De valle paraíso a búnker entre montañas – Parte 1

De valle paraíso a búnker entre montañas – Parte 1
3 julio, 2020 por Redacción La tinta

Tras los 77 brotes confirmados en el valle de Traslasierra, según datos oficiales, realizamos una crónica de la situación sanitaria, educativa y administrativa en las localidades del oeste cordobés. Conversamos con el jefe comunal de Los Hornillos, con trabajadoras de la salud pública y la educación media, miembros de la Mesa de Derechos Humanos del valle y organizaciones sociales. En esta primera entrega, algunos testimonios que permiten conocer la organización administrativa de los Centros de Operación de Emergencia y el funcionamiento de los controles policiales.

Por Débora Cerutti para La tinta

Hago cola. Hay diez personas adelante mío esperando un permiso. En menos de tres meses, todo un nuevo lenguaje se incorporó a nuestras vidas junto a inexistentes formas de relacionarnos, de circular, de saludarnos, de mirarnos. Pienso en eso y recuerdo a una amiga que me decía no saber ya cómo sentir el paso del tiempo. Que se había quedado en una fase interminable de todo esto. Escucho a Amador Fernández Savater decir que no hay normalidad, ni vieja ni nueva.

Mientras el pañuelo verde que tapa mi boca y mi nariz limita mi respiración, busco comprender cómo un nuevo aparato burocrático y estatal se armó a nivel regional para intentar “enfrentar” (porque los términos de guerra andan muy presentes en estos días) la circulación del virus en el valle de Traslasierra.

Espero que me atiendan en el Centro de Operación de Emergencias de Mina Clavero para gestionar mi permiso de Prensa a nivel regional. Constantemente, en cada control, me frenan y toman los datos.

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(Imagen: Colectivo La tinta)

Luego de que saltaran los primeros casos de COVID-19 en este valle del oeste cordobés, las restricciones para circular se potenciaron. El permiso único a nivel nacional se convirtió en obsoleto. Cosa de mandinga y de viejas fases. Dicen que, ahora, sólo con el permiso del COE local. La frase “quién le dio permiso para pasar” me resuena en los oídos.

Paro la oreja en la interminable fila desalineada de la espera bajo el sol frío de invierno: gente que está intentando sacar un permiso de salud para viajar a Córdoba capital, otro que llegó, sacó turno, le dijeron que volviera con determinados papeles que, después, no le sirvieron y que tiene que volver de nuevo.

“La policía no sabe. Me dejaron pasar por casualidad”, escucho de refilón. “Ya le dejé mi número a la señorita. Tengo que viajar mañana”, dice uno. “Lo vamos a contactar en cuanto tenga la firma del intendente”, responde una administrativa del COE de Mina Clavero.

“Es que todo va con la firma del intendente. Están muy restringidos los permisos. ¿Te podés quedar a dormir en Mina? No te van a dejar volver a entrar si no. Dormís acá, mañana venís y sacas turno”, dice la misma mujer en una de sus tantas salidas a la intemperie a dialogar con quienes estamos en la cola esperando.  

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(Imagen: Colectivo La tinta)

Me acerco a la persona a la que le acaba de decir eso. El negocio de este hombre está en Mina Clavero, pero él vive en Los Hornillos, a 22 kilómetros: “Hacen lo que pueden”, dice entre resignado e indignado con las nuevas burocracias impuestas. Escucho su voz y lo reconozco detrás del barbijo.

Después de escuchar las críticas y quejas lloviendo de todos lados, gente preguntándose qué sentido había tenido estar tres meses en cuarentena si no se había podido organizar correctamente el valle ante la inminente llegada del virus, conversamos de absurdos y de realidades. Miedos y esperanzas.

De cómo, en el valle de Traslasierra, al mismo tiempo que se refuerzan las redes de trueque y solidaridad, los espacios de intercambio y cuidado, afloran, a la vez, la discriminación y la xenofobia, el dedo acusador, el hostigamiento a posibles portadores del virus, la idea de un territorio “puro” que fue contaminado por quienes vinieron de afuera. El paraíso devino en búnker.

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(Imagen: Colectivo La tinta)

En el valle de Traslasierra, viven alrededor de 100 mil habitantes distribuidos entre Mina, Pocho, San Alberto y San Javier. El brote de coronavirus en la zona sur se afrontó con un despliegue sanitario provincial y las afirmaciones que hacen desde el oficialismo es que el brote está contenido y que no hay circulación social del virus, ya que se conoce el origen de cada contagio.

Desde que se detectaron los primeros casos de COVID-19 en Traslasierra, la dinámica del valle se enturbió: el COE regional anunció que se cerraban los departamentos de San Javier, San Alberto, Pocho y Minas. Muchas de las incertidumbres que se vivieron a nivel global cuando comenzaron las cuarentenas en los distintos continentes reflotaron como aguas sucias en las corporalidades que habitamos este espacio terrícola del oeste cordobés, hace apenas unos diez días.  

Me acerqué a la comuna de Los Hornillos, localidad donde vivo, a tramitar mi permiso local para circular como periodista.

