Eduardo Galeano: hoy más que nunca, el derecho de soñar

Eduardo Galeano: hoy más que nunca, el derecho de soñar
16 abril, 2020 por Soledad Sgarella

A 5 años de la muerte del escritor, releemos uno de sus textos emblemáticos y más populares. Como creado para nuestra más específica actualidad, El derecho de soñar invita a que la pandemia no nos engripe las utopías. Larga vida al compañero Galeano.

Por Soledad Sgarella para La tinta

Eduardo Germán María Hughes Galeano nació en Montevideo el 3 de septiembre de 1940 y falleció el 13 de abril del 2015, a los 74 años, en su casa de Malvín (vieja barriada sin fin, en palabras del murguista Canario Luna) al sureste de su ciudad natal.

El periodista, escritor y poeta es parte del alma latinoamericana, esa que nos insufla de esperanzas y de sueños, esa que nos mantiene hermanadxs y vivxs en nuestras luchas. Su fecunda obra es la eterna compañera de muchos de nuestros caminos y contiene diversos géneros periodísticos o narrativos. Hemos usado sus textos indefinidamente y nunca les diremos trillados porque siempre han sido necesarios. Actos escolares, tarjetas de fines o comienzos de año, dedicatorias, revistas universitarias, introducciones de notas, remeras militantes, carteles de estudiantes, pancartas de luchas: tantas cosas llevan las palabras del uruguayo como bandera, tantos recuerdos vienen de la mano de sus frases, que son parte de nuestras vidas y como decía él mismo: “Recordar, del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón” nos colectiviza.

El 25 de diciembre de 1996, Galeano publicó, en su columna de El País -de España-, El derecho de soñar, un artículo literario y de opinión cuyas palabras cobran vida hoy, a la luz de una pandemia que nos obliga a seguirlas soñando:

Vaya uno a saber cómo será el mundo más allá del año 2000. Tenemos una única certeza: si todavía estamos ahí, para entonces ya seremos gente del siglo pasado, y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio.

Sin embargo, aunque no podemos adivinar el mundo que será, bien podemos imaginar el que queremos que sea. El derecho de soñar no figura entre los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1948. Pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed.

Deliremos, pues, por un ratito. El mundo, que está patas arriba, se pondrá sobre sus pies:

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(Imagen: La Diaria)

-En las calles, los automóviles serán pisados por los perros.

-El aire estará limpio de los venenos de las máquinas y no tendrá más contaminación que la que emana de los miedos humanos y de las humanas pasiones.

-La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor.

-El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia y será tratado como la plancha o el lavarropas.

-La gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar.

-En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a hacer el servicio militar, sino los que quieran hacerlo.

-Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.

-Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas.

-Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos.

-Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas.

-El mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra por siempre jamás.

-Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión.

-Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle.

-Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos.

-La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla.

-La policía no será la maldición de quienes no pueden comprarla.

-La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda.

-Una mujer, negra, será presidenta de Brasil, y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América. Una mujer india gobernará Guatemala, y otra, Perú.

-En Argentina, las locas de la Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.

-La Santa Madre Iglesia corregirá algunas erratas de las piedras de Moisés. El sexto mandamiento ordenará: »Festejarás el cuerpo». El noveno, que desconfía del deseo, lo declarará sagrado.

-La Iglesia también dictará un undécimo mandamiento, que se le había olvidado al Señor: »Amarás a la naturaleza, de la que formas parte».

-Todos los penitentes serán celebrantes, y no habrá noche que no sea vivida como si fuera la última, ni día que no sea vivido como si fuera el primero.

 

A un lustro de la partida de uno de los más grandes y queridos de la literatura y los derechos humanos (y, sin embargo, siempre, uno de los nuestrxs), sus producciones artísticas son, quizás, la indispensable utopía: para no perder de vista el mundo hacia el que queremos ir, uno donde quepan muchos mundos posibles, más y mejores.

*Por Soledad Sgarella para La tinta.

Palabras claves: Eduardo Galeano, El derecho de soñar, literatura

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