#NiUnaMenos: nuestra historia

#NiUnaMenos: nuestra historia
1 junio, 2020 por Redacción La tinta

El miércoles 3 de junio, se cumplen cinco años del primer grito #NiUnaMenos, que ahora también desafía el aislamiento. Convertimos la primera pulsión de reclamo en un momento donde las denuncias y demandas se unen con la celebración de nuestra potencia feminista, a la vez que tejemos la memoria colectiva con las que ya no están.

Por Redacción La tinta

“Ni una menos, como consigna y llamado, nombró un estado de ánimo colectivo: el rumor social de la preocupación ante cada mujer asesinada o desaparecida, y el hartazgo frente a la violencia machista en diferentes escalas”, escribían las compañeras de la asamblea Ni Una Menos, el 6 de julio de 2015, como balance del primer mes desde la jornada histórica.

Nuestro territorio tiene una larga memoria de luchas feministas. El grito #NiUnaMenos condensó nuestra historia contra la violencia machista en sus múltiples manifestaciones y fue un trampolín para crear nuevas trincheras. El miércoles, se cumplen 5 años desde la primera movilización. “Podremos estar en cuarentena estricta o flexible, en las grandes ciudades, en los pueblos, en el campo o la montaña; seguimos organizadas, debatiendo, tendiéndonos la mano, poniendo el grito en el cielo o en las oficinas del Estado”, expresan desde la asamblea.

2015: #NiUnaMenos

Desde hacía años, se venían realizando acciones en diferentes provincias y ámbitos contra la violencia machista. En 2015, después de constatar el femicidio de Chiara Páez por parte de su pareja, algunas compañeras convocaron, desde el hartazgo y el dolor, a una movilización frente al Congreso, en la ciudad de Buenos Aires.

La adhesión fue amplia y trascendió los límites de Capital Federal, traspasando también las fronteras nacionales. Unas 300 mil personas fuimos parte de esa movilización, punto de inicio en la visibilización de las redes existentes y en la multiplicación de espacios feministas, siendo una movilización muy diversa en su composición. Marchamos para exigir la instrumentación con presupuesto de todo el Plan Nacional de Acción para la Prevención, Asistencia y Erradicación de la violencia contra las mujeres, establecido por la Ley 26.485; garantizar el acceso a la Justicia para las personas en situación de violencia, con personal capacitado y sin revictimizar, y el cumplimiento de los derechos de la niñez; garantizar la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) en todos los niveles y todo el país; la elaboración de un Registro Oficial Único de violencia contra mujeres; creación de más Hogares/Refugio en la emergencia, Hogares de Día para víctimas y subsidio habitacional; capacitaciones obligatorias en la temática de violencia machista al personal del Estado.

En los años posteriores, hubo algunas reivindicaciones que, de forma parcial, fuimos ganando. Tal vez, el logro más significativo de ese primer 3J fue el sacudón cultural que representó para toda la sociedad. Como muestra de eso, un dato resulta interesante: en la línea 144, que recepta llamadas de personas en situación de violencia de géneros en todo el país, después de la primera movilización #NiUnaMenos, pasó de 1000 consultas diarias a más de 14 mil.

(Imagen: Colectivo Manifiesto)

2016: #VivasNosQueremos

A diferencia de la espontaneidad del año anterior, en 2016, se organizó con tiempo y entusiasmo la acción. Se cumplía un año de ese día en el que habíamos hecho historia y logramos atravesar el cerco cultural y mediático.

El Encuentro Nacional de Mujeres 2015 en Mar del Plata fue un hecho significativo, porque, además de la magia encuentrera que convocó a unas 60 mil mujeres, fuimos reprimidas por primera vez en muchos años. Además, asistimos a la asunción de Mauricio Macri como presidente, con políticas regresivas para el pueblo y un avance de la derecha en general, y sobre los reclamos elaborados el año anterior en particular. En el documento oficial, se leía: “El ajuste, el tarifazo, los despidos masivos, el fin de la moratoria previsional para las amas de casa que dedican su vida al cuidado de los otros, el escandaloso achique del Estado, golpean, sobre todo, a las mujeres, recortan nuestra autonomía, nos dejan más inermes frente a la violencia”.

Los escasos siete meses de gobierno demostraron que los compromisos asumidos en 2015 se verían socavados con el cambio de gobierno. La condena a Belén en Tucumán, acusada de inducirse un aborto, y la detención de la dirigente social Milagro Salas en Jujuy, como dos mujeres-íconos, pusieron de manifiesto la criminalización sobre los cuerpos feminizados.

Un día antes de la movilización, Córdoba adhirió, después de 10 años, a la Ley Nacional de Violencia de Género. La convocatoria fue federal, con amplia adherencia, y se realizaron marchas multitudinarias en muchas ciudades del país.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

2017: “Basta de femicidios, el Estado es responsable”

Durante el 2016, se registraron 23 femicidios en Córdoba. Un día antes de ese 3 de junio, se confirmó el hallazgo del cuerpo sin vida de Ana Barrera, en la localidad de Los Cedros, cercana a la capital. Era el noveno femicidio registrado en Córdoba ese año. 15 días antes, el oficialismo se negaba a tratar el proyecto de Ley de Emergencia en Violencia de Géneros. Veníamos del Paro Internacional de Mujeres del 8M y, con esa fuerza, el dolor y la indignación, salimos unas 15 mil personas desde Colón y Cañada hasta la ex plaza Vélez Sarsfield, donde se leyó el documento de la Asamblea Ni Una Menos Córdoba. “Aunque crecemos en organización, lucha y debates, hoy, en Argentina, una mujer es asesinada cada 18 horas demostrando que las medidas de los gobiernos son insuficientes y marketineras. Ni presupuesto. Ni asistencia. Ni educación laica, científica y con perspectiva de género. Ni independencia económica y social. El gobierno de Macri intentó recortar $67 millones del presupuesto del Consejo Nacional de Mujeres”.

