¿El movimiento indígena inauguró la época pos-correísta?
¿Qué depara el futuro de Ecuador luego de las masivas protestas que tuvieron en vilo al país? ¿El movimiento indígena se perfila como una opción superadora al poder político establecido?
Por Revista Crisis
El Paro Nacional fue un hecho clave para superar la contradicción entre correísmo y anti-correísmo, a partir de la acción orientadora del Movimiento Indígena, que se constituyó como la columna vertebral del levantamiento popular que sacudió al país entero. Estudiantes, trabajadores, comerciantes, campesinos, indígenas, sectores medios, transportistas y demás pueblo autoconvocado, sobrepasaron en los hechos la pretensión reduccionista del gobierno y los medios masivos, quienes trataron de menoscabar la legitimidad del Paro Nacional.
De esta forma, creemos que se inicia la transición hacia la época pos-correísta, mediante la incorporación activa de los sectores populares, especialmente de los pueblos y nacionalidades, como los actores principales de la lucha anti-neoliberal. Al mismo tiempo que borra a la Revolución Ciudadana como la única opción política “progresista” en el Ecuador, se desenmascara con crudeza el carácter neoliberal del gobierno de Lenin Moreno y descoloca las pretensiones electorales de la derecha, especialmente de Jaime Nebot.
El recodo de la Revolución Ciudadana
Para que la Revolución Ciudadana tuviese siquiera la oportunidad de conducir un levantamiento de las características del Paro Nacional, debería como mínimo tener una perspectiva político y social más allá del electorerismo, pese a que existan minorías en su interior que compartan esta crítica. Carente de estructura partidaria, cuadros jóvenes, ideología -que no es igual a los resultados cuantificables-, y un fuerte asidero en los sectores populares y medios, su capacidad de convocatoria fue marginal y no contribuyó de forma alguna al desenlace del levantamiento.
La Revolución Ciudadana, en medio del asedio comunicacional del gobierno, quedó anulada. Por momentos, el asedio comunicacional fue secundado por Guillermo Lasso, Nebot, e incluso por algunos dirigentes indígenas, salvo Leonidas Iza, dirigente del Movimiento Indígena de Cotopaxi, entre otros, quien señaló contundentemente que no se podía atribuir al correísmo el protagonismo del Paro Nacional. A esto se suma la solicitud de asilo, la abierta persecución e incluso detención de sus principales dirigentes en el país, así como a activistas sociales, estudiantes, etcétera, y cuyo impacto se traduce en el deterioro organizativo, complicando su participación electoral en 2021.
Es aquí donde llegamos a la obvia conclusión de que ni el capital político que significa Rafael Correa ni su tradición electoral, es endosable al momento de movilizar y dirigir un levantamiento popular. Sin embargo, queda la duda de que si sus líderes encarcelados o perseguidos llegasen a estar nuevamente libres, es probable que experimenten un repunte en 2021, considerando las recientes victorias electorales de Argentina y Bolivia.
Atestiguamos la caída política de la Revolución Ciudadana al descabezamiento de su dirección y el posible desmoronamiento de su retorno. Esto abre la posibilidad para la emergencia de un nuevo referente, cuyo norte, desde nuestra perspectiva, es la superación del progresismo, de los vicios de la izquierda tradicional, del Estado moderno y sus instituciones, en el mediano y largo plazo.
Por un pos-correísmo más allá de la modernidad capitalista
Esta oportunidad histórica se abre también como la posibilidad para construir un proyecto político que contemple los aciertos y desaciertos de modernizar el país en clave capitalista, dependiente y neo-colonial, que apueste por la construcción de un nuevo tipo de Estado (aunque por dentro se nos retuerzan las tripas solo de pensarlo) intercultural y verdaderamente democrático. Para ello, es imprescindible la crítica a la modernidad capitalista y al Estado-nación, maquinarias que depredan al ser humano y a la naturaleza, sobre la base del interés privado fundando en la racionalidad del mercado.
La derecha de Nebot y Lasso, racista, clasista y patriarcal, se quedó sin piso en este nuevo momento. Nebot fue el más golpeado, incluso tuvo que disculparse cínicamente por sus declaraciones contra los pueblos y nacionalidades. Hecho que abre más posibilidades aún para la construcción de una amplia coalición popular que construya una nueva propuesta, que, a nuestro entender, debe enmarcarse como hemos venido señalando insistentemente, en denuncia al capitalismo y todas sus expresiones. Dicha coalición deberá construirse con la mayor amplitud posible, superando las diferencias ideológicas, buscando cabida para las diferencias, incluso para las bases correístas en comunión con esta concepción.
Es imprescindible ir más allá del tema electoral de 2021 mediante la edificación de un modelo comunal de gestión, producción y administración de la vida, tal como sucedió durante el Paro Nacional, mediante redes creadas de forma autónoma y espontánea, las que coordinaron y dirigieron experiencias “comunales” que funcionaron y resolvieron las principales problemáticas a los que el levantamiento popular se enfrentó. De allí, que miles de estas experiencias se multiplicaron en diferentes partes del país, unas por tradición organizativa y otras al calor de la revuelta, funcionando como ejercicio de poder y control del territorio bajo una concepción solidaria y comunitaria.
De esta forma, nuestra tesis de que tarde o temprano se abriría la oportunidad para superar al correísmo y al anti-correísmo, ha encontrado un real asidero. Hasta el momento, creemos que esta tesis se cumple de forma parcial por la coyuntura y el impulso movilizador del Paro Nacional; la labor del pueblo será construirla sin repetir los errores del ayer, con la mirada en un futuro distinto. Nuestras manos y corazones se mueven en esa dirección.
*Por Revista Crisis