¿Qué se disputa en el humor?

¿Qué se disputa en el humor?
19 agosto, 2020 por Redacción La tinta

En tiempos de digitalización de la vida, algunas expresiones desde el humor han venido expresando miradas racistas, gordoodiantes, transodiantes y misóginas. En las últimas semanas, en las redes sociales, circularon desde risas hasta repudios generalizados. Pero hay otro humor posible que supera la barrera del fascismo cultural y construye otros mundos posibles, sin odio. Por eso, llenamos la nota de humoristas e ilustradoras mujeres, lesbianas, trans y no binaries, porque las hay, son muchas y muy buenas.

Por Redacción La tinta

La semana pasada, nos llevó, de pronto, a tener que volver a discutir cosas que creímos que ya estaban (casi) resueltas: el humor machista, transodiante y misógino. De sopetón, nos encontramos dos días seguidos con viñetas e ilustraciones que nos recordaron a los sketchs de Olmedo y Porcel, o al Tinelli de los 2000. Cada vez que les humoristas encuentran un eco en las risas, más o menos silenciosas, nos damos cuenta nuevamente de que todavía existen esas formas de pensar que expresan odio. Lo que sorprende, también, es que, a veces, viene de la mano de personajes “progres”.

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Eameo, una página de memes y humor, se ensañó con las personas trans hace mucho tiempo, encarnándose en la figura de Zulma Lobato como su foto de perfil, y volvió chiste una de las situaciones de fragilidad más aberrantes que la cuarentena puso a la luz. Zulma asaltada y golpeada, desnuda y viviendo en condiciones de precariedad, una imagen que fue reproducida primero por los medios de (in)comunicación. Tras las repercusiones, vinieron unas disculpas que pusieron en evidencia esa conciencia, o impunidad por momentos, de creer que todo puede ser objeto de chiste y que eso disfraza cualquier prejuicio y lo justifica.

Luego, vino Sendra, un dibujante septogenario que, en un intento por burlarse de una medida afirmativa del gobierno que logró condensar años de luchas feministas por la paridad en los espacios de poder, realizó una viñeta en donde planteaba que el cupo femenino en las empresas iba a obligar a que, en las reuniones, se hable de chongos, tampones y dietas. Está bien, lo hizo en el diario Clarín, altamente opositor al gobierno y al feminismo. Pero demuestra que todavía existe, en el imaginario social, la idea de que las mujeres no podemos ocupar puestos de poder y que, en nuestras cabezas, no hay otras cosas más que cuestiones banales y superficiales.

Pero también en la Revista Barcelona, un periódico supuestamente de izquierda, apareció una ilustración en donde se equiparaba el acuerdo con los acreedores de la deuda externa del país con una violación, de manera explícita en una imagen y palabras como “quedate adentro mientras te damos maza”.

 

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En ambos casos, hubo un repudio generalizado, seguido de un pedido de “disculpas públicas” que, sin embargo, embarraron más la cancha, con argumentos que sostienen que «sólo es un chiste» o que acusan de censura y falta de libertad de expresión, ridiculizando el repudio feminista por «extremo». Leer estas “disculpas” nos da las herramientas necesarias para entender cómo, todavía, estamos tan lejos de la sociedad que queremos.

Sendra, por su parte, planteó que él aboga por una especie de “nadie menos” y que no se pone ninguna camiseta, y Barcelona, por el otro, hizo una sátira de un chiste de borrachos, explicando que, entonces, tampoco se puede ya burlar de los borrachos porque el alcoholismo es una enfermedad. Ambas invisibilizan y menosprecian el legítimo reclamo de quienes nos paramos para marcarles la cancha.

Argumentos como: “Reírse de chistes no te hace ser actor de discriminaciones”, “es un humor sutil”, “así es el humor negro”, “ahora todo resulta ofensible” son aún frecuentes y evidencian la pregunta sobre: ¿cómo se construye capital mediático y a costa de quiénes? Hay una maquinaria mediática amenazante que produce, a través de cosas tan “livianas” como los memes, el humor gráfico o los chistes en paneles y noticieros, discursos de odio que se disfrazan de otras cosas más “aceptables”, pero que, para nosotres, gritan a viva voz aquello que intentan ocultar.

Consumistas del humor

En un contexto en donde los feminismos avanzaron tanto y trastocaron los sentidos sobre la vida, estos episodios en el humor argento no parecen detalles menores, ya que expresan sentires de los sectores más reaccionarios y conservadores con quienes dialoga ese humor. Incluso, con esos mismos sectores dentro de los progresismos o las izquierdas, que no están exentas del machismo. La aparición de Lucas Grimson como integrante de la dirección de Adolescencias y Juventudes del Ministerio de Salud en los reportes diarios sobre el COVID-19 se viralizó de manera negativa no sólo por su edad, sino también por el uso del lenguaje inclusivo. Los ataques en las redes sociales y diarios no cesaron, un brote de violencias parecido sufrió, y sufre cotidianamente, Ofelia Fernández cuando llegó a su banca de diputada de la Nación.

