Los mismos vientos en la política española
España se encamina a unas nuevas elecciones que intentarán definir al próximo gobierno pese al escepticismo entre los votantes.
Por Lucas Gatica, desde España, para La tinta
España votará unas elecciones generales el 10 de noviembre. Serán los cuartos comicios presidenciales en cuatro años y los segundos en tan solo siete meses. La última llamada a las urnas fue en abril pasado, donde el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Pedro Sánchez ganó las elecciones seguido por el Partido Popular (PP) y Ciudadanos.
Como el sistema político español es el de una monarquía parlamentaria, es casi imposible que el partido ganador pueda gobernar solo. Esto es: necesita sumar apoyos externos para llegar al número de bancas necesario para formar e investir un gobierno. Además, no hay posibilidad de ballotage. Si los partidos con representación no llegan a un acuerdo para formar una nueva administración, no existe la posibilidad de votar entre las dos primeras fuerzas. Algo que es terreno fértil para situaciones de bloqueo político como la actual, teniendo en cuenta también que, hoy, en España, hay cinco partidos competitivos electoralmente.
Luego de abril, parecía que el PSOE iba a poder construir un gobierno de izquierda, acompañado fundamentalmente de Unidas Podemos (UP) y Pablo Iglesias. Pasaron cinco meses y esas negociaciones no llegaron a buen puerto. Es probable que, en un principio, la negociación contara con voluntad de ambas partes, pero tanto PSOE como UP pusieron un precio muy alto a sus condiciones y, del otro lado, no encontraron convencimientos. Hubo desacuerdos, idas y venidas, malentendidos entre los principales líderes, por eso, ahora los españoles y las españolas están llamadas a elegir nuevamente un presidente.
Esta disputa, que ya se convirtió en una aparente enemistad entre los dos líderes, tiene una característica en común con el resto de los partidos: la falta de autocrítica y el no hacerse cargo del fracaso, que ha puesto al país ante nuevas elecciones.
Campaña de alta tensión
Estos dos meses de campaña serán de alta tensión, con dos principales focos: la economía y el independentismo catalán; sobre este último punto, habrá un fallo del Tribunal Supremo en el juicio a los líderes responsables del referéndum de 2017. En lo relacionado a la situación financiera, por un lado, estamos ante un estancamiento económico en la zona euro. Por otro lado, la parálisis de gobierno derivada del bloqueo político da como resultado que la administración nacional en funciones no pueda girar fondos estatales a las Comunidades Autónomas -por ejemplo, algunas Comunidades tuvieron que suspender el pago de ciertos servicios básicos-.
No hay certezas sobre a quién castigará esta repetición electoral, porque las encuestas no son claras. Los últimos sondeos mostraban al PSOE y al PP como posibles favorecidos de la futura elección. UP sacaría un resultado un poco más bajo y Ciudadanos menguaría de forma importante en su caudal de votos.
En la campaña para los comicios de abril, las dos principales fuerzas de derecha, el PP y Ciudadanos, se enfrentaron discursivamente por la misma franja del electorado y trataron de descalificar y ningunear al partido de ultraderecha Vox. Hoy, la cuestión de esos dos partidos pasa por otra parte: sus líderes dirigen sus cañones, más que nada, hacia Pedro Sánchez. Intentarán hacerlo responsable del fracaso en las negociaciones.
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, declaró que, si la suma de escaños entre su partido y el PP en los comicios de noviembre llega a uno más que el total de las izquierdas, formaría un gobierno en poco tiempo. A la derecha no le temblará el pulso para pactar, son pragmáticos y no dan vueltas. Estas nuevas elecciones le han dado una segunda oportunidad al bloque de derechas y que logren gobierno no es una idea tan descabellada como hace unos meses atrás.
Iñigo Errejón y la abstención
La izquierda ya está dividida. Hace pocos días, el cofundador de Podemos, ahora líder de Más Madrid, Íñigo Errejón, se anotó en la pelea electoral. Su grupo político irá a las elecciones de noviembre. Aunque todavía no se ha confirmado quién encabezará la lista, se cree que será el propio Errejón. Esto le juega en contra al bloque de la izquierda y, sobre todo, a UP, ya que le sacaría votos a Iglesias y este tendría menos fuerza a la hora de negociar con Sánchez en un posible similar escenario al de abril.
El otro gran riesgo para la izquierda es el de la abstención, que podría colaborar para una posible administración de derechas. Hay una palpable irritación y enojo por la situación: en internet y las redes sociales, hay llamados a no votar y peticiones para no recibir propaganda de partidos. Esta última semana, los temas #yonovoto o #abstencionactiva se convirtieron en trending topic en Twitter y los grupos de WhatsApp se inundaron de memes llamando a no participar en los comicios.
El único antecedente similar fue en 2016: ante la imposibilidad de formar gobierno, después de seis meses de las elecciones de diciembre de 2015, Mariano Rajoy renunció a presentarse a la investidura por no tener los apoyos necesarios. En aquellas elecciones, la participación bajó de 73,2 al 69,8 por ciento. No obstante, la actual situación de hastío entre los ciudadanos no era la de entonces.
A siete semanas de las elecciones, es imposible diagnosticar cómo jugará el factor abstención. El gobierno de coalición que se imaginaba luego de abril no apareció y los problemas que afronta el país se hacen más importantes –Donald Trump y China; la crisis catalana-.
Sánchez e Iglesias, que eran los que venían a rejuvenecer la política ibérica, no pueden pactar un gobierno y así le dan una vida más al bloque de la derecha. Los vientos de la política española son los mismos de la primavera del abril pasado, pero la sensación y el aire en la calle han cambiado.
*Por Lucas Gatica para La tinta