#SomosPlurinacionales: Venezuela

#SomosPlurinacionales: Venezuela
5 agosto, 2020 por Redacción La tinta

Por Redacción La tinta

Somos plurinacionales y nos reconocemos hermanes en el Abya Yala. Creemos que todas las voces nos construyen en los feminismos que somos. En medio de una pandemia que nos quiere individuales, dispersas y aislades, nos tejemos evadiendo las fronteras patriarcales y ponemos a circular relatos de organización y resistencia. En esta entrega, algunos trazos de lo que está pasando en Venezuela.

Venezuela se encontró con una pandemia importada en un contexto interno e internacional muy complejo. El gobierno de Nicolás Maduro es atacado por todos los frentes y Estados Unidos encabeza los embates aplicando, desde hace años, un bloqueo económico. Adentro, con pocas fuerzas, pero muy unidas, las feministas en la primera línea para seguir planteando sus demandas y luchando por una sociedad más justa para todes. Hasta ahora, se han reportado más de 20 mil infectades en el país y casi 200 muertos. Pero las Naciones Unidas (ONU) advirtió hace unos días que la carencia de implementos de salud y protección puede ser muy grave, y un riesgo potencial para el aumento del contagio, comenzando por les trabajadores de la salud.

Conversamos con Daniela Hinojosa, quien forma parte del colectivo feminista Tinta Violeta, una red que, a partir de expresiones artísticas como el cine, la música, la danza, las artes visuales, la poesía o los medios de comunicación, impulsan la reflexión y la acción para modificar la situación de exclusión de las mujeres.

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Imagen: Alba Ciudad

—¿Cuáles son las particularidades de Venezuela hoy para pensarse en el contexto de pandemia mundial y de la lucha feminista en este marco?

—Nosotras tenemos una particularidad muy fuerte y es que este es un país bloqueado. El sueldo mínimo son 2 dólares y un kilo de queso vale más o menos entre 5 y 10. Esta realidad hace que sea mucho más compleja la situación que viven las mujeres venezolanas a las que se viven en otros países. No es solo resolver el día día, la cotidianidad, también es tener múltiples trabajos en búsqueda de diferentes ingresos, muchas tenemos 3 o 4 trabajos. Es muy difícil vivir en un país bloqueado, es el pueblo el que está en medio de esta arremetida tan grave que está haciendo el imperialismo contra Venezuela. Sobre todo, las mujeres, que tenemos la carga de mantener la vida, de alimentar a hijos e hijas, cuidar a los viejitos y viejitas, al final, somos nosotras las que tenemos esa responsabilidad última, es una situación muy compleja y triste.

Otra de las cosas que a las mujeres venezolanas nos está afectando mucho es el tema de los servicios, hay falta de agua, cortes de electricidad, un Internet muy lento, ni por los datos de celulares ni a través del Internet de la casa llegamos a buena conexión. Esto significa pensarnos de otra forma, es todo un reto la comunicación a través de estos medios digitales y complejiza mucho la vida cotidiana, y, por lo tanto, la militancia y las acciones que podemos emprender.

—¿Cómo está afectando el bloqueo económico a la provisión de materiales de protección y cuidado esenciales para la salud de les venezolanes?

—Aquí, la gente se pone la mascarilla, se las hace, inventan liga, formas, cuerdita, poca gente veo con mascarillas comerciales y casi nadie usa guantes, porque los costos son altísimos. Es súper complicada la adquisición de este tipo de implementos para la protección, el alcohol cuesta más que el sueldo mínimo. No es porque no hayan cosas, sino por el costo que tienen y la mayoría no podemos acceder a ellos. Por supuesto que lo caro de los implementos de protección tiene que ver con el bloqueo, dadas las sanciones financieras que significan para cualquier proveedor en el mundo venderle a Venezuela, se encarecen mucho los costos. Lo que sí, hemos tenido mucha solidaridad de Cuba, China y Rusia, y creo que eso ha apaleado un poquito el problema.

—¿Cuáles han sido las medidas desde el gobierno contra la pandemia y cómo han atravesado este momento tan particular?

—Empezó siendo una cuarentena muy estricta, habíamos logrado parar en el país, eso fue una excelente medida por parte del gobierno, ya que se logró contener el tema al principio. Pero la necesidad de poder resolver la vida diaria, subsistir en lo económico, significó que se flexibilizara la cuarentena y, ahora, después de esa flexibilización que implicó un plan de 7 x 7, es decir, 7 días de flexibilización y 7 días de cuarentena, e incluso aislando a algunos municipios que tenían focos de COVID-19, los números están empezando a escalar.

—La pandemia en la región tiene complejidades para las mujeres y disidencias. ¿Cómo viven desde los feminismos venezolanos el contexto actual?

