Morir de todo, menos de coronavirus

Morir de todo, menos de coronavirus
11 mayo, 2020 por Redacción La tinta

100.000 personas sin acceso al agua potable ni al sistema de salud, despojadas de sus territorios ancestrales, deforestadas y perseguidas por la mafia del agronegocio, negadas por gran parte del Estado Argentino y sus funcionarios municipales, provinciales y nacionales, las comunidades wichi cuentan con más de 30 niños y niñas fallecidxs por desnutrición y deshidratación en lo que va del 2020.

Por Cin Musso para La tinta

En los territorios, la situación es crítica, las comunidades wichi viven fundamentalmente de la caza, la recolección y la elaboración de artesanías. Encontrar alimento en el monte se vuelve una odisea peligrosa donde lxs habitantes deben sortear amenazas, golpizas y ataques de los terratenientes y su guardia privada. El agronegocio desmonta, contamina y desplaza la comunidad a la desidia y la hambruna. La comercialización de artesanías es una vía muerta en cuarentena, lejos de internet y los centros urbanos.

La situación internacional de pandemia, cuarentena y confinamiento recrudece la realidad histórica del hambre, la desidia y el abandono del Estado. No hay manera de quedarse en casa sin acceso al agua, la alimentación, la salud y la preservación de la integridad.

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Comer es resistir

“¡Estamos hablando del derecho básico a la alimentación! Por lo tanto, nos resulta fundamental como organización poder acompañar merenderos y comedores gestionados no solo por las personas con las que venimos trabajando, sino también por aquellas que se vean en el compromiso de abrir nuevos espacios en el territorio”, dice Camila Liberal de la Fundación Deuda Interna, organización que trabaja coordinadamente con las comunidades wichi desde hace 15 años en el acceso a los derechos humanos. 

Referentxs comunitarixs organizan en sus casas comedores y merenderos para que lxs más chicxs y lxs ancianxs puedan acceder, al menos, a un plato de comida al día. Sin subsidios públicos ni financiamiento de partidos políticos, Fundación Deuda Interna depende exclusivamente de los aportes y las donaciones que personas individuales brindan de forma voluntaria. “Estamos concentrando todo nuestro esfuerzo en garantizar el acceso de las comunidades a los derechos mínimos”. 

Realizamos campañas para recaudar dinero para comedores y merenderos que cada día son más porque las familias no tienen para comer ni pueden acceder a elementos de higiene. De ese dinero, también tratamos de cubrir el mantenimiento de las bombas de agua y la luz para que puedan seguir funcionando. 

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IFE sin conexión

La otra prioridad de Deuda Interna en este momento es el acceso a la IFE (Ingreso Familiar de Emergencia). «Coordinamos un equipo de personas que voluntariamente están colaborando en la tarea de aplicar al programa que anunció el Gobierno Nacional, un gran esfuerzo por parte de las comunidades», señala Camila. 

La falta de acceso a la información y a la tecnología, las imposibilidades de conexión y carga de datos forman parte de un contexto desigual que solo pudo sortearse de forma colectiva. Personas de Villa Anisacate, Pilar, Villa María, Río Segundo, Villa La Bolsa, Alta Gracia, Córdoba capital, Salta, Morteros y hasta una cordobesa desde Italia participaron construyendo un pasamano colaborativo de información entre las comunidades, que posibilitó la carga, corroboración, seguimiento, reclamo y la re-aplicación de cada caso. 

Aún así, encuentran muchas restricciones e imposibilidades para acceder al beneficio. A la desinformación, las diferencias culturales sustanciales como el idioma y la falta de conectividad, se suman los rechazos de la ANSES en muchos casos y las disposiciones de cobros a 200 kilómetros de distancia de las viviendas. 

