Rosas rojas y revolucionarias: las zapatistas y Rosa Luxemburgo

Rosas rojas y revolucionarias: las zapatistas y Rosa Luxemburgo
9 marzo, 2020 por Tercer Mundo

La teoría y la práctica como un solo puño fueron las herramientas de las mujeres mexicanas que impulsaron la revolución a principios del siglo XX, y de la marxista alemana.

Por Clara G. Meyra Segura para Desinformémonos

Retomar el papel de las mujeres en el zapatismo, en el marco del aniversario de Rosa Luxemburgo (5 de marzo de 1871), y a 101 años del asesinato de Rosa y Emiliano Zapata, es una forma de reivindicar la importancia y trascendencia histórica de las mujeres en la construcción de los procesos políticos y de lucha de las izquierdas. En este caso, de un movimiento con un ideal de nación basado en la justicia, la tierra y la libertad, con un vasto imaginario del revolucionario a caballo en el que se ha insertado sólo una imagen de la mujer, la soldadera, borrando la diversidad -campesinas, maestras, periodistas, generalas, madres y escritoras- que se sumó e hizo posible el zapatismo.

Una rosa socialista

La Europa de finales de siglo XIX vio nacer a una gran revolucionaria apasionada por las plantas, científica de la naturaleza y de la vida social. La pequeña Luxemburgo aprendió a leer a muy temprana edad, a los 16 años fue parte del grupo Proletariado de Lucha por el Socialismo, y a los 26 obtuvo el doctorado en Ciencias Políticas. Judía, con una discapacidad, migrante, y transgresora de su tiempo, fue, es y será el águila revolucionaria. La claridad en su posición política se encuentra en su obra y en lo que hasta nuestros días se escribe acerca de ella.

“Rosa Luxemburgo vivió un tiempo de revoluciones. Nacida en Zamość, en una Polonia ocupada por el imperio zarista ruso, el 5 de marzo de 1871, días antes que los obreros y obreras de Paris ‘tomaron el cielo por asalto’, fue acunada por los cantos guerreros de la Comuna –la primera experiencia de gobierno obrero–. En sus 47 años de vida intensa, participó de la revolución rusa de 1905 -a la que se sumó desde el territorio ocupado de Polonia, cayendo presa en ese país-, vibró desde la prisión con la Revolución Rusa de octubre de 1917, a la cual no temió valorar, pero también criticar -en textos que no llegó a publicar en vida-. Fue asesinada días después de la derrota de la revolución espartaquista”, escribe Claudia Korol en La Revolución Roja.

Georg Lukács, en Historia y conciencia de clase, dice que para Rosa Luxemburgo el concepto de “totalidad” es central e inseparable de una teoría marxista de la sociedad y a política. Ello implica relacionar los fenómenos con la totalidad concreta que los contiene y, por ende, la crítica a examinarlos de forma aislada. Esta concepción constituyó su principal arma en el debate contra Bernstein.

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Su quehacer puso en duda las relaciones de poder, género y edad, para su tiempo una revolución en sí. Estuvo en la cárcel en distintos momentos de su vida, situación que nunca la detuvo. Fundó la Liga Espartaquista, que después pasó a ser parte del Partido Comunista alemán (KPD). También fundó el periódico Bandera Roja, en el que expresó su posición antimilitarista.

Y de pronto pasamos a otra latitud… mujeres revolucionarias

El 7 de agosto de 1848, Aguascalientes vio nacer a Dolores Jiménez y Muro, hija de madre y padre liberales. A los 26 años, se reconoció como escritora gracias a sus colaboraciones en periódicos locales como La Esmeralda y La Sombra de Zaragoza. Atestiguó las injusticias tanto en el campo como en la ciudad, y se comprometió con las luchas por la transformación. En 1910, fue presidenta del Club Femenil Antirreeleccionista Hijas de Cuauhtémoc. Durante la revolución maderista redactó el Plan Político Social de Tacubaya. Decepcionada del rumbo que tomó el maderismo, Dolores se incorporó al zapatismo a sus 63 años y redactó el Proemio del Plan Ayala.


Corría el año de 1875, y el 27 de enero, San Juan del Río Querétaro vivió el alumbramiento de Juana Belem Gutiérrez, maestra, periodista, revolucionaria, anarquista, magonista, zapatista y feminista. Fue parte del Club Político Femenil Amigas del Pueblo, así como del Club Hijas de Cuauhtémoc. Tras la decepción que le ocasiona el rumbo de la revolución maderista, Juana Belem se trasladó a Morelos para sumarse a la causa zapatista a través de sus escritos y su talento revolucionario. Algunos testimonios sugieren que recibió el nombramiento de coronela en el Ejército Libertador del Sur, y que se encargó de organizar el regimiento “Victoria”. Se opuso al carrancismo al triunfo de esta facción. Al terminar la lucha armada, se sumó como maestra en el programa vasconcelista de educación para combatir el analfabetismo en el país y fungió como funcionaria en distintos cargos públicos. No abandona la lucha ni la escritura, pues continúa con la publicación de los periódicos revolucionarios Vésper, El Diario del Hogar, El Hijo del Ahuizote y Excélsior.


Elisa Acuña y Rosetti, nacida en Mineral del Monte, Hidalgo, alrededor de 1887, fue anarquista, magonista y militante del Partido Liberal Mexicano. Fundadora del periódico La Guillotina, mujer convencida de los ideales revolucionarios de “Tierra y Libertad”, se unió a Emiliano Zapata y fue nombrada jefa de propaganda, así la labor de Elisa fue fundamental para promover los ideales del Plan de Ayala. Junto a Juana Belem creó el periódico La Reforma, considerado el primer periódico que promovía las causas de los pueblos indígenas.

Dolores, Juana Belem y Elisa fueron periodistas activas y en oposición a la dictadura de Porfirio Díaz, revolucionarias en la acción y en la vanguardia, plasmaron su posición política en diversos textos. Como revolucionarias, estuvieron al lado del pueblo y en medio del conflicto armado, dirigiendo y luchando, al mismo tiempo que rompían con esas estructuras del pensamiento hegemónico de que si se lucha con el cuerpo no se puede luchar con las ideas; aquí la distinción es que las ideas las construían en la acción, un principio profundamente marxista.

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Otras mujeres estuvieron presentes en el campo de batalla, como las coronelas Amelia Robles y Rosa Bobadilla -quien, según datos, lideró 168 acciones de guerra al frente de 1.500 hombres-, entre otras que decidieron levantar su propia tropa al servicio del cumplimiento de los principios del Plan de Ayala. Como lo documenta el libro Mujeres Zapatistas, la otra cara de la Revolución: “Irene Copado, Ignacia Peña, Gregoria Zúñiga y Soledad Rojas quienes nos narraron las preocupaciones, vivencias, motivaciones, y todo lo que hacía el día a día de mujeres que, desde sus posibilidades, roles, resistencias y reivindicaciones dieron vida al zapatismo a través de diferentes acciones y trincheras (no siempre relacionadas con la guerra), a veces al costo de sus existencias; otras, llenándose de recuerdos y convicciones que marcaron para siempre sus experiencias de vida”.

¿Por qué estas mujeres hicieron la revolución desde el zapatismo?

Ellas tuvieron en común la gran convicción de la transformación del pueblo mexicano desde lo profundo, porque vivieron las inclemencias de una dictadura y desde un pueblo cansado de la explotación. Como escribió Juana Belem a Francisco Madero el 5 de noviembre de 1911: “La segunda vez que vine me encontré con esta desgraciada Ciudad hecha un dolor de una sola pieza, horrorizada y atemorizada ante la amenaza de ser mandada por el asesino Figueroa. El crimen se consumó; Figueroa fue Gobernador y comenzó a gobernar Morelos. Los habitantes de ésta emprendieron la fuga y era doloroso contemplar el éxodo sombrío del desgraciado pueblo que marchaba que se yo a dónde en defensa de la vida”.

O como la coronela que adoptó como Amelio Robles a quién le preguntaron “¿por qué se levantó usted en armas? Por mera locura de muchacha, fue una aventura como cualquier otra en 1913. En febrero de 1913. Reuní a 15 hombres en Xochipala, pueblo cercano a Chilpancingo, y de allí me dirigí a un cerro llamado el Zopilote donde me presenté al general Epigmenio Jiménez. -¿Y qué sensación experimentó usted al encontrarse en plena aventura? -La de ser completamente libre-”.


Y quien con esas palabras tan emotivas y llameantes realizó el Proemio del Plan de Ayala, que versa así: “La humanidad, incansable mariposa que, en su incesante labor, rompe capullo tras capullo, buscando siempre la luz, alcanza épocas de tiempo en tiempo en las que los cerebros esplenden y los corazones arden al poderoso impulso de una idea redentora… Han hablado muy alto en los altruistas autores del Plan de Ayala, diciéndoles con elocuente lenguaje que para que los beneficios que encarna nuestra magna constitución sean un hecho, es preciso que el proletario, sobre todo el indio, ese mártir  que tantos siglos, se regenere y se instruya, a fin  de que sea lo que debe ser en no lejano día… y para que esto se realice, es preciso  que no tenga hambre; que no lo martirice el frío; que sea el hermano de sus  semejantes y no su propiedad menospreciada como ha sido hasta hoy ”; quién más sino Dolores Jiménez y Muro, revolucionaria hasta el final de sus días.


Para la proletaria su casa es el mundo entero

Y es así como en este fragmento revolucionario del mundo se gestaban luchas lideradas por mujeres adscritas al zapatismo, cuyos principios se fundaban en que “la tierra es de quien la trabaja”, y en que la tenencia de la tierra debía ser comunal-colectiva. Todas ellas trabajaban al unísono con lo que planteó Rosa Luxemburgo en su libro Reforma o Revolución, como una forma de responder al contexto en el que vivía y en nuestros tiempos podemos seguir planteando que: no hay capitalismo bueno y las condiciones de justicia para el proletariado no se pueden transformar de fondo bajo el yugo del sistema capitalista.

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A principios del siglo XX, esa rosa roja inspiradora y articuladora de diferentes movimientos en contra del capitalismo apareció en su cumpleaños de 1914 para dar un discurso a las mujeres proletarias: “Para la mujer burguesa su casa es su mundo. Para la proletaria su casa es el mundo entero, el mundo con todo su dolor y su alegría, con su fría crueldad y su ruda grandeza. La proletaria es esa mujer que migra con los trabajadores de los túneles desde Italia hasta Suiza, que acampa en barrancas y seca pañales entonando canciones junto a rocas que, con la dinamita, vuelan violentamente por los aires. Como obrera del campo, como trabajadora estacional, descansa durante la primavera sobre su modesto montón de ropa en medio del ruido, en medio de trenes y estaciones con un pañuelo en la cabeza y a la espera paciente de que algún tren le lleve de un lado a otro. Con cada ola de miseria que la crisis europea arroja hacia América, esa mujer emigra, instalada en el entrepuente de los barcos, junto con miles de proletarios, junto con miles de proletarios hambrientos de todo el mundo para que, cuando el reflujo de la ola produzca a su vez una crisis en América, se vea obligada a regresar a la miseria de la patria europea, a nuevas esperanzas y desilusiones, a una nueva búsqueda de pan y trabajo”.

Rosa como antiimperialista, anticolonialista y antimilitarista

En 1913, presentó una de sus obras más importante teórica: Acumulación del Capital, en el que abordó los esquemas de Marx del segundo tomo de El Capital. En esta obra, planteó que la plusvalía en una sociedad capitalista es total por las desigualdades sociales, y el capitalismo desde temprano siempre buscará mercados exteriores que controlará y colonizará a esas sociedades, que se convertirían en sociedades capitalistas; el capitalismo siempre tendrá que buscar nuevos horizontes. A inicios del siglo pasado no era fortuito que en México y en otras latitudes del mundo, se estuvieran gestando luchas que enfrentaran los estragos y presiones del gran capital que actuaba a través de la explotación de las clases más pobres. Rosa afirmó que si esa seguía siendo la dinámica del gran capital podría llegar al colapso.

En 1914, después un proceso de encuentro y desencuentros el partido socialdemócrata (SPD, por sus siglas en alemán) se convertía en un partido reformista. Cuatro años después de barricadas en Alemania, entre quienes se encontraban impulsando la resistencia, se encontraban los espartaquistas, mientras que el sector reformista de la socialdemocracia fue quien decidió a favor de los créditos de guerra, después reprimieron a los que protestaban contra la guerra. A partir de 1915, Rosa Luxemburgo pasó nuevamente la cárcel, y lo más doloroso para ella era no poder estar en los frentes de batalla, pero quién diría que en otras latitudes las mujeres zapatistas hacían frente a otros opresores, pero finalmente significó atacar al mismo enemigo estructural.