—En este contexto, tenemos una cosa que nos ha dolido y afectado: la lejanía, sobre todo, física. Porque, dentro de nuestra colectiva y con otras hermanas del feminismo venezolano, tenemos una sede donde confluye mucha gente más allá de Tinta Violeta, como lugar para abrazarnos, formarnos y reunirnos. Con la cuarentena, al no poder acceder a esta, sin duda nos hace falta la piel, la voz de la hermana, la mirada aprobatoria.

Pero hemos logrado visibilizar y aprendido a usar nuevas herramientas tecnológicas para la difusión de nuestra agenda y desarrollamos nuevas capacidades. Hemos puesto sobre la palestra el tema de la doble y triple jornada, la sobreexplotación que sufrimos las mujeres en el hogar, la economía del cuidado y el cómo somos las encargadas del cuidado de la vida. También el tema de la violencia contra las mujeres, que tristemente se ha incrementado mucho durante la cuarentena y no sólo contra las mujeres, sino también contra niños, niñas y adolescentes. Teníamos un camino andado desde antes de este contexto en las redes sociales y el feminismo se ha valido de ello para avanzar en términos de visibilización, hemos incrementado y potenciado al mil por ciento esa habilidad.

Nosotras veníamos en una campaña desde octubre del 2018 contra los femicidios a partir del asesinato de una compañera muy cercana, Mayell Hernández. Nos montamos sobre la agenda contra la violencia y, desde Tinta Violeta, arrancamos el proceso de formación para un voluntariado que se llama “Mayell Hernández”, para hacer acompañamientos amorosos a personas en situación de violencias. La cuarentena nos encontró no tan organizadas y esperando que esto durara poco, pero ya lleva cuatro meses y hemos tenido que responder a esa realidad, y lo que teníamos planificado se va modificando.

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Imagen: Alba Ciudad

—Respecto a las políticas de Estado y a las situaciones que viven las mujeres y disidencias, ¿cómo es la situación de violencia de géneros en este contexto?

—Sobre la violencia machista, como nos gusta llamarle a nosotras, en nuestro país, tenemos una ley maravillosa que tipifica 21 tipos de violencia machista, por ejemplo, la flagrancia en términos de violencia machista tiene una duración de 48 horas después del hecho que la produce. Pero bueno, tenemos también un sistema de justicia que nunca ha sido realmente revolucionado y que nunca ha sido ni siquiera reformado. Entonces, es un sistema de justicia bastante corrupto, muy patriarcal y, más que patriarcal, machista. Es un sistema muy permeado por el tema religioso, hay muchos tabúes en los funcionarios, jueces, juezas, abogados y abogadas. Ahora, la violencia machista pasa a ser uno de nuestros problemas más graves, en términos de protección por lo menos, el ejecutivo tiene las políticas, pero no tiene suficientes funcionaries, no tiene infraestructura para la atención, no hay casas de abrigo, hay sólo una o dos en todo el país para la protección de las mujeres que están en situación de riesgo inminente. La falencia en el sistema de protección tiene que ver particularmente con la falta de recursos y que no permite que la ley, que es tan buena, funcione. Ante esto, como feministas creemos que, si hay un problema, tenemos que ponernos al frente de la tarea de proteger a nuestras compañeras, a todas aquellas mujeres que están en situación de violencia, se sientan o no que están en situación de violencia.

Otro problema que tenemos, que es bastante grave y que ha incrementado a pasos agigantados en muy poco tiempo, es el tema de la trata y la explotación sexual. Que es una consecuencia de la crisis, siendo pobres, las mujeres migran a los países vecinos y, al no conseguir trabajo, se prostituyen o terminan en manos de las redes de la trata. Ya desde Venezuela hay redes de trata funcionando, de captación de mujeres y chicas pequeñas para la trata.

—Ante un futuro incierto, supongo que hacer predicciones no es fácil. Sin embargo, tal vez puedas contarnos cómo creen que seguirá esta situación. ¿Dónde se deposita la esperanza a futuro para ustedes?

—Nosotras ciframos nuestras esperanzas en nuestras capacidades, en la comuna, en la gestión no solamente de las feministas, sino de los movimientos sociales, de las diferentes iniciativas campesinas. Hay un plan que se llama pueblo a pueblo, que es una distribución de alimentos del campo a la ciudad directamente, que hacen colectivas campesinas que venden directamente a comunidades en Caracas y en las diferentes ciudades. Ciframos nuestra esperanza en el crecimiento comunal, en el empoderamiento de la gente y en la capacidad creativa del pueblo de solucionar a través de producción diversa, distinta, desde otras lógicas, de reinventarnos desde otro lugar y poder, a través de la solidaridad y del crecimiento comunitario, salvar las grandes dificultades que estamos viviendo.

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*Por Redacción La tinta / Collage de portada: Angela Camacho – @thebonitachola.

Palabras claves: SomosPlurinacional, Venezuela

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