Estados Unidos: una carrera entre gerontes

Estados Unidos: una carrera entre gerontes
17 marzo, 2020 por Gonzalo Fiore Viani

Las primarias del Partido Demócrata se debaten entre dos candidatos que, más allá de las esperanzas, reflejan las tibias aspiraciones de una clase política en decadencia.

Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta

En medio del clima más enrarecido de la historia reciente estadounidense, y en plena crisis por el coronavirus, se siguen celebrando las primarias demócratas. Ya con sólo dos candidatos en carrera, luego de que fueran quedando atrás la decena de aspirantes a la nominación del partido para enfrentar a Donald Trump en las elecciones generales de noviembre próximo. A pesar de las primeras victorias del senador de Vermont Bernie Sanders, el ex vicepresidente de Barack Obama entre 2008 y 2016, Joe Biden, experimentó una vertiginosa remontada, especialmente a partir de los super martes, donde arrasó en la mayoría de los estados con mayoría afroamericana. Mientras que Sanders logra el favoritismo de los votantes latinos, su candidatura no logra hacer fuelle en otros sectores por fuera de las juventudes universitarias, de clase media y mayoritariamente blancas. Ninguno de los dos, por lo pronto, parece capaz de apelar al votante del interior profundo estadounidense de la misma manera que lo hace Trump.

A su vez, el apoyo a Biden de otros candidatos del establishment demócrata -como el ex alcalde de Nueva York y multimillonario, Michael Bloomberg, quien se bajó tras sus magros resultados luego del primer super martes– o de figuras de peso del partido -como el texano Beto O’ Rourke, Kamala Harris o la también ex candidata Amy Klobuchar-, han hecho del ex vicepresidente el número fijo para representar al Partido Demócrata en los comicios. Aunque a diferencia de cuando enfrentó a Hillary Clinton, esta vez, Sanders ganó California -el estado más grande del país y el que más electores reparte-, el senador no logró superar su mayor problema de la campaña de 2016, cuando tampoco pudo hacer pie en los electorados formados por minorías. En el debate del domingo pasado, en medio de las precauciones tomadas por la crisis del coronavirus, los candidatos se encontraron a solas por primera vez y coincidieron en muchas de las críticas contra el gobierno de Trump y su manejo de la situación.

Estados Unidos elecciones primarias la-tinta

Los electores del ex alcalde de South Bend, Indiana, Pete Buttigieg, también fueron todos a parar a Biden. Se esperaba que Elizabeth Warren, quien también se bajó luego del super martes, pudiera apoyar a Sanders, debido a las coincidencias en sus plataformas políticas, claramente corridas hacia la izquierda. Esto no sucedió y, aunque Warren se mantendrá prescindente y sus bases quizás voten a Sanders, el grueso de sus electores probablemente migrará hacia Biden. Mientras que, para lograr la nominación del partido, se necesitan 1.991 delegados, el senador de izquierda cuenta con 743 y el ex vicepresidente ya se va acercando a la cifra con 894. Aunque la elección todavía está abierta, es poco probable que Sanders logre arrebatarle los estados de Florida -descartado completamente luego de sus comentarios defendiendo los logros de la Revolución Cubana-, Ohio, Illinois y Arizona.


Biden ha sido muy criticado por sus adversarios debido a sus frecuentes lapsus en sus discursos. Por ejemplo, durante la campaña, aseguró que se estaba postulando “para senador”, mientras que suele cometer furcios de ese estilo. Lo que le ha valido el mote de “Sleepy Joe” (Joe, El Dormilón) por parte de Donald Trump en Twitter. Al mismo tiempo, uno de sus hijos, Hunter, estuvo involucrado en un escándalo con una empresa polaca, de la cual formaba parte. Conversaciones entre Trump y el entonces recién electo presidente de Polonia, para apurar las investigaciones contra el hijo de un probable contrincante político, llevaron a que los demócratas le iniciaran el juicio político al mandatario, que, finalmente, fracasó en diciembre pasado. Otro de los hijos de Biden, Beau, falleció a causa de un cáncer cerebral cuando su padre todavía ocupaba la vicepresidencia, en 2015. Esta cuestión extremadamente sensible le ha granjeado algunas simpatías de parte de sectores del electorado.


Una particularidad es que ambos aspirantes a la nominación demócrata tienen la misma edad que Trump. Los tres dirigentes nacieron en 1941 y ahora tienen 78 años. Esto es un síntoma de la falta de renovación política de las elites dirigenciales estadounidenses. Y no son pocos quienes han visto la comparación con lo que fue otro imperio en decadencia. Para 1975, la media de edad de los dirigentes de la Unión Soviética era de 75 años, la cual fue incluso aumentando con los años siguientes. Esta gerontocracia fue una metáfora del anquilosamiento del gigante soviético, previo a su caída definitiva. En estos comicios, la elección de los candidatos a vicepresidente pesará más que nunca, debido a la edad de los postulantes, pero también para lograr cosechar mayores apoyos en franjas electorales donde se encuentran débiles. Ambos han asegurado que elegirán a una mujer como compañera de fórmula en caso de ganar la primaria.

Un triunfo de Sanders significa que muchas de sus ideas, consideradas radicales por el mainstream político estadounidense hasta hace poco tiempo, han logrado calar hondo en parte del partido. Biden, de plataforma centrista, considerado un histórico de la posición moderada dentro del partido, deberá necesariamente correr su discurso, aunque sea en algunas cuestiones, hacia la izquierda. Si quiere tener alguna posibilidad contra Donald Trump y no cometer los errores de Hillary Clinton en 2016, necesita el apoyo completo del electorado de Sanders, que, en aquella ocasión, no se movilizó en masa a votar en las generales. Estados Unidos está haciendo frente a un proceso de decadencia en su prestigio hacia afuera, como pocas veces vivió en su historia, y de polarización interna sólo comparable con la atravesada durante la guerra de Vietnam. No obstante, los números de la economía no eran tan buenos desde hacía 50 años. La crisis internacional desatada por el coronavirus y el brutal desmoronamiento de los precios del petróleo pueden poner en jaque el proyecto económico de Trump. Quien, sin embargo, se perfila para ser el claro ganador en las elecciones de noviembre, ante un Partido Demócrata tan avejentado en sus dirigentes como alejado de sus bases.

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*Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta/ Foto de portada: Kevin Lamarque para Reuters

Palabras claves: Donald Trump, elecciones, Estados Unidos

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