La suma de todos los miedos: ser Gorde

La suma de todos los miedos: ser Gorde
15 abril, 2020 por Redacción La tinta

Entre la incertidumbre económica y social, en medio de este contexto de pandemia y cuarentena, nos quedamos desnudes ante un miedo latente: engordar parece preocupar más que contraer el virus o llegar a fin de mes. Los discursos gordoodiantes están activos y se pasean por las redes y por cada conversación.

Por Redacción La tinta

“Parece que es más grande el temor a engordar que al coronavirus. Lo que pienso extremadamente gordefóbico, pero, a su vez, reflexiono sobre… ¿tendrían tanto miedo a engordar si no existiera el cis.tema gordeodiante? Tendrías miedo si ser gorde no implicara ser humillade, ser excluide, ser marginade, ser hostigade, ser sujete de burla y no de deseo, ser «lo peor que te puede pasar».
Fragmento de un posteo de Lágrima Gorda

Si bien no resulta novedoso el menosprecio social de les cuerpes gordes, en tiempos de COVID, circulan memes, temas de conversación en cada grupo de whatsapp, posteos en las redes, chistes, notas en diarios, programas de televisión sobre cómo no engordar en la cuarentena. Ante esta preocupación en primera plana, sobre cómo no ser gorde, que nos deja de cara y frente a la sociedad odiante y opresiva en la que vivimos, La tinta conversó con Romina Bocco, nutricionista y docente, y con Sofía Recchiuto, activista gorde.

Romina Bocco viene reflexionando sobre el recrudecimiento del discurso gordoodiante en este contexto y nos dice: “La alimentación, en tiempos del COVID, se convirtió en un tema central en los medios. Por un lado, aquellos que vinculan los alimentos con la posibilidad de sostener un buen estado de inmunidad, que permita enfrentarnos ‘al virus’. Por otro, la amenaza que pueden significar estos mismos alimentos a nuestres cuerpes, por su potencial obesogénico. En estos tiempos de incertidumbres, con estadísticas que, a diario, parecen acorralarnos y mostrarnos que estamos a ‘un paso’ del contagio propio o de algún familiar, nos hacen temer a los alimentos. No sólo por la posibilidad de que contengan ‘el virus’, por lo cual debemos desinfectarlos compulsivamente, sino, sobre todo, por la potencialidad de que estos mismos alimentos me conviertan en un ‘gorde post cuarentena’. El miedo está localizado en ese ‘después’, en la mirada acusante de todo lo incapaz e improductive que fui durante el confinamiento, que ni siquiera pude hacer ‘dieta’ o ‘cuidarme’ en la cuarentena”.

“Me da miedo engordar en esta cuarentena, lo único que hago es comer”, “voy a tener que agrandar la puerta para salir de mi casa cuando todo esto pase”, ¿quién no escuchó alguna de esas frases? Ese miedo latente viene convalidado por una batería de noticias, tips y consejos en los medios: “Cuarentena por coronavirus: claves para no subir de peso”, “Que la cuarentena por el coronavirus no te engorde: diez trucos para quemar calorías sin esfuerzo”, “La ansiedad, el aburrimiento y el sedentarismo pueden jugarnos una mala pasada en esta cuarentena obligatoria y hacernos comer de más”, “5 rutinas de entrenamiento para mantener tu silueta”, entre miles de titulares más.


Romina agrega que “es necesario comprender que no existen mensajes donde la temática gorde sea abordada de forma ‘inofensiva’, no sólo porque está vinculada a la reproducción de modelos gordofóbicos, sino porque también repercuten fuertemente en quienes manifiestan disconformidad con su imagen corporal (¿todes?) e, inclusive, en quienes presentan trastornos de la conducta alimentaria. Entonces, el círculo del miedo a engordar, hambre, atracón, conductas restrictivas, compulsión, frustración, angustia, culpa y vuelta atracón, se suma al círculo de alcohol en gel, lavandina, barbijo, comida saludable”.


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(Collage: Erika Armada)

La pintura de época es preocupante, una realidad estaqueada entre una crisis alimentaria y el hambre para muchas personas y la cultura de la dieta, del comer como amenaza de una vida gorda. Engordar parece importar mucho, anida en cada une de nosotres, más de lo que decimos haber liberado ese estereotipo opresivo de estándares de cuerpes belles y aceptades. La mirada ametrallante sigue puesta sobre cada cuerpe, sobre cada bocado que se come con culpa.

Sofía Recchiuto viene participando de diversos espacios de activismo gorde y alianzas de resistencia gorda. En conversación con ella, nos cuenta que afirmarse y apoyarse en esas alianzas gordas, en sus compañeres, ha sido clave para ayudarla a problematizar y desnaturalizar muchas de las violencias contra su cuerpe. “Si yo, hoy, me puedo nombrar como activista gorda es también, en parte, gracias a mis compañeres, a esas alianzas, a la organización, porque la salida es colectiva y no podría ser de otra forma”.

