Tiago Melo: “Mi aporte es evidenciar a Brasil lo que el propio Brasil está viviendo y haciendo”
El director brasileño Tiago Melo se encuentra en Buenos Aires con su película “Azougué Nazaré” que será presentada en el marco de la 10° edición del Festival de Cine y Formación en Derechos Humanos CineMigrante.
Por Camila Parodi para CineMigrante
Tiago Melo es un joven cineasta que comenzó su carrera en el teatro. En el año 2007, tras tomar el curso Construcción dramática en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba comenzó ha trabajar en la producción de películas en varios cortometrajes y más de veinte largometrajes, bajo los cuales fue premiado. Su experiencia se enmarca en una nueva generación de cineastas jóvenes brasileños.
Azougue Nazaré es su debut como director de un largometraje el cual fue filmado en su pueblo natal. El film muestra una historia que mezcla la ficción con problemas sociales y culturales actuales en Brasil. Se mezclan con humor las tradiciones populares con la música y el baile. En diálogo con Tiago Melo para CineMigrante nos relató: «El Maracatu es un arte de pura resistencia, que está resistiendo hace muchos años. Desde que surgió y empezó a ser interpretado allá en Nazaré da Mata por los descendientes de esclavizados, ya fue desde su comienzo una manifestación prohibida, por lo que era practicado en sigilo. Después pasó por la dictadura militar, por intolerancia religiosa, pero sigue en los días actuales».
—¿Porqué elegiste relatar el cotidiano de tu pueblo de origen?
—La película da cuenta como las y los pobladores de Nazaré da Mata resisten, persisten y siguen haciendo lo que aman. Siempre digo que en el momento político que hoy vive Brasil, deberíamos mirar hacia estos lugares y estas personas, para alentarnos a nosotros y a nuestra lucha. Es muy bonito ver como el Maracatu logró pasar por todo eso y sigue resistiendo.
Son trabajadores, humildes, que siguen haciendo esta manifestación popular cada vez más bella – además hay una fuerza religiosa. Creo que eso es un gran símbolo para todo el Brasil tener en cuenta. Es una película de mucha resistencia pues el Maracatu es resistencia, y solo existe aún porque es hecho de personas fuertes, resistentes y sobre todo artistas increíbles.
—¿Y cuál es la respuesta de los poderes religiosos ante esta manifestación?
—Hay una línea de las iglesias evangélicas neopentecostales que no pasa de una relación de dominio de poder, más allá de la exploración de la fe. Lo que creo que está pasando en Brasil es que estas iglesias neopentecostales brasileñas, que están incluso diseminadas en el mundo, tienen un proyecto de poder muy potente. Y veo como algo muy grave cuando se confunde la fe con el poder.
«Hay muchas personas en estas iglesias que en este sentido están siendo engañadas y, más allá de la fe, están eligiendo políticos y toda una clase de pastores evangélicos que tienen una visión muy conservadora y creo que no es este el camino de la religión y la fe mismas, creo que todo eso va en contra de lo pienso que debería ser.»
Hay algo que siempre digo, que si Jesucristo volviera hoy y estas personas lo encontrasen, iban a matarlo una vez más, matarían a Jesucristo en nombre de él mismo, por que él no se encajaría en la perspectiva social de ellos. Ellos dicen que salen en defensa de la “familia tradicional brasileña”, pero la familia tradicional brasileña son los indígenas, y ellos son los más rechazados y perseguidos por el gobierno, que descuida de sus territorios, véase el fuego en la Amazonia, los amenaza de quitarlos de sus tierras para allí liberar la minería, y eso todo es un proyecto de poder que afrenta mucho a las minorías y fundamentalmente a los pueblos indígenas, que son la familia tradicional brasileña que más deberíamos respetar.
—¿Cómo caracterizarías al actual momento que atraviesa Brasil?
—Yo creo que de algún modo todo tiene un lado positivo y uno negativo, y creo que deberíamos buscar lo que hay de bueno en lo negativo. Todo lo que está pasando políticamente en Brasil hoy es muy malo, pero lo bueno de eso es justamente la fuerza que nos está unificando. Nuestra reflexión es que nuestra unión es lo único de bueno que está pasando hoy, tenemos que unirnos justamente para resistir.
—¿Y cuál es la situación del cine en ese contexto?
—Es complejo, pero no creo que el cine brasileño vaya a acabarse, ya resistió a muchas cosas y sigue persistiendo. Es estupidez pensar que censurar y sacar los incentivos del cine brasileño va a interrumpir la producción de ello. Evidentemente que va a deteriorar a toda una industria, a una cadena de profesionales y a este sector de la economía, pero el cine político jamás dejará de ser producido en Brasil, y creo que incluso será cada vez más potente. Las películas han dialogado mucho en este sentido y creo que mi aporte como artista es evidenciar a Brasil lo que el propio Brasil está viviendo y haciendo.
—¿Y cómo ven al continente desde ese Brasil?
—Mi deseo es que las fuerzas populares se unan en la América Latina. Siento al Brasil muy alejado de Latinoamérica, creo que hay la barrera de la lengua, pero más que nada hay un engreimiento por parte de Brasil, creo que por el tamaño de su territorio. Y eso me molesta mucho, me parece muy malo para la unión del propio Brasil. Creo que a cada día se prueba que tenemos que unirnos e integrarnos. Lo estamos viviendo y escribiendo esta historia y creo que ya es hora de lograr esta integración de la América Latina, de los países hermanos como Brasil y Argentina.
—Segunda vez en Argentina, esta vez en el Festival CineMigrante ¿qué representa para vos?
Estoy muy feliz de exhibir mi película en la Argentina por segunda vez, la otra vez fue exhibido en el BAFICI. Me parece muy importante el desarrollo del cine latinoamericano, unir nuestras fuerzas. El tema del festival me parece muy importante, me dió muchas ganas de venir a discutirlo y reflexionar juntos.
*Por Camila Parodi para CineMigrante. Traducción: Jean Pierre A. Alves.