La situación de genocidio Travesti – Trans y la falta de profundidad y representación en las políticas públicas

La situación de genocidio Travesti – Trans y la falta de profundidad y representación en las políticas públicas
6 agosto, 2020 por Redacción La tinta

Desde SUDAKA TLGBI, accedimos en exclusiva a una conversación, a instancias de la presentación del proyecto de ley que plantea declarar la Emergencia Habitacional de la población Trans Travesti en la ciudad de Buenos Aires, impulsado por legisladoras del Frente de Todxs, y que la propia Marlene Wayar acompaña junto a diversas organizaciones sociales, militantes y activistas.

Por Julio Villafañe para SUDAKA TLGBI

Pero esta invitación no queda allí. Hacemos esta propuesta de lectura necesaria, a una entrevista que pone en evidencia las condiciones estructurales que atraviesa la población en GCABA, aunque no de modo excluyente; y la importancia de discutir estos asuntos, más allá del contexto de la pandemia. En ese sentido, Wayar redobla la apuesta y desafía realizar un ejercicio profundo de reflexión, desde nuestros territorios, a las trayectorias y experiencias propias, sobre ciertos espacios políticos de representación, en un momento donde pareciera consolidarse un establishment de la diversidad. De cada frase, rebasa un revisionismo crítico a la viciosa institucionalidad de ciertas prácticas, tuteladas por un feminismo que en ciertas ocasiones, ha excluido del debate las voces de aquellos sectores de la sociedad que no se identifican con este pensamiento binario, blanco y heterocentrado. Una lectura sudaka y travesti, que sin duda, como su última publicación, nos habla desde un lugar preciso y una teoría situada, lo suficientemente buena.

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(Imagen: La tinta)

El proyecto de Emergencia Habitacional está acompañado de los datos recabados por la investigación “La revolución de las Mariposas, a 10 años de la Gesta del Nombre Propio”, realizada por la Secretaría Letrada en Género y Diversidad Sexual (SLGyDS) del Ministerio Público de la Defensa de la ciudad, junto con el Bachillerato Popular Travesti/Trans Mocha Celis. Dicho informe da cuenta de que, desde el 2005 a la actualidad, los índices de la población en cuanto a situación habitacional han empeorado aun cuando se sancionó la ley 26.743 en el año 2012.

—En esa medida, en el contexto actual, en el que gran parte de la población está subsistiendo con ingresos estatales, el GCBA restringe cada vez más la entrega de los subsidios habitacionales, ¿cuál es tu lectura de esta realidad, particularmente en CABA?

—Es coherente con su propuesta, no han demostrado nunca interés por la sociedad. En su concepción hay privilegiados y no privilegiados, no hay una política pública que sea activa, sino una política pública que intenta sostener cada vez más los intereses particulares de una minoría de empresarios y vaciar todo lo que tiene que ver con la ayuda social y el interés por el otre. Lo dramático en CABA, es que hay una sociedad porteña que también es reflejo de esto, por eso ha avalado esta fuerza política en la ciudad y no otra; porque en todo caso, se calman con ver la pobreza contenida con fuerzas de seguridad y lavar sus culpas con la dádiva, en la situación de mendicidad, dar lo que sobra, dar la basura. Incluso, cuando le desordenas la basura, le ponen candados a los contenedores de residuos.

La emergencia habitacional de la población travesti se ha puesto en crisis, en este momento de pandemia, por esta cuestión puntual. Pero tampoco es el único campo en el que el GCABA restringe recursos para la asistencia social. Está vaciando los hospitales, en plena pandemia sigue haciendo negocios, hasta con lo mínimo, hasta con la compra de barbijos. Hay grandes sectores sin agua, mal servicio de electricidad, las viandas de los comedores populares y escolares son paupérrimas, en mal estado, podridas. Entonces, no es algo que se salga de la lógica general de la cabeza de ellos, piensan el gobierno como si fuesen los capataces del campo y tuviesen obraje esclavo. No nos piensan a todos y todas con derechos ciudadanos, los derechos ciudadanos se le acaban con que tenés derecho a vivir y a romperte el lomo para ver qué rascás. Pero la verdad que no tienen un concepto claro de qué significa la democracia, la gestión de gobierno en un país democrático y trabajar para minorías y mayorías.

