Emergencia Climática: el futuro ya llegó

Emergencia Climática: el futuro ya llegó
27 septiembre, 2019 por Redacción La tinta

Oscar Soria es santiagueño y director de campañas y portavoz de AVAAZ, la gigantesca organización de activismo internacional. En esta entrevista, analiza implicancias y desafíos económicos y políticos de la situación crítica que atraviesa el medio ambiente. «Somos la primera y última generación que puede detener las catástrofes que se vienen y las que estamos viendo ahora», dice. Hoy, se realiza la Movilización Mundial por la Crisis Climática, que, en Argentina, se replicará en, al menos, veinte ciudades: en Córdoba capital, la marcha partirá a las 17 horas de Colón y Cañada.

Por Sala de Prensa Ambiental

Oscar Soria es un activista santiagueño que transita el otoño neoyorquino con la responsabilidad de ser el director de campañas y portavoz de AVAAZ, la gigantesca organización de activismo internacional que actúa en el campo del medio ambiente y los derechos humanos.

Soria cuenta que está a unas pocas cuadras del Central Park, debatiendo las acciones relacionadas con la huelga climática que se desarrolla en todo el mundo y que implica movilizaciones en 21000 ciudades de todo el planeta.

“Estamos coordinando algunas acciones en Naciones Unidas con temas referidos a cambio climático, migraciones y biodiversidad”, comienza diciendo Oscar Soria, quien está detrás de campañas internacionales relacionadas con el medio ambiente, la protección de los derechos humanos y temas concernientes a legislaciones internacionales, como es el caso de la Convención de Cambio Climático, el Acuerdo sobre Diversidad Biológica y también el Pacto Global para Refugiados y Migrantes.

Oscar Soria tiene la responsabilidad de representar la membresía de AVAAZ en las conferencias globales, es decir, es la voz de más de 50 millones de miembros de la organización a nivel global.

“En Córdoba, trabajamos con la gente de Malvinas Argentinas en su campaña para impedir que Monsanto se instalara en esa ciudad; una acción que comenzó en el año 2013 y finalizó en 2016 cuando la empresa, luego de la presión pública, decidió retirar su proyecto”, indica Soria a Sala de Prensa Ambiental.

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Pactos para sobrevivir

La conciencia sobre los problemas socio-ambientales a escala planetaria emergieron a partir de una primera reunión global significativa: la Conferencia sobre el Medio Humano que se celebró en Estocolmo-Suecia, en 1972. Veinte años después, en 1992, se concretó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, llamada también Cumbre de Río, en Brasil, congregando a 178 países y más de 17.000 personas de diferentes regiones del planeta.

De la llamada “Cumbre de la Tierra”, se desprendieron conceptos como el de desarrollo sostenible y se firmaron acuerdos globales como la Convención de Cambio Climático, Biodiversidad y de Lucha contra la Desertificación: “Esos 3 acuerdos -indica Oscar Soria- nacieron de aquel primer encuentro en el que las naciones convinieron realizar una agenda global porque el medio ambiente no respetaba fronteras; los países se congregaron para establecer criterios locales que ayudasen a una meta internacional para proteger el ambiente en el planeta”.


Esta Cumbres, Acuerdos y Pactos internacionales, que responden al llamado de la Organización de las Naciones Unidas, siempre han sido tan ambiciosos como controversiales, ya que sus resultados no fueron los esperados por la población global; permanentemente, las noticias sobre el estado del planeta son cada vez más ciertas y alarmantes, trazando una carrera desesperada con la necesidad de que se implementen políticas que reduzcan el daño ecológico que amenaza con la desaparición de la especie humana en plazos cada vez más apretados; una carrera por la supervivencia y contra el tiempo.


“Estas metas no se cumplieron por distintas razones y el fenómeno de la globalización hizo que los Estados se vieran más limitados en sus acciones debido a la influencia de las empresas”, señala el portavoz de AVAAZ y agrega que “las Conferencias internacionales son útiles para establecer acuerdos, criterios y consensos que deberían hacer que cada país cumpla con su parte en este esfuerzo global».

«Obviamente -expresa Soria-, estas Conferencias han sido criticadas y nosotros también criticamos lo relacionado con su efectividad porque, muchas veces, se firman papeles que no se cumplen en las realidades locales; pero esto forma parte de la necesidad de seguir negociando y trabajando en estas convenciones con el objetivo de que los países adopten las recomendaciones que alertan sobre la situación del planeta”, sentencia el argentino integrante de AVAAZ y añade que hay un dato importante para tener en cuenta y es que cada país es soberano y, por lo tanto, responde a sus propias legislaciones, entonces, estas reglamentaciones internacionales son, en realidad, orientaciones y su aplicabilidad legal depende de cada nación.

Oscar Soria cita el caso de Argentina, en donde “los tratados internacionales tienen validez constitucional: cuando nuestro país ratifica el pacto de Biodiversidad o el Acuerdo sobre Cambio Climático, tienen peso constitucional, pero después se tiene que traducir en legislaciones concretas que reglamenten las leyes”.

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(Imagen: Alexander Becher / EPA)

Los diplomáticos y la foto global

— ¿Cómo es ser un negociador en temas ambientales compartiendo la mesa con diplomáticos internacionales?

— Los diplomáticos son personas que han sido parte de estas legislaciones internacionales; hay conciencia sobre los problemas medulares del planeta y cada país defiende sus intereses en estas negociaciones buscando que sus visiones estén representadas en los textos.

En las Conferencias de las Partes, están representados los Estados. Nosotros, como ONGs, participamos, damos nuestra visión y observamos lo que ha sucedido en los últimos 20 años.


Cobraron mucha fuerza los actores no estatales, las organizaciones no gubernamentales, las comunidades indígenas, los sectores de las mujeres y de la juventud. Todos estos sectores han cobrado protagonismo porque la diplomacia internacional ha llegado a la conclusión que los Estados nacionales solos no pueden ser parte de la solución global: otros actores tienen que promover la salida.


Me ha tocado representar a la sociedad civil en la última Conferencia de Cambio Climático en París en el marco de la COP 21 que es la Conferencia de las Partes, órgano supremo de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC). En ese momento, representé y reflejé expectativas y pedidos de una amplia gama de organizaciones de la sociedad civil, no solamente a AVAAZ. En esos casos, me ayuda el desafiar a los diplomáticos de cada país a que no piensen sólo en su propio terruño, sino que repasen la foto global percibiendo lo que se les viene a sus hijos.

Muchas veces, doy al ejemplo de mi provincia natal, Santiago del Estero, y les cuento que la deforestación y las lluvias generadas por el cambio climático afectan a miles de personas que pierden su casa, sus posibilidades de desarrollarse y su futuro, porque, para mí, es importante ir a lo personal y a lo real, más allá que tengamos que negociar los textos y el lenguaje de cada artículo.

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Foto: Colectivo Manifiesto

Creo que los delegados tienen la misión de representar a sus países, pero también tienen la oportunidad de ir más allá. Desde las ONGs, pensamos que tienen un rol muy destacado porque, desde su discernimiento, también pueden servir a la humanidad. Ellos podrían decir que es muy cómodo para las ONGs criticar desde un lugar en el que no tienen responsabilidades institucionales, pero esta gente que está adentro tiene otras responsabilidades: los entendemos y buscamos ayudarlos para que vayan a las discusiones con su mejor criterio, por el bien de todos.

“Economía vs. Ecología es parte del pasado”

— ¿Los diplomáticos internacionales tienen conciencia de la delicada situación por la que atraviesa la humanidad?

— Hay conciencia porque la economía depende de las energías renovables, ya no es simplemente una cuestión de prerrogativas ideológicas o de un discurso sentimental, esto tiene que ver con las finanzas. De hecho, en Estados Unidos, la principal fuente de trabajo, en la actualidad, está relacionada con la energía solar: las energías renovables están creciendo de una manera rápida y eso está haciendo que muchas empresas vayan en esa dirección.

Lo mismo está sucediendo con la agroecología: hay una mayor conciencia a la hora de consumir productos sanos que no afectan el medio ambiente porque es una inversión a largo plazo. Muchas empresas se están dando cuenta que cada vez hay menos agua porque existen menos bosques y, si no hay bosques, no hay lluvia, y, si no hay lluvia, no hay agricultura, y, si no hay agricultura, no hay ventas. Entonces, hay una conciencia cada vez más fuerte de que el principal activo económico es la naturaleza y que, si no la cuidan, no harán negocios.


Esta es una noción cada vez más importante para todos los países, inclusive, Argentina, que es un país agro-exportador al que no le importan mucho los bosques: discutir medio ambiente o economía es algo del pasado porque hoy los países deben gobernar teniendo conciencia de cuán relacionados están estos dos temas.


“Lo de Trump es un caso de esquizofrenia»

— La ecología no se puede disociar de la economía, pero tampoco de la política. ¿Cómo analiza la postura de Donald Trump frente a la crisis climática que está atravesando el planeta?

— Es un caso de esquizofrenia: Trump se presenta con una posición ortodoxa y negacionista del cambio climático que lo hace impulsar energías que están en declive, como, por ejemplo, la energía del carbón.

Existe un mito propio de la extrema derecha -representada por Trump o Bolsonaro- que les hace creer que, oponiéndose a los reclamos ambientales, ganan popularidad y, con la necesidad de buscar votos, generan tragedias como la que hizo alejar a los Estados Unidos del Acuerdo de París, con las consecuencias que esto ya tiene para todo el mundo.

Ni siquiera tiene lógica porque la economía está yendo hacia las economías verdes y las energías renovables; le guste o no le guste a Trump, son el futuro. Hay una fuerza muy intensa de algunos sectores que quieren quedarse en el pasado, pero la realidad nos va a decir, de aquí a 5 años, hacia dónde va todo esto y estoy muy seguro que Trump será juzgado en el tiempo por haber cometido el peor error estratégico, económico y geopolítico de la historia.

— ¿Realmente estamos -a nivel global- en un punto crítico respecto al cambio climático y a las políticas ambientales de los países desarrollados?

Estamos en un punto muy crítico. La Organización de las Naciones Unidas ha sido muy clara y coincide con diagnósticos de organismos científicos como el Panel Intergubernamental de Cambio Climático y la Plataforma Internacional sobre Biodiversidad; ambos, este año y en dos momentos diferentes, indicaron que estamos al borde del abismo y a esto la gente lo siente y lo ve por todo lo que está sucediendo en el mundo: tenemos entre 5 y 10 años para resolverlo aplicando medidas extremas.


Es cierto que estamos en un momento crítico, pero también es un momento de muchas oportunidades y esperanzas. Justamente, estoy saliendo de una reunión con jóvenes de Nueva York que están coordinando la huelga climática, con Greta Thunberg a la cabeza, una adolescente sueca que se ha convertido en líder global de la lucha contra el Cambio Climático.


Medios y ambiente

— ¿Qué papel juegan los medios de comunicación en esta crisis climática?

Creo que la responsabilidad que tienen los medios es la de revisar cómo generan historias y mensajes para empoderar a la sociedad y que la gente no sólo sienta que vamos a morir todos. Las redes sociales también tienen un rol y es que las personas tienen cada vez menos capacidad de atención y, muchas veces, la información se queda sólo en la lectura del titular. Los medios de comunicación tienen el desafío de pensar en cómo decir que estamos en una situación crítica, pero, también, que tenemos la posibilidad de actuar y ser protagonistas.


El periodismo debe examinar la narrativa por la cual esa información catastrófica sobre el medio ambiente hace que la gente se angustie y sienta que no tiene mucho por hacer, pero, en el fondo, la sociedad tiene no sólo el derecho, sino el deber de ser una ciudadanía activa: lo que no hagamos hoy va a tener consecuencias inimaginables para nuestros hijos, por lo que tenemos una trascendente obligación moral.


Somos la primera y última generación que puede detener las catástrofes que se vienen y las que estamos viendo ahora.

La ciencia, retoma Soria, nos está diciendo que todas las predicciones de 5 años atrás fueron superadas: nadie se esperaba lo que sucedió con el Ártico y el derretimiento de sus hielos de una manera tan rápida. Se pensaba que podía pasar dentro de 50 años y, sin embargo, está pasando ahora.

Estamos a tiempo, pero hay que actuar ya y una de las cosas que tenemos que resolver es cómo salimos de los cuentos apocalípticos, porque siempre decimos que el cuco viene, el cuco viene y, ahora sí, realmente viene y tenemos que establecer una comunicación en donde la emergencia climática tiene que ver con cómo emergemos nosotros como actores de la historia y no desde una perspectiva de ansiedad y de miedo.

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(Imagen: Cobertura Fuera Porta)

— ¿Hablamos de cambio climático, crisis climática o de emergencia climática?


A esta altura, estamos hablando de emergencia climática, si vemos los fenómenos naturales que están sucediendo y de cómo están impactando en la estabilidad democrática, en la seguridad de nuestros países o en las emigraciones que se han generado, justamente, por el cambio climático.


Se trata de una historia no contada, como los conflictos en Oriente Medio, por ejemplo.

La sequía del 2006 al 2011 ha significado un colapso de la agricultura por aumento de los precios de los alimentos, lo que generó que la gente que vivía en las zonas rurales se fuera a vivir a las ciudades, determinando conflictos en todos los países en los que, tiempo después, surgió la primavera árabe. Otro caso, las migraciones masivas que se están dando desde América Latina hacia Estados Unidos, por las grandes sequías o por los eventos climáticos.

El portavoz de AVAAZ concluye que “todavía las grandes ciudades no están siendo conscientes de las cuestiones que implica el cambio climático, pero, en las zonas rurales, es muy claro lo que está sucediendo. Como en nuestro país, que tenemos cada vez menos poblaciones campesinas debido a las enormes sequías o inundaciones que hacen que mucha gente, por ejemplo, en Santiago del Estero, Chaco o Formosa, tenga que irse a las grandes ciudades porque ya la naturaleza no les está proveyendo los medios de subsistencia”, finaliza Oscar Soria.

*Por Sala de Prensa Ambiental

Palabras claves: Cambio climático, Conflictos Ambientales, cumbre del clima COP23, Donald Trump, Greta Thunberg, medio ambiente, ONU

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