Bolivia, Israel, Brasil y los evangélicos: una alianza en ciernes

Bolivia, Israel, Brasil y los evangélicos: una alianza en ciernes
17 diciembre, 2019 por Gonzalo Fiore Viani

Como ya lo hizo Brasil, el gobierno de facto boliviano estrecha las relaciones con Israel, un Estado denunciado internacionalmente por cometer masivamente violaciones de derechos humanos.

Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta

Desde que asumió en Bolivia el gobierno de facto de Jeanine Añez, se estrecharon los vínculos políticos y diplomáticos con el gobierno de Estados Unidos, por lo que las nuevas relaciones exteriores con la administración del Estado de Israel pasaron relativamente desapercibidas por gran parte de la agenda mediática internacional. Lo cierto es que los vínculos son mayores a los que se podría haber esperado, incluso antes de producido el golpe de Estado que derrocó a Evo Morales. Entre las medidas más sonadas, fue la eliminación de las visas para los bolivianos que quisieran viajar a Israel, para, de esa forma, “promover” el turismo entre ambos países. Añez acusó al ex presidente Morales de privilegiar la ideología, para dar cabida a la “política personal, antes que la política de Estado”, al mismo tiempo que aseguró que el gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS= generaba “perjuicios” contra Israel. El Estado israelí, a su vez, se comprometió a “colaborar” en cuestiones de “seguridad interna” con Bolivia.

El ex presidente se mostró preocupado de que esto sirviera para justificar una injerencia externa israelí en la política doméstica boliviana. En un tweet, expresó: “El gobierno de facto pide ayuda al gobierno sionista de Israel para combatir a la izquierda. Los golpistas son los violentos, que no respetan la libertad, dignidad e identidad”. Sucede que, efectivamente, el gobierno de Añez pidió apoyo a Israel para “combatir al terrorismo de izquierda”. En esos duros términos, se expresó el ministro Arturo Murillo, aduciendo que las fuerzas armadas israelíes “están acostumbradas a tratar con terroristas”.

De esta manera, el gobierno de facto de Bolivia identifica a la oposición democrática del MAS con Hezbollah y los grupos armados palestinos. El pedido también se enmarca en las acusaciones de Murillo contra Nicolás Maduro y el gobierno venezolano. Según el ministro, el mandatario bolivariano se encuentra detrás de un plan de desestabilización de los gobiernos democráticos en la región. Con esto, se pretende endilgar a la izquierda boliviana una supuesta vinculación entre Maduro y el narcotráfico.

Bolivia ministro de facto Murillo la-tinta

A su vez, la situación interna del gobierno de Benjamín Netanyahu no viene pasando precisamente por su mejor momento en 2019. Bibi, como se lo conoce puertas adentro al primer ministro conservador, se encuentra al borde de perder el poder desde hace meses. El líder del Likud sigue inmerso el medio de una crisis política que podría obligarlo a convocar nuevas elecciones de manera inminente. Por lo pronto, continúa estrechando sus vínculos con la derecha latinoamericana. El pasado 15 de diciembre, Eduardo Bolsonaro, diputado e hijo del presidente brasileño, estuvo presente en la inauguración de una oficina económica de Brasil en Jerusalén. Allí, reafirmó el compromiso del gobierno brasileño de abrir una embajada en esa ciudad para el año próximo, lo que fue celebrado por el todavía primer ministro israelí. Hasta ahora, sólo los gobiernos de Estados Unidos y Guatemala -del evangélico Jimmy Morales- han hecho esta promesa. Según Bolsonaro, su padre afirmó que “es seguro, es un compromiso, desplazará la embajada a Jerusalén, lo hará”.


Existen claros vínculos entre la derecha evangélica latinoamericana, que irrumpió con fuerza en el escenario político regional de los últimos años, y los sectores más conservadores del gobierno del Estado de Israel. Steve Bannon, líder de The Movement, que nuclea a todos los movimientos extremistas de ultra derecha europeos -cuyo representante en América Latina es Eduardo Bolsonaro-, es además un ferviente defensor de las políticas de Netanyahu. De hecho, el presidente brasileño se dirigió a Israel en uno de sus primeros viajes al exterior tras haber sido electo. Volvió a hacerlo en marzo de este año para reunirse con Netanyahu. Antes de ser presidente, incluso había enviado una carta a la embajada israelí en Brasil, repudiando las declaraciones de la entonces presidenta Dilma Rousseff cuando ésta había criticado como “desproporcionada” la ofensiva de Israel en Gaza como represalia de unos ataques del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas).


El rol que juegan los evangélicos en esta alianza es fundamental. Entre ellos, el pastor Marcos Galdino, de la Iglesia Evangélica Asamblea de Dios, ubicada en Sao Paulo. El pastor, reconocido militante a favor de Bolsonaro, defiende la alianza con Israel por motivos tanto religiosos como terrenales. Asegura que una profecía bíblica sólo contemplara la resurrección de Jesús si Jerusalén se encuentra bajo dominio completamente judío. A su vez, justifica la alianza debido al intercambio militar y de tecnología. En lo que respecta a la balanza comercial, Brasil tuvo un déficit de 850 millones de dólares en 2018 con Israel. La alianza entre Israel y el gobierno de Bolsonaro es claramente más política e ideológica que económica. Por ello, no sorprende que el gobierno de Añez, apoyado abiertamente por el brasileño, intente seguir su camino estrechando relaciones políticas y diplomáticas con el Estado hebreo.

Israel netanyahu Jair Bolsonaro la-tinta

Las nuevas relaciones diplomáticas entre Israel y Bolivia demuestran, una vez más, la creciente militarización de la región. América Latina es históricamente una zona de paz, donde, más allá de algunos casos particulares, desde hace varias décadas, no es un escenario donde existen grandes conflictos con grupos terroristas armados. Pretender asimilar la situación de los países de la región con lo que sucede en Medio Oriente no sólo es producto de la irrealidad política, sino también algo muy peligroso.

Un gobierno surgido de un golpe de Estado, que aún no ha mostrado intenciones reales de normalizar la situación política por la vía democrática, que viene imponiendo medidas fuertemente anti-populares -como la suba indiscriminada de tarifas y el final de programas sociales emblema del gobierno de Morales-, sólo puede sostenerse en el poder mediante la represión. Para ello, el apoyo de los países centrales, principalmente Estados Unidos e Israel, es fundamental. Estará por verse aún cuáles son las ramificaciones regionales e internacionales que vayan surgiendo del conflicto boliviano, que, como todo indica, recién está comenzando.

*Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta

Palabras claves: Bolivia, golpe de Estado, Israel

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