre peñones, laderas abruptas, cursos de agua temporalmente secos o cañadones ocupados por el monte nativo. Solo algunos caminos angostos pueden ser transitados con cuidado fuera de la época de lluvias. 

Aunque las empresas inmobiliarias prometen “todos los servicios”, el fraccionamiento no cuenta con aprovisionamiento de agua corriente. En este sentido, las leyes ambientales provinciales prohíben la perforación de pozos profundos en esta zona. Hace algunos años, una empresa, violando la normativa ambiental, realizó una perforación clandestina. Luego de excavar más de 100 metros de delicados estratos geológicos, no consiguieron dar con el agua y terminaron desistiendo debido a impedimentos tecnológicos. En otra ocasión, la Policía Ambiental de la Provincia de Córdoba clausuró tres pozos ilegales por violar las leyes ambientales vigentes. 

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(Imagen: Natalia Roca)

El arroyo “El Algarrobal” discurre, según los planos del fraccionamiento, por una minúscula reserva dentro del territorio del área natural protegida Balcón de Punilla. La Policía Ambiental controla periódicamente que el agua que se extrae por gravedad del serpenteante curso de agua para uso doméstico no sea derivada fuera del cauce. La prohibición no responde a un capricho jurídico, sino que se fundamenta en el escaso caudal que el embalse San Roque recibe durante el largo estiaje invernal, frente a la demanda creciente de la población urbana cordobesa. Los vecinos y vecinas, organizados en asamblea, cuidan que esta disposición se cumpla a pesar de las limitaciones que implica para el desarrollo de proyectos agroecológicos comunitarios. 

Cuando las empresas inmobiliarias ofrecen lotes dentro del área natural protegida, no especifican que no cuentan con agua corriente, distribución de energía eléctrica, red cloacal, recolección de residuos, mantenimiento de calles, alumbrado público, barrido y limpieza. Tampoco mencionan que no hay cobertura para telefonía celular ni servicio de internet. 

Resulta que estas empresas apuntan a una cartera de clientes que desconoce las particularidades geográficas del lugar, el marco jurídico que se corresponde con un área de bosque nativo serrano en máximo estado de conservación, la ausencia de servicios públicos esenciales y la presencia de una sólida organización de vecinas y vecinos que defienden al monte e impiden por todos los medios el desmonte o “limpieza” de los terrenos aviesamente comercializados. 

La fuerza y la perseverancia del colectivo de vecinas y vecinos auto-organizados para la defensa del monte nativo han permitido frenar el avance de la frontera extractivista en el Balcón de Punilla, un área natural “protegida” por sus habitantes.

*Por Marco E. D’Angelo para La tinta / Imagen de portada: Natalia Roca.

Palabras claves: bosques nativos, cordoba, extractivismo, Punilla

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