Misoginia y explotación: “Violalas o manosealas, pero que renuncien”

Misoginia y explotación: “Violalas o manosealas, pero que renuncien”
18 agosto, 2020 por Redacción La tinta

Una empresa tercerizadora de limpieza trata a sus empleadas como si fuesen esclavas. A partir de una denuncia, se filtraron audios del gerente donde se demuestra la violencia psicológica que viven a diario.

Por Matias Máximo para Cosecha roja

Los empleados de JetLimp se dan ánimos cada vez que llega un mensaje del gerente. La agencia de limpieza es una tercerizadora que ofrece servicios a grandes empresas como Alto Palermo, Coto, Easy, entre muchas otras. Entre pares, se comparten los audios en un grupo de WhatsApp cada vez que reciben una orden. El nivel de violencia con el que habla el gerente parece de otra época, una donde la esclavitud fuera corriente:

«Yo necesito que cumplan la carga horaria, poné a las mujeres a fregar con una mopa, no se le va a caer el útero ni la matriz por una rotativa, ponela a laburar».

«Con las encargadas tenés que convencerlas, cogerlas, violarlas, manosealas, hacé lo que quieras, Luis, pero las minas tienen que salir renunciando».

«Quién es el chico del terraplén que no puede hacer las ocho horas, me importa un carajo, si no, decime el nombre que no labura más».

El gerente quiere que cumplan las ocho horas diarias, no hay justificativo que valga. Y es una cadena de presiones porque los encargados que reciben esos audios, si no acatan, quedan afuera:

«¡Que se muera en el servicio!».

«La que te llama que está descompuesta, llamala y decile loca, vení a laburar porque te voy a echar a la mierda, ¡amenazala!».

«Cuando se quede sin trabajo, ¿quién le va a dar de comer al hijo? Entendemos que el hijo esté enfermo, pero el trabajo es el trabajo. Es mejor que tenga laburo para poder darle de comer».

Mari trabaja hace diez años para la empresa. Cuando empezó la cuarentena, no daba más del dolor y fue a hacerse ver la rodilla, ya que tiene artrosis. En el chequeo, la notaron agitada y les contó que vivía con la enfermedad de Chagas desde hace mucho tiempo, lo que a veces le daba arritmias. “Paciente de riesgo, no se recomienda actividad laboral”, dice el certificado que ella presentó en el trabajo. Pero a JetLimp no le importó: dejaron de pagarle.

«Me mandaron el telegrama diciendo que, si no me presentaba, me iban a despedir con causa», contó Mari a Cosecha Roja.

No sabe hace cuánto tiene Chagas, pero se lo detectaron hace 11 años, cuando nacieron sus hijos gemelos. Su papá tenía campos en Mineros, cerca de la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra, donde Mari ayudaba a cultivar arroz y veía pasar las vinchucas. Cuando vino a trabajar a Argentina hace 20 años, empezó con tareas de limpieza en diferentes lugares y llegó a JetLimp, una empresa que hace cinco años tenía otro nombre y, de entrada, la maltrataron. Pero necesitaba el trabajo:

«Todos los que estamos en la empresa lo hacemos porque no nos queda otra. Pero hay días en los que te quebrás porque el maltrato viene desde el gerente para abajo».

Un ejemplo. Le dieron un solo ambo y borcegos para trabajar todos los días en el Alto Palermo. Cuando fue a pedir otro par, porque le dolían los pies, le dijeron que espere. Estuvo tres horas, que, sumadas a sus ocho laborales, fueron once. Decidió golpear la puerta y salió la encargada de recursos humanos:

«Vos sos una desubicada por interrumpir y la vas a pagar -le dijo-, y al otro día le mandaron una carta documento diciendo que les había faltado el respeto».

Mari siguió en la empresa porque vive en Villa 21 y no tuvo otras opciones.

La misma gerente de recursos humanos manda audios burlándose si alguien tiene un accidente laboral. La orden es clara: se lastiman y no puede cumplir con el trabajo, afuera:

«Le decís que ella sale de ART de licencia y sabe que está afuera. ¡Ya decile! No sé cómo carajo hizo para golpearse con un tacho de basura la cabeza».

«Andá al kiosco, comprate una gotita y pegásela en la cabeza a la idiota esa».

«Esa vieja es una hija de re mil puta».

Junto al COVID-19, JetLimp empezó a ofrecer servicios de desinfección en clínicas y otros espacios donde circula el virus. Si alguien no quiere ir -por miedo o porque tenga alguna patología de riesgo-, llegan las amenazas. Lo sabe Mari, que hace meses que no cobra y decidió demandar a la empresa por no entender que sus médicos le dijeron que la enfermedad de Chagas es de riesgo.

Esta semana, Mari les ganó: el juzgado nacional de primera instancia en lo laboral N° 50, a cargo de Horacio Ojeda, resolvió que JetLimp tendrá que pagarle todos los sueldos “que no fueron pagados desde el inicio de la cuarentena con el argumento que su enfermedad no estaba incluida en el listado de la Resolución MTEySS 207/2020”.

Aldana Cepeda es integrante de Abogades en cooperativa y representó a Mari ante la justicia. “Si bien la resolución no lo indica expresamente, ésta debe interpretarse de forma amplia y no restrictiva de derechos. La enfermedad de chagas, que tiene múltiples consecuencias cardíacas, está incluida dentro de los grupos de riesgo. Además, fue su médico tratante quien indicó que no podía prestar tareas”, dijo Cepeda.

Esta resolución es un precedente y quizá un empujón para que otrxs empleadxs de JetLimp se animen a denunciar el daño psíquico que viven a diario.

Para Cepeda, que se especializa en la rama laboral del Derecho, “el rubro donde trabaja Mari se presta a muchos maltratos, porque los empleadores se sienten con derechos que exceden las tareas de limpieza y suelen abusar de las vulnerabilidades de las personas”.

Mari está contenta con el fallo, pero no tiene un peso: como en la empresa no la dieron de baja, tampoco puede cobrar el IFE ni la asignación familiar.

*Por Matías Máximo para Cosecha roja / Imagen de portada: Cosecha roja.

Palabras claves: explotación laboral, Misoginia, Violencia de género

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