De la izquierda inconsciente a la conciencia izquierdista

De la izquierda inconsciente a la conciencia izquierdista
20 marzo, 2020 por Redacción La tinta

¿Qué actitud debería tomar la izquierda argentina ante esta pandemia que azota el mundo?

Por Juan Gerez para La tinta

Vivenciamos un momento histórico que expone lo efímero y frágil de nuestras vidas. Hace tiempo que nuestro marco de análisis está un tanto oxidado y, de a poco, vamos encontrando nuevos caminos para responder a nuevas y viejas preguntas sobre nuestra existencia. Buscamos en nuestros maestros respuestas, rastros, sin embargo, perdura aún en nosotros, la izquierda en sentido amplio, cierta actitud crítica, reflexiva, que, por momentos, puede rozar la irresponsabilidad. Incluso, una cierta arrogancia teórica que descree per se de todo aquello que emana del Estado, dado que este, en esencia, es capitalista (cosa que no está en duda).

En este debate, la actitud canchera, descreída, arrogante suele ser moneda corriente, tomando a la ligera, en este caso particular, el haber reconocido al coronavirus como pandemia. Hasta ahora, vivenciamos experiencias similares con la influenza, entre otras, pero, al parecer, esta vez, la cosa viene más pesada. Lo digo con honestidad porque, también, tiempo atrás, he tomado a la ligera lo que el Estado indicaba. Nos sumergimos fácilmente en teorías conspirativas sobre nuevas guerras biológicas, sin tener al momento una prueba certera; o entendemos esto como un castigo divino; o creemos que todo esto es una mentira de occidente o del imperialismo, que no existe tal enfermedad, que es solo para controlarnos más o para aplicar medidas represivas o totalitarias. Creo debemos frenar nuestra soltura discursiva, hay un punto en el cual debemos apelar a un quiebre en nuestra mente, que es justamente este y lo que estamos vivenciando actualmente en el mundo.

Ciertas medidas, como el cierre de fronteras, fueron y están siendo tomadas por distintos gobiernos que se adaptan tarde a la seriedad que, al parecer, tiene el caso. Entonces, creo que la actitud responsable del militante de izquierda no debería ser tomarse esto a la ligera ni plantearle la discusión a cualquiere en torno a las teorías conspirativas o a su exageración al tomarse en serio las medidas para detener esta pandemia. Le otre se la pasa viendo la tv y escuchando en los medios la gravedad de una situación que nosotres, cierta izquierda, en nuestra arrogancia izquierdista, negamos, vaya a saber si inconscientemente o si no queremos ser conscientes de la situación que se nos viene.


Entiendo que discusiones sobre la veracidad o el origen de este virus deberían quedar, en este momento, en un segundo plano, claro, no relegarlas, pero pensar que nuestra actitud ante las medidas que los gobiernos están tomando debe ser la de acompañar, apoyar, ser conscientes, informarnos, colaborar, pero, sobre todo, ser solidaries con quienes no conocemos, con nuestres vecines, que prime lo comunal, lo social por sobre la lógica del “sálvese quien pueda”, el cual siempre impone el mercado (marcado, incluso, en la sensibilidad del de izquierda).


Por eso, si el Estado cierra un teatro cultural independiente, pero, a la vez, deja abierto el shopping, la actitud que debería adoptar la izquierda, además de denunciar esta situación, no es la de criticar la medida porque ataca al teatro y, entonces, pedir que lo vuelvan a abrir, sino, por el contrario, plantear que también deben cerrar los shoppings. Otro ejemplo, si hay una marcha convocada y no se la quiere suspender por que la izquierda no suspende marchas o porque el que no va es un funcional al gobierno burgués, nuestra actitud debería ser plantear a los convocantes que la suspendan. Hay que ser conscientes de que, si en una marcha, una sola persona está infectada, puede tener una consecuencia impredecible que se multiplicaría a escalas gigantescas y que no podría detenerse. Esto sería un escenario similar a lo que sucede actualmente en Europa, donde no se tomaron las medidas necesarias a tiempo. La actitud arrogante de izquierda que cree que «se las sabe todas», que, como el Estado es capitalista, todo lo que hace este está mal, debe ser replanteada ante la experiencia particular de lo que estamos por llegar a vivir, una cuarentena general y varias muertes.