La pandemia y su condición de aislamiento obligatorio hizo crecer la presencia y el consumo de las redes sociales, el whatsapp y la televisión abierta. Rápidamente, la cultura del meme puso en disputa sentidos sobre las corporalidades, por ejemplo: ¿cuánto engordaríamos en cuarentena?

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Ana Carolina, humorista standapera, feminista y lesbiana, plantea que el limite para definir aquello que entra en los bordes del humor es la ausencia de risa, hay chistes con los que ya nadie debería reírse. Con su propuesta de humor, expande los límites del sentido común e instala la pregunta: ¿te reís de quien oprime o de quien es oprimide? ¿Cuáles cuerpos son motivo de chistes? ¿Qué valores son puestos en duda? ¿Qué formas de vida son ridiculizadas? En fin, ¿cuáles son las vidas que valen en este sistema-mundo?

Durante años, tuvimos que observar en diarios, revistas y televisión cómo se objetivaba a las mujeres, se las ridiculizaba y se las desvalorizaba. Por muchos más, las identidades disidentes se aguantaron (y aguantan) chistes que ubican todo aquello que es débil u objeto de violencias en sus cuerpos, con analogías (que no vamos a repetir) que rozan lo más despreciable de nuestra sociedad. Lo que ocultan, o gritan, esos “chistes” es aquella mirada del mundo que cataloga a ciudadanos de primera categoría y ciudadanas y ciudadanes de segunda, tercera y hasta cuarta categoría, que sólo tenemos el “derecho” de ser objeto de sus risas. Risas creadas para que nos callemos y no nos animemos siquiera a emitir sonido por miedo a la burla. Por eso, molesta tanto la viñeta de Sendra, ¿realmente piensa que sólo eso tenemos en la cabeza las mujeres? ¿Y si es sólo eso, qué le molesta? ¿Interrumpirá el comentario sobre George Clooney en la reunión alguna referencia de la cofradía machirula sobre el culo de la secretaria que les sirve el café? ¿Los expone?

El Proyecto cultural del fascismo se televisa en el prime time, corriendo el eje de lo socialmente tolerable y llevándonos a reducir la empatía con les otres. Rita Segato lo puso en palabras cuando habló de la “pedagogía de la crueldad” de este sistema, que no nos permite ver al otre en su condición humana, nos individualiza y separa.

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El avance de los feminismos

Sutilmente, el diario Clarín, que ya lo había manifestado de manera explícita con su operador Jorge Lanata en una entrevista con Mario Pergolini, se opone a la idea del cupo femenino en las sociedades que constituyan las empresas. Una medida polémica, sí; exagerada frente a la crítica, tal vez; necesaria, totalmente. La foto de Alberto Fernández con empresarios en la Casa Rosada hace unas semanas para discutir políticas de Estado fue contundente: sólo varones. ¿Quiénes están decidiendo sobre nuestras vidas? ¿Acaso no hemos sido las mujeres e identidades disidentes les más afectades en esta pandemiacrisis? Quizás no nos invitan para no distraerse con nuestros comentarios sobre dietas.

Algo que queda tan evidente cuando vemos esas fotos de funcionarios, todos varones, tomando decisiones sobre nuestro rumbo, cuando se arman las listas de los partidos políticos o cuando se ven las plantas de funcionaries de las diversas dependencias gubernamentales. Hemos avanzado mucho y estamos ocupando muchos lugares, pero queda mucho camino por luchar, seguimos estando poco. Y no es porque no podemos, es porque no nos dejan, porque vivimos en una sociedad diseñada para que nos quedemos atrás.

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La cuarentena puso en evidencia, nuevamente, la carga que llevamos las mujeres sobre nuestros hombros a la hora del cuidado, las tareas domésticas y cómo esto impacta en nuestros trabajos y en nuestras posibilidades. Y si, además, se hacen chistes sobre nuestras capacidades, el discurso que se sigue reproduciendo nos aleja cada vez más de esas posibilidades.

Pero hay otro humor posible, uno que nos permite reír para sanar y no para odiar. Uno que nos hace olvidar por un ratito la realidad y nos permite soñar con un mundo un poco más humano. No sorprende que este humor venga de la mano de mujeres, lesbianas, trans, no binaries, entre otres. La cultura también está en disputa.

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*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: La tinta.

Palabras claves: feminismo, Humor gráfico, Ilustración

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