Reforma o Revolución

Rosa dio un peso muy importante a los movimientos sociales, en especial al de las y los obreros, más que a los sindicatos y el partido. Incluso, su mirada enfatizó la figura del campesinado.

En Reforma o Revolución, también hizo una crítica al oportunismo. Dijo que un partido de izquierda no puede nombrarse de esta forma si está en el poder en un país cuyo sistema se sostiene eminentemente en el capitalismo. Para que sean partidos de izquierda tienen que tener en sus planteamientos enfrentar al capitalismo. Para ello, plantea la interrelación entre la revolución y la reforma: “No se puede elegir entre reforma y la revolución como si se tratara de salchichas”. Es decir que no se trata de elegir lo uno o lo otro, sino que para construir la revolución las reformas deben ser parte más no el fin.

Mexico soldadera la-tinta

Entre tanto, a miles de kilómetros de distancia de Rosa, las artífices de la revolución mexicana apostaron por transformaciones de las instituciones, y también por la revolución del pensamiento, como lo fueron las coronelas Rosa Padilla, Rosa Bobadilla, doña Evarista Contreras y María Guadalupe Muñiz, entre muchas mujeres que han quedado desdibujadas de la historia oficial. María Guadalupe Muñiz formó parte del Ejército Libertador, y en una carta escrita en 1915 dice: “General, quiero que me haga usted el favor de darme el nombramiento que usted dice darme, anticipándole que por lo pronto necesito 50 carabinas y parque… Gracias porque nos haya usted concedido lo que a nuestros corazones deseaban, pelear por el Plan de Ayala”.

¿Cómo no retomar en este recuerdo la voz de Rosa Luxemburgo? Pues mientras ella escribía sobre propiedad colectiva y la importancia del campesinado en la lucha socialista en Europa, en México estas mujeres hacían suyo el Plan de Ayala, dirigiendo a centenares de hombres en el campo de batalla para cumplir con los ideales de propiedad colectiva para el campesinado, indígenas y el pueblo oprimido, ideales por los que luchaban como zapatistas.

Socialismo o barbarie

Luxemburgo decía que el capitalismo en todas sus facetas, incluyendo el que se plantea como civilizado, es igual a la barbarie. Es así como Rosa ubicó herramientas para enfrentar la barbarie capitalista con un horizonte socialista. La conciencia de clase es el fruto de una experiencia de vida de valores sentidos y de una tradición de lucha construida que ningún manual puede llevar desde afuera. No debe haber ruptura ni fragmentación absolutas entre la ideología espontanea de la revolución de los movimientos sociales y la revolución científica.

Si hemos de situar a Rosa como consecuente con su pensamiento, encontramos ese valor también en las zapatistas, que hicieron suyas las demandas de un pueblo que reclamaba la propiedad comunal, jornadas y salarios justos en el trabajo, educación universal, libertad para forjar su destino en la igualdad de condiciones.

Retomando a la feminista argentina Claudia Korol, los trabajos de Rosa Luxemburgo “abren un espacio de empatía para quienes en este sur se vuelven protagonistas de los feminismos populares, indígenas, negros, campesinos, migrantes, internacionalistas, sin fronteras, en los que no se busca negociar algunas migajas del banquete mundial de la burguesía transnacional, sino se tiene como horizonte las revoluciones anticapitalistas, antipatriarcales, anticoloniales, socialistas”.

A más de un siglo traemos al presente las palabras, el actuar y la inspiración de mujeres revolucionarias reales, conscientes de su realidad, que ante ella actuaron con su pensamiento a través de la palabra, las letras, la educación, la organización, la táctica y la estrategia. Mujeres que desde su pensamiento y su cuerpo trabajaron colectiva y organizadamente por derrocar a gobiernos oportunistas y tiranos, no solo para transformar su contexto sino la casa de la proletaria, de la sindicalista, de la maestra, de la estudiante, de la indígena, de la mujer negra, el hogar de la consecuente feminista que debe ser el mundo entero.

*Por Clara G. Meyra Segura para Desinformémonos

Palabras claves: Mujeres, Rosa Luxemburgo, Zapatistas

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