Relevan a escala mundial el estrés en contexto de pandemia
La economía del país, la situación de amigos y familiares que viven lejos, el riesgo de contraer el virus, la incertidumbre sobre la duración del aislamiento y las perspectivas laborales futuras. Esas fueron, en resumen, las fuentes de preocupación relevadas en COVIDiSTRESS, una encuesta de escala mundial que alcanzó a más de 100 países y que busca evaluar el impacto psicológico en contexto de aislamiento. Además, identificaron que las personas valoraron como apropiadas las medidas adoptadas por el Gobierno nacional para afrontar la situación generada por el COVID-19 y manifestaron haber hecho todo lo posible para reducir el contagio. Por Argentina, participó el equipo Kuska-Ruway-Investigación en Psicología y Economía Comportamental, radicado en el Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIPsi), un centro de doble dependencia (UNC/CONICET) de la Facultad de Psicología.
Por Soledad Huespe para UNCiencia
Además de la crisis sanitaria mundial, el COVID-19 repercutió en las esferas económica, social y política. Y, según aseguran las y los especialistas, el impacto psicológico comienza a vislumbrarse.
Para “medir” sus consecuencias, científicos y científicas sociales diseñaron una encuesta denominada COVIDiSTRESS. El relevamiento se focalizó en el estrés percibido por las personas y el cumplimiento de las medidas adoptadas por los gobiernos frente al coronavirus.
“El estudio se basa en una concepción del estrés como la percepción de una situación como incontrolable, impredecible y agobiante, siguiendo a autores clásicos en la temática”, aclara Cecilia Reyna, una de las editoras del estudio por Argentina. El sondeo también indagó variables como las estrategias de afrontamiento y la confianza en las instituciones.
Cerca de 120 mil personas de más un centenar de países compartieron sus vivencias durante la pandemia, respondiendo la encuesta entre el 30 de marzo y el 30 de mayo de 2020. En nuestro país, la recolección se extendió hasta el 7 de junio de 2020 y recogió las experiencias de 6.347 personas.
Los resultados están plasmados en un reporte publicado en el sitio COVIDiSTRESS global survey. “En este informe, nos centramos en Argentina y, en algunos casos, recuperamos resultados de otros países de Latinoamérica con fines comparativos”, explican desde el equipo local de edición.
Las fuentes del malestar
“Las consecuencias del COVID-19 sobre la familia y el país fueron las principales preocupaciones de las personas durante todas las fases de aislamiento consideradas en este reporte. En menor medida, se ubican las preocupaciones hacia las amigas y amigos cercanos o de otros países del mundo y, por último, en ellos mismos”, sintetizan las autoras y el autor del informe.
“Es importante mencionar que los niveles de preocupación decrecieron con el transcurso del tiempo. Se observaron niveles más altos de preocupación en las primeras fases con respecto a las últimas, en relación a las distintas variables (familia, país, amigos/as, otros países del mundo y mi mismo/a), pero con variaciones específicas”, completan.
Las principales fuentes de malestar identificadas estuvieron vinculadas a la economía del país (con 5 puntos en una escala del 1 al 6), la situación de amigos/as y familiares que viven lejos, el riesgo de contraer el virus, la incertidumbre sobre la duración del aislamiento, el riesgo de morir de COVID-19 y las perspectivas laborales futuras. Todas estas variables fueron valoradas con 4.5 puntos.
Entre otras fuentes de malestar, se incluyeron los ingresos actuales, la educación de los hijos e hijas, y el acceso a las necesidades básicas como comida, entre otras.
¿En quiénes confían las y los argentinos?
De sus respuestas, surge que confiaban más en instituciones como el sistema sanitario del país y la Organización Mundial de la Salud. Luego, en el gobierno, la policía y la administración pública. En todos los casos, la confianza disminuyó a lo largo de las fases del aislamiento.