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Botas sí, agua no

En Misión Chaqueña, Departamento General José de San Martín, al norte de la provincia de Salta, habita una de las mayores comunidades wichi. Entre el Río Bermejo y a 45 km de la ciudad de Embarcación, sobreviven durante todo el año sin acceso al agua potable. Expuestxs a herpes, parásitos y diarreas como consecuencia de la falta de potabilización, el agua se obtiene de pozos mediante la extracción con bombas de agua. 

Frente a la demanda de acceso, el ejército argentino custodia sus territorios representando al Estado en la noble misión del acceso al agua. Sin embargo, hasta ahora, ningún pozo construido asoma en estas tierras, en cambio, crece la angustia y la incertidumbre de muchxs mayores cuando los soldados se alcoholizan y buscan “divertirse” con niñxs y jóvenes de la comunidad, materializando, una vez más, el abuso y la impunidad de la violencia institucional.

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Preservar, expresar y difundir la cultura wichi

La Universidad del Monte, en Misión Chaqueña, es otro de los espacios afectados por la pandemia del abandono. Germen del trabajo colectivo conjuntamente con Fundación Deuda Interna, para preservar y difundir la cultura wichi, alberga una veintena de actividades para el desarrollo social: espacios creativos, cursos de capacitación, roperos comunitarios, arte wichi, formación para la producción de pozos de agua, cursos de enfermería, salud, arquitectura y obras de construcción, apicultura y talleres de armado de libros de medicina ancestral son algunas de las que se producen en este espacio en colaboración con distintas organizaciones e instituciones como el INTA, CONICET y la Universidad de Salta. 

Hoy, sus obras se ven interrumpidas no solo por el alto que genera la pandemia, sino también y fundamentalmente por la falta de recursos económicos para acceder a servicios esenciales como la electricidad, el agua y los materiales para continuar su edificación.

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La importancia de la soberanía alimentaria

800 metros son los que separan la Universidad del Monte de la casa de Leo Pantoja, miembro y referente territorial de la comunidad wichi. “Yo le daba luz, es un solo medidor que es mío y, un día, no pude pagar más porque se me acumularon las boletas, tengo que pagar aproximadamente 15 mil pesos y yo tengo 10 mil del beneficio de la IFE, que quiero invertir ahí”, explica. Con preocupación, expresa que, fruto del trabajo colectivo, funciona allí también una huerta comunitaria, un pozo de agua, un comedor y merendero, hoy en riesgo por la falta de luz y recursos. Una concatenación de hechos desafortunados. Sin luz, no funciona la bomba, dejando sin acceso al agua a aproximadamente 300 personas que viven en los alrededores y sin posibilidades de regar los alimentos de la huerta que hacen al sustento alimentario de la población. 

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Dijimos Nunca Más

En 2009, se creó la “Comisión Nacional de Investigación del Genocidio para el Resarcimiento Histórico de los Pueblos Originarios de Argentina” con el objetivo de esclarecer y denunciar el genocidio ejecutado por el Estado Argentino tanto en períodos democráticos como dictatoriales. Conformada por personas de diversos orígenes e intereses que se consolida a partir del interés de la comunidad wichi y vislumbra fuertemente la necesidad de trabajar en la reparación histórica y la refundación del Estado.


A pesar de las recomendaciones de la ONU a los gobiernos, de generar políticas de cuidado para los pueblos originarios doblemente vulnerables a los efectos del Covid-19 debido a su exposición permanente a condiciones estructurales de pobreza, desigualdad e invisibilización estructural, hasta el momento, no hay ninguna política vigente que haga caso a estas recomendaciones. 


El genocidio originario es una política que se reactualiza gestión a gestión. El aislamiento y la pandemia del olvido son realidades cotidianas para estos pueblos arrasados desde la colonización hasta hoy. Abrazarlos es devolvernos la posibilidad de ser humanxs. 

*Por Cin Musso para La Tinta. Fotos: Fundación Deuda Interna. 

Palabras claves: aislamiento social, coronavirus, desnutrición, Fundación Deuda Interna, pueblos originarios, Salta, salud, Wichi

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