Ahora que sí nos ven: Juana Manso

Ahora que sí nos ven: Juana Manso
8 junio, 2020 por Redacción La tinta

Lo gritamos muchas veces, y lo seguiremos haciendo: basta de machismo en los medios. Los resabios del patriarcado recorren la historia del periodismo argentino, nosotres traemos una memoria urgente de mujeres que abrieron camino e hicieron periodismo feminista en nuestro país, ellas nos legaron este oficio. Hoy, Juana Manso.

Por Redacción La tinta

¿Acaso no hay mujeres periodistas en nuestra historia? La historiografía tradicional ha excluido a las mujeres de la historia universal, general y local. Las identidades históricas se construyen a partir de las narraciones habilitadas sobre el pasado, las ausencias de las mujeres en estos discursos dificulta la constitución de la mujer como sujeto político, impide la valoración de las mujeres como pensadoras y en su agencia feminista. Recuperar estas voces femeninas invisibilizadas, volver a ellas como parte del primer cauce feminista, leídas en la evolución del pensamiento y posterior movimiento feminista, que primero tendrá el desafío de la toma de conciencia y luego la acción en la obtención de derechos, y su posterior expansión sin precedentes hasta hoy.

Celebramos la presencia de mujeres e identidades disidentes en distintos medios de comunicación, así como los medios feministas y portales LGBTTTQ+, y sabemos que es el resultado de la lucha de los feminismos, pero no alcanza y queda mucho camino por delante. Ahora hacemos memoria, aprovechando el impulso de junio que nos recuerda el oficio de periodistas y recordamos mujeres íconos para nuestra genealogía.

Juana MansoLas que nos formaron insumisas

Juana Manso nació un 26 de junio de 1819, fue una gran teórica y hacedora de la educación nacional, sus ideas fueron vanguardia y por lo tanto, resistidas en el tiempo conservador en que dio batalla. Una de las primeras periodistas mujeres, librepensadora, muy crítica y combativa. La llamaron «Juana, la loca», fue perseguida hasta en su muerte, en 1875, porque se negó a recibir la extremaunción. Juana Manuela Gorriti, la despidió diciendo: «Juana Manso, gloria de la educación, sin ella nosotros seríamos sumisas, analfabetas, postergadas, desairadas. Ella es el ejemplo, la virtud y el honor que ensalza la valentía de la mujer, ella es, sin duda, una mujer».

Fines del siglo XIX, pensar desde ese contexto implica problematizar las afirmaciones del ingreso de la Argentina en los patrones imperantes liberales, en el proceso de institucionalización y de entrada en la “modernidad”, las relaciones de género no lograrán ser todo lo potente que prometía el “espíritu liberal”.

Juana Manso desde la educación en los tiempos de conformación del Estado Nación y en el marco de un proyecto político liberal para formar a la ciudadanía, corrió los límites de lo posible. Las narrativas nacionalistas de la época delimitaban los márgenes de lo femenino, a las mujeres las nuevas naciones (en América Latina) les asignaban la función de maternidad patriótica. Dirá Dora Barrancos en su libro Mujeres en la sociedad argentina. Una historia de cinco siglos, que “como madres, esposas y amas de casas se les piden que mantengan la cohesión y el honor de la familia y que encaminen a sus maridos y a sus hijos por la senda de la modernidad liberal y nacionalista, su responsabilidad cívica y patriótica es formar ciudadanos honrados y trabajadores sanos, disciplinados y productivos, capaces de adecuarse a la vida pública como a los nuevos requerimientos de la modernización económica”.

Memoria de una indecente

«Quiero y he de probar que la inteligencia de la mujer, lejos de ser un absurdo o un defecto, un crimen o un desatino, es su mejor adorno, es la verdadera fuente de su virtud y de la felicidad doméstica porque Dios no es contradictorio en sus obras y cuando formó al alma humana, no le dio sexo».
Juana Manso, 1854

Juana Manso puso en discusión el espacio destinado para las mujeres: lo doméstico, la reproducción de la vida, el hogar y la familia, los valores tradicionales asociados a la femeneidad, hacia fines del siglo XIX. Tenía clara conciencia del error que habían cometido las democracias en sus nacimientos excluyendo la condición de las mujeres, negándoles existencia social y política. En el mapa de la sociedad caudillesca con herencia colonial y profundamente patriarcal, ella trabajó por la igualdad de capacidades y oportunidades y el derecho a la realización de las mujeres, totalmente por fuera del discurso político. Se centró en extender los espacios de participación de la mujer en el campo de la educación, empresa que se fundó en dos propósitos: la emancipación moral e intelectual, y la emancipación del dogma católico y la dominación masculina, para desde esas condiciones integrar el proyecto del Estado.

Fue una de las primeras voces feministas que se oyeron en el país a mitad del siglo XIX, criada en una familia que fue perseguida política por el régimen rosista, exiliada en Montevideo, muy joven creó una escuela para niñas en su su propia casa. Vivió en Brasil y luego retornó a Argentina donde llevó adelante grandes transformaciones que impactaron en los derechos de las mujeres y particularmente en la educación. Integró el grupo de intelectuales de finales del siglo, que pusieron en cuestión la cultura heredada del periodo colonial y fundamentalmente la presencia e influencia de la Iglesia Católica. Fue la primera mujer en ocupar un cargo público.

