El asesinato de Saigón

El asesinato de Saigón
25 septiembre, 2019 por Redacción La tinta

El poder y la violencia se hacen presentes en el brazo que comienza a tensionarse para matar, gesto que es producto de la impunidad que da la violencia institucionalizada, que ve a lx otrx como a unx enemigx y no como un ser humano. Esta fotografía fue tomada por el fotoperiodista Eddie Adams el 1 de febrero de 1968 en Saigón, Vietnam del Sur, en el contexto de la Guerra de Vietnam. El ejecutor es el general en jefe de la policía survietnamita, Nguyen Ngoc Loan. La víctima, Nguyen Van Lem, integrante del Viet Cong.

Por Fernando Bordón para La tinta

La publicación de esta fotografía en EE.UU. y occidente, que mostraba la crueldad de la guerra y la violación a los DD.HH., obligó al presidente Richard Nixon a anunciar la retirada de sus tropas de Vietnam. Con esa imagen, se venía abajo todo el relato que el gobierno estadounidense le había contado a su sociedad para justificar su intervención en la guerra.

Este hecho se dio en el contexto de la ofensiva del Tet, un ataque sorpresa que el ejército norvietnamita y el Viet Cong dio en distintos puntos estratégicos del país. Es por eso que Saigón, desde el día anterior, se encontraba convulsionada y todxs lxs periodistxs estaban en una constante alerta en las calles.

No solo Adams registró, sino también un camarógrafo de la NBC grabó el momento en que Nguyen Ngoc mataba al prisionero desarmado y con las manos atadas. Nguyen Van Lem tenía 36 años y dos hijxs, y su compañera estaba embarazada cuando fue asesinado; había participado como integrante del Viet Cong en los ataques del día anterior.

La fotografía, inmediatamente, llamó la atención de la opinión pública mundial y, un año más tarde, Adams recibiría el premio Pulitzer por ella. Aunque siempre sintió culpa por la foto y por las consecuencias que le produjo a Ngoc al ser publicada en todo el mundo, por lo que solía decir que “gané un Pulitzer en 1969 por la foto de un hombre que disparaba a otro. En esa foto, murieron dos personas: el que recibió la bala y el general Nguyen Ngoc Loan. El general mató al vietcong; yo maté al general con mi cámara”.

En cuanto a Ngoc, años más tarde, fue herido en combate, por lo que se lo trasladó a Washington para ser atendido. En esa ocasión, solicitó asilo en EE.UU. y el gobierno se lo negó. Ante esta situación, pidió a algunxs amigxs que intercedieran ante las autoridades, entre ellxs, Adams, y lograron que se quedara.

Se instaló en Virginia donde abrió una pizzería y, durante muchos años, pasó desapercibido hasta que fue descubierto por algunxs clientes que lo insultaban mientras otrxs lo felicitaban. Pero, después de un tiempo, tuvo que cerrar el local.

Luego de realizar esa fotografía, Adams dejó de ser corresponsal de guerra y se dedicó a fotografiar celebridades. Sentía incomodidad por lo que la imagen había generado en la vida de Ngoc y trataba de justificar un asesinato diciendo que «las fotos son las armas más poderosas del mundo. La gente les cree, pero las fotos también mienten, aun cuando no están manipuladas. Son sólo medias verdades. Lo que la foto no decía es ‘¿Qué hubieras hecho tú si fueras el general en ese momento y ese lugar, en ese día caliente, y acabaras de agarrar al malo después de que matara a dos o tres soldados americanos?».

No hay lugar para la duda ante un asesinato y, en la fotografía, vemos a un verdugo. Por supuesto que esta foto despertó un debate sobre la función de la imagen, quién la produce y las intenciones. Susan Sontag supo reflexionar que “para el espectador, para esta espectadora, incluso, muchos años después de realizada la foto… vaya, se pueden mirar estos rostros mucho tiempo y no llegar a agotar el misterio, y la indecencia, de semejante mirada compartida”.

 

*Por Fernando Bordón para La tinta

 

 

Palabras claves: Eddie Adams, vietcong, Vietnam, Vietnam del Sur

Compartir: