Emergencia, movimientos sociales y democracia

Emergencia, movimientos sociales y democracia
13 septiembre, 2019 por Redacción La tinta

Por Oscar Soto para La tinta

Y entre los males y los desmanes
hay cierta gente que – ya se sabe -,
saca provecho de la ocasión;
comprando a uno lo que vale dos
y haciendo abuso de autoridad
se llevan hasta la integridad

Víctor Heredia

La figura de la “Emergencia Alimentaria” suele ser el recurso político que desencadenan esos momentos de fatalidad de un país en los que no queda nada en pie, como pueden ser los desastres naturales u otras calamidades por el estilo. La Argentina que “atraviesa el río” de la gestión macrista (tal la retórica épica del oficialismo) queda sumergida en deudas, pobreza, hambre y miseria sin poder “llegar a la orilla”.

Argentina, como ya se ha dicho hasta el hartazgo, produce alimentos en valores netos unas diez veces más de lo que su población puede requerir: alrededor de 440 millones de seres humanos podrían comer (y, seguramente, comen) con la producción de este país. Las razones de que haya chicos revolviendo la basura o madres poblando comedores comunitarios, hay que buscarla en eso que occidente sacraliza: el capitalismo y ese fetichismo de la “democracia” tal cual se pregona.

Democracia y capitalismo -el elixir de cuanto liberal tome la palabra en Argentina y en América Latina- cada día resultan más una farsa conveniente. Si hay concentración económica, no hay igualdad y, si existen desigualdades, no hay potestad política de las clases populares; todo es un gran espectáculo en el cual deciden unos pocos los beneficios para el gran capital. Si hay dudas sobre esto último, solo basta ver en retrospectiva el itinerario del gobierno actual que se despide dejando un piso de 40% de pobreza, más de 4 millones nuevos pobres solo en el ultimo año y la mitad de los chicos argentinos menores de 15 años viviendo en la pobreza, mientras, por otro lado –como dice Claudio Lozano-, se transfiere “a las 100 exportadoras más grandes 761.472 millones de pesos, o lo que es lo mismo, el equivalente a 2.207.095 canastas familiares que hubiesen permitido sacar a casi 9 millones de personas de la pobreza”¹.

Hambre, emergencia y represión

Desde los movimientos sociales, iglesias y sindicatos como la CGT, hasta los sectores de la oposición política –el Frente de Todos y Consenso Federal-, todos coinciden en declarar la Emergencia Alimentaria como una necesidad urgente.


El panorama desolador de un gobierno elegido en las urnas para ensayar el reposicionamiento de las viejas clases dominantes argentinas en el gobierno baja el telón de su función con su mejor fotografía de época: la gente pidiendo comida, el hambre como talante de la marcha social y los alimentos como el horizonte más urgente de las organizaciones populares.


Hace tiempo que esa simbiosis entre democracia y capitalismo solo funciona para que la primera resguarde al segundo. Entonces, la violencia institucional ejercida desde arriba en democracia, sea ésta por vía de la represión² -como la que, el miércoles, dejó caer el gobierno sobre organizaciones sociales que reclamaban la emergencia alimentaria- o el desprecio verbal de altos burócratas que naturalizan la precariedad –la ministra Bullrich diciendo que, si hay hambre, para eso están los comedores comunitarios³-, solo demuestra que “la política” tributa más al mercado de lo que le rinde a los sectores populares.

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(Imagen: La tinta)

El espejo del 2001

El año 2001, desolador y angustiante, fue un “momento constitutivo” de la historia nacional en tanto implicó la explosión horizontal de movimientos sociales y la deslegitimación de la verticalidad política. Los nuevos actores sociales emergentes propiciaron la salida parcial a la crisis. En gran medida, esa explosión de organizaciones populares (muchas de las cuales son aquellas en las que militamos hoy) ha fortalecido los espacios de resistencia dentro y fuera del vinculo con lo estatal. Lo que pareciera ser aun más profundo del periodo de crisis de principio de siglo XXI en la Argentina es que asistimos a una saturación política de la sociedad tal que ésta llegó a situar en un grado de alteridad total a la clase política dominante, expresando así una demanda de salida al régimen político.

Hoy, la crudeza del ajuste económico solo se contiene con la persistencia de las organizaciones sociales que se rebelan contra el hambre. En medio de este retroceso neoliberal, los movimientos sociales, partidos populares y sindicatos que asumen su democracia más allá del capitalismo buscan sobrepasar las guaridas de las instituciones existentes. El primer paso para salir de esto es garantizar los alimentos, en un país que deja morir de hambre a sus hermanos y hermanas.
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* Por Oscar Soto para La tinta. Docente y militante / Mendoza, Argentina. sotooscarhumberto@gmail.com / Imágenes: La tinta

Palabras claves: Emergencia alimentaria, organizaciones sociales, Pobreza

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