Nos cuenta que, en Córdoba, están organizades y agrupades en espacios para pensar colectivamente y problematizar las violencias sistemáticas que sufren durante sus historias de vida como cuerpes gordes. Parte del posteo que compartimos al comienzo de la nota lo hizo desde su cuenta de Instagram @lagrimagorda, reflexionando sobre los memes gordoodiantes, donde se pregunta: “¿Existiría la gordefobia sin un cis.tema gordeodiante -como matriz de inteligibilidad- que la legitime? ¿Tendríamos miedo a ‘ser gordes’? ¿Es un miedo individual o corresponde a esta red enorme desde donde desean disciplinarnos?”.

Te proponemos hacer una cartografía de memes en esta última semana, cuya centralidad sea la preocupación por les cuerpes gordes post cuarentena. Te vas a sorprender de la cantidad de conversaciones y contactos donde esto aparece.


Sofi expresa al respecto que “los chistes y memes perpetúan y reproducen violencia y opresión hacia nuestres cuerpes, nuestre cuerpe no es un chiste. En lo que elles llaman chiste, se esconden prácticas y discursos que funcionan de manera estigmatizante, girando en torno al ser gorde, como alguien sedentarie, que se la pasa en su casa y comiendo, alguien dejade y descuidade. Y me parece que es importante destacar que no hablamos de personas gordofóbicas, sino que hablamos de una matriz de gordo odio que sostiene el sistema odiante en el que vivimos. Y es reproducido por la mayor parte de la sociedad. Estas prácticas discursivas vienen de ese sistema que reproducen patologización, estigmatización. Y es muy violento, atenta contra nuestra corporalidad y contra nuestra identidad”.


Y, además, son prácticas discursivas que salen a la luz disfrazadas de un discurso de salud, de chistes, de ideales sobre cuidados que encierran mucha violencia. Y cuando señalamos esas prácticas como gordoodiantes, se nos cuestiona o justifica diciendo: “Es por tu salud”, “es un chiste”, “ya no se puede decir nada”. También hay personas que te dicen: “yo soy la persona que no quiere engordar por una cuestión de mi estética”, esa individualidad esconde una estigmatización, es como decir ustedes engorden si quieren, pero yo, por estética, no quiero. ¿Qué estética se valora? Al gorde, se lo pone como feo o poco estético. Se nos termina cuestionando por lo que nosotres señalamos como violento en lugar de cuestionar el privilegio de la cultura de lo flaco”.

Lo que dice Sofía se enlaza con un fragmento que recuperó Romina del libro “Cuerpos sin patrones”, donde Laura Contreras dice: “En estas sociedades de control o seguridad, hay un imperativo de la vida saludable, que obliga a cuidarse, mejorarse y ejercitarse para encajar (eso significa el fitness). Todo en pos de una presencia digna de ser vista, elogiada y apreciada en términos del mercado”.

Romina insiste en la necesidad de “sostener y promover entramados de resistencia crítica a los encuadres patologizantes y discriminativos de la diversidad corporal, entendiendo que un comentario, un meme, un video, donde se utiliza el viejo recurso de alusión descalificatoria (e, inclusive, autodescalificante) de ‘le gorde’, nunca es una intervención neutra ni apolítica, sino una de las formas contemporáneas de alimentar la sistemática violencia orientada a cuerpes diverses o disidentes/no normados. Y, en definitiva, nos convertimos en policías de la normalidad corporal, pero donde el arma que utilizamos es el celular. Diversos profesionales vinculados a la salud parecen más preocupados por la distancia que se genera entre los alimentos que se consumen en tiempos de aislamiento y las recomendaciones nutricionales, por generar canales y alternativas para que las personas a cargo de las tareas reproductivas del hogar –mayoritariamente mujeres- puedan organizar óptimamente los recursos, tiempos y hasta las actividades de distracción del resto de la familia a través de recetas creativas. Preocupa pensar que sólo se visibiliza una sola perspectiva de salud, donde aumentar de peso en tiempos de aislamiento social pareciera tener sólo la mirada patologizante y desnormalizada. Donde pareciera que engordar sólo está vinculado a las prácticas desbordantes, desordenadas, compulsivas e irresponsables, las cuales debemos controlar o evadir de cualquier manera”.

El miedo a engordar nos ronda todo el tiempo, Sofía nos interroga: ¿pensaste qué tan encarnado tenemos todas las personas el miedo a ser gordes y cuánto nos cuesta cuestionarlo?, que, incluso, en medio de una pandemia, aparece como un temor prioritario. “Es como estar en una guerra y estar cuidándonos en las comidas para no ser gordes. Y, entonces, ¿qué pasa con las corporalidades gordas que somos el monumento señalado de ese temor? Es muy violento, y sorprendente, que, incluso en este contexto que estamos viviendo, se esté pendiente del temor de ser como nosotres, gordes y disidentes. Otras serían las libertades y los deseos si no viviésemos en una sociedad que reproduce y perpetúa sistemáticamente el terror de sus discursos gordoodiantes”, concluye Sofía.

(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Redacción La tinta / Collage de portada: Erika Armada.

Palabras claves: activismo gordx

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