La afroargentinidad siembra entre el menosprecio y la amnesia selectiva

La afroargentinidad siembra entre el menosprecio y la amnesia selectiva
1 julio, 2020 por Redacción La tinta

Por Maxonley Petit para La tinta

Mientras el mundo se encuentra en cuarentena, crece la indignación sobre la caza de lxs negrxs en Estados Unidos y la avalancha de todo tipo de reacciones en las redes sociales. Esta especie de “moda” permitió que algunxs activistas afroargentinxs aprovecharan la oportunidad para denunciar la hipocresía local y dar a sus compatriotas clases virtuales sobre la cultura negra. Es aquí donde mi sorpresa fue barrida por una exacerbación profunda al ver la “estadounidización” de las listas de autorxs y obras sugeridas para esta formación 2.0, arrojando así en el olvido a una gran cantidad de líderes y liderezas negrxs caribeñxs y africanxs.

Ya mucho antes, les negrxs argentinxs (que tanto sufrieron por la invisibilización infligida por una sociedad obsesionada con una blancura ilusoria) se lanzaron a la búsqueda del reconocimiento de su negritud (tema que usan sin reconocimiento a sus creadores). Sí, es loable la idea de unir sus voces para etnoeducar su sociedad eurocéntrica y derrumbar un mito que les robó la existencia. Sin embargo, el apilamiento de complejos, en la práctica, demuestra que ellxs también necesitan la cura, ya que sus egos parecen muy afectados por la misma patología denunciada.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Pregúntele a unx joven activista afroargentine quién fue Toussaint Louverture, Sanité Bélair, Thomas Sankara, Kwame Nkrumah, Cheikh Anta Diop y otrxs líderes negrxs del Caribe o África. Sin duda, le dirá que nunca ha escuchado estos nombres, lo que seguramente no es el caso para los líderes del país estrellado de América del Norte. ¿Por qué lxs afros argentinxs omiten a nuestrxs héroes/inas caribeños/as y africanxs en su búsqueda de identidad negra? ¿No se sacrificaron también para defender la causa negra y para promover esta identidad maltratada por la megalomanía del hombre blanco? Puede ser costumbre en Argentina negar injustamente a ciertos héroes y heroínas, como es el caso de María Remedio del Valle, Josefa Tenorio, Antonio Ruiz Falucho, Gabino Ezeiza y otros, pero el hecho de que unx activista afro no reconozca el legado incontestable de Anténor Firmin para nuestras comunidades y contra las teorías racistas del conde Arthur de Gobineau es morder la mano que le da de comer.

Al contrario de lxs negrxs del país de Hollywood, la casi totalidad de nuestrxs ancestres no gozan de un reconocimiento global influenciado por el dominio de su país en este mundo capitalista. Pero esto no debería en ningún caso borrar sus contribuciones en la memoria de las generaciones herederas, lo que no parece ser diferente a la jerarquización maquiavélica de los esclavizados, manipulada por los esclavizadores para enfrentarles unx contra lxs otres.

Las bases de la Negritud (movimiento encabezado por Aimé Césaire, Léopold Sédar Senghor y Léon-Gontran Damas) fueron asentadas tanto por el renacimiento de Harlem de Nueva York, el “noirisme haitien” (del indigenismo haitiano) como por “le monde noir” (el mundo negro) de las hermanas Nardal de Martinica, y beneficiado por el afroargentinismo en su intento de reconexión con las raíces ancestrales.

(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Finalmente, el panafricanismo, cuyo representante más conocido en Argentina es Frantz Fanon, es una de las mayores pruebas de la influencia mutua de las diferentes corrientes históricas negras de África y su diáspora para desalentar los conceptos separatistas observados en la militancia afroargentina. Es cierto que hemos sido arrancados de nuestra “alma mater” y sometidos al bombardeo supremacista de la cultura occidental, que dirige nuestra percepción sobre la forma de ver la piel de ébano en el mundo, al igual que Voltaire, Montesquieu y otros accionistas de la trata negrera, nos hicieron estudiar autores que respaldan sus teorías de superioridad racial en lugar de nuestrxs líderes y autorxs africanxs.

Hemos recorrido todos los rincones de Europa en libros académicos que nos hacen ver a África con gafas prejuiciosas europeas. Haití, el ejemplo indiscutible de la lucha contra la segregación racial en el mundo y madre de la solidaridad latinoamericana, es agradecida con nuestro desprecio. ¿Cuándo procederemos a la renuncia de las tradiciones multiseculares impuestas por la asimilación cultural eurocéntrica? ¿Creemos que nuestra historia mejorará con la reproducción de las prácticas de quienes nos colonizaron? Las diferentes mutaciones discriminatorias contra nuestras comunidades no pararán si nuestras acciones sirven de locomoción para los patrones estereotipados responsables, la fragmentación representativa de nuestros antepasados -característica intrínseca de la lucha afroargentina- nutre la autodiscriminación inconsciente (y consciente), que acabará con los vínculos del panafricanismo si no se asfixia a tiempo. Ante la tentación de creerse superior, debemos recordar que, frente a la discriminación, la nacionalidad no viene antes que el color y, cualquiera sea su pasaporte, el dolor de todxs lxs afros se conectan a la isla de Gorea.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

La historia es un círculo sin fin, los eventos de hoy no son diferentes a los que combatieron nuestrxs ancestrxs ni lxs antagonistas. Nuestro mayor arsenal para las luchas contemporáneas es el conocimiento de nuestro pasado contado por lxs nuestrxs. Nos miraremos en este espejo fiel para ver que somos más parecidos de lo que pensamos y encontraremos una fuente inagotable de fertilizantes libres de tóxicos para seguir desarrollando nuestra cultura fiel a nuestra historia y a la gran tradición de defensa. Todxs lxs negrxs del mundo deben unirse para defender nuestras culturas sin presunción. Nuestra identidad es grande, seamos dignxs de su grandeza.

*Por Maxonley Petit para La tinta / Imagen de portada: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: Afroamericanos, pueblos negros

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