Por otro lado, esta experiencia concreta pone en cuestión la sociedad de consumo, ya que, de cierta manera, se paraliza la conexión global del comercio pensando la posibilidad de reorientar la economía y lo político a cubrir las necesidades nacionales, pero haciendo colapsar simultáneamente las economías locales. Esto, claro está, no es bueno si no está enmarcado en un escenario crítico de izquierda, pero sí muestra que, de alguna manera, se puede pensar una economía que no necesariamente tiene que someterse al mercado global. Simultáneamente, se ve que no es necesario realizar viajes intercontinentales para participar en conferencias internacionales, sino que las mismas pueden hacerse a través de Internet, lo que implica reducir, en cierta manera, la emisión de CO2.

Volviendo al punto central, lo que nos plantea vivir una experiencia de este tipo perdurará en nosotres como una marca fuerte y también en nuestra memoria colectiva. Esta experiencia aún jamás vivenciada, desconocida, abrirá cierto espacio efímero para conocernos a nosotres mismes; nuestros miedos, nuestros mandatos por la supervivencia, incluso, nuestras miserias. Pensar dónde planteamos la discusión como gentes de izquierda, es decir, sobre qué puntos profundizamos un debate es lo que tenemos que pensar responsablemente ahora. Por eso, mostrarnos respetuoses del bien general, apoyar lo que se hace, cuidar la salud colectiva, ser solidaries, pero, sobre todo, escuchar al feminismo y ver qué nos puede enseñar ahora para una experiencia como esta, teoría donde la vida y el cuidado ocupan un rol fundamental.

España madrid coronavirus la-tinta
Imagen: Madrid en cuarentena / Fernado Villar / EFE

Ejemplos concretos de esto podría ser pensar la posibilidad de armar viandas populares para ancianes, pensar apoyos colectivos, cantar conjuntamente entre vecines en cuarentena canciones populares, despertar el espíritu de solidaridad, comunidad, el amor socialista que pueda romper el individualismo capitalista de todos los días y, a la vez, interpelar al Estado para que oriente sus políticas sociales hacia quienes menos tienen. En ese espectro, tal vez, debería ir nuestro accionar.

Arriesgar entonces allí, donde une podría plantear una discusión sobre la vida (que debe ser siempre suavemente en un momento de crisis como este). Una crisis abre posibilidades, esta experiencia que vamos a transitar, tal vez similar a una guerra, puede abrir un espacio, en el cual la comunidad se piense y reflexione sobre aspectos de la vida que antes estaban ocultos, fijos, naturalizados. Lo que nos espera, tal vez una experiencia similar a la que se vivencia cuando la muerte llega a nuestro entorno, cuando esta se lleva a alguien cercano, donde las estructuras mentales se ponen en cuestión, ese corto instante, en el cual une se predispone a reflexionar sobre la vida, sobre el todo, puede aparecer hoy ante nosotres. Plantear, entonces, la discusión en torno a la necesidad de un sistema de salud público (y no bajo la lógica privada) que pueda dar respuesta a situaciones tan complejas como esta podría ser el punto inicial para criticar la forma capitalista mercantil que organiza hoy día la vida. No puede ser que lo que ordene las sociedades aún sea el mercado global capitalista, no puede este aún seguir gobernando nuestras vidas.

Tal vez, es hora de madurar y aceptar las discusiones serias que este momento histórico nos plantea. No importa en sí qué tan real es todo esto, sino el campo de posibilidades que se abre para plantear un horizonte de discusiones sanas, amorosas y socialistas para volver a poner la vida, la justicia social y la igualdad en el centro del debate por fuera de la lógica del capital, pero, especialmente, cuidarnos para no contagiarnos y no contagiar a otres.

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*Por Juan Gerez para La tinta / Imagen de portada: Olmo Calvo Rodríguez.

Palabras claves: coronavirus, izquierdas

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