“La emancipación moral de la mujer es considerada por la vulgaridad como el apocalipsis del siglo. Los unos corren al diccionario y exclaman: ¡Ya no hay autoridad paterna! ¡Adiós despotismo marital! ¡Emancipar a la mujer! ¡Cómo! Pues ese trasto de salón (o de cocina), esa máquina procreativa, ese cero dorado, ese frívolo juguete, esa muñeca de las modas, ¿será un ser racional? ¡Emancipar a la mujer! ¿Y qué viene a ser eso?”.
Juana Manso, 1854

Fue periodista, traductora, escribió novelas y poesía, utilizó su escritura como modo de lucha para discutir con los prejuicios de su época y de su género. Juana, irrumpía sin pedir permisos, ocupó espacios que eran de los hombres, y abrió camino dejando mojones para las que vinieron después.

En la etapa del exilio en Brasil, en 1852 crea el periódico O Jornal das Senhoras, considerado una de las primeras publicaciones feministas de América Latina, y en las cuales convoca a otra mujeres a escribir. Ni Juana, ni las mujeres de la época se reconocían o llamaban como feministas, pero como ha dicho en varias ocasiones Dora Barrancos, se inscriben dentro del cauce feminista.

Juana se emancipó de algunas tutelas masculinas, falleció su padre, su esposo la abandonó y quedó sola a cargo de sus hijas. Ya no gobernaba Rosas y decidió regresar a Buenos Aires, ya instalada en 1854 fundó Álbum de Señoritas. Periódico de Literatura, Modas, Bellas Artes y Teatros, firmaba con su nombre, en el tiempo donde las mujeres lo hacían con seudónimos masculinos. No fue bien receptado por la sociedad porteña autoritaria, colonial y machista, que no permitió que se corrieran tanto los límites y sólo duró 8 semanas la publicación. El nombre del periódico no escandalizaba, pero Juana tenía claro de qué iba esa publicación: “Mi propósito es emanciparlas de las preocupaciones torpes y añejas que les prohibían hasta hoy hacer uso de su inteligencia, enajenando su libertad y hasta su conciencia a autoridades arbitrarias”.

Para ella ninguna mujer debía callarse ante cualquier autoridad, hizo de este enunciado una forma de vivir. Primera conferencista mujer en el país, se enfrentó a muchas situaciones en las que le gritaban loca, machona, indecente, histérica, enferma, le manchaban la ropa e insultaban a otras mujeres que iban a escucharla. Le suspendieron sus «conferencias para maestras» que tenían como objetivo profesionalizar la docencia, la acusaron de tener posturas pedagógicas amorales y pecaminosas. La Manso tomó con mucha dificultad un espacio decididamente ajeno a la casa: la conferencia, el espacio público.

“Todos mis esfuerzos serán consagrados a la ilustración de mis compatriotas y tenderán a un único propósito: emanciparlas de las preocupaciones torpes y añejas que les prohibían hasta hoy hacer uso de su inteligencia, enajenado su libertad y hasta su conciencia a autoridades arbitrarias en oposición a la naturaleza misma de las cosas. Quiero y he de probar que la inteligencia de la mujer, lejos de ser un absurdo o un defecto, un crimen o un desatino, es su mejor adorno, es la verdadera fuente de su virtud y de la felicidad doméstica porque Dios no es contradictorio en sus obras y cuando formó al alma humana, no le dio sexo”.
Juana Manso, 1854

juana-manso-02Habló sobre matrimonio civil y sobre replantear las relaciones familiares, toda su matriz de pensamiento fue desde el laicismo, desde donde también pensó y trabajó sobre la necesidad de superar convenciones sociales en el logro de la felicidad, asociados a elementos tradicionales de la cultura familiar y religiosa, sustentada desde la dominación católica. Con su obra y vida denunció la esclavitud y el racismo, fundamentalmente en contra del trato al indio, basados en el principio de la eliminación, algo que entró en tensión con la obra de Domingo Faustino Sarmiento.

En 1867 se publicó el primer número del quinto volumen de “Los anales de la educación común”, y Manso como editora, le reprochó a la prensa diaria la escasa difusión: “¿Por qué tanto desvío con los Anales? ¿Porque es una señora quien los redacta?”.

“Todo le quitáis a la muger! Todo lo que puede caber en la misión grandiosa de la inteligencia, donde toman parte la sensibilidad y la voluntad libre, pero le halagáis su vanidad, la escitais el amor al lujo, á los diges, á los tocados; ciegos idólatras de su belleza sois el incentivo funesto de la corrupción, porque si no sabe lo que es su alma, qué le importa venderla por un puñado de alfileres de oro?”.
Juana Manso, 1854

Juana fue leída en términos de masculinidad, por asumir “actitudes masculinas”, por tomar los espacios destinados a los varones. Dijo Sarmiento: “La Manso, a quien apenas conocí, fue el único hombre en tres o cuatro millones de habitantes en Chile y Arjentina que comprendiese mi obra de educación y que inspirándose en mi pensamiento, pusiese el hombro al edificio que veía desplomarse. ¿Era una mujer?”. Tan fuerte es este robo del cuerpo que “las fuerza morales” hacen, que la propia Juana –en ocasiones– se hizo eco de su dudosa femeneidad.

A la Manso no le perdonaron el no sometimiento a las formas, estilos y mandatos que debían cumplir las mujeres en la época, también ha sido parte del castigo no ser recordada, o hacerlo en términos de heroicidad o por su pujanza varonil, no por haber configurado un sujeto político, por sus posiciones disruptivas, rebeldes y revolucionarias para la época. Es más cómoda la memoria de una sacrificada docente, masculina, abnegada, que muere pobre y sin reconocimiento, en este relato se la despoja a la Manso de su politicidad y feminismo.

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: Día del periodista, feminismo, Juana Manso, Periodismo

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