En el período estudiado, quienes respondieron valoraron como apropiadas las medidas adoptadas por el Gobierno nacional para afrontar la situación generada por el COVID-19 en términos generales, valoración que se sostuvo a lo largo de todas las fases.
Por otra parte, las y los encuestados manifestaron en gran medida haber hecho todo lo posible para reducir el contagio a lo largo de las fases consideradas, aunque eso disminuyó en las fases 5 y 6.
Teléfono, hobbies y TV, los principales aliados
La encuesta contemplaba también un sondeo de las principales estrategias para afrontar la situación de aislamiento.
“El contacto telefónico o virtual con amigos/as y familiares, las actividades de entretenimiento, el uso de redes sociales y el conocimiento de las medidas adoptadas por el Gobierno o los servicios públicos resultaron las más útiles, en contraposición con los videojuegos online o recurrir a Dios o la religión que fueron las menos escogidas”, resumen desde el grupo de investigación.
Quienes completaron el formulario también respondieron con qué frecuencia experimentaron distintas situaciones de estrés en la última semana previa al momento de completar la encuesta, con una escala de ‘1 = nunca’ a ‘5 = muy a menudo’.
“Los argentinos mostraron un nivel medio de estrés durante todas las fases de aislamiento indagadas en este estudio, que no supera los 3 puntos en una escala del 1 al 5”, manifiestan las investigadoras y el investigador.
Sin embargo, donde sí registraron variaciones fue en la edad: “A medida que aumenta su edad, las personas percibieron menores niveles de estrés”, agregan.
A su vez, los niveles de estrés percibidos por las personas difirieron según su situación laboral. A grandes rasgos, se observó que los y las estudiantes percibieron los mayores niveles de estrés y estos aumentaron a medida que avanzaron las fases de aislamiento.
En contraste, los y las jubiladas percibieron los menores niveles de estrés y, a su vez, estos niveles se mantuvieron durante todas las fases de aislamiento. “Luego de los estudiantes, fueron los desempleados/as quienes presentaron mayores niveles de estrés, en contraste con el resto de los grupos. Le siguieron los trabajadores por cuenta propia y los empleados/as a tiempo completo o medio tiempo”, completa Reyna.
Al comparar entre países, se observó que Brasil presentó niveles de estrés un poco más altos que Argentina, México y Panamá. Los niveles de estrés percibidos en Argentina y México fueron similares y, a diferencia de Brasil, se incrementaron desde marzo/abril a mayo, superando los 3 puntos. En Panamá fue donde se observaron los niveles de estrés más bajos.
Fases y muestreo
El cuestionario se difundió a través de redes sociales (Facebook, Instagram, Whatsapp) y los datos se recolectaron de manera online a través de una plataforma específica.
Se definieron seis fases en consonancia con las etapas de administración del aislamiento decretadas por el Gobierno nacional: la primera fase abarcó del 30 al 31 de marzo; la segunda, del 1 al 12 de abril; la tercera, del 13 al 26 de abril; la cuarta, del 27 de abril al 10 de mayo; la quinta, del 11 al 24 de mayo; y la sexta, del 25 de mayo al 7 de junio.
Participaron 6.573 personas en total, de manera voluntaria y anónima. En el análisis final, solo se incluyeron las respuestas de 6.347, puesto que se aplicaron algunos criterios de exclusión.
Quienes completaron la encuesta tenían entre 18 y 85 años, eran de distintos géneros (principalmente, mujeres) y tenían distintas actividades laborales. Si bien hubo un predominio de gente de Córdoba (28,1%), hubo representantes de las 23 provincias de Argentina y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CaBA).
El muestreo fue autoelegido (no probabilístico). Las personas decidieron, voluntariamente, si respondían o no la encuesta. El instrumento contaba con adaptaciones al contexto local y preguntas generadas ad-hoc referidas a COVID-19.
*Por Soledad Huespe para UNCiencia / Imagen de portada: UNCiencia.