—¿Qué garantizaría el proyecto en el caso de aprobarse y a qué población alcanzaría?

—Discutir en el espacio democrático, uno de los vitales del ejercicio que es la legislatura, cómo sería y todo lo que debería contemplarse. Porque este es un proyecto y así se presenta, pero seguro hay otras cuestiones y ahí se verá. Lo que nosotras creemos que debe discutirse es el subsidio habitacional del cual se desprenden muchas cuestiones.

Hay una pregunta básica que es por qué el Estado, en el caso de los subsidios, anteriormente pagaba hoteles que no son dignos para la vida humana, no están en regla, tienen problemas serios de seguridad por la mala instalación de gas, de luz; y la cuestión edilicia con desprendimientos, peligros de derrumbe, goteras, mala situación higiénica de los baños, la presencia de ratas, cucarachas, etc. Eso es indigno para vivir. Por qué el estado tiene habilitadas estas cosas. Desde Cromagnon, el Estado tiene responsabilidades mucho más claras respecto de lo que implica la gestión y la habilitación de espacios donde va a transitar, a vivir gente, respecto a la seguridad sanitaria y estructura, y esto no se está dando, por ende, deberíamos pensar otro tipo de hostelería, en este caso de pandemia, es una cuestión urgente y habría que recurrir a otro tipo de hotelería. La hotelería que está en regla es para vivir, pero no tiene lo que las personas necesitan, como una cocina sobre todo. Lo que seguramente va a suceder es que esos hoteles provean un paquete de vivienda, desayuno almuerzo merienda y cena.

Seguramente a la ciudad le va a costar más caro por no tener prevista esta cuestión y creo que esto es en este caso de emergencia, pero seriamente se tiene que pensar cómo poder hacer que se adquieran derechos para acceder a una vivienda de manera digna, equitativa, con un precio justo, y de eso se habla. No de un proyecto cerrado, si no de sentarnos a pensar seriamente, urgente cómo solucionar este tema y cómo pensarlo después de la pandemia, porque esto lo desnuda la pandemia por la crudeza pero no se acaba aquí y debe ser encarado de manera estructural para que no siga siendo un problema.

“(…) A nosotras nos dejan pequeños resquicios para entrar, pero esto no alcanza para pensarnos”.

—¿Cuál es la expectativa pos-pandémica del transfeminismo interseccional en cuanto a inclusión en las políticas públicas? ¿Cuáles son los desafíos que nos esperan como sociedad civil frente a la institucionalización de algunas demandas?

—Yo pienso desde el pensamiento travesti y trans. Eso habla de que el feminismo está super instalado y es hegemónico en este momento, y hay que tener una mirada crítica. Porque esta sociedad, este Estado, se sigue pensando de manera binaria, Hombre – Mujer, y no tenemos representatividad. Y eso es un problema político muy serio porque el feminismo, que es uno de nuestros aliados más cercanos, al momento de tratar la Ley de paridad en el senado de la nación, se olvidó de nosotras, nos soltó la mano. Saben que existimos las travestis, saben que existimos las personas trans, saben que existen las disidencias, pero se preocupan por ellas. Ellas están haciendo el mismo ejercicio de paternaje que el machismo ha hecho sobre el resto de todas las subjetividades a lo largo de toda nuestra historia. Y esto hay que saber decírselo al feminismo y seguir luchando, porque el pensamiento sigue siendo heterocentrado en esos términos. Sigue siendo una gran partida presupuestaria pensada desde los lugares más obvios de la feminidad, sobre todo en relación a la maternidad, a los cuidados, y todo lo que implica ese mundo heterosexual, donde a nosotras nos dejan pequeños resquicios para entrar, pero esto no alcanza para pensarnos.

