La Redonda

La Redonda
22 mayo, 2020 por Redacción La tinta

La pucha como pechan / Son las ganas de jugar / De calzarme los botines / De ponerme a gambetear. Una historia redonda de amor, desencuentro y reencuentro con el fútbol. Delfina Vettore nos regala este texto que forma parte del libro «Miralas Gambetear».

Por Delfina Vettore, del libro “Miralas Gambetear”

La pucha como pechan
Son las ganas de jugar
De calzarme los botines
De ponerme a gambetear
La pucha
como pechan
Son las pibas
desde atrás
Nos metimos en las canchas
No nos sacan
Nunca más

De chiquitos nos enseñan las figuras geométricas. Triángulos, cuadrados, rectángulos, círculos. Desde chiquita que no podía ver algo redondo que me daban ganas de patearlo.

Recuerdo la primera pelota que me regalaron mis amigas para un cumpleaños.

Recuerdo la vez que el chico que me gustaba me dejó el tobillo como una pelota, por estar jugando en la canchita de la pileta municipal, mientras esperábamos el asado.

Recuerdo esa vez que la redonda no quiso entrar, y me erré el penal en el encuentro de infantiles que jugué con la camiseta del club de mis amores, Herlitzka, encima en cancha de Atlético Sampacho.

Recuerdo las veces que la pateé al arco que formaban dos plantas en la casa de Vir, mi mejor amiga, dónde jugábamos con sus hermanos mientras ella hacía de tercer tiempo masitas traviatas a la parrilla.

En tantos almuerzos en mi casa había plato para los cinco (mamá, papá, mis hermanas y yo), pero muchas veces éramos seis. Porque la redonda comía conmigo. Era como una mejor amiga, incondicional.

También me acuerdo una vez que estaba muy enojada, me fui al patio y la pobre redonda no paraba de estamparse contra el paredón. Como si ella hubiese tenido la culpa.

Y la cantidad de veces que mi hermana menor tenía que oficiarme de arquera. No le quería meter goles a un arco vacío, quería un desafío. Siempre me gustaron los desafíos.

También pienso cómo la vida me fue alejando de esa mejor amiga, la redonda. Porque parece ser que era una amistad para los chicos, los varones. En el club no podía jugar más, y en el pueblo no había otras chicas que quisieran patear la pelota conmigo.

Pero hay cosas que ningún prejuicio o mandato social pueden romper.

Pasaron muchos años y mi pie derecho se sigue emocionando cuando tiene algo redondo cerca.

Dicen que uno vuelve siempre a los viejos sitios dónde amó la vida. Y creo también que yo siempre voy a volver a la vieja amiga que me hizo amar el fútbol.

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(Ilustración: Gonzalo Sosa)

El reencuentro

«Una profesora nos decía en la facultad de Psicología, que uno es lo que puede nombrar. Entonces pienso, que mientras más podamos nombrar, más crecemos como personas. Nos expandimos y empezamos a buscar en lugares desconocidos, los atravesamos y los transformamos. Nos transformamos.»

Pensé en cómo el fútbol fue mi pequeña revolución en una infancia caracterizada por los silencios. Me acuerdo del texto que escribí sobre mi gran amiga la redonda, cuando todavía era sólo jugadora de hockey y hacía años que no me calzaba unos botines. Allá cuando era fútbol y silencios.

Yo no gritaba, pero estampaba la pelota contra el paredón del patio mil veces cuando estaba enojada.

En general no parecía simpatizarme mucho la compañía de nadie, pero a la pelota no la soltaba ni para comer.

Hoy pienso en mi infancia y en esa pelota.

Hoy pienso también en todo lo que aprendí a nombrar, a decir, a gritar.

Hoy el fútbol es otro tipo de revolución. Porque ya mi vida no está caracterizada por esos viejos silencios.

Hoy sé que falta mucho por aprender, por nombrar, por decir y gritar. Mucho para seguir transformando y creciendo. Y, en ese proceso, el fútbol está siendo disfrute más que nunca.

«Si algún día dudas de vos, acordate de vos», me dijeron. Y sé, que cada vez que dude, voy a querer acordarme de mí rompiendo silencios, gambeteando y dejando atrás dolores, y encarando la vida con más libertad y alegría.

Hay una Delfi, de esa infancia, que quiero dejar ahí.

Pero hay otra que quiso salir. Y a esa si que la recibo con los brazos abiertos. Esa me hace sonreír feliz por reencontrarme con la aventura de correr con la pelota en los pies.

*Por Delfina Vettore, del libro “Miralas Gambetear”.

** “Miralas Gambetear” es producción de la Cooperativa de Trabajo Al Toque Ltda. y editado por UniRío Editora, de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

Palabras claves: Fútbol Femenino, literatura

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