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Los especuladores de siempre

6 abril, 2020 by Redacción La tinta

“Desde el 9 de marzo, casi ninguna de las 13 mil farmacias que hay en la Argentina recibe alcohol en gel o alcohol líquido, y estamos hablando de 4 o 5 empresas y 3 o 4 marcas que se están burlando de las farmacias, de los ciudadanos”. La frase se la dijo Rubén Sajem a BaeNegocios, uno de los directores del Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos, que nuclea a más de 13 mil farmacias de todo el país. En conjunto, denuncian que los productores de elementos esenciales para la salud e higiene retienen sus productos esperando que la demanda dispare los precios. La especulación esquiva la cuarentena y ya está en la esquina de casa. Salud y alimentos son los rubros más afectados, y las medidas de “Precios máximos” y controles a grandes supermercados no alcanza para contener la escalada.

Por Esteban Viú para La tinta

“El lunes, llamé para que me enviaran cajas de 100 barbijos y estaban a $2000. El miércoles a la tarde, llamé de nuevo y estaban a $3500”, dice Adriana, farmacéutica de larga herencia familiar. Mientras atiende a ritmo frenético a sus clientes, me envía audios de WhatsApp. Cuenta que le ofrecieron alcohol en gel a $450 el 1/2 litro. “Iba a comprar porque hay gente que necesita, que viene hace 3 o 4 días, y me pregunta y yo no tengo. Pero no le puedo vender 1/2 litro a 600 o 700 pesos”, cuenta con la voz teñida de resignación.

Pañuelos, jabones, termómetros y guantes de látex tampoco se consiguen en farmacias, pero sí se pueden comprar por internet, a precios inimaginables. Los presupuestos ya limitados del área de salud pública se ven todavía más perjudicados en este contexto de escalada e informalidad. La semana pasada, encontraron en el depósito general de Farmacity más de 9 mil frascos de alcohol en gel que estaban retenidos. La respuesta de la empresa fue que “justo habían entrado los camiones con el producto y se estaba preparando para repartirlo”. Su CEO, Mario Quintana, fue funcionario de primera línea de Mauricio Macri.

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(Imagen: La tinta)

En los alimentos, el panorama no es muy diferente. El relevo de datos en plena pandemia no es nada sencillo, los números que siguen a continuación son precios que pagué o que gente de confianza pagó. La comparación de precios es con los últimos datos oficiales de febrero. Si nos fijamos en la carne, el kilo de milanesas ronda los $450 (+28%); el de molida, $320 (+39%) y cuadril, $430 (+25%). Si miramos las verduras, el kilo de papa está $45/50 (+40%). En el Mercado del Abasto de Río Cuarto, el bolsón de 20 kg costaba $350 antes de la cuarentena, hoy, roza los $550. El tomate pasó de $55 a $90 el kilo. Siempre comparando precios promedios, a pesar de que, en algunos lugares, se puede conseguir más baratos y, en otros, más caros.

La explicación oficial que dan los sectores de la producción vacuna es que las curtiembres dejaron de retirar los cueros que se utilizan para producir zapatos y productos de ese material. “Las plantas faenadoras estuvieron en emergencia operativa y al borde de la paralización por falta de destino de los cueros procedentes de la faena. Sin poder usar las cámaras de frío para su conservación, por razones sanitarias, la generación adicional de cueros derivó en un problema operativo grave”, dijeron desde la Cámara de la Industria Frigorífica a Página/12. También aducen que la demanda superó a la oferta de carne que hay en el país. Sin embargo, las exportaciones de carne, particularmente a China, se derrumbaron. Son miles y miles de toneladas que deberían traducirse en una mayor oferta para apaciguar la demanda interna. Además, los precios del combustible y las tarifas están congelados. Nada de esto alcanza y se espera que la carne trepe entre 5 y 10% más en las próximas semanas.

El gobierno nacional realizó, hasta el momento, casi 2100 fiscalizaciones solo en supermercados y mayoristas. En el 80% de esas fiscalizaciones, se encontraron precios abusivos. Pero, en un contexto donde las personas solo pueden ir al local más cercano para abastecerse, la cadena productiva sigue intocable.

Paolo Rocca, CEO de Techint, amenaza con despedir a 1450 empleados. Para hacer un poco de historia, el abuelo de Paolo, fundador de la empresa, fue ministro de Benito Mussolini. El grupo LATAM anunció que va a reducir a la mitad el sueldo de todos sus empleados durante 3 meses. En Tierra del Fuego, la empresa Mirgor despidió a 740 operarios. ¿Quién preside el directorio de la empresa? Nicolás Caputo, el primo del ex presidente Macri. En Antofagasta de la Sierra, Catamarca, un consorcio formado por Contreras, Mogetta y Boetto y Buttigliengo cesó la actividad de 400 trabajadores. El aviso fue mediante mensaje de texto.

Los grupos de poder locales muestran sus dientes y pretenden que la actividad económica no se paralice, aun a costa de la vida de sus trabajadores. Hace varios días, operan a través de sus altoparlantes mediáticos para que la cuarentena sea más laxa y todos vuelvan a producir o habrá despidos masivos, pues con sus trabajadores siempre comparten las perdidas, pero nunca las ganancias.

Por su parte, como siempre, casi la totalidad de los bancos privados se niega a extender líneas de créditos “blandos” (24% de interés) y contribuye al ahogamiento de las PyMEs. Este dato toma otra relevancia si miramos las ganancias del sector: En 2018, el sistema financiero en su totalidad (banca pública-privada, nacional-extranjera, etc.) ganó 144.417 millones de pesos. El año pasado, la cifra trepó hasta 302.863 millones de pesos. Los datos que brinda Alfredo Zaiat, economista y periodista, indican que los bancos hicieron una diferencia de 109,7% de un año a otro. El 2020 no trajo nada nuevo: En enero, la suma fue de 27.782 millones de pesos.

Qué otra cosa esperar, entonces, en este contexto y sin ningún tipo de medidas estructurales más que el ensanchamiento de la brecha entre los más ricos y los más pobres. Considerando que las y los trabajadores dependemos, en gran medida, de la presencia física en el trabajo para generar ingresos, no es ilógico pensar que este es un buen momento para gravar con mayor firmeza al sector especulativo (en su amplia diversidad) y distribuir con mayor equidad, apostando a un sistema productivo con inclusión y perspectiva de futuro.


La epidemia tiene que servirnos como punto de inflexión para argumentar y decidir sobre algunas cosas fundamentales como sociedad. ¿Salud, trabajo y alimentación deben ser negocios o bienes esenciales? ¿Qué rol adquiere el Estado en esta discusión? ¿Y nosotres? ¿Qué hacemos con las cadenas productivas?


Los sectores concentrados y quienes representan sus intereses entienden que estas y muchas otras preguntas van a configurar gran parte de nuestro futuro y ya plantean su anti-tesis: recorte a los políticos y profundizar el deterioro del Estado. Agrietar, dividir. Poner el foco sobre otras personas y sobre otras ganancias. Nunca la de ellos.

Además de esquivar la pandemia, tenemos la tarea de pelear y definir por una sociedad más justa. El contexto está abierto para dar las discusiones necesarias y que cada une ocupe el rol que le cabe dentro de nuestra sociedad.

*Por Esteban Viu para La tinta.

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