Desde la asamblea, conformada por más de cuarenta organizaciones, se consensuó y elaboró un petitorio dirigido a los tres niveles del Estado, con demandas en torno a la necesidad de mayor presupuesto para políticas de prevención, erradicación y sanción de la violencia de género, y asistencia a personas en esa situación. Además, en el ámbito provincial, se hizo foco en los equipos profesionales que garantizan la atención adecuada en el Polo Integral de la Mujer, denunciando las precarias condiciones de trabajo de estas trabajadoras, un reclamo que sigue vigente. También se denunció el vaciamiento de la Secretaría de Trata, la escasa implementación de la ESI, así como la formación con perspectiva de género para les agentes del Estado.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

2018: «Sin #AbortoLegal no hay #NiUnaMenos. No al pacto de Macri con el FMI»

Fue el año de la ola verde, de las vigilias, de los pañuelazos. Tras trece años de la creación de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto y siete intentos de que pasara a trámite parlamentario, la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo se trató el 13 de junio en la Cámara de Diputados, sólo 10 días después de la masiva movilización NUM. Además, tuvimos claro que las políticas de ajuste y endeudamiento del gobierno macrista, y el empobrecimiento social, lo pagaríamos, sobre todo, los cuerpos feminizados.

Con ese horizonte, el 3 de junio a las 18 horas, salimos desde Colón y Cañada para gritar fuerte “#NiUnaMenos por abortos clandestinos, más presupuesto para las mujeres, travas, tortas y trans, y no para el FMI. El Estado y los gobiernos son responsables”.

En un comunicado de la asamblea Ni Una Menos, explicaron: “Marchamos porque la reforma previsional nos afecta, porque exigimos el cupo laboral trans, y le decimos BASTA a la represión, persecución, abuso y extorsión policial a las trabajadoras sexuales, y por un real desmantelamiento de las redes de trata”. Ante los 295 femicidios en 2017, se reforzó la exigencia de declarar la Emergencia Nacional en Violencia de Géneros.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

2019: “Ni Una Menos por violencias sexistas, económicas, racistas, clasistas a las identidades vulneradas. Aborto legal ya y abajo el ajuste del gobierno y el FMI»

La consigna dio cuenta del proceso que caminamos como movimiento feminista, del recorrido intenso y extenso. Llegamos al 3J de ese año con la experiencia de los Paros Internacionales de mujeres, lesbianas, travestis, trans; con debates profundos sobre la colonialidad y la categoría “géneros”, cristalizados en los Encuentros que ponían en discusión el ser nacionales y de mujeres. Veníamos de un año donde la Ley IVE había sido un horizonte alcanzable y de procesos de conformación y fortalecimiento de espacios de géneros populares, sindicales, culturales, LGBTTIQ+, estudiantiles y un largo etcétera, articulados en espacios amplios de encuentro. El viejo concepto de interseccionalidad volvió a tomar relevancia en un contexto represivo y de empobrecimiento general.

“Nos reconocemos en las luchas latinoamericanas, originarias y afrodescendientes: remarcamos el protagonismo de las mujeres y todas las identidades en las luchas comunitarias por la vida y los territorios”, expresaban desde la organización. “Somos un movimiento antiimperialista, anticapitalista, antipatricarcal, anticlerical, antiracista, antibiologicista y antineoliberal. Reclamamos prevención y cuidado, igualdad y justicia social. Estamos en las calles, estamos resistiendo y no nos vencieron”.

Pese a los esfuerzos y los recorridos, las políticas de Estado seguían siendo ineficientes e insuficientes, y la cantidad de femicidios aumentaba. Era un año de contienda electoral y, pese a la diversidad del movimiento, expresaban: “Gane quien gane en octubre, el movimiento de mujeres travestis, trans, no binaries tiene el desafío de seguir copando las calles por sus reivindicaciones. Porque ningún gobierno, jamás, nos ha regalado nada. Todos nuestros derechos los arrancamos siempre con nuestra propia organización, confiando en nuestras propias fuerzas”.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

2020: “Nos sostienen las redes feministas”

Ante una avanzada cruel de las violencias en cuarentena, son las redes que supimos construir las que nos sostienen. “Estamos sostenidas por las redes que venimos construyendo en las acciones callejeras, territoriales, transnacionales”, dicen desde NUM Córdoba. “En las discusiones en torno a las ollas populares, en los barrios donde la falta de agua se cobra vidas, estamos denunciando cada femicidio y cada travesticidio. Estamos, con otras y con otres, exigiendo aborto legal, repudiando la precariedad de nuestras vidas, la extrema desigualdad que expone la COVID-19 como si fuera una lupa, el endeudamiento que crece y nos expropia el futuro y la libertad sobre nuestras decisiones, nuestro tiempo, nuestra fuerza de trabajo. Este 3J, no podremos estar en las calles, pero aquí no se calla nadie”.

Los feminismos estamos en la primera línea, porque combatir la violencia es tarea esencial. Este año, desde Córdoba, los reclamos se centran en un mayor presupuesto para mujeres, lesbianxs, trans, travestis, bisex y no binaries, contra el pago de la deuda externa, por salud integral, con trabajo, agua y alimentos. Por el aborto legal y la separación de la Iglesia del Estado, y contra el ajuste y la represión. Nuestras luchas no están en cuarentena.

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: Asamblea Ni Una Menos, Ni una menos

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