“Esto es como un estado de guerra, hay que allanarse a cómo son las cosas. No es un capricho de la localidad, sino que estamos viendo que, en todo el mundo, están pasando este tipo de controles”, me dice el jefe comunal José Paredes con el grabador encendido, en una oficina pequeña. Atrás, ese famoso cuadro de Perón sobre un caballo a pintas, una Evita en una de esas fotos en que quedó inmortalizada y una enorme foto de Schiaretti con su bigote y su sonrisa entre ambos cuadros clásicos del decorado oficinista peronista.

“No vamos a aprender de Bolsonaro ni de Trump”, dice Paredes. Lo entrevisto para que me brinde algunas pistas de cómo están funcionando las articulaciones entre las comunas. Atiende por las mañanas con una reconocible buena predisposición para resolver y conversar con lxs vecinxs de la localidad.

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(Imagen: Colectivo La tinta)

El COE local de Los Hornillos está integrado por bomberos, policía, la jefatura y la comisión de la comuna. También está conformado por instituciones intermedias: la Biblioteca Popular, el Centro de Jubilados, Cáritas, el Club deportivo Los Cóndores, la Escuela Primaria y Secundaria, y la Sala Cuna. También es parte la trabajadora social, personal efectivo de la comuna.

Me explica que, desde que detectaron los primeros casos en Villa Dolores, la cabecera del departamento de San Javier, y Las Tapias, localidad colindante, Los Hornillos quedó en una “zona blanca” dentro del departamento “infectado”, junto a Villa de las Rosas, Los pozos y Las Chacras. Sin embargo, la circulación entre localidades quedó restringida, al igual que el paso hacia el departamento limítrofe, San Alberto.

La comunidad regional del departamento de San Javier posee nueve integrantes. El hilo conductor de las decisiones ha sido tomado entre las comunas, exceptuando la cabecera departamental, por cuestiones vinculadas no sólo a la fase en la que se encuentra, sino también a la cantidad de personas que circulan y las particularidades de ser una gran urbe.

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(Imagen: Colectivo La tinta)

El valle de Traslasierra es un corredor y las decisiones las toman en relación a las disposiciones del COE regional, me dice Paredes. De allí, surge la necesidad del trabajo articulado entre las distintas comunas y municipios.  Los lineamientos generales han dependido de las fases: “Por ejemplo, cuando se podían realizar las caminatas recreativas, en localidades más grandes, decidieron que salían por número de documento. Nosotros a eso no lo pusimos: tenemos mucho espacio para circular y andar. Y, además, si tenés número de documento par y tu hijo tiene impar, ¿cómo hacés?”, se pregunta.

Hay un solo cajero automático entre las cuatro localidades nombradas, la misma que tiene la única estación de servicio en kilómetros. Trasladarse está permitido para quienes hacen su declaración jurada de que van a trabajar, a cargar nafta, a sacar dinero o a la farmacia.

A nivel local, hay un complejo hotelero predispuesto en caso de que haya casos positivos para aislar a quienes se encuentren “infectados”, el dispensario está dividido en febril y no febril, existe un servicio de sanitización con un producto que elimina bacterias y virus que se aplica en los frentes de comercios e instituciones públicas. Desde la comuna, están insistiendo en el uso de barbijo, el distanciamiento social y lavado de manos, y, para ello, en la plaza, hay un led que está las 24 horas anunciando estos lemas de cuarentena.

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(Imagen: Colectivo La tinta)

Los Hornillos es un pueblo con 8,9 kilómetros de largo por 1 kilómetro para el lado de las Altas Cumbres y un kilómetro para el poniente. Paredes me había contado que no hay policías oriundos de Los Hornillos, pero que las dos personas que están de guardia se realizaron hisopado.

Con el transcurso de los días y la confirmación oficial que de no había circulación comunitaria del virus, las regulaciones para circular se relajaron, pero la policía local sigue presente en los controles. Una larga lista de conos naranjas señalan su presencia en la ruta, junto a las luces de los patrulleros siempre prendidas.

Una de las nuevas disposiciones que hubo fue que la policía en el valle de Traslasierra debía cumplir servicios en el lugar donde tienen el domicilio.

Pienso que cualquiera de esos pibes policías, veinteañeros en general, podría haber padecido mi insistente pregunta en el secundario: “Pero vos… ¿por qué querés ser policía?”.

El policía me frena. Es uno de los cuatro que se encuentran en el control del límite departamental San Javier- San Alberto. Me pide “el papel” con su tonada transerrana. Le doy el permiso local. Cuando me estoy yendo del control, veo que uno de los miembros de las fuerzas represivas tiene un barbijo negro con una estampa de la foto de una niña. Le hago un comentario al respecto, se ríe, me dice que es su hija. Su compañero de turno hace un chiste respecto a su paternidad. A mí no me causa mucha gracia, pero algo de ese humor me hace pensar en aquellos jóvenes de sexto año que, ante la incertidumbre de finalizar el secundario, expresaban las posibles salidas laborales en el valle. Ante la nueva coyuntura, quizás existan nuevos deseos y nuevos oficios.

*Por Débora Cerutti para La tinta.

Palabras claves: aislamiento social, coronavirus, Traslasierra

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