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(Imagen: La tinta)

—El informe “La Revolución de las Mariposas. A 10 años de la Gesta del Nombre Propio” da cuenta de la marginalidad y exclusión estructural de la población travesti y trans, pero también, de la insuficiencia de algunas herramientas jurídicas, que si bien significan un avance en algunas cuestiones, no tienen efectos en esferas de la vida que hacen a la dignidad y a la ciudadanía plena de las personas. ¿Por qué sería necesario aún, a 8 años de la sanción de la Ley 26743, conquistar cada derecho por separado con leyes particulares (vivienda, trabajo, salud, etc.)?

—La visión heterocentrada es el núcleo básico de por qué este Estado sigue sin llegar con política públicas específicas para la comunidad travesti de manera integral, interseccional y transversal. No tienen profundidad las políticas públicas. Estamos ahora frente a una gestión de gobierno muy del banner, muy del acto simbólico sin profundidad, como entregar el documento número xxx a una trans. Y esto es un problema, porque la lectura interseccional de una población ampliamente discriminada, no es lo mismo que si no se tiene. Es muy superficial la lectura como nos llega de Europa, o de Estados Unidos, de si estás racializada o no, de un lugar donde hay una población latina muy fuerte respecto a una población blanca, y hay una población afrodescendiente muy fuerte respecto de una población blanca. Acá, si bien las cosas impactan de esa manera, están mucho más mezcladas. Si nos pensáramos en un vaso de decante, a toda la sociedad argentina, y dejáramos que eso decante, veríamos ese sedimento estratificado, y claramente veríamos en el fondo del vaso la comunidad travesti, y más arriba va a estar la población trans. Porque la interseccionalidad también tiene que ver con que lo trans se separa de lo travesti con un discurso tranquilizador para la sociedad (“somos varones trans, somos mujeres trans”); y ahí se separan de la prostitución, no son amenazantes para los maridos, para la familia heterosexual, hay muchas sutilezas en esto.

Lo travesti condensa todo, si bien es muy fuerte la visibilización de las feminidades travestis, porque históricamente hemos estado en la lucha, en la calle, hemos salido en los medios de comunicación, nuestros cuerpos han escandalizado esta sociedad y demás. Está lo travesti femenino y lo travesti masculino, que tiene que ver con una cuestión de clase que está ahí olvidada. Hoy tenemos una funcionaria trans y una serie de funcionarias trans, están en las universidades, están estudiando, son más jóvenes, tienen otros recursos, son las que manejan el discurso de la culpa basándose en las encuestas que sustentamos las personas travestis en situación de prostitución, en situación de absoluta exclusión, pero no son las personas trans las que viven en hoteles baratos de la ciudad o en cualquier villa. Las trans alquilan departamentos, las trans están en posiciones políticas, están en el INADI, están en el Ministerio de Mujeres y Género y Diversidad. Las travestis estamos en la universidad, estamos dando clases, entonces, no es lo mismo.

—¿Cuál es el rol político que debiera ocuparnos como comunidad travesti y trans? ¿Cuáles estrategias o herramientas serían las necesarias para que lo legislativo, lo jurídico, se traduzca en una ciudadanía plena, se materialice en acceso e igualdad de derechos?

—Hay que pensar con mucha profundidad, hacer un ejercicio realmente descolonizador y vernos en nuestro territorio y hacer, a partir de ahí, un análisis que impacte en las políticas públicas. Porque quienes más representatividad tenemos, estamos extraviadas en discursos internacionales de transfeminismo con esas mismas lógicas y no hacemos un ejercicio de desprendernos del poder que se tiene, que puede ser menor que la heterosexualidad, pero que las acomoda en un lugar acomodaticio. Entonces, todos los partidos políticos tienen sus cinco personas trans, masculinas y femeninas, todas las áreas tienen a las personas trans que van a mostrar en la foto, tienen un número de personas trans a las que le llega una caja de alimentos más o menos digna.

