Bolivia: crónica de la Masacre en Senkata

Bolivia: crónica de la Masacre en Senkata
22 noviembre, 2019 por Tercer Mundo

Senkata, una de las zonas de El Alto, fue escenario de otra cruda represión desatada por el ejército y la policía de Bolivia.

Jhocelin Caspa Sarzuri* para Warmi

Jamás en mi vida pensé ser testigo directo de la masacre que ocurrió la tarde de ayer (por el miércoles) en Senkata, en el Distrito 8 de la ciudad de El Alto. Movilizaciones que empezaron producto del conflicto político y social que vive Bolivia, y el operativo policial-militar para desbloquear Senkata.

Todo empezó cerca de Zona Franca, casi por llegar a la riel. Yo me dirigía a mi casa que queda ubicada por Senkata. Es ahí cuando los militares hicieron parar el minibús en el que me encontraba. No obstante, desde Senkata venía un convoy de cisternas custodiado por varios efectivos militares y policiales; pasaron las cisternas de gasolina, diésel y uno que otro camión con gas licuado de petróleo (GLP). De repente, cuando todas las cisternas habían pasado, escucho hablar a un oficial de policía que dijo: “¡Hagan una cortina y vuelvan!”.

Efectivamente, hicieron una cortina de gas porque todo se volvió blanco; es ahí donde veo los primeros afectados por el gas lacrimógeno, entre ellos estaban jóvenes, mujeres y niños. En ese instante, traté de ayudar en la medida que pude, y decidí avanzar. Entre tanto, a medida que iba avanzando quise comunicarme con mi papá, porque dijeron que en la planta de Senkata la situación estaba tensa, pero la circunstancia impidió que me comunicara con mi familia.  Mientras caminaba, veía a la gente tratar de resguardarse. Había vecinos defendiéndose con lo que podían de la represión militar, también había vecinos ocultándose del ataque descomunal de los militares.

En la carretera se observaba a varios grupos de vecinos impotentes ante lo que había pasado. Al llegar a la planta de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), vi a mujeres, hermanas aymaras arrodilladas pidiendo a los militares que se vayan… Pedían a gritos “¡Váyanse… Va a ser pero… Ya no nos maten… Si quieres matame a mí!”.

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Miré atrás y en una esquina de la carretera había bastante gente: estaban resguardándose de la represión militar y policial que había empezado. Es ahí donde pude percibir que ya había rumores de la existencia de un muerto. En ese instante, me encontré con una amiga que no veía hace años, ella se encontraba consternada por todo lo que había pasado y porque una de las mujeres que estaba pidiendo paz a los militares era su mamá. Ella, cómo cualquier otra persona, se encontraba preocupada por la vida de su madre; quiso acercarse a ella para resguardarla, y en ese momento yo me acerqué a ella para ayudarla. Justo en ese momento, es cuando un militar se nos acercó y nos apuntó con su arma y nos dijo: “¡No se acerquen!”.


En ese instante, sentí mucho miedo por lo que dijo el militar mientras nos apuntaba con su arma. De repente vi que de la puerta de Yacimientos sacaron una camilla y nos dieron para socorrer el herido de bala que estaba detrás de nosotras. Tomamos la camilla y la llevábamos para socorrer el herido; no tuve el valor de acercarme a ver en qué situaciones se encontraba el joven, así que decidí ver qué es lo que estaba pasando en otros sectores cerca de la planta de YPFB en Senkata. A medida que iba avanzando la situación, iba empeorando. Cerca de Yacimientos se encontraba una gran cantidad de gente, a la altura de la entrada que existe al municipio de Achocalla. Varias personas trataban de resguardarse de la arremetida de los militares contra los manifestantes. No obstante, hubo personas quienes se defendían con lo que tenían: piedras, hondas y resorteras, frente a las balas y balines que venían de parte de la represión militar y policial.


Justo ahí llegaron dos o tres tanques de guerra, y la gente saltó a las barricadas que se habían construidas al lado de Achocalla para protegerse de cualquier represión, porque existían efectivos militares y policiales que sí estaban disparando contra la gente movilizada. Posteriormente, los vecinos que se encontraban decidieron tumbar parte del muro de Yacimientos. El derrumbe del muro de la planta ya se veía en dos o tres o lugares. En Extranca de Senkata, la situación estaba peor. En ese lugar vi más heridos y muertos, la gente no podía defenderse de la masacre por parte de efectivos militares y policiales.

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Después de un instante, vi cuando un helicóptero desde arriba lanzó gases para dispersar. En la Extranca de Senkata existen varios almacenes, tiendas, centros de trabajo y lamentablemente todos tuvieron que sufrir las consecuencias. Personas que solamente venían a buscar algo de alimento, porque ya se estaba sintiendo el desabastecimiento de alimentos, y tuvieron que soportar la gasificación y unirse a las manifestaciones, porque no se puede quedar indiferentes con la defensa de los vecinos, que en muchos casos eran hermanos, amigos y vecinos.

Después de unas horas de la masacre, personal médico tuvo que caminar de un lugar a otro para tratar de socorrer a nuestros heridos. Corrió el rumor de que había gente infiltrada entre los vecinos. Todos nos encontrábamos a la defensiva y alerta de una posible nueva represión. Mientras tanto, se sentía el olor de los gases que no te dejaban respirar y se empezaron a quemar llantas para poder dispersar el gas lacrimógeno que campeaba en toda Senkata. El aire se tornaba un momento negro, y en otro blanco. Momentos después, ya por la noche, se tuvo la noticia que habían varios fallecidos y más de un centenar de heridos.

*Por Jhocelin Caspa Sarzuri (Historiadora e integrante de Warmi: Centro de Estudios de la Mujer) para Warmi

Palabras claves: Bolivia, Militares, represion

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