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(Imagen: La tinta)

Pero el común de las travestis, las que migran porque están en la prostitución, porque viven en los interiores re violentos, porque vienen de países limítrofes, las que están atravesadas realmente por esa interseccionalidad, no están participando ni son pensadas por el establishment trans de la diversidad sexual y menos del feminismo.

Entonces, creo que hay que ponerse a pensar una estrategia que tenga que ver con poner en eje al país de cuál es la situación y la gravedad, lo severa que es la situación travesti, que es de genocidio. Que se discuta socialmente, que se discuta jurídicamente, que se den cuenta que se viene cometiendo un genocidio. Que este genocidio se comete, al menos con las feminidades travestis, entre los 8 y los trece años. Se comienza a hacer un exterminio por goteo de esas subjetividades y llegamos, apenas, con suerte, a un promedio de vida de 35 años, y esto lo demuestran las estadísticas de una comunidad en concreto de la que se cuelga toda la diversidad sexual. Y mientras Gays, Lesbianes y demás identidades tienen puestos laborales, tienen cargos universitarios, tienen muchas cosas, y se acomodan en esos lugares, el resto sigue en ese sedimento para asustar al resto. El resto está terriblemente temerosos de volver a caer en ese último lugar, entonces se desprenden de la palabra travesti, se desprenden de una lucha realmente firme, discursivamente, de decirle a este país lo tremendo que es la producción de odio constante, cómo se ejercen las pedagogías del odio, permanentemente desde la infancia, cómo vamos aprendiendo a discriminar, a excluir, a violentar, cómo se están dando las cosas. Y cómo no las estamos enfrentando, cuál es el fracaso de esta sociedad que te pinta a papá y a mamá como lo mejor, a la familia como lo seguro, y tiene cifras, a su vez, como ésta: entre los 8 y 13 años las niñas travestis son expulsadas de esas familias, de ese hogar.

Hay un 80% de los embarazos en niñas y adolescentes que son por abusos intrafamiliares. Sacarles este velo de la fantasía que se están viviendo tiene que ver con poder enfrentar esas políticas públicas de manera seria, que siempre nos toca ser un apéndice, como la ESI donde se enseña todo, y además se da un pequeño apéndice de las disidencias. Pero no se nos piensa de manera transversal, no se nos piensa como actoras reales de esa diversidad, no se nos piensa como pasibles de que un varón cis heterosexual se sienta atraído por nosotras, de que una nena heterosexual se sienta atraída por nosotros y nosotras; y que esas relaciones son legítimas, porque son la exploración, son parte de la vida y no podemos salir de ahí.

Nos siguen preparando, como sociedad, para estar supeditadas a un poder que lo simplifica todo, hasta que nos pensemos como una familia reproductora de fuerza de trabajo, no de subjetividad, y en esa salimos perdiendo porque somos minoría, no somos visibles y siempre estamos pidiendo permiso, y lo mínimo requerido para vivir. No estamos pidiendo en términos estrictos lo que tiene que ver con los principios jurídicos de los Derechos Humanos de pedir Equidad en la Diferencia.

*Por Julio Villafañe para SUDAKA TLGBI / Imagen de portada: La tinta.


Marlene Wayar es activista travesti, psicóloga social por la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo y comunicadora social. Fue, coordinadora general de Futuro Transgenérico y militante del Frente Nacional por la Ley de Identidad de Género; directora de “El Teje”, primer periódico travesti latinoamericano en el área de formación del Centro Cultural Ricardo Rojas (2007-2012); co-fundadora de la primer Cooperativa Textil Nadia Echazú (2008) y de la Red Trans de Latinoamérica y el Caribe “Silvia Rivera”. Su incansable trabajo la posicionó como una de las lideresas del movimiento travesti y trans de Argentina, por los Derechos Humanos y las infancias libres. Recientemente fue reconocida como Doctora Honoris Causa por la Universidad Nacional de Rosario. Condujo el ciclo “Género y Diversidad” en Canal Encuentro y “Ruinas” en UNITV. Además, es autora de vastas publicaciones periodísticas, editoriales y académicas.

Palabras claves: emergencia habitacional, políticas públicas, trans, Violencia de género

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